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Anatomía de la economía: de los flujos circulares a las matrices de contabilidad social


Surgeons must be very careful

When they take the knife!

Underneath their fine incisions

Stirs the culprit: Life

 

Emily Dickinson

 

Por Pablo Cervera Ferri y Javier Ferri Carreres

En el anterior poema Dickinson nos traslada al laberinto del pensamiento racional. El cirujano es el filósofo, el investigador. Para el economista, el bisturí es la teoría económica con la que hendir la carne del problema y erradicar la enfermedad. Del acierto de las incisiones dependerá el resultado de la operación, aunque su precisión será también consecuencia de la formación médica, e incluso de la calidad e higiene del instrumento. En su último verso, Dickinson advierte: el cirujano no ha de olvidar que la belleza de su técnica está supeditada a la vida. Tampoco el economista debería perder de vista que sus análisis y recomendaciones han de tener como meta el bienestar de las personas.

Sin comprender la anatomía de la economía, el profesional trabajaría a ciegas, abocado al fracaso. El cuerpo humano y la economía son sistemas de equilibrio general. Si el corazón enferma, el cerebro sufre, si el cerebro padece, la vida se apaga. Este artículo recorre los principales esfuerzos, a lo largo del pensamiento económico, por ofrecer un mapa anatómico de la economía, respetando su naturaleza de equilibrio general e incluyendo en el mapa, de manera protagonista, a las personas. Ese es el objetivo de la contabilidad social.

La idea de que las transacciones económicas se pueden caracterizar como un flujo circular es deudora de tres hitos aparentemente inconexos de la revolución científica. El primero se produjo en 1628, cuando el anatomista de Cambridge William Harvey publicó sus descubrimientos sobre la circulación de la sangre en un texto polémico, al emplear la inferencia en lugar de la observación directa para rebatir la medicina galénica. El segundo, poco antes de la Gran Peste de Londres, tras la edición de las Natural and Political Observations […] made upon the Bills of Mortality (1662) del patólogo de Oxford John Graunt, pioneras en la aplicación del método estadístico en la demografía. Su discípulo, el también anatomista William Petty, desarrollaría a partir de esta idea la aritmética política, sentando las bases cuantitativistas del mercantilismo liberal británico perfeccionado por King, Davenant, Child o el propio John Locke. El tercero tuvo lugar en 1695, fecha en que salió a la luz pública el Détail de la France, un tratado sobre los desmanes del colbertismo en reinado de Luis XIV. Las investigaciones del profesor Gilbert Faccarello emplazan a su autor, el jansenista Pierre Le Pesant de Boisguilbert, como el primer escritor en describir la circulación económica. Boisguilbert retrató la interdependencia entre consumos, dinero y crecimiento. Basó la estabilidad de los intercambios entre manufactureros, arrendatarios y terratenientes en la conservación de los precios de proporción y en la competencia. El equilibrio general, entendido como un orden natural, tendía a quebrarse por las rigideces salariales en la preindustria y por el atesoramiento de los rentistas. El pensamiento de Boisguilbert fue desarrollado medio siglo más tarde por traductores dirigidos por el intendente de comercio Vincent de Gournay, como Forbonnais o Plumart Dangeul, que trasladaron textos esenciales del mercantilismo liberal inglés a la lengua francesa.

La paternidad de los modelos de circulación suele atribuirse a la fisiocracia, tal vez por un recurso abusivo a la fiable Historia del análisis económico de Schumpeter. Es cierto que François Quesnay, médico personal de Luis XV de Francia, afirmó basar su primer Tableau Économique en el hallazgo de Harvey. No obstante, las ideas de Boisguilbert flotaban en el ambiente del entresol de Versalles, y la noción de un flujo circular de rentas se filtró sotto voce entre los tertulianos de madame Pompadour, por una versión manuscrita e incompleta del Essai sur la nature du commerce en général de Richard Cantillon, deudor del Détail de la France. La originalidad fisiócrata en los modelos de circulación es, por tanto, cuestionable.

No es de extrañar, pues, que Marx emplazase a Petty y a Boisguilbert en el origen de la economía política (Groenewegen 2001). Su deuda con la fisiocracia es también reconocible, no tanto en la idea de la interdependencia económica como en cuanto a su formulación de los modelos de reproducción simple y ampliada en El Capital. La reproducción simple establecía un sistema donde la plusvalía se consumía íntegramente y reflejaba, básicamente, la Ley de Say. La ampliada estudiaba la posibilidad de que una parte de las plusvalías se destinasen a aumentar los stocks de capital, en cuyo caso era necesario que se cumpliesen ciertas condiciones para el equilibrio intersectorial. La insatisfactoria resolución marxiana del problema de la transformación secuencial de valores en precios de producción impidió que estos esquemas fuesen mejor acogidos por los economistas de su tiempo y, en particular, por la naciente escuela austríaca.

No obstante, este problema fue pronto resuelto por Ladislaus von Bortkiewicz (Wertrechnung und Preisrechnung im Marxschen System: eine Übersicht über die Marx-Kritik, 1906). Nacido en San Petersburgo, este académico de ascendencia polaca dedicó buena parte de su carrera a estudiar tablas de mortalidad y ocupó desde 1920 la cátedra de estadística y economía política de la Universidad de Berlín. Según Bortkiewicz, valores y precios se determinaban simultáneamente. Bastaba con analizar separadamente el comportamiento de un sector productor de bienes de lujo que absorbiese la totalidad de las plusvalías y con especificar correctamente la tasa media de ganancia para encontrar un único vector de precios de producción de equilibrio. La noción de un equilibrio general no era pues en absoluto ajena a este estadístico ruso que se carteaba con Léon Walras. La metodología matemática adoptada por Bortkiewicz era la misma que la del catedrático de Lausana. No obstante, existían diferencias entre los enfoques marxista y walrasiano: partían de teorías del valor alternativas, describían mecanismos distintos de generación de precios y analizaban servicios productivos y agentes económicos diferentes.

La medición del flujo circular de la renta, y la noción de equilibrio general ya se habían abierto camino, pero la ascendencia directa de la contabilidad social suele atribuirse a Wassily Leontief (1906-1999). Formado en la Universidad de Leningrado, el joven Leontief dio sus primeros pasos académicos en el entorno de Yevgeni Preobrazhenski, impulsor del diseño del primer plan quinquenal. Abandonó la URSS en 1925 y terminó sus estudios de economía en Berlín como alumno de Bortkiewicz y asistente de Werner Sombart, quien dirigió su tesis La economía como flujo circular. Al año siguiente se unió al Instituto Económico de la Universidad de Kiel y emprendió su primera misión en China. Sobrevolaba los alrededores de Nankín cuando constató que el trazado del ferrocarril recorría las áreas agrícolas más desarrolladas de aquel entorno. Tiempo después reconocería que aquella experiencia inspiró su modelo input-output. La creciente tensión política en Alemania motivó su traslado a los Estados Unidos en 1931, contratado por el National Bureau of Economic Research. Allí trabajó en estudios cuantitativos del ciclo con Wesley Mitchell y Simon Kuznets. Instalado en Harvard, se dedicará al estudio de sus famosas tablas: una abstracción matricial de la economía que refleja la interdependencia de las producciones sectoriales y de los gastos agregados. En el primer párrafo de este artículo plantea su investigación como un intento de construir, utilizando la información estadística disponible, un Tableau Economique para Estados Unidos.

Finalizada la Segunda Guerra Mundial, y procedente del Reino Unido, Richard Stone realizó una corta estancia en la Universidad de Princeton, para poner en claro sus ideas sobre la contabilidad social y la medición de los flujos económicos. Por aquel entonces, Kuznets ya había reflejado en papel sus ideas sobre la medición de la renta nacional en Estados Unidos, y muy probablemente su trabajo sirvió de inspiración al británico. El propio Stone en su reseña autobiográfica a propósito del Premio Nobel, nos revela un viaje que ambos hicieron pocos años después a la India para asesorar sobre métodos de estimación de la renta. En cualquier caso, y en relación a Kuznets, Stone innova en dos frentes importantes: establece un sistema de doble entrada para la contabilización de los flujos económicos, y divide la economía en cuatro agentes: hogares, empresas, gobierno y resto del mundo. Su trabajo fundamenta el primer Sistema de Cuentas Nacionales y Cuadros Soporte de las Naciones Unidas de 1953 (SCN-53), que proporcionó las reglas y conceptos para poder cuantificar de modo comparable las transacciones económicas de distintos países.

Desde su nacimiento, el SCN ha sido objeto de distintas revisiones, la última la de 2008, con el sello adicional de la OCDE, el FMI, el Banco Mundial y la Comisión Europea. En el SCN de 1993 (p. 575) se hace la primera mención explícita a las matrices de contabilidad social (MCS en castellano, SAM en inglés) y se establecen directrices para su elaboración. Europa tiene su propia versión del Sistema de Cuentas Nacionales (SEC), siendo su última revisión la de 2010. El SEC-2010 considera a las MCS una herramienta útil, y las incluye entre las cuentas satélites recomendadas para complementar la información central. En este informe de la Comisión Europea se explican los principales pasos para la estimación de una MCS.

El objetivo de una MCS es representar, en forma de matriz, el flujo circular de la renta (ver Figura 1), proporcionando una visión desagregada de las mercancías, las actividades, los factores de producción y las instituciones (donde se encajan los hogares). El nivel de desagregación es flexible. Dentro de los factores de producción, el trabajo puede desagregarse atendiendo a características como el nivel de educación o el sexo. El capital, a su vez, se puede dividir en público y privado; el público en función del tipo de infraestructura, y el privado en tecnológico y no tecnológico. Por su parte, los hogares se podrían desagregar de acuerdo a cuantiles en la distribución del ingreso, o en función de características geográficas, o de acuerdo con el origen de sus rentas.

Figura 1. El flujo circular de la renta

Fuente: Mainar-Causapé, Ferrari y McDonald (2018)

 

El Cuadro 1 es una representación esquemática de una MCS. Cada cuadrícula es en sí misma una matriz, con una interpretación económica bien definida. Así, dentro de una MCS podemos encontrar información sobre las transferencias entre hogares (TH,H), o entre gobierno y hogares (TH,G), sobre el origen de los ingresos del gobierno (TG,H), sobre la procedencia y distribución de la renta entre factores (TF,A), sobre la relación entre la generación de la renta de los factores y su distribución entre hogares (TH,F), sobre las pautas de ahorro de los hogares(TS-I,H), etc. Como puede observarse, una MCS es mucho más que la matiz de inputs intermedios diseñada por Leontief, que en el Cuadro 1 estaría representada por la casilla de Mercancías-Actividades (TC,A). En una MCS las personas tienen visibilidad en un contexto de equilibrio general consistente con el Sistema Nacional de Cuentas.

La primera MCS estimada para España fue la de Kehoe, Manresa, Polo y Sancho (1988). Uriel, Beneito, Ferri y Moltó (1997) estiman para el INE una MCS que sigue las directrices del SCN-93, y Uriel, Ferri y Moltó (2005) la actualizan posteriormente. Desde mediados de los noventa varios equipos de investigación han abordado estimaciones de MCS en España, tanto a nivel nacional como regional (véanse los trabajos de Alejandro Cardenete, Antonio G. Gómez-Plana, Concepción Latorre o  María Llop, entre otros).

Las Matrices de Contabilidad Social pueden utilizarse como base en la elaboración de modelos lineales basados en la constancia de coeficientes, del mismo modo en que las tablas input-output sirven para la implementación del modelo input-output de Leontief. Pero, más intersante, las MCSs también ofrecen un marco de referencia óptimo para la calibración de modelos de equilibrio general aplicado (MEGAs en castellano, CGE en inglés) que permiten relaciones de sustitución entre productos y entre factores, y cambios en los precios relativos. Estos modelos se han utilizado para el análisis económico de políticas relacionadas con el desarrollo, políticas fiscales, comerciales, medioambientales, o de lucha contra la desigualdad. La clave es la gran flexibilidad de ajustar las MCS a las necesidades de la investigación. Una interesante colección de trabajos que tienen como base las Matrices de Contabilidad Social puede encontrarse en Economic Systems Research, la Revista Oficial de la International Input-Output Association.

Cuadro 1. Estructura típica de una Matriz de Contabilidad Social

Fuente: Mainar-Causapé, Ferrari y McDonald (2018)

Pese a cumplir con las restricciones que impone el equilibrio walrasiano, incluir un mayor nivel de desagregación que otros modelos macroeconómicos, y darle un papel central a los hogares y las personas, las Matrices de Contabilidad han sido ignoradas, y por lo tanto han estado desaprovechadas, por gran parte de la profesión. Del mismo modo, los MEGAs no han terminado de encajar dentro del mainstream. Seguramente, gran parte de la responsabilidad de que esto haya sucedido se debió a la irrupción de los modelos de equilibrio general dinámicos. Y es que los modelos MEGAs cojean en un aspecto fundamental para la comprensión de los mecanismos y el análisis de muchos fenómenos económicos: las expectativas y la consistencia dinámica en las decisiones de los agentes (ver aquí la nota informativas sobre el Nobel a Kydland y Prescott). Puede decirse que en la década de los 80, y hasta muy recientemente, la macroeconomía dominante se decantó por perseguir la consistencia de la dinámica temporal, sacrificando heterogeneidad y desplazando los temas de distribución del eje central del análisis.

La heterogeneidad inherente de los MEGAs no puede competir, no obstante con la inmensa granularidad de los modelos de microsimulación, a los que en cambio les flaquea el equilibrio general. Mirando al futuro, probablemente MEGAs, DSGE y modelos de microsimulación terminarán convergiendo en un marco de análisis unificado, donde dispongamos de modelos de equilibrio general enormemente detallados al nivel de los hogares y las empresas, y donde se respete la consistencia temporal de las decisiones económicas y las expectativas de los agentes. Esa puede ser la meta de un viaje que comenzó hace cuatrocientos años, probablemente después de una clase de anatomía.