A vueltas de nuevo con la I+D

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Por Alonso Rodríguez Navarro

Hace tres años, a lo largo de 2021, escribí tres entradas (aquí, aquí y aquí) describiendo los riesgos de que unas futuras leyes para la ciencia y para las universidades no fueran acertadas. Pasados estos años, los temores se han cumplido.

En junio de 2022, el Congreso de los Diputados aprobó una desafortunada reforma de la Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación de 2011 (LCTI) y en el pasado mes de julio se conoció un proyecto de real decreto que consolida los errores. El núcleo de estos está en el siguiente párrafo de la LCTI y del real decreto:

El sistema español de Ciencia, Tecnología e Innovación ha alcanzado estándares de excelencia investigadora perfectamente homologables a su posición económica y geopolítica en el panorama internacional. Sin embargo, esta excelencia en su producción científica no se ha trasladado aún de forma efectiva al tejido productivo […].

Este párrafo es una copia casi literal de la “paradoja europea” (innovación débil con investigación fuerte), que ha equivocado a la política científica de la Unión Europea (UE) desde 1994, sin base alguna, y cuya falsedad ha sido reiteradamente demostrada.

Sin base empírica, podría sorprender que la LCTI se aprobara en el Congreso de los Diputados sin votos en contra. Porque no se trata de algún error en una disposición transitoria desapercibida. Muy al contrario, el párrafo transcrito es nuclear en la LCTI. Aun así, que los diputados no recabaran una información adecuada antes de aprobar la LCTI no es ninguna sorpresa, ya que el párrafo repite un eslogan sin fundamento convertido en un dogma tenazmente sostenido desde hace muchos años por nuestra clase política. Por ejemplo, en la Cumbre Iberoamericana de México de hace diez años.

En contra de lo que podría parecer, el mayor perjuicio de lo anteriormente expuesto no está en España, está en la Unión Europea (UE). Porque en ciencia España cuenta poco y la UE cuenta mucho. Por ello, el mayor perjuicio de estos errores está en consolidarlos. En la UE, el eslogan de la “European paradox” cambió a otro con igual significado en 2017: “Europe is a global scientific powerhouse”, llevado a cabo por un hipotético High Level Group con participación española. Lamentablemente, este último eslogan aún lo mantiene la Comisión Europea.

El informe Draghi recientemente publicado (aquí y aquí) pone de manifiesto el retraso tecnológico de la UE frente a sus dos grandes competidores: Estados Unidos y China. Sería equivocado explicar el retraso en innovación solo por el retraso en investigación. Pero probablemente es imposible mejorar la innovación sin mejorar la investigación.

En 2021, cuando escribí mis otras entradas, la contribución a la expansión de las fronteras del conocimiento se calculaba por métodos poco intuitivos. Ahora hay procedimientos más intuitivos y exactos basados en las posiciones relativas de las publicaciones de los países en la lista de publicaciones globales. Por ejemplo, para comparar las contribuciones a la expansión de las fronteras del conocimiento entre EEUU, China y la UE en un tema científico o tecnológico, se numeran las publicaciones globales en el periodo de estudio por su número de citas (uso de citas aquí), asignando 1 a la más citada. El paso siguiente es localizar las publicaciones de cada país y comparar sus números de orden, cuanto más bajo mejor. La Tabla 1 presenta los resultados para la tecnología baterías de litio en el periodo 2014–2017, usando los diez artículos más citados. Lo mismo se puede hacer con cualquier tema y para analizar las colaboraciones entre países.

Tabla 1. Números de orden de las diez publicaciones más citadas en EEUU, China y la Unión Europea en la lista mundial de publicaciones sobre baterías de litio ordenadas por el número de citas, de mayor a menor

La Tabla 1 pone de manifiesto que en una tecnología industrialmente importante (y en otras ocurre igual) la superioridad de EEUU es apreciable, seguido de cerca por China, y una EU notablemente distanciada. Como a cada número de orden le corresponde un solo artículo, es fácil ver que los trabajos notablemente importantes que están en las posiciones 1, 5, 9, 19, 37, 39 y 41 son colaboraciones en las que intervienen tanto EEUU como China, pero no la UE (ver en las columnas “Colaboración” correspondientes en la Tabla 1). En la UE, solo dos publicaciones domésticas y otras dos en colaboración están mejor situadas que las últimas domésticas de EEUU o China, lo que pone de manifiesto la brecha en investigación que separa a la UE de EEUU y China.

Incluir a España en la Tabla 1 hubiera sido inapropiado, porque la frecuencia de éxito depende tanto de la eficiencia como del tamaño de los sistemas científicos. Para comparar a España he elegido a dos países de dimensiones no muy diferentes: el Reino Unido y Corea del Sur, y la tecnología de células solares, porque sobre ella España publica bastante. Sin entrar en análisis complejos, la Tabla 2 pone de manifiesto que España queda muy alejada de los otros dos países. En estos, y no en España, hay publicaciones muy bien situadas. Aunque en las colaboraciones la capacidad científica de España mejora notablemente, incluso con esta ayuda, nuestras publicaciones quedan lejos de las más relevantes.

Tabla 2. Números de orden de las diez publicaciones más citadas en el Reino Unido, China y la Unión Europea en la lista mundial de publicaciones sobre células solares ordenadas por el número de citas, de mayor a menor

En este tipo de análisis, España, Italia, Francia y bastantes otros países aportan poco a la UE y los merecidamente prestigiosos proyectos del European Research Council (ERC) tienen menos éxito si se realizan en España, Italia o Francia que si se realizan en los países con investigación más competitiva. Si todos los países de la UE fueran como el Reino Unido, la UE estaría por delante de EEUU, y si todos los países fueran como España, Italia y Francia, la UE estaría peor que ahora. La política científica de la UE tendría que olvidar la “European paradox” y que “Europe is a global scientific powerhouse”. Lamentablemente, el tono de la LCTI pone de manifiesto que España no va a colaborar para ese olvido.

La ausencia de publicaciones españolas entre las que empujan las fronteras del conocimiento contrasta con una posición razonable de España en el contexto mundial (posición 11 o 12) si la producción científica se mide por el número total de publicaciones. Abordar esta contradicción es crucial para mejorar la investigación en España y sorprende que la LCTI la ignore, ya que está analizada desde hace bastantes años. La actualización de este análisis utilizando herramientas más evolucionadas es urgente, pero rebasa los objetivos de esta entrada. No obstante, volviendo a las primeras líneas, se puede adelantar que la nueva Ley del Sistema Universitario (LOSU) repite antiguos errores manteniendo la función tutelar de la ANECA, sin introducir estímulos para que las universidades puedan algún día elegir libremente y acertadamente a su profesorado. En España, esta libertad de elección la tienen algunos centros prestigiosos de investigación sin merma de su éxito, y su aplicación en las universidades liberaría a nuestra investigación de baremos absurdos que confunden el objetivo de publicar con el de contribuir a los avances importantes del conocimiento.

Para ilustrar gráficamente lo anterior, la Figura 1 muestra un esquema simplificado de las fases del progreso científico. En ella, la contradicción se explica porque la política científica en España conduce a concentrar la investigación en la fase de desarrollos incrementales. Las publicaciones que en la Tabla 2 están situadas en posiciones 500 o 1000, de 61.000, son desarrollos incrementales valorables, pero sobre los avances que hicieron otros. Aunque gran parte de las mejoras tecnológicas que vemos son innovaciones incrementales, son las innovaciones radicales las que producen los grandes cambios tecnológicos. Por ejemplo, con innovaciones incrementales en las baterías de plomo no se llega a las baterías de litio. Esos cambios provienen de los “avances” de la Figura 1, y una investigación centrada en desarrollos incrementales es una investigación defectuosa.

Además de errar con la paradoja española, la LCTI no distingue entre innovaciones radicales e incrementales. La LCTI repite 348 veces la palabra innovación y ni una sola vez las palabras radical o incremental, sin conseguir siquiera un voto en contra en el Congreso. La política científica española fomenta las publicaciones en revistas con alto factor de impacto, a la par que bloque la “exploración” de la Figura 1, ignorando la brecha de la Tabla 2. Además, no contribuye a que la UE cierre la brecha de la Tabla 1.

Hay 2 comentarios
  • Estoy muy de acuerdo en la tesis central del artículo.
    Añadiría que el Informe Draghi y el Informe Letta colocan a financiación (mercado de capitales en Europa insuficientemente integrado) por delante de la contribución científica y tecnológica de la innovación, cuando se trata de explicar el retraso en la capacidad industrial europea; creo que el orden es el inverso: no tenemos un mercado de capitales europeo porque las oportunidades de inversión en tecnologías disruptivas o radicales no surgen en Europa

    • Gracias por el comentario. Posiblemente, aceptar el problema con la investigación permitiría hacer análisis más precisos de otros comportamientos económicos.

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