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¿Qué aprendemos viendo la tele? (1,2,3, responda otra vez)

televisionSe preguntarán ustedes si los colaboradores de este blog estamos haciendo un poco el mono. Ayer Anxo Sánchez les hablaba (aquí) de hacer investigación con chimpancés y hoy yo pretendo decirles que existe otro tipo de simios, los concursantes de programas de televisión (sin faltar), de los que podemos aprender economía. Parece que nos hemos puesto de acuerdo para justificar cualquier cosa menos hacer ecuaciones. Pero no se confudan, como los estudiantes que me suelen "sorprender" viendo concursos en mi despacho... !Estoy trabajando codificando datos! Lo que intentamos exponerles es que hay múltiples fuentes de información que nos ayudan a comprender cosas importantes sobre el comportamiento económico (o no...¿cuál no lo es? ¿qué comporamiento no tiene consecuencias sobre los recursos de que disponemos?) de los seres humanos. Sólo hay que ser un poco poco abierto de mente con las preguntas... y con dónde buscar las respuestas.

Como les digo, una posible alternativa la podemos encontrar en los concursos de televisión. Éstos tienen diversas características que los asemejan a los experimentos de laboratorio, de los qu eles hemos hablado tantas veces. En ambos, bajo unas reglas muy claras, los participantes toman decisiones sencillas de cuya interacción se derivan unas consecuencias económicas para todos los participantes. Obviamente, el trabajar con datos de concursos tiene ventajas claras. La primera es que la obtención de datos es pagada en forma de premios por una productora de televisión. La segunda, es que normalmente los premios de los concursos tienen un valor mucho mayor que los 15 euros de media que puede ganar un sujeto experimental. Ésto permite mitigar una crítica frecuente (y un poco gratuita) a la investigación experimental  consistente en que si los incentivos económicos son bajos, los individuos puede que no actúen como lo harían cuando hay cantidades grandes de dinero en juego.

Pero claro, este tipo de datos también tiene problemas. Uno de los más importantes es el posible sesgo de selección. Como quizá algunos recuerden, el cómico Santiago Segura  (alias "Torrente") financió sus primeros cortometrajes participando en todo concurso televisivo que se le pusiera a tiro. ¿Cuál es el problema? Pues que es posible que Torrente, y el resto de concursantes televisivos, no sean del todo representativos de la sociedad española (¿o quizá sí?). Claro que ésto es sólo un problema si la representatividad de los concursantes es menor que la de los habituales estudiantes universitarios que participan en la mayoría de experimentos.

No me entiendan mal. El uso de datos de concursos en ningún caso puede ser un sustituto de la realización de experimentos formales, en los que se pueden contestar muchas más preguntas que aquellas que se pueden hacer en un formato que sea atractivo para una audiencia televisiva. En todo caso, y como complemento, déjenme que les cuente algunos ejemplos de concursos que han dado lugar a investigaciones interesantes.

1. "Golden Balls" (o el Dilema del Prisionero... mejor no traducirlo literalmente)

Este es un ejemplo clásico de cómo la teoría de juegos en su versión más simple puede ser atractiva para una audiencia televisiva. Como sabrán, el juego consiste en que dos concursantes deciden de manera simultánea, sin saber lo que hará el otro, si quieren repartir un premio. En caso de que los dos compartan, cada uno se lleva la mitad. En caso de que no lo compartan, ninguno se lleva nada. Lo divertido, para el público, ocurre cuando uno confía en el otro y decide compartir, pero el otro le traiciona. En ese caso, el traidor se lleva todo. Este video explica muy bien (en inglés) cómo modelizar el concurso como un dilema del prisionero en estrategias débilmente dominadas.

Lo curioso de observar qué ocurre en este concurso británico (También hubo un programa similar en Cataluña y Valencia bajo los curiosos nombres de "Sis a Traició" o "El Vil Metal") es que la teoría económica estándar, que asume que a los individuos lo único que les importa son los pagos económicos que obtienen (y no los pagos del otro, o su reputación, o cómo se sienten al comportarse como unos traidores), predice que la única solución del juego, el equilibrio de Nash, es que ambos jugadores se traicionen y no ganen nada. !Qué manera más barata de producir un concurso!  Pero claro, lo habitual es que en ocasiones  haya que pagar algún premio. Precisamente por ello nos interesa estudiar: 1) si la predicción funciona igual de bien (o mal) que en un laboratorio, en el que la gente no es observada por una audiencia y los pagos son mucho menores o 2) ¿cuáles son las razones que llevan a que la gente coopere en este tipo de psituaciones? Por ejemplo, ¿influyen las características demográficas de los concursantes (edad, género, cómo de atractivos son físicamente) en el grado de cooperación? Aunque hoy no me quiero extender contándoles resultados, espero que al menos coincidan conmigo en que son preguntas importantes, de las que nos interesa conocer qué ocurre cuando los incentivos económicos para traicionar a otros son inmensos.

Aunque también hay concursantes raritos como el del siguiente video...

2. "!Allá Tú! ( o la estimación de la actitud ante el riesgo).

Aunque nunca entendí la gracia de este concurso que lleva más de 10 años en televisión en todo el mundo, su mecánica permite investigar si ante situaciones de riesgo nos influyen sólo las expectativas económicas de nuestras acciones o en cambio, el resultado, positivo o negativo, de decisiones pasadas hacen que nos arriesguemos más o menos. En el programa, el concursante debe ir abriendo una serie de cajas en orden, conteniendo cada una un premio de distinto valor, sabiendo la cuantía de los premios que están por abrir pero, obviamente, no en qué caja están. La decisión interesante no es qué cajas deciden abrir, pues lo hacen con total incertidumbre, sino que en momentos puntuales del juego, deben tomar la decisión entre quedarse con alguna de las cajas que quedan por abrir o una cantidad fija de dinero que les ofrece "la banca".  Conociendo la cuantía de los premios que quedan por abrir, y el premio ofrecido por la banca, al mismo concursante en distintos momentos del programa, podemos evaluar su grado de aversión al riesgo en cada momento y, en concreto, ver si su coeficiente de aversión al riesgo cambia en función de que ya haya perdido los premios más cuantiosos o no. Pueden leer los resultados de un artículo interesante utilizando datos de la versión americana del concurso aquí (Post et al, AER 2008).

3. "Negocia como Puedas" (¿pueden igual las mujeres que los hombres?)

Por último, en un artículo reciente, Iñigo Hernández-Arenaz Nagore Iriberri, usan datos del concurso "Negocia como Puedas" de la cadena española Cuatro, para estudiar si los resultados de las negociaciones entre personas del mismo o diferente género son distintas en función del género de los dos negociantes. En el programa, se pide a individuos que pasean por la calle, y por tanto con quizá menor "sesgo de selección" que en otros concursos, que busquen a otros para que contesten preguntas de conocimientos generales bastante sencillas. Una vez la han dado, el concursante puede "comprar" la respuesta del viandante al que han buscado, permitiéndose un tiempo limitado de negociación de a qué precio, es decir, que proporción del premio darán al viandante del que compran la respuesta. Como resultado más llamativo, obtienen que las mujeres piden en media una cantidad menor cuando negocian con hombres que cuando lo hacen con mujeres y que, además, aunque los hombres no empiecen ofreciendo menos a la mujeres, sí que ajustan más las ofertas posteriores cuando negocian con mujeres. Ésto hace que las negociaciones en las que las mujeres demandan y los hombres ofrecen sean las más beneficiosas para los hombres y las que menos para las mujeres. Este llamativo resultado, obtenido en un entorno natural, aunque televisado, podría ayudarnos a entender algunas de las razones por las que los sueldos de las mujeres son inferiores en ciertos trabajos e incluso, potencialmente, permitiría diseñar intervenciones públicas en las que se potenciara el que, consciente o inconscientemente, no discrimináramos en función del género a la hora de negociar.

Estos son sólo algunos ejemplos. Seguro que recuerdan otros, como la investigación de Levitt sobre "El Rival Más Débil" ("The Weakest Link") en su famoso libro Freakonomics o quizá puedan pensar para qué se podrían utilizar los datos de algún otro concurso actualmente en emisión para contestar alguna pregunta interesante. Sólo espero haberles convencido de que no es necesario apagar completamente el cerebro al encender la "caja tonta". Si los productores televisivos encuentran que el comportamiento humano bajo incentivos económicos les hace ganar audiencia, es precisamente porque captura aspectos claves sobre nuestras motivaciones que es interesante que estudiemos. Ahora bien, no me utilicen la entrada de hoy para justificar las horas que quizá pasaron viendo "Gran Hermano"... Sí, es un concurso. Sí, los incentivos económicos son altos... pero, las reglas del concurso no son tan claras como para que nos permitiera un estudio tan limpio como los que les he contado hoy.

Y como decía Mayra Gómez Kemp en el "Un, Dos, Tres"... !hasta aquí puedo leer!