Los desequilibrios globales

Estos días he estado viajando por China, en parte con motivo del Congreso Mundial de la Econometric Society que se ha celebrado en Shanghai, en donde he coincidido con varios colaboradores y lectores habituales de NeG. Estando por estos pagos son inevitables las referencias al enorme potencial de crecimiento de esta economía, así como a la incidencia que su modelo de crecimiento tiene en la generación y mantenimiento de los llamados los desequilibrios globales. Estos desequilibrios, sobre los que tanto se discutió en los años anteriores a la recesión, siguen siendo motivo de preocupación ya que -independientemente de su origen y su relación con la crisis financiera que son todavía objeto de debate- pueden determinar el ritmo de crecimiento mundial en las próximas décadas, así como la posición relativa de países y regiones como España o Europa.

Este tema ya ha aparecido de forma más o menos tangencial en alguna de mis entradas anteriores y ahora me planteo una reflexión algo más sistemática, en un formato que puede ir desde este post, en el que abordo cuestiones bastante generales, hasta una saga –corta en cualquier caso- en la que entraría a discutir algunas de sus implicaciones más detalladamente.

Con la expresión desequilibrios globales nos referimos a los enormes desequilibrios de balanza comercial que han acumulado algunos países en el mundo representados sobre todo por China y Estados Unidos como ejemplos extremos. Su importancia es tal que no faltan quienes, como Blanchard y Milesi-Ferretti, consideran que constituyen el fenómeno más complejo al que se enfrentan economistas y policy makers hoy día. Sobre ellos se ha escrito mucho últimamente, pero la definición más sistemática que he podido encontrar es la de Bracke, Bussière, Fidora y Straub quienes los catalogan como aquellos incrementos sustanciales de las posiciones externas netas en países de importancia sistémica, causados por distorsiones en los mercados y que generan riesgos globales, bien de sudden stop o de crisis financieras.

Es tentador asociar la aparición de estos desequilibrios a la globalización comercial y financiera, pero en realidad, la integración económica mundial no tiene porqué generar necesariamente disparidades de esta naturaleza. En ausencia de fricciones o fallos de mercado el aumento de los flujos de comercio hubiera podido dar lugar a una explotación adecuada de las ventajas de cada país o región, con lo que las diferencias en las balanzas comerciales se hubieran corregido más o menos rápidamente mediante el ajuste del tipo de cambio y de otros precios relativos, de los diferenciales de crecimiento y con una razonable movilidad de factores productivos y difusión de tecnologías. En la definición anterior se enfatiza el hecho de que son los fallos de mercado los que impiden un ajuste normal, lo que plantea una primera cuestión de discusión, ¿qué fallos son los que han dado lugar los desequilibrios globales?

Los desequilibrios globales se han generado durante el periodo de más rápido crecimiento y mayor estabilidad económica de la historia reciente de la humanidad. Está coincidencia no es casual, sino que ambos fenómenos se han alimentado el uno al otro por lo que, dada la forma abrupta en que ha terminado -o al menos se ha interrumpido- la gran moderación, hay mucha discusión sobre si estos desequilibrios han sido la verdadera causa última de la crisis financiera.

Y es que la correlación entre el crecimiento de las balanzas comerciales de los países y el proceso de innovación e integración financiera es muy llamativa. Paradójicamente mientras algunos países eran los campeones de la producción industrial y las exportaciones, el desarrollo de su sistema financiero dejaba mucho que desear. Países emergentes en rápido crecimiento, productores de petróleo o simplemente de gran orientación exportadora son capaces de acumular una gran cantidad de ahorro nacional pero parecen tener enormes dificultades a la hora de dirigirlo a la financiación de la inversión doméstica, e incluso para la inversión en el extranjero de carácter estrictamente productivo. De esta forma, paradójicamente, los países con escasez de ahorro se han convertido en la vía de escape para estas dificultades especializándose en producir activos adecuados capaces de absorber esos ingentes volúmenes de fondos. Los flujos de bienes y sus contrapartidas financieras son las dos caras de la misma moneda pero frente a la interpretación más clásica del comercio, que se fija más en los primeros y da a los flujos financieros un papel subordinado, parece que cada vez más los movimientos de capitales adquieren vida propia condicionando decisivamente en las decisiones de gasto de los países y por ello en su balanza comercial.

Esta interpretación está en la base de la teoría de la “escasez de activos seguros” de Ricardo Caballero y sus colegas, quienes ven en esta característica una forma de fallo de mercado estructural sobre la que volveré más adelante. Se establece así uno de los nexos de unión entre los desequilibrios comerciales, la innovación financiera y la crisis actual que ayuda a entender la situación entre China y Estados Unidos, pero también el mapa de los desequilibrios entre la Europa exportadora y la Europa del Sur. El ejemplo de algunos bancos europeos es ilustrativo. La inversión inmobiliaria en los países de la periferia -y en su deuda pública después- es en parte un reflejo de las dificultades para encontrar proyectos de inversión productiva atractivos, rentables y razonablemente seguros tanto en su propio país como en el extranjero.

En el fondo pues, los desequilibrios no pueden reducirse únicamente a una cuestión de mayor o menor ajuste del tipo de cambio del renminbi o al dinamismo de la demanda interna en Alemania. La relación entre los desequilibrios, la globalización económica y la financiera de los últimos veinte años es compleja e insuficientemente conocida. También las estrategias de política económica en los países desarrollados han contribuido lo suyo. Los errores en este terreno no son muy evidentes si nos fijamos en el periodo de la gran moderación y en la estabilidad de algunas de las principales variables macroeconómicas como la inflación y el desempleo. No obstante, desde la perspectiva actual hay razones para dudar de la eficiencia de la política monetaria centrada primordialmente en el control de la inflación y, en menor medida, del ritmo de crecimiento, así como de la benevolencia con la que se ha juzgado una política fiscal que, dadas las características del ciclo económico, era claramente expansiva en la mayoría de los países industrializados. Aunque todavía no está definido con claridad, el nuevo marco de política monetaria y fiscal deberá ir más allá del mantenimiento de la estabilidad macroeconómica a lo largo del ciclo económico para dar un mayor peso a cuestiones como el control de los niveles de endeudamiento de empresas y familias, la sostenibilidad de la deuda pública, la prevención de una inadecuada asignación de recursos hacia actividades susceptibles de generar burbujas improductivas y, en definitiva, a la mejora de la posición competitiva de los países.

Mirando hacia delante queda la cuestión de si los desequilibrios sobrevivirán a la crisis y como condicionarán las decisiones individuales –localización de empresas, especialización regional, etc- y las políticas públicas en los próximos años. Es evidente que la caída del comercio mundial que ha acompañado a la recesión ha contribuido a reducir sustancialmente los desequilibrios externos de muchos países y con ellos los flujos financieros internacionales. Además, durante la recesión los países emergentes han mantenido el ritmo de sus importaciones, lo que contribuye a mitigar la disparidad de posiciones exteriores netas. Sin embargo los primeros síntomas de recuperación a escala planetaria han venido acompañados de cifras exportadoras record en países como China y Alemania, entre otros.

Un escenario como el que hemos vivido en el pasado, con enormes diferencias entre países exportadores e importadores, parece difícilmente sostenible. Pero no está claro cómo va a producirse el necesario ajuste. Es evidente que todos los países no pueden mejorar su posición relativa al mismo tiempo y sería deseable que aquellos países con mayores superávits contribuyeran al crecimiento mundial con una mayor demanda interior y/o revaluación real, como se planteó en la reunión del G20 de Londres. Lo más probable, no obstante, es que la responsabilidad de la corrección recaiga de una forma más acusada sobre los países endeudados. Este ajuste puede ser más o menos costoso, en términos de crecimiento y empleo. No es cierto, como se argumenta con frecuencia, que el intento de estos países por mejorar su posición exterior deba conducir necesariamente a la economía mundial a una recesión duradera. Por ejemplo, el aumento del volumen de ahorro sobre la base de políticas que fomenten la competitividad exterior sería un genuino shock de oferta positivo con consecuencias innegables para el empleo y la producción mundial –siempre que los mercados funcionen adecuadamente y los precios acomoden esa ganancia de productividad. Sin embargo, en ausencia de estas ganancias de productividad el coste del ajuste puede ser muy significativo.

Las discrepancias acumuladas entre las posiciones exteriores netas en el mundo han condicionado la evolución económica durante los últimos veinte años y lo seguirán haciendo en el futuro. Estos desequilibrios plantean un reto indudable para muchos países y para las decisiones de política económica frente a la crisis, que tendrán que tener en cuenta no sólo las circunstancias domésticas sino – y cada vez más- la posición que cada país ocupa en el contexto de la especialización productiva y financiera internacional.

Hay 20 comentarios
  • Los desequilibrios de balanza comercial no son insignificantes comparado con los volúmenes de derivados financieros globales?

  • Estábamos acostumbrados al crecimiento sostenido, gracias a la ciencia, a la tecnología... pero, por primera vez, este crecimiento ha sobrepasado esas premisas y se ha basado en la manipulación financiera -se le podría dar otra definición, más o menos digerible para oídos sensibles-
    En el 73, cuando la OPEP decidió subir el precio del petróleo, ya hubo un desajuste, que se solucionó con inversiones millonarias en occidente. Los árabes compraron casas, terrenos, jáguares, productoras de cine... y hasta rascacielos en Manhattan y rubias en Mónaco. Ahora, el problema es que, con los dólares y euros que corretean por ahí, podrían comprar el planeta deudor y aún sobraría.
    Con el tiempo creo que el yuan o renminbi se pondrá donde debe. Para mí es incuestionable, ya que las cosas siempre terminan siguiendo su curso natural. Seguirlas forzando podría ser peor. Ahora bien, en el momento que eso suceda, todo, absolutamente todo subirá de precio, ya que, como dije antes, nuestro crecimiento se ha basado en la ficción y muy poco en la creación de nuevas materias y bienes que sustituyan los anteriores; y, por ende, seguiremos en el mismo sitio.

    En cuanto al alemanito medio... Pedirle que gaste más a un tipo que ya tiene casa en el Mar Menor, en una isla griega (se da el caso de alemanitos asalariados, que ya tienen casa en tres países distintos)... que ha visitado Tahilandia, Santo Domingo... que viaja en Mercedes y su chacha rumana en un Wolksvagen fabricado en España, Chekia... que da dinero a tres ONGs y, de paso, mantiene la periferia (hemos mejorado, ahora, en cambio de pigs, nos llaman periféricos)... está fuera de lugar.

    Decimos que con un cambio en los factores productivos y tecnológicos, esta situación podría haberse evitado o, por lo menos, atemperado.
    Hace algo más de un año hablaba con un competidor, y me decía que a la industria asiática le faltaba mucho para llegar a nuestras premisas de calidad; que podíamos ir tranquilos y lo único que necesitábamos era poner más controles en la frontera (si compras una prenda china, vete con ojo, el tinte es pura anilina). Hoy los chinos ya fabrican un automóvil ecológico a precio de saldo, que cumple con todas las normas y supera a su hermano japonés. Y es que aprenden muy rápido, más que el resto.

    El problema, a mi modo de ver, es social. Debemos escoger entre el modelo chino o hindú y el occidental. Lo que no puede ser es que compitamos con unos tipos que fabrican elementos de alta tecnología, a cambio de un plato de lentejas mal contadas, sin sanidad pública ni plan de pensiones.
    Ir de rebajas en prestaciones, en inversión pública... es lo fácil. Porque lo difícil es ponerse de acuerdo y crear una tasa social, de manera que al gobierno asiático de turno le salga más a cuenta pagar un plan de pensiones a su ciudadano, que mantener el de su clientela.
    Por otro lado, algunos deberán acostumbrarse a, que por el simple hecho de timbrar documentos o expedir solicitudes, no les da derecho a un salario de por vida y un BMW todo terreno, para hacer el indio por el monte. Y es que el productor natural, el autónomo ese, que solo gana si todo va bien y sigue pagando cuando va mal, se ha cansado de hacer el bobo. Y, claro, si ese no trabaja, el tinglado se va a hacer gárgaras.

  • Oti
    Gracias por el comentario.
    Es cierto lo que dices, aunque la comparación no es del todo adecuada. Primero porque las posiciones exteriores de las que hablamos son netas y además porque se trata de un flujo, en comparación con el stock de derivados. El hecho de que los flujos sean “pequeños” en comparación con la gran cantidad de productos financieros, que en buena medida se desarrollan para cubrir activos generados en las transacciones internacionales, es un argumento más para corregir las grandes disparidades en las balanzas comerciales. El volumen de deuda que han acumulado algunos países requiere varios años de ajuste en sentido contrario.

  • Pau

    Estoy de acuerdo en muchas de las cosas que dices en tu cometario. La cuestión de los desequilibrios es más un problema de los países deficitarios que de los que tienen superávit. China tendrá que dejar apreciar su moneda tarde o temprano y entonces se corregirán algo los desequilibrios aunque empezaremos a importar algo de inflación. De todas formas esto me preocupa menos porque sabemos cómo actuar para controlar la inflación y unos tipos de interés algo más altos no nos vendrán mal para prevenir los elevados volúmenes de endeudamiento público y privado.

    Es cierto también que eso de confiar en que China o India producen sobre todo bienes de baja tecnología es un poco iluso, porque estos países están invirtiendo mucho en educación y pueden cerrar ese gap con países occidentales muy rápidamente –ya lo están haciendo. La solución es mejorar nuestra competitividad y desde luego no sobre la base de desmontar nuestro estado de bienestar. Los países del norte de Europa tienen estados de bienestar muy sólidos y son muy competitivos. Lo que hay que hacer –y ya lo hemos discutido mucho en estas páginas- es tener instituciones laborales y de mercados más flexibles que fomenten el esfuerzo y remuneren adecuadamente la productividad y el capital humano. Y eso, sin duda, exigirá también reformar las instituciones del estado de bienestar para que sean sostenibles y no penalicen el empleo. Pero a corto plazo la principal variable de ajuste me temo que son las rentas.

  • Es un lujazo poder leer los posts de editores y colaboradores de "Nada es gratis", más los de quienes acostumbran a expresar sus opiniones. Por lo fundado de casi todas ellas y, sobre todo, por el respeto a la discrepancia, tan escaso en estas fechas.
    Muchas felicidades a todos y ánimos para esta nueva temporada. Creo que todos somos conscientes de que estamos viviendo fechas trascendentales, que recordaremos dentro de muchos años. Esperemos que así sea (es decir, que estemos en condiciones de recordarlo).

  • En definitiva creo que nos ha faltado tener visión de futuro y no hemos sabido cambiar el modelo económico heredado de la transición

  • Cmj.

    Gracias por el comentario. Aunque vendrán tiempos más tranquilos en lo económico –y espero que no tarden mucho- seguro que todos recordaremos lo que hemos aprendido en estos tiempos de crisis en el que hay que repensar tantas cosas. La verdad es que anima mucho ver la cantidad de puntos de vista diferentes y de opiniones muy bien argumentadas que se pueden leer cada día en los comentarios a los posts de NeG.

  • espe10

    Efectivamente, esta es realmente mi idea al insistir sobre la cuestión de la globalización y la forma en que se ha desarrollado. Estamos demasiado acostumbrados a debates de política económica como si todos los mecanismos de decisión estuvieran en nuestras manos. La pujanza de los emergentes nos está pillando desprevenidos. Es cierto que su extraordinaria capacidad de adaptación se debe en buena medida a que tienen unos sistemas políticos y de protección social poco desarrollados. Sin embargo hay democracias con estados del bienestar muy potentes que han sabido mantener una posición muy competitiva. Nosotros corremos el peligro de quedarnos en tierra de nadie a no ser que pongamos la competitividad como el objetivo clave de nuestra política económica y que aceptemos que sea cual sea la vía elegida –competencia vía costes o vía productividad- es necesario hacer un sacrificio muy importante.

  • Yo creo que un aspecto importante, incoporado en la definición que aportas de desequilibrios pero que luego aparece poco en el análisis, es el del tamaño del país. Desde la Segunda Guerra Mundial, los países que se han ido incorporando al proceso de desarrollo han seguido una pauta similar por la que su competitividad se basaba en sus precios y conforme mejoraban su productividad, subían sus salarios y condiciones laborales en general y dejaban de ser competitivos en sectores maduros, adentrándose con más o menos éxito en una escalera de calidad (España, Corea o Taiwan entre otros). La cuestión es que China es tan grande que puede ser competitiva a la vez en juguetes de todo a 1€ y en Ipads. Mientras lo es en lo primero no hay problemas si nos financia con su superavit, pero cuando claramente lo es en lo segundo es cuando se ve claro que su crecimiento empobrece a sus clientes y no le queda más remedio que orientar su crecimiento "hacia dentro", con la siguiente depresión en su contraparte financiera. Por si alguien gusta de la terminología marxista, el crecimiento acelerado de otros países se terminó cuando dejaron de disponer de un "ejército industrial de reserva" que les permitiese seguir creciendo en productividad y con salarios bajos. En China, se han acabado antes los mercados mundiales que los campesinos dispuestos a trabajar por cuatro duros. Evidentemente, esto no quita papel a los mercados financieros, pero creo que es una pieza básica. Saludos

  • Diego

    Como señalas, en este caso el tamaño de las economías implicadas es determinante. China parece tener potencial para competir en muchas cosas. Hoy se centra en productos muy intensivos en mano de obra, pero los esfuerzos en formación que están haciendo apuntan a que no están lejos de competir en otros terrenos.
    Las limitaciones que tiene esta estrategia de crecimiento son la demanda mundial y la estabilidad interior. Sobre esto último no tengo muy claro que puede pasar porque hay aspectos políticos y sociológicos implicados que se me escapan. Es cierto que conforme crece la economía y se amplían los mercados, las reivindicaciones sociales –protección, sanidad, etc- y salariales van a tener que ser atendidas y eso limitará su capacidad de competencia. Respecto a la demanda mundial, todo lo que reduzca el crecimiento afecta a los emergentes, que deberán contribuir a mantener la estabilidad a escala global.
    Dicho esto, que a largo plazo debe contribuir a moderar los desequilibrios globales, el proceso de ajuste puede durar bastante y mientras tanto estos países pueden haber acumulado una cantidad ingente de ahorro con posiciones muy fuertes en el exterior y con una indudable influencia en el desarrollo de los mercados financieros internacionales y en el endeudamiento de otros países.

  • PAU dijo:

    En cuanto al alemanito medio… Pedirle que gaste más a un tipo que ya tiene casa en el Mar Menor, en una isla griega (se da el caso de alemanitos asalariados, que ya tienen casa en tres países distintos)… que ha visitado Tahilandia, Santo Domingo… que viaja en Mercedes y su chacha rumana en un Wolksvagen fabricado en España, Chekia… que da dinero a tres ONGs y, de paso, mantiene la periferia (hemos mejorado, ahora, en cambio de pigs, nos llaman periféricos)… está fuera de lugar.

    La verdad, desconoces bastante alemania.

  • Cierto, la conozco poco y he pecado de generalista.
    En todos los sitios se cuecen habas. Conozco alemanes que trabajan y les cuesta llegar a fin de mes.

    De chinos hay muchos, son inacabables y con solo la mitad habría suficiente para llenar de juguetes baratos, caros; coches malos, buenos... el mundo entero.
    Hablamos que la China entrará suavemente en el mercado consumista y el problema que representa tenderá a solucionarse. El yuan subirá, calculamos que progresivamente, de manera que occidente tendrá tiempo y margen para encontrar nuevas materias.
    Calculamos, sí, dando por buenos unos parámetros estudiados anteriormente. El problema es que, tal como va el mundo, me temo que no sirven. Lo que antes era un año se ha convertido en un mes y va camino de convertirse en una semana.
    Tengo la impresión que la China, no la India, que ese es otro problema, crecerá en desmesura y en cortísimo espacio de tiempo, excesivamente pequeño para el resto.
    Antes, hace nada, el chinito de la periferia (allí está en el interior) no se enteraba de nada. Ahora está al día de lo que pasa en Shanghai, de lo que comen, cómo viven... y hasta lo que sucede en Hong Kong.
    China no puede dejar de crecer, ha entrado en tal dinámica que parar sería un suicidio. La gente aguanta porque tiene esperanza, ve como llega la carretera, el tren, el agua corriente y sabe que en poco tiempo podrá tirar de la cadena del inodoro. Si un día descubre que ya no será así, que ni sus nietos lo verán... no veas lo que podría pasar. Y eso, Hu Jintao lo sabe y le importa un pito lo que nosotros pensemos.
    Si la situación sigue como hasta ahora, les dejaremos de comprar; en algunos casos ya hemos empezado a hacerlo. Y la China no esperará a tener millones de parados en sus ciudades megalíticas. Los pondrá a trabajar para su consumo, y si para ello debe poner el yuan en su sitio de un día para otro, lo hará.

  • PAU:

    La verdad es que tienes bastante razón, aunque me parece que no tienes en cuenta las tensiones internas que está empezando a experimentar China. La oleada de huelgas de este año son un ejemplo, y es que los chinos se están empezando a dar cuenta de que trabajan literalmente el doble de horas que occidente por una miseria, y eso para que el occidentalito medio viva mejor. Y para colmo, sin seguridad social ni pensión. Y si el yuan se aprecia perderán su competitividad, con lo que el chiringuito se cae. Evidentemente, esto suena un poco abrupto, pero es el equilibrio en el que están...

  • Ismael, Pau y Fer

    Una discusión muy interesante. Creo que planteáis es el meollo del asunto pero a medio plazo.

    Sigo creyendo que las economías tienden hacia algún tipo de equilibrio y que por lo tanto la demanda todavía insuficiente de muchos alemanes de clase media o media/baja es un nicho al que agarrarse para crecer el resto de Europa. Pero esta demanda es una condición necesaria y no suficiente. Si economías como la nuestra, y otras poco competitivas, no están en condiciones de venderles bienes y servicios que les resulten atractivos, esa demanda no servirá para equilibrar mucho las balanzas comerciales.

    Lo mismo sucede con las tensiones sociales en los países emergentes. Es evidente que pueden acabar por hacer estas economías más competitivas, o por generar problemas políticos que minen su estabilidad, y con ello su economía. Pero aunque eso pueda pasar a medio plazo, creo que las economías avanzadas endeudadas hoy día no pueden sentarse a “ver pasar el cadáver de su enemigo” por decirlo de una forma rimbombante. Las economías deficitarias necesitan crecer rápidamente porque si siguen acumulando desequilibrios pueden acabar con un nivel de deuda insostenible. Son necesarios cambios muy profundos en nuestro modelo de crecimiento. Yo creo que estos cambios pueden hacerse sin deteriorar el estado del bienestar en su función fundamental, pero desde luego este también debe ser reformado para incentivar el esfuerzo y el capital humano.

  • Solamente voy a dar brevemente mi opinión y sin justificarla de masiado. Solo voy a decir que mi pareja es alemana y que en 30 días me voy a trabajar a Pekín y llevo un año estudiando cultura e idioma.

    Dos puntos importantes no directamente relacionados con el post pero comentados:

    - Las políticas y reformas de cualquier país deben de ir orientadas a adaptarse a la realidad, o a ser lo más abiertas posibles a la dinámica de esta. Deben de hacer entender a los ciudadanos que el campo de "batalla" en el mundo laboral ya no es local ni continental y sí que es mundial. No se pueden seguir reformando y contrareformando, con bastante poco sentido ye de por sí, sistemas que no permitan movilidad global y flexibilidad para carreras profesionales que pueden cambiar en muchos aspectos a lo largo de una vida moderna. Tanto Alemania como España no están preparadas e incluso el modelo de los primeros es peor en este sentido. Sobretodo cuando dependen tanto del exterior y viven en su mundo germanocentrista donde solamente las élites tienen acceso a información de ámbito internacional que aquí aparece hasta en el telediario de A3, que ya es decir.

    - Como contrapunto a lo anterior. Pese al proceso de "aplanamiento" del mundo en muchos aspectos. Existen diferencias culturales enormes entre occidente y países como China. Así que, complementando el primer punto. Los que quieran competir en el futuro, deben saber adaptarse a diferentes realidades culturales. Ya no aceptan que llegue el occidental de turno y simplemente les diga lo que van a hacer. Y cada vez menos.

    Sobre el post. Y relacionado con el primer punto:

    - Hasta que los americanos no se den cuenta de que deben de vivir como los alemanes (tacañería total) y economistas reconvertidos en aprendices de mago como Bernanke (ha perdido el norte no?) no les digan la verdad sobre lo que tiene que pasar. Occidente estará jodido y sí, USA en quiebra. Entiendo que debe de ser jodido tener que decirles que ya no pueden tener su American dream con su coche enorme, con sus cestas de la compra a rebosar y con su deseficiencia energética propia de la Europa de principios del S.XX. El futuro es Lidl, y jode bastante reconocerlo. A mí el primero. (va por España también, auqnue aquí parece que la gente a reaccionado rápido)

    Mi opinión.

  • No comparto el planteamiento general de que los desequilibrios globales se han originado por un exceso de ahorro. La razón de fondo es sencilla: Ahorrar es difícil y costoso. Implica sacrificios.

    La explicación alternativa es que los desequilibrios globales parten de un exceso de gasto en países clave (EEUU, algunos países europeos con burbuja inmobiliaria) impulsado por las políticas monetarias y fiscales expansivas desde 2001 (exceso de absorción interna) y un multiplicador monetario desbocado por la innovación financiera. Este exceso de gasto interacciona posteriormente con los regímenes cambiarios de Asia y hace que en lugar de producirse inflación o depreciación del dólar (mecanismos de ajuste naturales) se produce una fenomenal acumulación de activos de reserva, que luego es esterilizada en parte mediante políticas de inmovilización de activos -el caso de las empresas chinas.

    Un enfoque que no comparto es considerar que los desequilibrios se originan en "fricciones o fallos de mercado" casi por definición. En un régimen monetario y financiero en el cual la creación de liquidez no está sujeta a ningún límite y se fomenta al máximo por el banco central (régimen que por lo tanto debería ser el principal sospechoso de generar desequilibrios de gasto) partir del enfoque de los fallos de mercado me parece criticable.

  • Ismael

    He estado unos días casi fuera de conexión por lo que me ha sido difícil responder a tu comentario. Espero hacerlo con más detalle en la próxima entrega sobre estos temas. Sin embargo déjame sólo apuntar que coincido sobre todo en dos cosas que dices en tu comentario.
    Por una parte en que las cuestiones culturales son cruciales, y sirva en mi descargo para no detenerme en ellas el hecho de que no soy experto en esos temas. Es cierto que la evolución política y cultural de los emergentes es hoy una incógnita, incluso para ellos, pero va a influir mucho en los patrones de comercio de flujo de capitales.
    Por otra parte apuntas que tienen que ser los países endeudados –que tu centras en EEUU- los que deben abordar el ajuste, más que los países exportadores. No puedo estar más de acuerdo y ese es uno de los puntos que trataba de argumentar en mi post.
    Suerte en tu nueva etapa profesional y ya nos irás contando cómo se ven estas cosas desde allí. Espero que desde la experiencia que ya has acumulado y la que vas a tener trabajando en Pekín sigas aportando a la discusión sobre estos temas que creo que en España –y quizás en Europa- olvidamos con frecuencia.

  • Mick

    Te dio lo mismo que a Ismael. He estado unos días con difícil acceso a la conexión y no he podido responder al comentario. Entraré en él en la próxima entrega sobre este tema. Hablas de dos cuestiones cruciales en las que yo tengo una opinión diferente a la tuya y trataré de argumentarla. Sin embargo es cierto que no son pocos los economistas que ponen más el acento en el gasto de algunos países que en el ahorro de otros como causante de los desequilibrios. Yo creo que ambos han sido determinantes. El gasto exagerado sin un ahorro suficiente hubiera dado lugar a elevados tipos de interés que no hemos visto.
    En cuanto a fallos de mercado, quizás sea una cuestión semántica, pero la especialización en la demanda de ciertos tipos de activos por parte de algunos países con elevados fondos ha tenido algo que ver en la forma en que se han manifestado estos ‘desequilibrios’. Esa la teoría de la escasez de activos seguros de R. Caballero que ya tendremos ocasión de discutir y que creo que tiene cierta capacidad explicativa.

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