Reforma laboral: Aquí y Ahora

[Conjunto con DAVID LÓPEZ-SALIDO]

Tomamos prestado el título del libro que François Mitterrand publicó en 1980, poco antes de convertirse en Presidente de la República Francesa, para defender que el momento de una auténtica reforma laboral ha llegado aquí y ahora, y que no es nada obvio que lo deseable sea esperar a una fase expansiva de la economía para ponerla en práctica.

Ahora pocos discuten la necesidad de una reforma pero no hace mucho se decía que no era oportuna (véase el último párrafo de este editorial de El País del 2/5/2009). Discutir el momento adecuado para realizar la reforma requiere empezar por describirla. Pensamos que sus ejes principales deberían ser dos (incluidos en el Manifiesto de los 100): la creación de un contrato único que termine con los contratos temporales (y la consiguiente dualidad) y una reforma de la negociación colectiva que permita una mayor adecuación de los salarios a la productividad de las empresas (véase este artículo reciente de Joaquín Lorences y César Rodríguez). Basada en estos dos ejes, es por tanto una reforma en profundidad, no una reforma marginal como la que parece derivarse de la propuesta del gobierno (ver ésta y ésta entradas previas). Una reforma de poca entidad no solo no solucionaría nuestros problemas sino que los agravaría, al impedir una auténtica reforma a corto plazo.

Se aduce a menudo que es mejor esperar y hacer la reforma laboral cuando llegue la expansión de la economía. Este tipo de afirmaciones no proporcionan un marco de referencia adecuado pues no definen con claridad qué se entiende por dicha expansión: ¿Cuando empiece a crecer el PIB, a crecer el empleo, a caer el desempleo? En el caso de nuestra economía, el PIB puede que empiece a crecer (débilmente) este trimestre, pero la creación de empleo neto probablemente no sucederá antes de fin de año y la reducción del desempleo no antes de 2011 (según el Instituto Flores de Lemus, por ejemplo). Una caída significativa de la tasa de paro está a varios años de distancia. Si el criterio fuera este último, en realidad se estaría posponiendo la reforma sine die.

Pese a la extendida creencia popular, no está claro que sea mejor hacer reformas estructurales en las expansiones. Para discutir este asunto seguimos un excelente trabajo de Gilles Saint-Paul, que se centra en la reducción de los costes de despido. La reforma tendría un efecto neto incierto sobre el empleo a corto plazo: se destruirían empleos de los trabajadores actualmente menos productivos pero se crearían empleos nuevos por la reducción de los costes laborales. Ambos efectos conducirían a la vez a un aumento (promedio) de los salarios reales. Con estos efectos en mente, para evaluar la idoneidad de emprender la reforma en la fase alcista del ciclo económico hay que tener en cuenta tres aspectos: su incidencia sobre el bienestar social, su viabilidad política, y la política macroeconómica que debe acompañar a dicha reforma.

Desde el punto de vista del bienestar social, la reforma perjudicaría a los trabajadores despedidos pero beneficiaría a los parados a través de una mayor creación de nuevos empleos. El beneficio neto podría ser mayor si la reforma se realizase en la recesión que en la expansión o no, según sea la magnitud relativa de los efectos del ciclo y la reducción de los costes de despido sobre la creación de empleo. Por otra parte, el efecto relativo de estas dos fuerzas sobre los salarios determinaría si quienes mantengan su empleo saldrían más o menos favorecidos por que la reforma se haga en una expansión o en una recesión. Finalmente, posponer una reforma beneficiosa (tanto en expansión como en recesión) tiene un coste obvio: cuanto más tarde se haga más descontaremos sus beneficios por tener lugar en el futuro en vez de ahora.

En segundo lugar hay que considerar la economía política de la reforma. Aquí lo esencial para juzgar la idoneidad de su puesta en práctica es el denominado efecto de exposición. Las reformas tienden a beneficiar a los parados más que a los empleados. Entonces, la vía principal por la que los empleados tienen en cuenta el bienestar de los parados es que ellos mismos se vean expuestos al riesgo de quedar parados. La evidencia empírica internacional que presenta Saint-Paul en otro artículo es muy elocuente al respecto. En particular, encuentra que el efecto de exposición está presente: las reformas se hacen cuando el paro crece deprisa. Por tanto, esperar a la expansión podría fácilmente llevar a la inviabilidad de la reforma. El otro hallazgo empírico importante es que las reformas que están correlacionadas con el ciclo económico son las marginales, como liberalizar los contratos temporales (como en la reforma española de 1984). Sin embargo, las reformas más profundas, como la que aquí defendemos, no están significativamente correlacionadas con el ciclo.

El tercer aspecto importante es qué política macroeconómica debe acompañar a una reforma laboral, y en este caso no hay duda. Una reforma estructural reduce la tasa de paro de equilibrio (o tasa de paro natural), pero la tasa observada no cae rápidamente hasta el nuevo valor de la estructural. La brecha generada es equivalente a una recesión y por tanto se deberían poner en práctica políticas monetaria y fiscal expansivas.

A este respecto, una visión muy extendida tiende a enfatizar que nuestra pertenencia a la Unión Económica y Monetaria (UEM) nos pone en apuros. Pensamos que se debe matizar esta primera aproximación pues esa pertenencia, desde la perspectiva recesiva europea actual, en lugar de ser solo una restricción, puede ofrecer nuevas oportunidades para poner en práctica, aquí y ahora, la reforma laboral.

Es cierto que al pertenecer a la UEM la política monetaria se orienta a la situación global de esa área en vez de a la española. Es precisamente por este motivo por lo que conviene aprovechar la laxitud de la política monetaria europea actual y sus perspectivas de corto (y quizás medio) plazo para realizar la reforma laboral, sin esperar a la expansión. Posponer la reforma del mercado de trabajo significa enfrentarse a un contexto macroeconómico europeo caracterizado por una política monetaria menos expansiva que la actual. En ese momento, la carencia de una política monetaria propia constituirá una verdadera restricción.

¿Cuáles son las consideraciones relevantes desde el punto de vista de la política fiscal? En principio, nuestra política fiscal ha superado de sobra los límites de la prudencia (en parte por la ausencia de una reforma laboral), como se han encargado de recordarnos los mercados financieros internacionales. ¿Significa esto que no es posible implementar una política fiscal que compense el potencial efecto negativo a corto plazo de la reforma laboral? De ningún modo. La evidencia empírica existente al respecto es muy contundente. Giavazzi y Pagano (1990) fueron los primeros en demostrar los efectos positivos sobre el PIB asociados a las consolidaciones fiscales –si van ligadas a reducciones importantes del gasto público. Igualmente, Alesina y Ardagna (1998) y Perotti (1999) señalaron sus efectos positivos sobre el consumo privado y el PIB. Esto sucede por dos motivos. Por una parte, los consumidores se dan cuenta de que se reduce su carga fiscal futura y eso estimula su consumo. Por otra parte, los inversores perciben un menor déficit futuro y eso conduce a una caída de la prima de riesgo y de los tipos de interés reales (Laubach, 2009). Por tanto, una política de consolidación fiscal creíble, asociada a una reducción del gasto público corriente, favorecería una expansión de la demanda nacional, deseable para contrarrestar los potenciales efectos de corto plazo de la reforma laboral. Esto es lo que ha propuesto el Gobierno con su “Programa de consolidación fiscal para reducir el déficit público al 3% en 2013”. El problema es que actualmente no es creíble.

Todas estas consideraciones, resumidas de forma sucinta, nos hacen pensar que los argumentos que abogan por la conveniencia de posponer la reforma laboral hasta “momentos mejores”, para reducir así el potencial (e incluso incierto) coste a corto plazo de la misma, son cuando menos dudosos. Pensamos que son también difíciles de aplicar a nuestra realidad pues nuestra economía, aquí y ahora, se enfrenta a una situación cada vez más dramática.

Hay 17 comentarios
  • Reforma política: Aquí y Ahora.

    Este es el verdadero nudo gordiano de nuestra crisis: mejorando la estructura de costes del Estado, aprovechando sinergias y la economía de escala. Y lo realmente importante: desahuciando a la casta política que ha convertido este país en una cleptocracia en la que no sólo se sirven de la estructura del Estado para colocar a sus nepotes y garantizarse un retiro dorado en una de las innumerables cajas, sino que además no reúnen la audacia ni el coraje necesarios para acometer las reformas perentorias que requiere nuestro país.

    ¿Es posible la consolidación fiscal con este grupo de chupópteros indocumentados que tenemos sentados en los escaños del Parlamento y en los múltiples escaños aledaños? ¿Serán capaces de abordar una reforma del sistema de pensiones, del mercado laboral o de la sanidad de calado los 700 asesores de ZP? ¿Y los más de 1500 cargos políticos que dependen del dedo de Gallardón y sus adláteres? ¿O lo arreglarán los más de 80.000 cargos electos que trufan nuestra democracia de comisiones ilegales y enchufes varios? Recuérdese que el pesebre es grande y cada animal es más arribista e inútil que el anterior.

    Quizás lo solución sea garantizar una pensión vitalicia onerosísima a todos los parlamentarios que abandonen su escaño con 4 años de servicio. Es posible que sólo de esta manera pierdan el miedo al futuro (no nos engañemos, en el sector privado no pasarían de mileuristas) y hagan caso a los expertos y se dediquen a resolver las numerosas reformas que requiere nuestra economía para garantizar su subsistencia.

    Quizás la solución sea emigrar: Aquí y Ahora.

  • Gracias Juan.

    Emigrar no me parece una mala opcion ( lo digo por propia experiencia.)

  • Realmente el problema político en España no proviene de los Zapateros y Rajoys, sino de las Pajines y Sorayas (y no me refiero al sexo). Lo que realmente, a mi juicio, sería productivo, es una ley de plazos de aptitud para el sufragio pasivo. Dicho en lenguaje plano, prohibir presentarse a más de dos legislaturas para el mismo cargo público, al estilo de EE.UU.. Complementando ésto con exigencias de cotización previa a la seguridad social, pongamos 10 años, se eliminaría la "casta política" en un 90%. Y me explico:

    Entendemos por "casta política" a las personas que se dedican full time a la política durante toda o la mayor parte de su vida profesional. Si, como abogo, se exigen diez años de cotización a la seguridad social para ejercer cualquier cargo público electo, obligamos a que una persona que ha planificado cuidadosamente su carrera política en la adolescencia, empezando a cotizar al cumplir los 16 años, no podría ser cargo electo hasta los 26.

    Supongamos que una persona es elegida concejal (por poner la menor de las magistraturas) a los 26 años, sólo podría ejercerlo hasta los 34, momento en que debería presentarse a la concejalía de otra localidad (lo cual le exige cambiar de domicilio, o al menos de empadronamiento, y chocar con la agrupación local del nuevo municipio) o a un parlamento autonómico o nacional. Como una provincia tiene muchos ayuntamientos y pocos diputados autonómicos, es previsible que la rotación de cargos públicos será mucho más elevada, y por tanto las personas no podrán planificar su vida para dedicarse full time a la política ad eternum, salvo que sean muy buenos. Si incrementamos los requisitos para ser diputado nacional, exigiendo mínimos de educación y/o cotización a la seguridad social (experiencia) obtendremos una "casta política" mejor formada y con más "selección natural" de sus miembros. Cierto es que dicha selección natural puede producir individuos más sectarios y que miren más por el partido, pero eso no se puede saber.

    Como complemento, habría que eliminar los liberados sindicales y otras formas de apadrinamiento de personas que pudieran ayudar a los partidos a lograr que sus miembros coticen a la seguridad social a costa de otros sin ser cargos públicos.

  • Samuel/David:

    Estando básicamente de acuerdo con lo expuesto, creo que se debe buscar una opción más posibilista.
    Habeis planteado quienes son los posibles perdedores de la reforma, pero no habeis explicitado un agente político importante: los sindicatos. Habría que plantear mecanismos en la reforma que permitan hacerla digerible para los sindicatos. Por ejemplo, potenciando la formación de trabajadores (cuya ausencia en un problema en el mercado laboral español) y en la que los sindicatos tienen un papel muy predonderante. Un mecanismo sencillo sería ligar el coste de despido (X días por año) a los cursos (horas, coste, etc) realizados por el trabajador con cargo a la empresa en los Y años previos al despido. Estos cursos serían validados por el M. de Trabajo o la Consejería correspondiente periódicamente, de esta forma la empresa sabría que si ha formado a un trabajador el coste de despido sería inferior a X. La lógica es que en principio una empresa no querrá despedir a un trabajador en el que ha invertido. Además, si éste ha recibido formación y pierde el empleo, debería ser más fácil que encontrase otro. En este esquema los sindicatos (junto con centros académicos, pero estos no son un agente relevante en la política laboral) estarían más de acuerdo con la reforma, dada su vinculación directa e indirecta con la formación de trabajadores. En general, las reformas que mejor funcionan suelen ser las que minimizan el número de perdedores.

    Finalmente, si no se hace un exfuerzo didáctico no se hara nada. Rodrick y Fernandez (1993) demuestran que una reforma que expost es positiva para la gran mayoría puede llegar a no ser nunca puesta en marcha debido a las pérdidas esperadas exante.

    Un saludo

    • Paco, gracias. No estoy convencido de que fuera buena idea ese tipo particular de vínculo despido-formación. Fundamentalmente porque no creo que los cursos de formación que se imparten en la actualidad sean muy útiles, de forma que fomentarlos supondría una pérdida aún mayor. Además creo que la vía principal por la que los sindicatos se preocupan por la formación es simplemente como proveedores de la misma. Por último, es cierto que hay que hacer pedagogía, pero antes de eso hay que tener los objetivos claros y además hay que querer alcanzarlos, precondiciones que a mi juicio no se dan actualmente.

  • A fmaeso, con su permiso:
    Las empresas españolas, en general y en su gran mayoría, no invierten NADA en formación.
    Ni se les ocurre: antes de la entrada en vigor del acuerdo sobre formación continua, ahí están los datos, no se hacía NADA en formación, despues de ese acuerdo hay un avance importantisimo en la formación continua en las empresas, PORQUE se subvencionan, sino nati de plasti.
    Si la formación es buena o no, habría mucho que hablar, pero en todo caso es la que qquieren quienes en ella intervienen el sistema permite hacer la formación a la carta que se quiera. Saludos.

  • Samuel:

    Coincido en que la efectividad de los cursos de formación para desempleados es dudosa. Pero ahora estamos hablando de cursos para trabajadores. Además, suponen un coste para la empresa, por lo que a priori cabe pensar que éstas buscarán aquellos cursos que más les interesen de cara a incrementar su productividad. Obviamente, los sindicatos son proveedores y por tanto se pueden beneficiar de ello, alguna zanahoria hay que poner. En cualquier caso, esa propuesta enlazaría con el nuevo sistema educativo y las ideas de reciclaje continuo. Posibilidades:
    - Que a la empresa no le interese la formación de sus trabajadores (no entro en los por qué), paga la indemnización máxima.
    - Que si le interese, asume un coste, incrementa su productividad y, llegado el caso, paga menos por despido.

    Puesto que no son cursos (uso la palabra "curso" de forma genérica) para desempleados, no deberían estar subvencionados. Así que el incentivo a buscar formación correcta es alto. Y si no invierten en formación, simplemente que no se quejen y que paguen la indeminización máxima llegado el caso. La clave, creo, en especial por tu último comentario y otros que has hecho en otros blogs, es proponer una reforma que sea factible, de lo contrario de nada sirven los esfuerzos.

    PD: En parte también he contestado a loliña

  • Creo que la reforma laboral tendria que ir acompañada de otras reformas positivas para la sociedad (como la de compentencia, sanidad, colegios profesionales...) y en la que todos los agentes de la economía ceden o pierden parte de sus privilegios, para que se pueda llevar a cabo. Centrandose sólo en los trabajadores hace que sea menos viable políticamente. Este argumento es defendido también por Alesina y Giavazzi es su libro "el futuro de europa". De este modo nos apretariamos todos el cinturón y no solo los trabajadores. Quiero destacar también que según algunas noticias o investigaciones (periodico el país) el 80% de los impuestos recaudados en nuestro país proceden de los trabajadores, pues entre los empresarios hay muchas posibilidades de fraude.

    • Paco, gracias. Tienes mucha razón. Hay alguna evidencia empírica de que las reformas globales son más efectivas que las que solo afectan a aspectos aislados, pues existen interacciones en los efectos de las regulaciones/instituciones (al menos las laborales). Y también debe haberlas en relación con la economía política de las reformas, pues si se negocian globalmente es más fácil encontrar compensaciones entre unas y otras áreas (p.ej. concesiones por parte de los empresarios y de los sindicatos). Espero que esto esté sucediendo en la negociación en curso.

  • Despido libre: Aqui y ahora.
    No soy economista pero me apasiona dicha disciplina. Les sigo en este foro y viendo los comentarios vertidos en este post, creo que los árboles no les permite ver el bosque. Hay paises donde a los empresarios se les consideran generadores de riqueza(y no hermanitas de la caridad). Todos los planteamientos que hacen al respecto(reforma laboral), los estan haciendo con la premisa implícita, de tener en cuenta de que estamos en manos de un incompetente y dos ineptos, por ser suave(Toxo y Mendez), cuyo capacitación profesional(formación académica ...) y representatividad, desconozco y hasta me atrevo a poner en duda, por no decir inexistente. No me imagino en el mundo de la salud(soy farmacéutico-óptico con una pequeña empresa de óptica) diciendo lo que se tiene que hacer en caso de una enfermedad ocular a semejantes personajes(aunque viendo el rostro que tienen, la verdad que si me lo imagino) y también me imagino las consecuencias de ese ojo enfermo(prótesis ocular por enucleación del ojo). La empresa no es una ONG, ni el empresario una hermanita de la caridad; y creo que está desmostrado que en aquellos paises en donde la flexibidad laboral es mayor(mas liberal) hay menos paro(por ejemplo EEUU). Ustedes los economistas, a los cuales admiro y estimo, estan llevando a cabo sus estudios con la premisa antes indicada y esto les hace introducirse en laberintos de pensamiento(como los del Sr Paco y el Sr. Samuel), que serian más fáciles para todos si la eliminaros; pues uste. Ustedes estan discutiendo que seria mejor: si llevar el agua desalinizada de Almeria a Barcelona en barco ó en tren ó en avión. Yo propongo que lo mejor, en este caso del agua, es no tirarla al mar y de esta forma no habria que desalinizarla y tampoco habria que decidir en cómo transportarla. Ó lo que es lo mismo, en el caso del empleo: DESPIDO LIBRE, AQUI Y AHORA

    • Antonio Jesús, gracias. Aquí hay dos ideas distintas. Una es que cuando los economistas hacemos propuestas tenemos en cuenta que tienen que resultar aceptables para los llamados interlocutores sociales. Es cierto que un mínimo sentido de la realidad nos obliga a mantener un equilibrio difícil entre hacer las propuestas mejores y las propuestas viables. La razón es que durante mucho tiempo los economistas hemos propuesto lo mejor sin tener en cuenta si era políticamente viable y no se nos ha hecho ningún caso.

      El segundo punto es si el despido libre es el óptimo. La teoría demuestra que no es así; no solo a los trabajadores les interesa la estabilidad en el empleo. A las empresas también les interesa ofrecerla para atraer, motivar y retener a los trabajadores, al haber invertido recursos en la formación de su capital humano específico de la empresa.

  • Fmaeso:

    La idea es bastante interesante, pero le veo un pequeño inconveniente. Se apela a la elevada indemnización por despido como razón para los bajos niveles de contratación, pero la medida que propone es equivalente a elevar de facto el coste de despido, por lo que provoca el efecto que vivimos ahora, creo.

    Una de las ideas que me rondan siempre por la cabeza es la "titutlitis", pero la del Estado. Existe por ley un sinnumero de personas válidas para muchos empleos de los que son excluidos por no tener un título determinado. Ayer hablaba con el capataz de una subcontrata de mi empresa, a quien recomendaba contratar a una persona de validez probada. Me respondió que al tener sólo un título de FP1 en vez de FP2, la política de su empresa le impedía contratarle. Esto ocurre en muchas ocasiones, principalmente porque en España para ejercer una profesión sólo hace falta aprobar una carrera o FP. Si yo fuera ingeniero aeronáutico podría firmar el diseño de un avión, aunque llevara treinta años sin ejercer la profesión. Sin embargo el matemático del centro de cálculo del estudio de diseño de aviones, que lleva treinta años calculando la figura exterior de diferentes diseños, y ha hecho cursos al respecto, no podrá nunca en España firmar el proyecto de un avión.

    En EE.UU. los ingenieros estudian lo que les apetece en la universidad (conozco un economista que luego hizo un master de ingeniería de petróleo, cosa impensable aquí) y luego se presentan al examen oficial para ejercer la profesión, examen que deben renovar periodicamente. Una persona sin titulación pero con treinta años de experiencia en un sector puede aprovar este tipo de exámenes si se lo prepara y es avispado. Ésto es un problema causado por el sistema legal, y apoyado férreamente por los colegios profesionales, que se llevan el gato al agua por esta vía. Si para pertenecer a un colegio lo único necesario fuera aprovar un examen, las personas válidas para una profesión podrían ejercerla con más facilidad que actualmente.

    Esto que en un ámbito como el de las profesiones liberales rigidiza el mercado, es más sangrante para personas sin formación, ya que hay mucha gente que podría ejercer profesiones que requieren una FP1 o 2 simplemente ejerciendo de asistente/aprendiz de personas que ejercen la profesión en cuestión durante unos años y presentandose posteriormente al examen.

    Por último, me resulta curioso que el INEM esté ofreciendo tantos cursos chorras sin potenciar más la Formación Profesional, que tan alabada es y tan vacías tiene sus clases. Hay muchos trabajadores sin cualificación alguna que ahora mismo son parados de larga duración, y que podrían haber hecho una FP1 de un año o año y medio (ahora mismo la FP suele durar un año y medio más prácticas remuneradas) y haber mejorado su formación aprovechando el paro de verdad.

    Como final, me gustaría alabar un poco este blog, aunque solo sea por poder bajar a la arena con gente de la que sabe de verdad, y visitantes anónimos de tanto nivel. Muchas gracias a todos!

  • Replica al Sr. Bentolila a cerca de la indemnización por despido
    La indemnización por despido en el contrato laboral es ASIMETRICA E INTRINSECAMENTE PERVERSA y me explico: La relación entre trabajador y empresa debe ser de igual a igual; y sin embargo con la indemnización se pondera más al trabajador en dicha relación. Y defenderia la indemnización si fuese bidireccional; es decir, que también habria que indemnizar al empresario, en las mismas condiciones, cuando un trabajador decidiera irse a la competencia, después de haber estado durante 10 años formandose en la mia.
    Usted, Sr. Bentolila, se imagina si en otros contratos de tipo civil, como el de matrimonio, se introdujera dicho concepto de indemnización que dijera" Aquel cónyuge que decida separarse del otro, tendrá que indemnizar con X euros por año de matrimonio al agraviado". Yo le aseguro que en este caso no se casaria nadie; eso si, en caso de que alguno("alterado metal ó loco de remate....") se casara, seria para toda la vida; y por supuesto en este último caso ni me quiero imaginar de como funcionaria el mismo(quizás si, parecido a cómo funciona el mercado laboral español en la actualidad). Yó, si le sirve de consuelo estoy dentro de este segundo grupo, aunque por el momento me va muy bien.
    De todas formas, esperemos que esta reflexión que acabo de hacer no caiga en manos de la Sra Ministra Aido; porque si fuese así, lo mismo dentro de unos meses pone dicha idea en vigor(via BOE), pero también de forma asimétrica, a favor de la mujer, y entonces si que emigraria al lado del Sr. Lopez-Salido.

    • Antonio Jesús, es cierto que la indemnización es asimétrica. Esto se debe a que tradicionalmente se ha supuesto que el trabajador es la parte débil. Esta es seguramente la piedra angular de todo el derecho laboral y realmente requeriría mucho debate, pues no es nada obvio. En cuanto al matrimonio, es un símil adecuado, pero ya es así: divorciarse no es gratis (hay coste de despido) y además a menudo es asimétrico, pues el cónyuge con mayor renta suele tener que indemnizar al de menor renta.

  • Lo primero quiero felicitarte/le (le tuteo si no le parece mal) por este artículo. Creo que aunque el debate sobre la necesidad o no de la reforma está fijado (en el sentido de que no se va a convencer a nadie), la gente que defiende (defendemos) la reforma ha hablado relativamente poco sobre las modalidades de implementación la reforma (si afectaría a todos los contratos o no, si debería hacerse ahora o no,...) y el "timing" y este artículo viene a cubrir la brecha. Creo que una de las razones por las que la gente es opone es porque es aversa al riesgo y no tiene muy claro como afectaría a qué.

    Pregunta más concreta
    "La brecha generada es equivalente a una recesión y por tanto se deberían poner en práctica políticas monetaria y fiscal expansivas."

    ¿Puedes explicitar, más o menos, como funciona la brecha? Supongo que en un modelo con una función de "matching" las separaciones se ajustan más rápido que los emparejamientos, no? ¿Por qué ocurre? ¿Tenéis una idea de cuanto y en qué medida sería esa brecha? Estoy recordando un paper de Charles Bean ( "The interaction of aggregate-demand policies and labour market reform") -que creo que citabas tú en un paper con Gilles Saint Paul que ahora no recuerdo- dónde sacaba simulaciones de cuanto sería la forma de J de la reforma con políticas de demanda de acompañamiento y sin ellas.

    • citoyen, gracias por tu comentario. Me pides una respuesta técnica, así que ahí va. Conceptualmente no es nada profundo: una reducción de la tasa de equilibrio de la economía implica que la observada pasa a estar por encima de la primera y eso desencadena los mecanismos de ajuste de la economía (lentos si hay rigideces). Esto se explica en la sección 5.2 de mi trabajo con Saint-Paul: “Will EMU Increase Eurosclerosis?” en C. Wyplosz (ed.), The Impact of EMU on Europe and the Developing Countries, WIDER and Oxford University Press, 2001:

      ftp://ftp.cemfi.es/wp/00/0004.pdf

      (Tienes buena memoria porque este papel no se ha citado mucho. Como ves no es un modelo con "matching".) Por ejemplo, un aumento de las rentas de los ‘insiders’ (ya sabes quiénes son) lleva a una caída del empleo inicial y una recuperación posterior (fig. 6). También hay una caída del salario real y del nivel de precios. Fuera de la UEM el empleo vuelve a su valor de equilibrio más rápido (porque el tipo de cambio nominal reacciona), mientras que en la UEM sobrerreacciona. La convergencia es monotónica fuera de la UEM y oscilatoria dentro de la UEM. Fuera de la UEM los salarios reales caen más pero los precios caen menos (figs. 8 y 9). En una prototípica "Economía europea", a una caída del 11% del poder 'insider' le corresponde una caída del empleo del 4.5% y una recuperación en año y medio, aproximadamente (antes de la sobrerreacción, 3 años para la vuelta al equilibrio). Se podrían calibrar los parámetros del modelo a la economía española (aunque el modelo es muy sencillo), pero no lo he intentado.

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