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Las pruebas de Oliver Wyman: II. Análisis

(Nota: Dado que su longitud podía dificultar su lectura, he dividido la entrada en dos partes: antecedentes y análisis.)

1. El “backstop”: La capacidad de financiación

Las pruebas de OW son las primeras que se producen en las que hay una capacidad de financiación clara y contundente en caso de que las necesidades de capital que surjan como consecuencia de las pruebas de resistencia no puedan ser satisfechas recurriendo al mercado de capitales. Un error tremendo de todas las pruebas anteriores es que el camino de la recapitalización era siempre incierto. Se dirá que esto no es así, que siempre se especificaba de forma clara que si alguna entidad no estuviese en condiciones de captar capital en el mercado, el FROB estaría dispuesto a facilitarlo. Pero, primero, el FROB jamás tuvo, hasta el MoU, los fondos necesarios, aunque sí la capacidad de emisión para conseguirlos, para hacer frente a fuertes necesidades de recapitalización que estimaba el mercado. Y ello, como ya comentamos aquí, llevaba una y otra vez a la sospecha de que las pérdidas estaban fijadas en torno a lo que se creía que se podía financiar más que en torno a las pérdidas reales del sistema. Es precisamente el tener los fondos disponibles en una cuantía que no deje lugar a dudas antes de realizar las pruebas de resistencia lo que da credibilidad a esas pruebas. El decir que si la entidad no puede captar el capital exigido de forma voluntaria ya se conseguirán los fondos públicos para su recapitalización lleva a pensar lo obvio, que se estiman los agujeros de acuerdo con lo que el estado está dispuesto a financiar.

Este error de diseño es todavía más grave porque cuando se realizan las pruebas de resistencia en Europa ya se había producido el famoso SCAP en EE.UU., las pruebas de resistencia realizadas por la Reserva Federal de Nueva York sobre las 19 entidades sistémicas estadounidenses, que contaba con la financiación de TARP, el programa fiscal de asistencia financiera para hacer frente a la crisis bancaria. Los problemas bancarios estadounidenses eran menores comparados con los de los bancos españoles y de una naturaleza distinta pero la actuación decisiva durante la primera mitad de 2009 de la Reserva Federal ha sido determinante para que la crisis bancaria no fuese peor.

Es por todo esto por lo que las declaraciones del secretario de estado Jiménez Latorre durante la conferencia de prensa donde se presentaron estos resultados, insistiendo en que los fondos públicos que tendrían que invertirse serían mucho menores que la cantidad obtenida por OW como necesidades adicionales de capital, son en mi opinión tan contraproducentes. Revelan una vez más que la preocupación no es del todo fijar de forma convincente, por fin, la salud de nuestro sistema bancario, sino que se cuela la necesidad de proteger la solvencia del soberano. Deprime que esto, que era perfectamente predecible como alertamos aquí desde aquellas entradas tempranas de Luis sobre el tema en el 2009 (por ejemplo, aquí en un artículo con otro colaborador habitual de NeG Vicente Cuñat, aquíaquí y aquí; mis primeras entradas sobre estos temas son ya del 2010, por ejemplo, aquíaquí y aquí) se haya finalmente producido. En la conferencia de prensa lo que tenía que haber dicho es simplemente que el estado invertiría lo que hiciese falta de esos 100.000 millones de euros para resolver de una vez por todas nuestra crisis bancaria.

2. Pero, ¿importan los resultados de OW?

Como consecuencia de lo anterior, las pruebas de OW cuentan con una ventaja que no tuvieron las anteriores, la disponibilidad cierta de fondos, esos 100.000 millones de euros asociados al MoU que nuestro país firmó en Julio del presente año y que elimina la gestión española de nuestra crisis bancaria (el otro día leí a una famosa articulista referirse a la pérdida de soberanía que vendría acompañada con un “rescate”; claramente ni nuestros analistas se han leído el MoU.)

Pero sostengo que estas pruebas son en cierta forma menos importantes de lo que pueda parecer y que esto explica la reacción atemperada del mercado a los resultados que tan distintos son de todo lo anunciado anteriormente. Y el motivo no es otro que ahora los inversores extranjeros saben, desde la firma del MoU, que el contribuyente español está comprometido, al menos hasta esos 100.000 millones, con la solvencia de nuestra banca. Y si esos casi 60.000 millones no son bastantes, hay otros 40.000 para lo que pueda pasar y que Europa nos puede forzar en cualquier momento a socializar las pérdidas que existan en nuestro sistema. El número final por tanto no importa tanto como el hecho de que ahora hay un procedimiento, un mecanismo, para absorber las pérdidas en el sistema y trasladarlas al balance público. La torpeza con la que se ha hecho todo en estos últimos meses ha facilitado esto: ahora estamos atados, pillados en el rescate de la banca a costa del contribuyente y dependientes de la financiación europea. Queda la pregunta si hay la posibilidad de imponer pérdidas a terceros pero no parece (con la deuda subordinada, las preferentes, nunca hubo mucha voluntad política, con la “senior unsecured” la mayoría ha sido sustituida con deuda avalada por el estado, con lo que la imposición de pérdidas ahí no constituye ahorro alguno al contribuyente… pero esta historia está por concluir.)

3. ¿Comparte Europa las potenciales pérdidas catastróficas del sistema?

Por ahora no. De hecho la declaración conjunta de los ministros de finanzas de Finlandia, Holanda y Alemania del pasado 25 de Septiembre con motivo de una reunión que tuvieron, y que tan desapercibida ha pasado, reafirma algo que nos deja en particular mala posición. Reproduzco el texto fundamental de esta declaración (la traducción es mía):

“En lo que se refiere al largo plazo, discutimos los principios que deben guiar la recapitalización directa de los bancos por parte del MEDE, que solo puede producirse una vez que el mecanismo de supervisión unificado sea operativo y se haya demostrado su efectividad. Los principios que deben guiar el diseño de recapitalización directa incluyen: (1) la recapitalización directa tiene que tener lugar en el contexto de un MoU, (2) El MEDE puede tomar la responsabilidad directa de aquellos problemas que hayan surgido una vez que el mecanismo supervisor sea operativo pero los problemas que precedan el establecimiento de esta supervisión unificada son responsabilidad única de las autoridades nacionales, (3) la recapitalización se estimará utilizando valores económicos reales y (4) el orden de recapitalización será primero fondos privados, después públicos y sólo en última estancia el MEDE.”

No hay seguro alguno, más allá de la quiebra, contra las perdidas catastróficas que podamos sufrir como consecuencia de nuestra crisis bancaria y financiera. El riesgo de cola es todo nuestro, como ya comentamos aquí. Y esto por cierto choca algo con mi interpretación de los resultados de cumbres anteriores: interpreté, y no solo yo, que una vez puesto en marcha el mecanismo supervisor España podría al menos compartir los riesgos catastróficos (esto es, absorber la primera pérdida, pero la segunda, aquella que se produce más allá de una cantidad dada, se compartiría con el MEDE); pues ni eso.

4. El papel del banco malo

Tiempo habrá para comentar el diseño del banco malo, pero la recapitalización contemplada depende precisamente del tamaño del banco malo. Como ya expliqué en una entrada anterior parte de la capacidad de absorción de pérdidas depende de que efectivamente se produzca dicha transferencia y de a qué precio. Nada de esto está suficientemente explicado; así que, con independencia de que efectivamente haya una inyección de capital automática asociada con el desapalancamiento que resulte de dicha venta, las magnitudes son de difícil evaluación.

5. Algunos comentarios específicos sobre el informe de OW

El informe de OW provee datos esclarecedores sobre la situación de nuestra banca y por primera vez permite tener una visión de los problemas de refinanciación que tantas dudas han sembrado sobre nuestra economía.

a. Sobre refinanciaciones y clasificaciones

El informe de OW confirma las sospechas de que la cartera de préstamos tiene tanto problemas de refinanciaciones como activos mal clasificados. Por ejemplo, el informe (vid. pág. 25 de la versión inglesa; también la pág. 38) afirma que alrededor del 3.3% de los préstamos a las PYMES tendrían que ser clasificados como préstamo promotor y que hay importantes variaciones entre entidades en lo que a esto se refiere y se da un rango que oscila entre el 0% para la mejor entidad y el 19% para la peor. El informe nota, caritativamente, que el tamaño de este problema es menor que el anticipado aludiendo al esfuerzo hecho en 2011. En lo que se refiere a la cartera de préstamo promotor, el informe afirma que la mayoría de esta cartera ha sido reestructurada o refinanciada (pág. 25), algo que no debe sorprender a los lectores de este blog, que tuvieron en Luis una voz temprana alertando de este hecho. El análisis de los auditores también muestra un nivel alto de “restructuración” de la cartera hipotecaria (un 9%) y con una impresionante dispersión entre entidades que varía del 0 al 49% (véase la pág. 32). En esto el informe de OW provee por primera vez algo de evidencia sobre este problema sobre el que tan difícil ha sido eliminar dudas, que ahora se confirman. La testarudez sobre la naturaleza de la cartera de préstamo promotor está en el origen de muchos problemas. En algún momento habrá que evaluar el papel que las auditoras han jugado en todo este tema; después de todo fueron ellas las que firmaron los estados financieros año tras año.

b. Las entidades intervenidas

El monto fundamental de las necesidades de capital se concentra en las entidades intervenidas (NCG, Bankia-BFA, Catalunya-Banc, Banco de Valencia) a las que hay que añadir en el escenario adverso Popular-Pastor, BMN y Libercaja. El problema es que las pérdidas de todas las entidades intervenidas han sido más graves que las estimadas en anteriores pruebas de resistencia, sin que hayan llegado producirse los escenarios adversos contemplados en ellas. Esto es lo que despierta tantas sospechas, que cada vez que se ha intervenido una entidad las pérdidas han resultado mayores de lo esperado, una y otra vez.

c. Beneficios esperados

OW asume que en el escenario base el beneficio acumulado disponible entre 2012 y 2014 para la toma de pérdidas será de unos 53.000 millones de euros y 39.000 en el adverso (véase la pág. 56.) Por comentar un par de los resultados individuales se asume que Bankia BFA genera €163m de resultados en el escenario base y de €-2.236 el adverso. En el caso de Sabadell-CAM se asume que tiene una capacidad de generar resultados acumulados hasta 2014 en el escenario base de 3.756 millones de euros que disminuyen hasta los 3.093 en el escenario adverso (hay que recordar que Sabadell se beneficia de un generoso esquema de protección de activos como consecuencia de su compra de CAM.) Si el escenario adverso se traduciría en una caída de beneficios con respecto al base de un 21% para el caso de la entidad catalana es algo difícil de evaluar.

Efectivamente, como ya comenté en su momento, un escenario adverso con una caída acumulada del 6.5% del PIB con el desempleo por encima del 27% y caídas adicionales en los precios de las casas de un 25% es un escenario tan fuera de la realidad histórica, incluso la de los últimos tres años, que sinceramente creo que cualquier estimación de los beneficios en estas circunstancias es un ejercicio altamente especulativo. Habiendo dicho esto, tomando los datos trimestrales del Banco de España (Tabla 4.36) como base para estimar los beneficios disponibles para la toma de pérdidas (lo que hago simplemente tomando la diferencia entre el margen bruto de explotación, Tabla 4.36.05 menos los gastos de explotación, 4.36.06) obtengo que para los años 2009, 2010 y 2011 el total de los beneficios de la banca en sus operaciones en nuestro país fue de 100.696 millones de euros, de los que por supuesto las operaciones en España de Santander y BBVA son un componente importante.

d. Sobre los niveles de capital

Mucho se ha discutido sobre el supuesto de que las entidades satisfagan el 6% de core capital (CT1) en el 2014 en el escenario adverso. Como ya discutí en su momento, a mí este supuesto me parece razonable: se estiman las necesidades de capital suponiendo un nivel de capital menor que en el base para favorecer la asunción de pérdidas en la transición a ese estado del mundo; es posible además que si el escenario adverso llegase a realizarse hubiese una suspensión de las normas regulatorias para acomodar esa toma de pérdidas. Lo que no parece razonable es suponer que las entidades puedan sobrevivir en el escenario adverso como entidades viables con niveles de capital tan bajos como esos durante un periodo sostenido, sin capacidad de toma de pérdidas o capacidad efectiva de realizar provisiones. Y esto es algo que también hemos comentado aquí. En un escenario como el adverso, con niveles de capital bajos, la capacidad de toma de pérdidas se pierde, ya que en este caso las fuentes de una posible recapitalización se secan completamente. Esto incluye al estado porque no es creíble que si el escenario adverso se produjese el estado estaría en condiciones de un segundo esfuerzo recapitalizador (con el PIB cayendo un 6.5% acumulado y el desempleo por encima del 27%). Simplemente supongamos que efectivamente una entidad alcanza ese 6% después de un escenario adverso como el contemplado, ¿qué pasa después?