¿Cómo mejorar la calidad de la regulación en España?

(Junto con Francisco Marcos)
Mucho se ha discutido en este blog de la importancia de aumentar la productividad de la economía española como única vía realmente sostenible para retomar la senda del crecimiento económico y aliviar el problema de la deuda pública española sin necesidad de más recortes. Así, la reforma laboral se ha defendido como una herramienta imprescindible para reorientar nuestro sistema económico hacia el desempeño de actividades más productivas. En estas líneas nos gustaría analizar como la mejora en la calidad de la regulación española es una vía adicional que puede ayudar a la economía española a salir de la situación de baja productividad en la que nos encontramos.
Para empezar, está muy documentado como una mala regulación crea costes administrativos extras para las empresas. Estos costes pueden ser bastante cuantiosos, un documento de trabajo del 2005 del CPB Netherlands Bureau for Economic Policy Analysis ha estimado una parte de estos costes. Más concretamente ha cuantificado el coste que supone para las empresas simplemente el cumplir con los trámites administrativos obligatorios para poder ejercer su actividad.

Fuente: Kox (2005): Intra EU differences in regulation caused administrative burden for companies.

En relación al PIB estos costes administrativos pueden oscilar entre un mínimo del 1.5% del PIB para Finlandia o Suecia hasta un máximo del 6.8% del PIB para Grecia y Hungría. Según este ranking España está entre los países con un coste administrativo más alto con un 4.6% del PIB, empatada con Portugal, Italia y Eslovaquia.
Por si fuera poco, la literatura empírica que ha estudiado la relación causal entre regulación y productividad o crecimiento económico apunta siempre en el mismo sentido: una excesiva regulación o carga regulatoria reduce la productividad de la economía y el crecimiento económico. Este “consenso empírico” ocurre en la inmensa mayoría de estudios independientemente del sector, país o período objeto de estudio. Los trabajos más antiguos encuentran un impacto negativo de la regulación federal en la productividad de la industria americana en los años 70 [Christainsen & Haveman 1981]. De manera similar, otros trabajos de los ochenta encuentran que la regulación de protección medioambiental y de seguridad en el trabajo habría contribuido de manera muy significativa al desplome de la productividad de la industria americana en ese mismo periodo.
Más recientemente varios estudios han documentado en un contexto internacional esta relación negativa entre excesiva regulación tanto en la productividad como por ende en el crecimiento económico. Nicoletti & Scarpetta (2003) encuentran que aumentos en la regulación en el mercado de producto en 18 países de la OCDE reduce la productividad a través de la creación de grandes barreras a la entrada. De la misma manera Alesina et al.(2005) encuentran una evidencia de que una estricta regulación en los mercados de producto lleva aparejada una reducción en la inversión en capital de las empresas.
Por último, intentando aplicar un análisis similar al entorno descentralizado español, ya en un post anterior hemos comentado los resultados de nuestro working paper en el que cuantificábamos un efecto muy negativo efecto de la explosión en la regulación autonómica sobre la productividad de nuestra economía.
Ante este consenso de la literatura especializada y dada la importancia fundamental de aumentar la productividad en nuestro país, parece imperativo intentar analizar las herramientas que tenemos a mano para mejorar la calidad de la regulación en España, disminuyendo cuando sea posible la carga regulatoria sobre los emprendedores y la actividade empresarial, lo que favorezca y permita el ansiado incremento de productividad.
Por suerte no nos hace falta empezar de cero, otros países y la propia Unión Europea llevan muchos años intentando crear procedimientos y rutinas administrativas que promuevan una regulación de más calidad. Más allá de las complejidades propias de cualquier rutina burocrática -en las que no entraremos en este post- la receta general para mejorar la calidad de la regulación es en su concepción bastante sencilla, hay que intentar medir los costes y beneficios de cada regulación antes o durante el tiempo en el que se elabora dicha regulación y, además, consultando extensivamente a los agentes afectados. Como cualquier lector de este blog podrá anticipar, la estimación ex ante de los costes-beneficios es un procedimiento muy difícil, laborioso y sujeto a grandes errores pero parece ser que simplemente el que la administración deba sujetarse a la disciplina de intentar justificar y estimar costes y beneficios durante el proceso de elaboración de la regulación representa una mejora lo suficientemente importante en la calidad regulatoria (véase, en este sentido, la exigencia que contiene el artículo 2.1.d) del Real Decreto 1083/2009, de 3 de julio, por el que se regula la memoria del análisis de impacto normativo y la Guía Metodológica para la elaboración de la Memoria del Análisis de Impacto Normativo aprobada por el Consejo de Ministros el 11 de diciembre de 2009).
En EEUU ya en el año 1981 se introdujo un procedimiento completo para evaluar los costes y beneficios de las nuevas regulaciones. Además, anualmente se publica un informe ( Report to Congress on the Costs and Benefits of Federal Regulations) que incluye los cálculos de los costes y beneficios de las regulaciones promulgadas durante el año. El Reino Unido hizo lo propio en 1998 y la propia Unión Europea exige análisis de impacto normativo de todas sus disposiciones. En cambio en España salvo excepciones contadas, las nuevas normas y propuestas normativas han carecido completamente de cualquier estimación del impacto de la regulación en los agentes afectados. Tradicionalmente, el único estudio de impacto económico que se realiza es el del impacto en el presupuesto público. Además, la transparencia y la comunicación con los agentes afectados simplemente no existe o se realiza por cauces muy poco transparentes.
Sobre este tema, la OCDE acaba de sacar a la luz un informe sobre cómo mejorar la regulación en España (Better Regulation in Europe: Spain 2010). Este informe reconoce el retraso español en la adopción de las mejores prácticas en relación con nuestros vecinos europeos. Además, se señalan algunas ideas sobre cómo proceder para mejorar la calidad de la regulación elaborada en nuestro país:
- Es preciso un enfoque más transparente de cómo se elabora la regulación y además un enfoque más económico.
- Constata que en nuestro Parlamento todavía no hay un procedimiento para evaluar la calidad regulatoria. Como en otros países, el parlamento debería recibir un estudio del impacto de todas las nuevas leyes previo a votar su aprobación.
- Creación de un portal para saber la cantidad acumulada y el flujo de nuevas regulaciones.
- Teóricamente, el diseño de la Ley 50/1997, de 27 de noviembre, del Gobierno, es bueno pero como siempre en nuestro país hace falta que se aplique sobre todo en lo referente a la consulta con los agentes afectados y en el desarrollo de un estudio del impacto normativo.
- Creación de un ente autónomo que vigile la calidad regulatoria.
Para acabar con un mensaje moderadamente optimista, parece que algunas de las propuestas de la OCDE ya se están poniendo en marcha en nuestro país al hilo de la aprobación del mencionado RD 1083/2009 y de diversas actuaciones anteriores del Gobierno para reducir las cargas administrativas y mejorar la calidad de la regulación. Aunque sea pronto para evaluar la eficacia de esas medidas, algunas de las diversas propuestas normativas derivadas de la transposición al Derecho español de la Directiva UE/2006/123, de 28 de diciembre, sobre los servicios en el mercado interior, ya han venido acompañadas de estudios económicos de impacto normativo (sirva como botón de muestra de una realidad que debería generalizarse a otras normas y propuestas, la Memoria de Impacto Normativo Real Decreto sobre Obligaciones de Visado Colegial de Trabajos Profesionales, finalmente adoptado como Real Decreto 1000/2010, de 5 de agosto, sobre visado colegial obligatorio). ¡Esperemos que estas iniciativas tengan verdadera continuidad y se generalicen más allá de la administración central!

Hay 24 comentarios
  • Como complemento a esta entrada, sólo hacer notar a aquellos que estén interesados en el tema, que en la Dirección General de Empresa e Industria nos dedicamos, entre otras cosas, a esto: a legislar mejor, a la reducción de la carga administrativa, a simplificar la legislación vigente y a promover un mayor uso de las evaluaciones de impacto o impact assessment.

    Algunos documentos clave se pueden bajar del capítulo de evaluación de impacto de página web de la Comisión.

    La idea es fascinante aunque mis colegas del impact assessment a veces las pasan canutas: vaya usted a estimar costes y beneficios de la eliminación de las piritas en el proceso de elaboración de una pintura aislante que se utiliza en los compresores de los frigoríficos de uso industrial. Por poner un ejemplo.

    Aquí la evaluación de impacto se asume como algo perfectamente normal. Lo que se está proponiendo ahora es, además, la evaluación ex post. Se parte de la idea de que cualquier regulación es un engorro de modo tiene que ser justificada. A menudo, sin embargo, se introduce una regulación con un determinado objetivo y nunca se verifica a posteriori si se alcanza el objectivo o no, o con qué consecuencias. De momento, que yo sepa, no existe una guía formal de cómo realizar estos ejercicios pero seguro que ya hay alguien pensando en ello.

  • Muy buenos días y muy interesante el post.

    Desconocía la estimación del impacto que en el PIB tiene la carga regulatoria, aunque por desgracia soy un sufridor (uno más) de sus consecuencias directas. Desde una perspectiva amplia se me ocurren unas pocas medidas que, aprovadas por ley de ámbito estatal, podrían disminuir drásticamente la carga burocrática e introducir (de una vez por todas) la competencia regulatoria en el estado de las autonomías:

    - Eliminación de los sistemas de calificación por el simple registro. Ante el comienzo de muchas actividades, la administración requiere la solicitud de calificación en un proceso largo, farragoso, documentalmente extenso y, en muchos casos, discreccional. Se podría sustituir por un simple registro en que el actor privado declare cumplir la normativa correspondiente (que, además podría ser entregada con acúse de recibo en el mismo momento, simplificando su obtención).

    - Eliminación de las autorizaciones administrativas recurrentes mediante la equiparación de autorizaciones. Cuando una empresa recibe la completa autorización por parte de una administración para ejercer su actividad en un centro de trabajo, esta servirá para ejercerla en los mismos términos en otro centro de trabajo, aunque cambie la administración de referencia.

    - Homologación a nivel nacional supone homologación cara a cualquier comunidad autónoma. Si una homologación de un producto, servicio o empresa se logra en una administración de un ámbito superior (e.g. administración central del estado), esta será automáticamente válida para todas las de ámbito inferior (e.g. autonomía, provincia o ayuntamiento).

    - Ventanilla única para creación de empresas, que en su caso remitirá cada documento al registro correspondiente.

    - Recuperación de las todas las competencias en ordenación del territorio por parte de las comunidades autónomas, revertiendo la transferencia "de facto" a los ayuntamientos, origen de buena parte de la corrupción y arbitrariedad sufrida en los últimos años.

    Podría poner más ejemplos, pero se me está haciendo tarde...

    #Jorge Durán.
    ¿No sería más útil que fuera la libre elección de los ciudadanos la que determine qué características de los productos o servicios les resultan más interesantes, y por las cuales desean pagar, en vez de estar obligados a adquirir y pagar aquellos que cumplan con las especificaciones de la normativa? Sí, ya sé, ya sé, la protección del ciudadano, pero para eso existe la responsabilidad civil y penal, la imágen de marca, etc. Es lo que "regula" (la mano invisible otra vez) los sectores más dinámicos y tecnológicamente más avanzados, en que la normativa siempre va por detrás del mercado.
    U
    Un saludo.

  • @Simón: Los mercados no se autoregulan. Si dejamos a las químicas autoregularse vamos aviados. Por lo demás, cuando te compras un frigorífico no tienes ni idea de qué productos se utilizaron en la fabricación de la pintura que recubre su compresor. ¿O sí?

  • #Jorge Durán.

    Si los mercados no se autoregulan, ¿por qué la gente dejó de usar Hispavista? ¿Por qué el lema de Google era en sus comienzos "don't be evil"? ¿Por qué las universidades americanas están entre las más prestigiosas del mundo? ¿Por qué para realizar un master IESE cobra más? ¿Por qué la gente se empeña en comprar en el hipermercado y no en la tienda de la esquina?

    Dices que si dejamos a las químicas autoregularse vamos aviados, pero en esa expresión sólo veo (con suerte) la mitad del mercado. Las "autoregulaciones" y "códigos de conducta" de los oferentes en un mercado son herramientas publicitarias y/o de búsqueda de prestigio, no el resultado de la acción del mercado.

    Por otro lado, no, no tengo ni idea de qué productos se utilizaron en la fabricación de la pintura que recubre el compresor de mi nevera. Ni sé cómo aprobó derecho romano el abogado que me redacta el contrato de arrendamiento, ni tengo idea de qué disolvente contenía el adhesivo que une la suela de mis deportivas, ni sé qué porcentaje de horas laborables anuales de cada trabajador dedica a formación la empresa que limpia mi portal,
    ...pero no es necesario que sepa todo esto.

    El mayor activo de Coca-Cola es su marca, que recoje desde su composición (la famosa fórmula) hasta la pintura de las máquinas que pintan sus latas.
    Lo expresaré de otro modo, ¿dónde compraste tu reloj de pulsera y por qué?

    Un saludo.

  • @Simón: Dices que "no es necesario que sepa todo esto" de modo que asumo que no te importa que el trabajador que ha elaborado la pintura que recubre el compresor de tu frigorífico tenga cáncer de hígado.

    En realidad imagino que sí te importa pero entonces no entiendo por qué te parece tan mal que el uso de sustancias químicas, por poner un ejemplo, esté fuertemente regulado. En un mundo de información asimétrica y en el que la adquisición de la misma es costosa, el concurso del estado es fundamental. De lo que se trata es de proteger interfiriendo el mínimo posible pero el laissez-faire no es una opción. De hecho es la regulación la que permite que muchos de estos mercados existan.

  • ¿Qué es regulación, espacio normativo?
    ¿Cómo se valoran los beneficios y costes de las normativas?
    ¿Qué incidencia tiene una normativa sobre la productividad de una empresa, de una población, de una comunidad, y cuántos beneficios reporta a medio y largo plazo?
    ¿Hasta qué punto los agentes que llaman a la desregularización, buscan el beneficio inmediato sobre el que disfrutamos a largo plazo?
    ¿Qué agentes son esos? Quizá los mismos que a cambio de dinero rápido se han cargado el sistema.

    Miro el gráfico y me dice que a menos productividad, más gasto normativo en función del PIB. Otros leen lo mismo pero al revés: a más gasto normativo en función del PIB, menos productividad. Y me pregunto que si esta estadística se hizo en el 2005, ahora sería peor; porque la producción industrial ha caído en picado, por mucho que el gobierno diga que el PIB ha caído poco. En fin, que pagamos lo mismo para producir menos.
    Y nos organizamos, porque otra cosa no es, con la esperanza que la cosa cambie
    Algunos de nosotros, aun siendo empresarios, empezamos a estar hartos de este discurso de la inmediatez, que solo aporta pan para hoy y hambre para mañana. Aglizar los trámites, abaratar los permisos, facilitar la creación de empresas nada tiene que ver con regularizar menos, cargarse normas; porque el discurso, amagado bajo bellas palabras, busca eso.
    Un camión no debe circular por una avenida urbana, a no ser que esté preparada y a ciertas horas de la noche, con un buen silenciador y sin tocar el claxon. El que no quiera eso, que se vaya a México, a Perú, a Marruecos... aquí no. Loa áridos se extraen con cuidado y, chico, hay que regular su extracción, a menos que mañana tengamos que abandonar pueblos enteros con lo que eso conlleva. AH! Entonces perdemos competitividad. Pues nada... plantemos árboles y lo compramos fuera de casa, y mañana descubriremos lo mucho que habremos ganado. Pero no... hay que extraer áridos como sea porque sino Marruecos nos saca delantera, aunque mañana debamos emigrar todos allí.
    El problema del desequilibrio quizá sea la baja productividad de los Estados que quieren parecer modernos, tener buen alcantarillado, agua limpia, ciudades habitables como sus hermanos de más al norte.
    Hoy nos piden que desregulicemos esa cosa que parece una tontería, que carece de importancia, mañana nos pedirán que no sea necesario haber ido a al escuela para trabajar, que a los catorce ya se puede, pasado... porque eso afecta la productividad. Y es que en el fondo solo es eso, excusado con números puestos de manera que lo parezca, con palabras técnicas y muy refinadas.
    Hay que pensar en otras cosas y no en esta, para que la productividad de nuestras empresas aumente o, mejor, la de nuestros empresarios. Para empezar, podríamos regular quién merece serlo, entregar un documento que lo acredite para poder entrar en el mundo del crédito.

  • #Jorge Durán.
    Lo primero agradecerte este intercambio de opiniones que tan interesante me está resultando.

    Después darte una cariñosa colleja por la falacia que utilizas en el primer párrafo: "no es necesario que sepa" no significa "no me importa que tenga cáncer". Efectivamente, ese trabajador podría ser mi hermano y no, no es lo mismo.

    Por último, la respuesta a tu segundo párrafo la daba en mi primer comentario:
    "Sí, ya sé, ya sé, la protección del ciudadano, pero para eso existe la responsabilidad civil y penal, la imágen de marca, etc. Es lo que “regula” (la mano invisible otra vez) los sectores más dinámicos y tecnológicamente más avanzados, en que la normativa siempre va por detrás del mercado."
    La información SIEMPRE es asimétrica. El panadero sabe más de pan que yo, el abogado de leyes y procedimientos, el barman de wiskis (esto quizá no). La adquisición de la información SIEMPRE es costosa. No tengo tiempo para aprender del alcance de la muerte de las levaduras vivas en las masas de pan congeladas. Y el concurso del estado NO es necesario, puesto que la responsabilidad civil y penal y la imágen de marca son incentivos suficientes.
    Un ejemplo, el Corver http://newmedia.ufm.edu/friedmanconsumidor

    Por último te pediría que me explicases por qué dices que "la regulación permite que muchos de estos mercados existan", si no te refieres a la creación de barreras de entrada y monopolios.

    Un saludo.

  • SIMÓN

    Perdona que me meta (perdón también a Jorge Durán). "Por último te pediría que me explicases por qué dices que “la regulación permite que muchos de estos mercados existan”, si no te refieres a la creación de barreras de entrada y monopolios."

    Para que se constituyan, los mercados dependen de regulaciones, la primera ellas la regulación de la propiedad privada. Si no hay normas que la protejan, no habrá mercado en el sentido usual del término.

    Otra cosa es que nos preguntemos cuál es la manera adecuada de regular los mercados para que sean más eficientes y satisfagan ciertos principios que consideremos socialmente deseables. No tal vez el de justicia, cosa que el mercado no puede ofrecer (hay que introducir ciertas distorsiones para ello), pero sí tal vez, por ejemplo, ciertas medidas de seguridad. Pero sobre qué principios y cómo sustanciarlos, hay mucha discusión; la discusión en la que me parece que en realidad estáis.

  • @Simón, y para complementar la respuesta de Francisco: Creo que debe de haber pocos papers de economía más conocidos que el del market for lemons de Akerlof, y el artículo va de eso: de cómo la información asimétrica puede impedir la existencia de ciertos mercados. Hay muchos más ejemplos.

    El estado no siempre tiene la solución, pero a veces sí, o al menos ayuda.

    Y no, la reputación o la "imagen de marca" no siempre son un buen sustituto de la regulación. Algunos ejemplos:

    1. Un ejemplo clásico de selección adversa nos ayuda a entender la mala calidad de los restaurantes en zonas turísticas. Gracias a la regulación lo peor que te puede pasar es que te sirvan un arroz pasado; imagina que no existieran las inspecciones sanitarias: no irías jamás a un restaurante cuando estuvieses de vacaciones, e igual ni siquiera ibas de vacaciones.

    2. En la misma línea, dudo mucho que la industria agroalimentaria su hubiese desarrollado jamás —y con ella buena parte de la agricultura moderna por no mencionar el sector de la distribución— si no fuera por la política de seguridad alimentaria. Lectura recomendada: Fast Food Nation de Eric Schlosser.

    3. En algunos casos, por ejemplo, la ausencia de regulación puede constituir una barrera de entrada. En el transporte aéreo una mala reputación se gana a base de accidentes con centenas de víctimas. ¿Le comprarías el billete a una nueva compañía que aún no tiene reputación alguna? Sin la normativa de seguridad aérea el sector no habría alcanzado jamás los niveles de desarrollo que observamos hoy día.

    4. A veces el problema es que ni las empresas mismas tienen la certidumbre de que están haciendo lo correcto. Esa es la idea detrás de REACH: si quieres introducir una nueva sustancia química en el mercado tienes que probar antes que no es peligrosa; no puedes utilizar a los consumidores como cobayas. No parece tan descabellado. Sin este tipo de regulación yo limpiaría el suelo de la cocina con agua y jabón hecho en casa, por si acaso.

    5. Supongo que a estas alturas no tengo que insistir mucho en la importancia de la regulación de los mercados financieros para su correcto funcionamiento y en lo poco que nos ha ayudado la reputación. Lectura recomendada: Los felices noventa de Joseph Stiglitz.

    A veces el estado no puede hacer nada o no se considera que valga la pena.

    En el mercado de coches de segunda mano, el mercado de limones por excelencia, poco puede hacer el estado y mucho la reputación de los vendedores de coches. Hace poco un informe de la consultora McKinsey achacaba el subdesarrollo del turismo en el Reino Unido, entre otros factores, a la ausencia de un sistema de estrellas que permita a los turistas tener una idea de la calidad que pueden esperar de un determinado hotel; ahí imagino que el estado no tiene por qué intervenir si no es para indicar a los interesados —los hoteleros— que igual es una buena idea establecer un criterio para clasificar hoteles.

    Seguro que me dejo una ristra de ejemplos en el tintero.

    P.D.: Milton Friedman es una vaca sagrada pero te diré, aún a riesgo de sonar blasfemo a oidos de muchos, que en sus últimos años se le fue un poco la olla. El Friedman de esos últimos tiempos es para escuchar con reverencia pero con espíritu crítico.

  • @Jorge y demás

    Interesante debate.

    "El estado no siempre tiene la solución, pero a veces sí, o al menos ayuda."
    No obstante la inspección no tiene por qué ser necesariamente proveída por el Estado. La alternativa a la falta de la inspección/regulación del Estado no es la nada absoluta ni la ausencia de información para el consumidor. Esa función la ejercerían una red de agencias privadas que pusieran su sello de calidad en cada establecimiento (p.ej. en los restaurantes del lugar de vacaciones). Yo como consumidor iría a aquellos lugares con un determinado sello del que me fiase.

    A pesar de que el Estado usurpa esta función todavía se pueden encontrar algunos ejemplos como la famosa guía Michelín o las revisiones de productos que hace la OCU. Si no hay más es porque la intervención del Estado hace que no sea rentable dedicarse a esta actividad.

    Otro tema sería estudiar si es más eficiente que esta tarea la realice el Estado o se deje a este tipo de agencias privadas.

  • #Francisco Saurí
    No solo te “perdono” sino que te agradezco tus aportaciones que, a buen seguro, animarán el debate.

    Dices que “para que se constituyan, los mercados dependen de regulaciones, la primera ellas la regulación de la propiedad privada”. No es cierto. Para que se constituyan, los mercados dependen del reconocimiento de derechos como es la propiedad privada. Pero el reconocimiento lo realizan los actores en el mercado y el derecho, entiendo yo, es previo a su reconocimiento. Podrían existir, y muchos existen, sin regulación en el mercado. Podríamos disgregar el debate hacia el derecho natural, las fuentes del derecho pero, insisto, sería una digresión. El “mercado negro”, y con mercado negro no me refiero al tráfico de estupefacientes sino a cualquier mercado que se genera espontáneamente en condiciones de escasez, se genera y desarrolla no solo sin la “regulación” sino a pesar de la regulación que lo prohibe. Un ejemplo de mercado negro es el que aparece siempre que se instaura una cartilla de racionamiento, el estraperlo en la España de la posguerra, el existente en los países socialitas y comunistas, en una cárcel, o el incipiente mercado negro que hoy tenemos en Bolivia.

    “Si no hay normas que la protejan, no habrá mercado en el sentido usual del término”. Abundando en la misma concepción, no rechazo la existencia de leyes y tribunales, ni soy partidario del “anarcocapitalismo” en cualquiera de sus vertientes. Pero rechazo que los productos y servicios deban ser supervisados y aprobados por una institución pública que obligue a que recojan necesariamente ciertas características, valorables o no por los consumidores. No afirmo que los reguladores sean unas personas maquiavélicas con oscuros intereses, probablemente sean bienintencionados y buenas personas. Lo que sí digo es que la regulación de los mercados no genera beneficios netos para los consumidores.

    “Otra cosa es que nos preguntemos cuál es la manera adecuada de regular los mercados para que sean más eficientes y satisfagan ciertos principios que consideremos socialmente deseables”. La búsqueda de la eficiencia es un imperativo en los mercados libres, no tanto en los intervenidos y/o regulados. Dejar a los mercados libres les hará buscar la eficiencia. Respecto a imponer regulaciones para hacer que los mercados “satisfagan ciertos principios que consideremos socialmente deseables”, vamos a entrar en disputa. Personalmente no encuentro ningún “principio socialmente deseable” por encima de un principio “deseable para el individuo”. Te agradecería me pusieras un ejemplo.

    “No tal vez el de justicia, cosa que el mercado no puede ofrecer (hay que introducir ciertas distorsiones para ello), pero sí tal vez, por ejemplo, ciertas medidas de seguridad”. ¿Cómo entiendes la justicia, Francisco? ¿Acaso apelas a un principio de “justicia social”? En ese caso no nos pondremos de acuerdo salvo que lo reduzcas a la igualdad de oportunidades (no discriminación de oportunidades).

    “Pero sobre qué principios y cómo sustanciarlos, hay mucha discusión; la discusión en la que me parece que en realidad estáis”. Eso creo. De hecho contemplo los principios recogidos en los derechos humanos: vida, libertad (libertad de pacto y no coerción), y propiedad privada. A partir de ellos podemos hablar de derechos a la información, reunión, expresión, etc.

    @Jorge Durán
    Si te das cuenta, no he recurrido en ningún momento al argumento de autoridad, y el enlace al vídeo especificaba que me refería al ejemplo del Corver. Como he leído recientemente, “un Nobel no te da más razón, solo más notoriedad”.

    Cuando la información asimétrica impide la existencia de ciertos mercados, resulta que la eficiencia que lograrían las partes en intercambios libres dentro de ese mercado no compensan para los costes que supone su creación. No niego que la administración pueda e incluso (en ciertos casos) deba reunir y hacer pública información, pero niego rotundamente que la administración tenga la potestad para obligar a la creación y sostenimiento de mercados que no aparecerían espontáneamente, sólo para prevenir y minimizar externalidades.

    “El estado no siempre tiene la solución, pero a veces sí, o al menos ayuda.” ¡Menos mal! Estamos de acuerdo. El monopolio de la violencia (léase policia y tribunales) debe ser una estructura creada, y mantenida (administrada en ciertos aspectos, como el económico, pero no supeditada a) desde un poder político elegido democráticamente. Insisto en que mi pensamiento no es anarcocapitalista.

    Tus ejemplos respecto a la dicotomía “imagen de marca” – “regulación”

    1. Gracias a la regulación lo peor que te puede pasar es que te sirvan un arroz pasado; si no existieran las inspecciones sanitarias no irías jamás a un restaurante de vacaciones
    Personalmente sí iría (tengo maravillosos recuerdos de comidas “de tenderete” en Túnez, Turquía y la India), pero volviendo al tema, es uno de los motivos por los que McDonalds existe en las zonas turísticas. Tendrás una mala comida, pero con seguridad sobre lo que vas a comer (mis disculpas a los trabajadores, directivos y proveedores de McDonalds, esto es sólo una opinión personal). Se hurta esa posibilidad al turista, se imponen sobrecostes y se genera una burocracia innecesaria al respecto. Si/cuando los actores en el mercado perciben una demanda por un sometimiento a ciertas reglas, la hacen voluntaria y libremente (e.g. las ISO). Pero también las abandonan libremente.

    2. La industria agroalimentaria no se hubiese desarrollado jamás (ni la agricultura moderna) si no fuera por la política de seguridad alimentaria.
    La industria agroalimentaria se hubiese desarrollado por la demanda de alimentos y la necesidad de lograr eficiencias. USA no sería exportador neto de cereales, o Argentina de carne de vacuno, si no hubiese demanda. La política de seguridad alimentaria lo que logró (una vez más) es generar barreras de entrada de alimentos en los países “desarrollados” y por lo tanto proteger su sector primario de la competencia exterior, además de hurtar a sus ciudadanos la posibilidad de comprar alimentos más baratos aunque fueran, quizá (y solo quizá) menos “seguros”. Todos los años hay casos de intoxicaciones alimentarias en el sector restauración. Todos recordamos el aceite de colza. La regulación no impide su aparición, aunque evidentemente la reduce (sólo faltaría), pero a costa de restringir la oferta, aumentar los costes, y coartar la libertad de elección.

    3. El transporte aéreo. Sin la normativa de seguridad aérea el sector no habría alcanzado jamás los niveles de desarrollo que observamos hoy día.
    Precisamente el transporte aéreo, en el que las compañías privadas aparecen en Europa hace 20 años (todas las existentes previamente eran compañías nacionales o “de bandera”), las instalaciones son de titularidad pública, la concesión o retirada de permisos la realiza la administración, etc. es un mal ejemplo de un mercado. El mercado ha crecido (y parcialmente, ha aparecido) en el momento que se han privatizado esas compañías y se ha permitido la entrada de otros oferentes al mismo. Yo le compraría un billete a una compañía sin reputación, si MI preferencia por los precios bajos compensa MI preferencia por la seguridad que me genera una imagen de marca, dado un abanico de precios y reputaciones. Caso contrario, como Rainman, sólo volaría con Quantas. SouthWest Airlines, la compañía que más creció en valoración bursátil durante 20 años, es un buen ejemplo de una empresa nueva, sin imagen previa, y que innovó en el sector aéreo de tal manera que sus prácticas hacia los clientes (y hacia el personal) fueron copiadas por todo el sector.

    4. Sin este tipo de regulación yo limpiaría el suelo de la cocina con agua y jabón hecho en casa, por si acaso.
    Si quieres introducir una nueva sustancia química en el mercado de los productos de limpieza, deberás conocer qué reactividad tiene en la fisiología humana, qué forma de excreción o eliminación desarrolla el organismo, qué niveles de absorción resultan tóxicos, etc. (todo ello no siendo recomendable la experimentación en humanos pero tampoco descartándola absolutamente), pero ¿probar? ¿Ante quién? ¿Ante el organismo regulador? ¿Por qué? ¿Porque lo exige la regulación? Si es como lo he entendido, es una tautología.
    La conveniencia de estas comprobaciones no viene, según mi convicción, del cumplimiento de una normativa sino del riesgo de afrontar la responsabilidad civil y penal que genere la falta de información sobre las características del producto. Existiendo la legislación en USA desde el tema de la Talidomida, no pocos medicamentos han sido retirados del mercado DESPUES de su aprobación. Sin embargo, la aprobación genera un paraguas legal que exime de responsabilidad a las farmacéuticas hasta la fecha de la retirada.
    Si tú prefieres limpiar la cocina con agua y jabón, me parece perfecto. Si Conejo quiere utilizar su imagen de marca para vender lejía con jabón, también. Se sigue vendiendo salfumán y aguafuerte aunque resulten potencialmente tóxicos. Yo seguiré limpiando mi casa con un producto que contiene menos de un 1% de cloruro de didecildimetilamonio, y siendo responsable de su uso correcto.

    5. Supongo que a estas alturas no tengo que insistir mucho en la importancia de la regulación de los mercados financieros para su correcto funcionamiento y en lo poco que nos ha ayudado la reputación.
    ¿Los mercados financieros? Me hablas de esos que en los países occidentales presentan un monopolio de emisión de moneda (banco central), unas pocas empresas autorizadas para operar (léase bancos comerciales) con altísimas barreras de entrada (o absoluta imposibilidad, según los países), el 50% de los oferentes en manos de la administración pública (léase cajas), en los que se incumple reiteradamente la ley (credit swaps, canal bancaseguros) y las condiciones abusivas están a la orden del día (la última tumbada, los suelos en las hipotecas). Me hablas de un mercado en el que el monopolista de oferta maneja a voluntad los precios (tipos de interés), la oferta y la demanda (operaciones de mercado abierto), y la regulación.

    Desde luego no lo considero un mercado a regular, si acaso un mercado del que eliminar trabas, prebendas, barreras y limitaciones.

    Por supuesto que en los mercados de comodities (prefiero esta expresión), es el mercado quien determina, a través de las acciones de sus clientes, qué garantías son interesantes y a qué precio, y coexisten (siguiendo con tu ejemplo) vendedores profesionales de coches de segunda mano, con transacciones entre particulares.

    P.D.: Ya he hablado del argumento de autoridad. A Friedman se le fue la olla, Huerta de Soto es a veces un faltón, Rodriguez Braun puede resultar ofensivo con sus cachondeítos, etc. pero lo que me interesa son sus argumentaciones, no su prestigio. Siempre es recomendable “escuchar […] con espíritu crítico”.

    Un saludo (y perdón por el ladrillo).

  • #Pululante

    Estamos prácticamente de acuerdo. Yo he puesto las cartificaciones ISO como un ejemplo de autoregulación voluntaria, de libre adscripción y libre abandono, según los costes o beneficios que para el actor supongan.

    Entiendo que es más eficiente que esta función la realicen agencias privadas desde el momento en que así sólo pagarían por ella quienes entiendan como rentable acudir a ellas. No estarías pagando certificaciones ni acreditaciones ni pruebas ni tests que a ti personalmente no te merezcan la pena.

    Un saludo.

  • @Pululante y Simón: Cuando habláis de certificaciones privadas, ¿os referís a cosas como las auditorías?, ¿algo como Arthur Andersen? Tengo la impresión de que estáis idealizando en exceso la iniciativa privada pero sospecho que esa es una opción ideológica inmune a cualquier argumentación.

  • SIMÓN
    Gracias por tus muy interesantes comentarios.

    1. Respecto al surgimiento espontáneo del mercado. No puede haber mercado sin Estado o pseudoestado. A la postre hay que solucionar los problemas del estafador y del ladrón. Entonces, en cualquier mercado negro, siempre habrá alguna forma, digamos, bien vista por los participantes de cargarse a los que estafan o roban.

    2. “Lo que sí digo es que la regulación de los mercados no genera beneficios netos para los consumidores.” Cítese la justificiación empírica.

    3. “Dejar a los mercados libres les hará buscar la eficiencia.” En efecto, en un mercado perfecto. Pero en la realidad no pueden existir mercados perfectos.

    4. “Justicia=justicia social=igualdad de oportunidades”. Vale, pero que sea una igualdad de oportunidades efectiva. No basta con que todos puedan alcanzar ciertos bienes si algunos parten de una situación extremadamente miserable. Para decirlo con Rawls, la justicia de una sociedad depende de que: 1. Cada persona ha de tener un derecho igual al esquema más extenso de libertades civiles y políticas iguales que sea compatible con un esquema semejante de libertades para los demás. 2. Principio de diferencia. Las desigualdades sociales y económicas se organizarán para que: a) se espere razonablemente que sean ventajosas para todos y b) se vinculen a empleos y cargos asequibles para todos.

    5. En relación con lo anterior, también son derechos humanos los derechos económicos y sociales (artículos 22-26 de la Declaración del 48).

    En cuanto a lo que señalas a Jorge Durán: “La conveniencia de estas comprobaciones no viene, según mi convicción, del cumplimiento de una normativa sino del riesgo de afrontar la responsabilidad civil y penal que genere la falta de información sobre las características del producto.” Se trata de una cuestión que muchas veces me he planteado pero supongo que la decisión debería estar basada en lo que dice la experiencia legal comparada.

  • #Jorge Durán

    No, no precisamente. Las 5 grandes firmas de auditoría son (eran, ahora son 4) un oligopolio de facto generado por la administración pública mediante su regulación. El gobierno USA exigió la auditoría anual de la contabilidad de las empresas que cotizasen en bolsa, realizada por un auditor "de reconocido prestigio y larga experiencia", reduciendo las posibilidades de las cotizadas a ...las 5 grandes.
    Efectivamente, un mercado cercado para 5 empresas, que se parecía más a pescar en un barril que a competir en calidad y precio, acabó generando un Arthur Andersen.

    El contraejemplo: La SEC no se olió nada de Madof (o no hizo nada al respecto) mientras que personas y empresas como como Harry Markopolos (desde 1999 venía denunciandolo cada año ante la SEC), Michael Ocrant (en un informe para MAR/hedge, referenciado en la revista Barron’s), entidades privadas como Aksia LLC (un pequeño fondo de inversión que detectó el fraude ya en diciembre de 2006) o Doug Kass, Société General y Salomon Konig levantaban la liebre.

    Sin embargo, no respondes a ninguna de las cuestiones que planteo ni rebates mis argumentos(quizá por falta de tiempo).

    Un saludo.

  • #Francisco

    1. Respecto al surgimiento espontáneo del mercado.

    Efectivamente, el mercado surge antes e independientemente de la regulación o incluso a pesar de ella. Antes dije que “no rechazo la existencia de leyes y tribunales”. Quizá debería ser más claro. Las funciones admisibles y deseables del estado son leyes, tribunales, policía, ejército, infraestructuras (no todas). Caso de no haber jueces o policía, o de ser corruptos, el sistema se pervierte. De acuerdo en este punto.

    2. “Lo que sí digo es que la regulación de los mercados no genera beneficios netos para los consumidores.” Cítese la justificiación empírica.

    Si no te importa, en vez de una justificación reproducible en términos de laboratorio, te daré un razonamiento:
    - Si no te interesa un producto y puedes no comprarlo, no lo compras.
    - Si te interesa un producto, y necesitas más información, la obtienes de la fuente más accesible (que menos costes te genere).
    - Si esos costes te resultan excesivos, desistes de la compra.
    - Si te interesa el producto, obtienes la información, el precio te resulta interesante y deseas comprarlo, lo compras.
    En todos estos casos estás tomando decisiones siguiendo tus preferencias y valorando subjetivamente los costes y beneficios que suponen las mismas.
    Sin embargo:
    - Si no te interesa un producto, y lo provee la administración pública, lo estás comprando sin quererlo.
    - Si te interesa un producto, necesitas más información y la administración pública se ha encargado de generarla o ponerla a tu disposición, ¡maravilloso! Pero a costa del anterior ciudadano, que no estaba interesado por el producto.
    - Si el producto te resultaba interesante, y el precio está subvencionado, ¡magnífico! Pero a costa de los que no lo querían, que lo pagan también.

    Siempre que se introduce una regulación distinta (aquí el matiz) a la organización que surgiría en ese momento en ese mercado, se generan costes (externalidades). Alguien paga algo que no quiere. Y recuerda que la organización espontánea de un mercado es una realidad dinámica, con una variabilidad y adaptabilidad que la normativa nunca puede alcanzar. Además, la administración pública genera ineficiencias, como provisor de bienes o servicios, que no generan los oferentes en un mercado libre (so pena de acabar cerrando la persiana).
    Un ejemplo (también de Friedman, pero es solo un ejemplo) http://www.youtube.com/watch?v=NebA_ZQLcR4

    3. “Dejar a los mercados libres les hará buscar la eficiencia.” En efecto, en un mercado perfecto. Pero en la realidad no pueden existir mercados perfectos.

    Si te refieres a un mercado según el modelo de competencia perfecta, no, no existe (es un modelo). Pero en todo mercado libre se busca la eficiencia. Para comprar pan puedes bajar al panadero de la esquina, ir al supermercado, coger el coche e ir al hiper, ir al centro al Corte Inglés, o si es de noche a un 7Eleven, o si es domingo a un chino. No son mercados con oferentes pequeñitos y un único precio, pero sí mercados eficientes. Si no encuentran clientes a los que convezca su oferta y precio, pierden.
    De hecho, no existe en el mundo occidental ningún monopolio u oligopolio que no sea creado y mantenido por una administración y una regulación.

    4. No basta con que todos puedan alcanzar ciertos bienes si algunos parten de una situación extremadamente miserable. Para decirlo con Rawls...

    Ups! Falacia Falsacionista. Pasa del plano descriptivo al normativo sin justificar el tránsito.
    De todas maneras. “Organizar las desigualdades sociales y económicas” supone exacción de impuestos y transferencias de renta, supongo que realizadas por un estado bondadoso. Sin embargo, de permitir que sean los ciudadanos libres los que destinen las cantidades que deseen a los objetivos que deseen, ocurre que el volumen de asistencia para los más necesitados o con menos recursos ¡aumenta! La era y los países en que la “asisencia” y “caridad” privada fueron más ingentes coincide precisamente con la de mayor libertad económica y mayor desarrollo (el laisser fair del XIX).
    No sé qué esperanza pudiera tener Rawls en que “todo ciudadano puede llegar a presidente”, pero la disparidad de “dotaciones” al nacer es una característica intrínseca del ser humano que va SIEMPRE y en cualquier sistema, intervencionista o no, a condicionar el acceso a las instituciones del poder (siempre somos más altos o menos, más guapos o menos, más inteligentes o menos). Dada esta disparidad, quizá sea interesante reducir la capacidad de impacto y condicionamiento a los ciudadanos de que disponen las instituciones del poder.
    No lo conozco ni lo he leído, pero como pasemos a justificar una organización legal en una valoración moral o viceversa, podemos llegar en dos minutos al “quien tiene el poder tiene la razón” griego, o a los planteamientos nacionalsocialistas en media hora.

    5. En relación con lo anterior, también son derechos humanos los derechos económicos y sociales (artículos 22-26 de la Declaración del 48).

    Insisto en que podríamos derivar la conversación hacia el derecho y sus fuentes, donde me podrías clasificar como iusnaturalista (yo difícilmente me clasificaría), pero insisto en que sería una digresión.

    Un abrazo y gracias de nuevo por tus reflexiones.

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