El campo y sus protestas

El pasado 21 de noviembre agricultores y ganaderos de toda España se manifestaron en Madrid contra la caída de los precios de los productos agrícolas. Varios lemas iban a la cabeza entre ellos dos muy interesantes; “costes abusivos y nuestros precios hundidos” y “el campo se muere.” Pues bien, el primero me parece, al menos, gracioso y el segundo no menos que un deseo. Me explico.

Hablemos de costes. Ya en el 2007 la OCDE determinaba que de cada 100 dólares que se echan al bolsillo los agricultores de los países industriales, 27 provenían de las arcas públicas a través de variadas formas de subvenciones. En el caso de la Unión Europea las cifras eran aun mayores, ya que nuestros agricultores reciben un 34 por ciento de sus ingresos del Estado, un promedio superior en cinco puntos a la media de la OCDE. Y esto son solo transferencias directas. La OCDE no tiene en cuenta las transferencias indirectas. ¿Y qué quiero decir con transferencias indirectas? La lista es casi infinita, pero recordemos algunos de las más importantes; por ejemplo, que la agricultura (produciendo alrededor del 5 % del PIB) consume alrededor del 75 % del agua disponible a unos precios ridículos en un país como el nuestro donde el agua es un bien muy escaso. Recordemos también que hay bastantes razones para pensar que el gasoil debería estar gravado a un tipo impositivo mayor (siempre y cuando queramos cumplir nuestros compromisos internacionales con respecto a la emisión de gases tipo invernadero) y que los productos agrícolas son transportados masivamente por carretera.

Hablemos de precios. La mayoría de los productos agrícolas producidos en nuestra tierra están protegidos por algún tipo de arancel. Guillermo de la Dehesa en un discurso como presidente del CEPR en el 2003 deba las siguientes cifras “El arancel efectivo medio de los países de la OCDE frente a la totalidad de los productos de los países en desarrollo era, en 2000, de un 6%. Sin embargo, frente a la totalidad de los productos agrícolas de dichos países era del 20%.”

Hablemos de costes, precios y ventaja comparativa. El hecho que aún con subvenciones que rondan el 35 % de los ingresos (solo contando las directas) y aranceles del 20 % el campo necesite más subvenciones y aranceles para sobrevivir me sugiere que la producción agrícola no es una de nuestras ventajas comparativas. Que nos estamos gastando un montón de dinero en subvencionar a unos agricultores que solo siguen en sector gracias a los aranceles y ayudas. O lo que es lo mismo, que nos vendría muy bien el campo se muriese (en el sentido figurado del término claro está).

Pero no solo a nosotros, sino también a los países en desarrollo que sufren los efectos de nuestras subvenciones y aranceles en el comercio internacional de productos agrícolas. Estos sufren nuestras elevadísimas subvenciones agrícolas de dos formas. Primero nuestros aranceles les impiden y segundo nuestras subvenciones crean grandes existencias de productos subvencionados, que luego se exportan a precios nuevamente subvencionados (de las subvenciones a la exportación no he hablado pero daría para otro post) a los países en desarrollo, causando estragos en sus producciones nacionales.

Y para el que esté interesado en este último tema le recomiendo dar un vistazo a este ilustrativo y educativo vídeo. Algunas de las cosas que se dicen no son del todo ciertas y hay alguna demagogia, pero lo básico si que es verdad. Por desgracia.

Hay 13 comentarios
  • Muy interesante y acertado. Sólo dos comentarios. Uno. ¿Qué pasaría si, en aplicación de criterios de estricta eficiencia económica, los agricultores abandonaran de repente el campo? ¿No habría que gastar también dinero para evitar la degradación del entorno? Dos. Los agricultores protestan porque no entienden que lo que ellos tienen que vender a 10 céntimos se venda luego en los supermercados a seis euros. Bueno, a lo mejor la diferencia no es tan exagerada, pero es grande y no resulta fácil de explicar recurriendo a los costes de intermediación, transporte, etc. ¿A qué se debe?

    • Querido Mulder

      Gracias por tu comentario. Sobre lo de abandonar el campo. Creo que Antonio Cabrales te lo ha explicado mejor de lo que yo lo haría. el campo siempre estuve abandonado hasta hace unos miles de años y no paso nada. Sobre el segundo punto hay dos posibilidades. Que los costes sean realmente esos o que haya un monopolio en la distribución. Pero eso seria un problema diferente que también debería tratarse.

  • Un documento de Oxfam que siempre doy a leer a mis estudiantes de comercio internacional (aquí en formato PDF) señala que, en el caso del sector lácteo, la mitad del presupuesto de la PAC se va en subsidios a la exportación de los que se benefician las grandes compañías procesadoras, no los ganaderos. Si a eso le unes un grado de concentración creciente tanto en la industria procesadora como en la de distribución te encontrarás con que los ganaderos se enfrentan a un oligopsonio que se apodera cada vez más de todas las rentas. La PAC no sólo ha sido incapaz de mantener los precios de garantía de la leche en origen empobreciendo a los ganaderos europeos sino que además está devastando las industrias y ganaderías en muchos países en vías de desarrollo con sus subsidios a la exportación.

    Si de lo que se trata es de mantener un nivel de renta para los pequeños productores, una alternativa sería un subsidio a la producción (por litro) que mantuviese el precio doméstico de la leche y sus derivados a niveles razonables comparados con los precios internacionales. Los ganaderos mantendrían un cierto nivel de renta y se evitaría la exportación subsidiada.

    • Gracias por tu comentario Jorge.

      La verdad es que tu documento hace el tema mucho peor en términos de equidad. Sobre tu segundo punto, si es que verdad que eso funcionaria mejor para los pequeños agricultores. Pero la pregunta es la misma, por que tenemos que proteger a los pequeños agricultores? no defendemos a los pequeños fontaneros.

    • Antonio, como siempre el más original de todos. Gracias por el dato. No tenia ni idea. Eso nos quita un poco el miedo a dejar de dar subsidios.

  • ¿Por qué los países destinatarios de estas exportaciones subvencionadas no ponen en marcha sus propios aranceles? ¿Europa les tiene agarrados por la deuda externa?

    • Querido Pelayo

      Algunos lo hacen, pero si todos lo hicieran estaríamos mucho peor.

  • @Pelayo: Europa exporta al país A con subsidios y compite con las exportaciones que el país subdesarrollado B realiza al país A. En el país A están felices. En el país B no tanto.

    • Querido Rolf

      Lo peor es que a veces exportamos y competimos con los mismos. Mírate el vídeo.

      Gracias

  • Sobre este tema hay un problema estratégico. A cualquier precio debemos mantener producción agrícola (y un poco también ganadera) de subsistencia. Cuánto es esto, no lo sé... quizá se debe dejar "morir" la exportación, pero no sustituir (casi toda la) producción por importación. Es lo que comemos y nadie querrá que nuestros alimentos básicos se sometan a los vaivenes de la política exterior. En cuanto todos seamos amigos no habrá problema en que el "mercado" funcione. Mientras tanto...

  • Un amigo de la Liga del Boniato (Agri Econ) me ha echado una bronca por no estar al día: las sucesivas reformas de la PAC han acabado con los precios de garantía y de paso con las subvenciones a las exportaciones. Ahora se subsidia directamente a los ganaderos (pago por vaca) y el problema del dumping ha desaparecido; no por solidaridad con el Tercer Mundo sino por su coste desorbitado. Según él los precios domésticos hoy están más en concordancia con los precios internacionales (aunque sigue habiendo cuotas de producción) y las quejas de los ganaderos se dirijen sobre todo al problema de oligopsonio que mencionaba en mi comentario anterior.

    Una vez dicho esto, observaré que mi comentario era condicional: “Si de lo que se trata […]”.

    Otra cuestión es, efectivamente, por qué tendríamos que proteger a los pequeños agricultores.

    La agricultura ha perdido peso en el empleo gracias a un aumento sostenido de su productividad comparada con otros sectores de actividad. Eso explica que los agricultores lleven un siglo abandonando el campo. Pero esa no es la cuestión: la cuestión es si es deseable el abandono total del campo.

    Creo que como economistas no podemos dar una respuesta contundente a esta pregunta. La actividad del sector tiene tantas externalidades (positivas y negativas) que el debate es como mínimo peliagudo. A modo de ejemplo, cuando preguntas a los técnicos te dirán que el aumento de los incendios forestales en Galicia no tiene nada que ver con el aumento de la masa forestal sino con la despoblación del campo: cada vez quedan menos mancomunidades que mantengan el sotobosque a raya.

    Por si fuera poco, existen muchas maneras alternativas de apoyar el campo, con consecuencias muy diferentes. Si me preguntáis, como ciudadano, qué opino sobre el tema, responderé que en su forma actual la PAC dista mucho de ser el tipo de intervención ideal aunque sólo sea porque fomenta un tipo de producción “industrializada” de la que desconfío profundamente. Una intervención dirigida a fomentar una agricultura de calidad, orgánica y de cercanía contaría con más probabilidad con mis simpatías.

    Hay aún otros motivos que no por subjetivos son menos importantes. Creo que fue un primer ministro noruego el que un día, al excluir incluir la agricultura de unas negociaciones de comercio con la UE, explicó: Protegemos un modo de vida, y eso no se discute.

Los comentarios están cerrados.