Por Halloween... Tres Historias de Terror sobre Evaluaciones Docentes

De Pedro Rey Biel  (@pedroreybiel)

Inspirado por el episodio anual de Los Simpson en el que se cuentan tres historias de terror, hoy me decido a hablarles de tres espeluznantes casos relacionados con cómo se mide la calidad docente de los profesores. Como saben, creemos que  hay muchas cosas que arreglar en nuestra universidad, y muchas de ellas pasan por evaluar de forma correcta lo que ocurre en nuestras aulas...sin olvidarnos de la correlación positiva existente entre buena docencia y productividad investigadora. Aquí van nuestros tres terroríficas historias, basadas en anónimos casos reales.

1. El caso de las evaluaciones docentes que desaparecían. En una universidad pública había gran consternación porque las tasas de respuesta de los alumnos a las evaluaciones docentes periódicas habían descendido del 85% a poco más del 3%. ¿La razón de tan brúsqueda caída? La tecnología. Decanato decídió dejar de subcontratar a una empresa externa para realizar cuestionarios en papel, pensando que un cuestionario online que rellenaran los alumnos conseguiría los mismos objetivos, ahorrando además en papel. Sin embargo, no entendieron que los estudiantes, al no verse forzados a rellenar cuestionarios durante 10 minutos dentro del aula, no tenían ningún incentivo a perder el tiempo contestando esas mismas preguntas online. Y no es que fueran especialmente perversos o vagos, sino que la propia legislación de la universidad era extremadamente garantista y protegía a los profesores manteniendo los resultados de estas encuestas anónimos. Total, que básicamente los resultados no se usaban para nada, algo que conocían los alumnos. Tras varios años de reuniones de la junta de facultad en que los distintos decanos  decían que "algo había que hacer para subir las tasas de respuesta", sin proponer ninguna medida, un (no ya tan) joven profesor de economía del comportamiento se ofreció a estudiar el problema e intentar solucionarlo. Se creó una comisión que se reunió varias veces. Se propusieron ideas tanto desde el lado de la oferta como de la demanda. La primera de ellas era sencilla, y copiaba lo que se hace en otra institución rival a un coste bajo y tecnológicamente muy sencillo: para que los alumnos puedan ver las notas de sus asignaturas online, primero deben contestar la encuesta docente. Pero la junta de facultad tumbó la medida por excesiva (a pesar de que las notas ya se publicaban físicamente en tablones en el campus...se trataba sólo de facilitar el acceso online a cambio de colaborar en un objetivo común de la universidad). Entonces se propusieron otras ideas: modificar los cuestionarios para que las preguntas reflejaran de forma más veraz y útil lo que ocurria en las aulas, hacer los resultados de las encuestas públicos y dar prioridad a los alumnos con mejores notas para poder elegir con qué profesores matricularse (rechazado por exponer en exceso a los malos profesores), hacer sólo públicos los resultados de los mejores docentes y premiarles de alguna forma (ni siquiera se consiguió aprobar que hubiera un reconocimiento expreso, sin incurrir en ningún coste económico), utilizar los teléfonos móviles para que los alumnos rellenaran la encuesta online desde el aula (imposible técnicamente porque la escasa capacidad del servidor de la universidad provocaba el colapso de la red). Tras dos años de reuniones frustrantes, sin ninguna decisión aprobada, la comisión desapareció y el profesor, quien precisamente había publicado un artículo sobre cómo utilizar los incentivos para aumentar la tasa de respuesta de los cuestionarios a clientes de empresas, abandonó por ésta, junto con otras muchas otras razones administrativas similarmente frustrantes, la universidad pública.

2.El lamento de los profesores pasteleros. Las cosas no iban mejor en las universidades privadas y en las escuelas de negocios, donde las evaluaciones docentes se utilizan de forma expresa para tomar decisiones sobre contratación y renovación de profesores. El problema aquí no es la tasa de respuesta, sino que se toma demasiado en serio una "encuesta de satisfacción del cliente". De hecho, en un reciente claustro de profesores que duró más de dos horas, algunos profesores se sorprendieron de la importancia que el rector daba a estas estadísticas, mostrando múltiples gráficos que servían para justificar que los alumnos estaban contentos... mientras que otras palabras como "aprendizaje" o "investigación" apenas se mencionaron. El alumno paga, en muchos casos cantidades considerables, y por tanto, hay que tenerlo satisfecho. Pero ¿qué es lo que mantiene contento a un alumno, que a su vez es evaluado por un profesor? Se lo pueden imaginar fácilmente. Como me dijeron cuando estaba decidiendo el contenido del temario del nuevo curso que me invitaron a dar en una escuela de negociones americana... "Do not worry...just keep them entertained!" ("no te preocupes...!entretenlos!"). He visto profesores realmente angustiados preparando presentaciones llenas de dibujitos y animaciones para hacer sus clases más dinámicas (lo cuál en sí no es negativo... salvo la parte de la angustia), renunciando a cargar sus clases de contenido difícil por la creencia firme en que les podía repercutir negativamente en sus evaluaciones docentes...y en su carrera en la institución. He visto profesores decidiendo estratégicamente administrar la encuesta docente en el día que daban "la clase más divertida" y, lo que ya roza el ridículo, he visto profesores cocinar galletas y brownies para distribuir entre los alumnos mientras rellenan la encuesta. Lo que en aquel entonces me parecía evidencia anecdótica, se ha confirmado recientemente con un experimento aleatorizado.  !Cocinar galletas funciona!: en aquellos grupos en los que aletoriamente el profesor distribuye galletas entre sus alumnos, tanto el contenido del curso como el profesor que lo imparte obtienen calificaciones más altas. Así que ya saben...!a cocinar!  Se han propuesto otras soluciones para hacer que estas evaluaciones sean más serias: cotejar las evaluaciones docentes con resultados de los mismos alumnos en cursos posteriores para los que los conocimientos del curso evaluado son necesarios, evaluaciones externas de los alumnos que midan lo que realmente han aprendido, seleccionar a los mejores alumnos de cada curso para que sean sólo ellos los que den su opinión... Todas estas medidas tienen por supuesto dificultades prácticas...pero quizá sean preferibles a realizar encuestas de popularidad sobre qué profesor entretiene mejor a sus alumnos (que insisto, debe ser parte de un buen docente) a costa de no enseñarles mucho o de darles buenas notas (y galletas).

3.El ataque contra las profesoras eficientes. Un último caso que pone los pelos de punta a quienes creemos que es importante evaluar y premiar la buena docencia, se pone de manifiesto en este amplio estudio de Friederike Mengel, Jan Sauermann y Ulf Zölitz, publicado recientemente en el Journal of the European Economic Association  que utiliza 20.000 evaluaciones docentes para investigar la posible discriminación que puede existir en contra de determinados grupos. En particular, encuentran que las profesoras son evaluadas sistemáticamente peor que los profesores. Además, la discriminación se produce especialmente en contra de las profesoras que están iniciando su carrera y, en mayor medida, por parte de los alumnos varones. Además, ocurre con más frecuencia en cursos considerados más "técnicos", cargados de contenido matemático. Resultados similares se han obtenido sobre discriminación en contra de profesores extranjeros o pertenecientes a ciertas etnias.

¿Qué hacer ante tan terribles historias? Creo que, en primer lugar, debemos tomarnos en serio la evaluación docente. De nada sirve obtener tasas de respuesta ridículas que en absoluto son representativas y que vienen marcadas por las opiniones de los alumnos extremos...sólo aquellos que te adoran o te odian van a entrar en un cuestionario online si no tienen ninguna otra razón para hacerlo. Dar señales de que esas evaluaciones son útiles y sirven para tomar decisiones es importante, siempre y cuando se sepa lo que se está midiendo y no se creen incentivos perversos y competiciones de popularidad. Por último, ser conscientes de los sesgos existentes, de las razones por las que se producen, y tenerlos en cuenta a la hora de tomar decisiones, tampoco estaría de más.

!Feliz día de difuntos! (un poco adelantado, pero me tocaba entrada hoy).

 

Hay 24 comentarios
  • De las tres historias cabe concluir que, en el fondo, la primera no era tan terrible. Si los estudiantes hubieran rellenado las encuestas, habrían favorecido a los profesores pasteleros y discriminado a las profesoras eficientes... Citando del artículo de Antonio Cabrales enlazado "como mínimo las evaluaciones son inútiles para predecir. Y en el peor de los casos predicen el éxito al revés".

    Por supuesto, crear una comisión con el único fin de ignorar todas sus propuestas es la mejor forma de conseguir frustrar a los miembros de la misma. Esa parte sí tiene su historia de terror bien conseguida.

    • Estoy de acuerdo en que realizar encuestas mal hechas, que además no se van a usar para nada más que para cubrir el trámite burocrático es un horror. Como también lo es el crear una ocmisión de gente que conoce el tema y con ganas de solucionarlo para no hacer nada...

  • Cuando hice la carrera, hará unos 10 años, recuerdo las encuestas de satisfacción que hacíamos frecuentemente..
    Por lo general, puntuábamos bastante alto a los profesores y estos no les hacían mucho caso.

    Sin embargo recuerdo dos casos especiales: El primero un profesor nuevo que venía de empresas. En principio todo fue bien. La asignatura era dura y el profesor un poco borde y arrogante, pero aceptable.
    Hasta que llegó el momento de fijar la fecha de entrega del proyecto, que puso en un festivo en plenas vacaciones de navidades. Avisamos de que era festivo y de que no iba a haber nadie en la facultad, pero, literalmente, dijo el día y salió por la puerta.
    Así que dicho día nos presentamos la mayoría y estuvimos esperando casi dos horas pero no apareció nadie.
    El siguiente día de clases el profesor entró hecho una furia porque no habíamos ido a la entrega al día SIGUIENTE del fijado. Se pasó 50 minutos echándonos la bronca, y nadie dijo una palabra. Al acabar nos levantamos y fuimos directos a rectoría a explicar lo sucedido. Ni que decir tiene que en la siguiente evaluación lo masacramos. No volvimos a verlo.

    El otro caso era una profesora de matemáticas financieras que tenía problemas para resolver ecuaciones de segundo grado. Verla intentar seguir seguir sus apuntes era un sufrimiento. Cometía errores básicos continuamente y rara vez conseguía acabar bien un ejercicio. Preguntarle algo era completamente inútil.
    No tengo idea de donde salió.

  • Quizás se solucionase si los exámenes no los pusiera y corrigiera el mismo profesor, sino el departamento (excluido el profesor) o el departamento de otra universidad.

    Así la nota sería objetivamente su capacidad de enseñar a los alumnos.

    O que la encuesta pusieran los egresados al finalizar la carrera o al cabo de un cierto tiempo. Con los años te acuerdas de los profesores que mas contribuyeron a tu éxito profesional posterior.

  • Dejando de lado las tres historias y yendo directamente al párrafo final sobre qué se podría hacer, me parece que este párrafo deja claro que no sabemos lo que se está midiendo ni tampoco cómo evitar incentivos perversos y competencias de popularidad. Y mucho menos cómo evitar las deficiencias personales de las personas responsables de la evaluación (ayuda leer https://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=3263682 ).

    No creo posible encontrar medios eficaces para que los alumnos evalúen a los profesores. En el mejor de los casos, los alumnos podrían ser testigos cuando se acusa a profesores de mal desempeño. Las universidades deberían centrarse en perfeccionar los medios para facilitar el enjuiciamiento serio de quienes son acusados de mal desempeño. Y jamás deberían mezclar la docencia con la investigación, excepto en programas de doctorado cuyo propósito es formar investigadores.

    • Coincido con el comentario de "No al fracaso escolar", es bastante raro que la UAB (no sé si he acertado, pero el anonimato no parece muy conseguido en este primer caso si se aporta el último link...) no esté en el programa Docentia de la Aneca. En este programa las evaluaciones docentes forman parte de una fórmula que calcula el Inidice de Actividad Docente, que influye (poco, la verdad) en los complementos y en la evaluación (Excelente, notable...) docente del profesor, que al ser un programa estandárizado cuenta como mérito en acreditaciones, oposiciones y demás mandanga universitaria. Las evaluaciones no son públicas para el alumnado, pero no sé si pueden consultarlas directores de máster, directores de departamento pueden consultarlas (creo que no) o el vicerrectorado de profesorado (creo que sí).

  • Muy interesante el tema de la evaluación docente. varias preguntas y observaciones complementarias.

    -¿ un Catedrático en una universidad pública con plaza en propiedad y unas encuestas lamentables tienen algun castigo por unas malas evaluaciones docentes? Mi impresión es que no, y por lo tanto "se puede permitir dar clases muy malas". Las evaluaciones solo echan a asociados, digamoslo claro.

    - Algo que quizá podría ayudar y complemtar las encuestas es que el profesor responsable de la asignatura se pase aleatoriamente a comprobar cómo dan clase los distintos profesores que tiene bajo su coordinación. Mi sensación como alumno es de impunidad. frases como "poned lo que queráis en la encuesta, yo voy a seguir aquí" o "nunca he sabido como se hacen ejercicios de axiomas, eso preguntaselo al coordinador" las he esuchado yo de ciertos profesores (titulares claro). Y no digamos ya lo de copiar en la pizarra las solucuiones que me ha pasado el coordinador de turno.

    - Sé a ciencia cierta que en varia unis no se hace ninguna prueba directa previa a los lecturers (si se mira su CV). Es como si pongo a dar clases de conducir a un profesor sin ver como lo hace previamente. Igual hay que pensar esto bien antes de hablar de incentivos.

    - El número de alumnos que buscan ayuda en academia podría ser un buen proxy en ocasiones de la calidad docente.

  • Yo no creo que haya forma de tomarse "demasiado en serio" una encuesta de satisfacción de cliente.

    En las universidades públicas no hay esperanza: la selección será siempre un pasteleo porque el principal mecanismo que introduce "selección" (el poder ser elegido o no) simplemente no existe. Cuando uno es juzgado por la opinión de sus "peers" lo que se premia es la sofisticación y la apariencia pero no los "resultados". En ese caso un universo de espejos autoreferenciados es el único futuro posible.

    En las universidades privadas sí existe una cuenta de resultados y, por tanto, el objetivo de la selección de profesores si está claro. Es responsabilidad del rector maximizar el número de matriculados (y su matrícula media). Y eso se consigue dándoles a los alumnos lo que buscan (que ya son mayorcitos y saben lo que quieren). La selección de profesores es una de las "herramientas" y seleccionar a los que los alumnos consideran mejores no parece mala política.

    Pensar que los alumnos no saben lo que quieren es paternalista, pensar que lo que buscan es "investigación" es de una inocencia enternecedora (el 90% de las personas que van a la universidad o hacen masters tienen "cero" interés en la investigación ... o interés negativo) y respecto al "aprendizaje" que decir: salvo casos muy puntuales no se aprende nada en la universidad, nada ... donde se aprende a trabajar (que es lo que interesa al 90% de los alumnos, como actividad opuesta a "investigar") es trabajando.

    • Gracias José Pablo,

      Habiendo trabajado en múltiples instituciones públicas y privadas, Creo que tu visión pesimista y de defensa del mercado privado se da de bruces contra la realidad de la mayoría de titulaciones:

      1. aún a día de hoy las universidades públicas en España son las preferidas por la mayoría de los alumnos, por los profesores (pues muchas de ellas tienen mayor prestigio) y por el mercado laboral.
      2. Aunque se utilicen regular, sí existen cuentas de resultados en la universidad pública (mejores en unas que en otras): publicaciones en las mejores revistas, financiación conseguida a proyectos, patentes... también se busca maximizar el número de alumnos y otros indicadores de docencia, pero como digo en la entrada, se usan poco y mal.
      3. No niego que Lis alumnos sepan por lo que están pagando. Lo que discuto es si podemos ofrecerles un producto mejor, tanto en términos de formación como en discriminar las capacidades y el esfuerzo del alumno.

      • Pedro, conociendo bastante bien la historia de las universidades argentinas, me pregunto cuan distinta es la historia de las universidades españolas. Apostaría que no se diferencian mucho, y si así fuera, hablar de la distinción entre universidades públicas y privadas no tendría sentido alguno. Si uno quiere comparar con un sistema en que esa distinción sí haya sido y es importante, sugiero comparar con la historia de las universidades de California. No he encontrado referencias a estudios que faciliten esta comparación.

        En todo caso, recomiendo leer

        https://www.insidehighered.com/news/2018/05/22/most-institutions-say-they-value-teaching-how-they-assess-it-tells-different-story

        https://www.insidehighered.com/news/2015/06/10/aaup-committee-survey-data-raise-questions-effectiveness-student-teaching

      • Gracias Pedro.

        Yo no defiendo ninguna universidad, pública o privada, porque creo que son, ambas, esencialmente inútiles y un timo (fuera de muy pocas titulaciones técnicas).

        Es difícil, habiendo estudiado, no coincidir con las conclusiones de Bryan Caplan, Nassim Taleb y otros, sobre el nulo valor "formativo en capacidades" de la universidad. Al menos para el "mundo del trabajo real" que es el objetivo del 90% de los que estudian. En el mundo real, fuera de las convicciones autoreferenciadas de la torre de márfil, la única utilidad de los títulos universitarios es networking y "efecto señal".

        https://press.princeton.edu/titles/11225.html

        Siendo los profesores investigadores es solo natural que la Universidad este diseñada para forma investigadores. Algo de lo que apenas necesitamos unos pocos (muy pocos).

        Más allá de eso, que la universidad pública fuese de calidad sería un milagro (que no digo que no se produzcan pero es mala estrategia creer en ellos) y la razón es que no existen 1) mecanismos que fomenten la innovación y 2) mecanismos de selección que hagan que las innovaciones buenas crezcan y las malas desaparezcan.

        En ausencia de "destrucción creativa" el único camino hacia la excelencia es el diseño por "mentes centrales sabias" del esquema, el "peer review" tan proclive al nepotismo y la aplicación, errática e inconsistente de métricas de éxito irrelevantes. Con esos ingredientes el éxito es una improbable casualidad.

        • Cada vez que se habla de universidades, JP, tu argumento suele acabar (a veces empezar) con Caplan y hoy Taleb para cerrar el asunto: las universidades no sirven para nada. No creo que lo que diga Taleb tampoco sirva para nada en concreto en esta discusión. Respecto a Caplan, cree que todo el aprendizaje (todo, cualquier forma) se puede evaluar mediante tests. Hasta donde yo sé, toda su revisión de la literatura (que parece sensata) se refiere exclusivamente a este tipo de resultados. Ya que habitualmente hablas de "la importancia del mundo del trabajo", estaría bien saber tu opinión sobre esta asunción: crees que todos los tipos de aprendizaje en "el mundo del trabajo" pueden ser evaluados mediante tests?

          • Daria, mi opinión sobre la Universidad se basa en las experiencias personales de la inmensa mayoría de personas que conozco.

            Lo que hace el libro de Caplan es montar una teoría, muy convincente, que explica los datos existentes y las experiencias personales que mencionaba (que es lo que se le debe pedir a una teoría después de todo: que explique datos y permita hacer predicciones). No entiendo la referencia a la "evaluación mediante tests": los argumentos del libro son múltiples y muy pocos (solo los que sostienen la idea de que solo se recuerda una mínima parte de lo que se aprende) se basan en resultados de tests.

            Respecto al "mundo del trabajo" tampoco entiendo bien tu asunción de la evaluación mediante tests. Pero "mundos del trabajo" hay muchos, con dos categorías fundamentales en lo que a evaluación se refiere: los trabajos cuyos profesionales se evaluan por "opiniones de otros" (consultores, políticos, investigadores, presidentes de empresas reguladas ...) y aquellos en los que se evalúan por resultados, donde la realidad no permite esconderse en sofisticaciones "de salón" y en "apariencias colectivas autoreferenciadas".

            Tu amigo Taleb caracteriza muy bien el tipo de profesionales que se "seleccionan" mediante esos dos tipos de evaluaciones; obsevando, además, la gran diferencia, en ambos casos, en los niveles de "skin in the game" de los seleccionados. Su caracterización explica también muy bien la realidad observable.

            • Respecto a Caplan, de la transcripción de http://www.econtalk.org/bryan-caplan-on-the-case-against-education/#audio-highlights

              RR: … suggest that nothing has happened because I can't remember it, or it can't be revealed on a test, seems to me a very poor measure.

              Bryan Caplan: I am going to have to disagree with you on that, Russ. So, I would say if there is no designable test that can show that people learn something, then they haven't learned it. You might say the test is bad, in which case I would say, 'Fine. Design a better test, and then show it to me.'

              Respecto a Taleb, lo del skin of the game que repites tanto es como básicamente public choice, no? Pero me interesa eso de los consultores: Taleb cree que los consultores distorsionan los mercados porque no tienen el skin el famoso game? Tú también lo crees?

            • El libro es más amplio que el transcript, te recomiendo mucho su lectura.

              El concepto de "skin in the game" hace referencia al "problema de agencia" ("principal-agent problem"). Es evidente que los incentivos de los profesores-investigadores (agente) y el estudiante (principal) están desalineados. El estudiante lo que quiere es que le vaya mejor en su vida profesional. El profesor no se juega nada en como le vaya profesionalmente a sus alumnos (cero "skin in the game").

              Y los alumnos lo descubren pronto, citando a Steven Pinker (Harvard): "a few weeks into every semester, I face a lecture hall that is half-empty, despite the fact that I am repeatedly voted a Harvard Yearbook Favorite Professor, that the lectures are not video-recorded, and that they are the only source of certain material that will be on the exam".

              Mi argumento es que con esos incentivos es un milagro diseñar un sistema útil, y como milagros hay pocos el sistema es, básicamente, inútil (y encima carísimo).

              En este sentido, es prometedora la idea de que el tuition sea un porcentaje de los ingresos futuros de los alumnos. Pero cuesta mucho imaginar a la Universidad de Elche (por poner un ejemplo) aplicando ese modelo.

              Con los consultores sucede igual. Su carrera depende de "aparentar sofisticación" y plantear soluciones con buena "apariencia ex-ante". No existe incentivo ligado a los resultados de la implementación real (o incluso a que se llegen a impletar sus soluciones "de salón").

            • Seguro que el libro de Caplan está muy bien. Pero supongo que Caplan hablando una hora también puede ser iluminador, no? El concepto de aprendizaje de Caplan es muy limitado y eso es un gran problema a la hora de hacer claims como los tuyos ("la universidad no sirve para nada").

              La aplicación del "problema principal-agente" a la educación (curiosa manera de verlo, la verdad) vale para todo el recorrido educativo, no? La educación primaria y secundaria tampoco sirven para nada?

              No acabo de entender la cita de Pinker. Ilustra la sorprendente desmotivación de los alumnos a la hora de asistir a las clases de Pinker. Los alumnos no van a las clases de Pinker porque no sirve para nada? Ir a las clases de Taleb tampoco sirve para nada?

              Y lo de los préstamos para tuitions, tampoco lo entiendo, la verdad. Para qué motivar a los alumnos a asistir a algo que no sirve para nada?

              Me diverte mucho que Taleb se meta con los consultores, pero tus argumentos son un poco flojos. Los consultores hacen un deal y no tienen incentivos de que salga bien porque nunca vuelven a ver a los clientes? La reputación no tiene un papel en este negocio?

    • Lamentablemente creo que tiene mucha razón, José Pablo.
      La universidad, sus dirigentes y me atrevo a decir que buena parte del profesorado viven de espaldas a la sociedad.
      La inmensa mayoría de los alumnos y de las familias pretenden una formación de calidad que les abra puertas en el mercado laboral como profesionales cualificados.
      Sin embargo, una parte muy sustancial de los profesores tienen bastante desprecio hacia la docencia y hacia los alumnos de grado. Lo suyo, dicen, es la investigación. Pero luego los resultados de sus investigaciones suelen ser perfectamente descriptibles.
      Las consecuencias de una docencia nefasta son nulas para los titulares de las plazas.
      Mi experiencia personal, que coincide con la mayoría de mis conocidos:
      5 % de profesores muy buenos o excelentes, de los que se aprende tanto en la parte específica de su asignatura como en una visión más "integral" de la formación.
      10% de profesores buenos, cumplidores, hacen bien su trabajo aunque no sean brillantes docentes.
      35% pasables
      50% entre malos y nefastos, cuando no escaqueados y caraduras. Asistir a sus clases no vale para nada (y lo malo es que ahora obligan).
      Para defenderse de ello, los mejores alumnos buscan determinadas escuelas o facultades (cherry picking) dentro de la mediocridad general; hacen dobles grados; y luego el inevitable master. Todo ello a costa de años, sudores y euros.
      Los alumnos con posibles se van a la privada y pagan por el título, que al final es lo que cuenta.

      • En muchas carreras incluso existe (supongo que seguirá existiendo) el fenómeno de las Academias: lucrativos negocios privados que preparan a los alumnos para aprobar los exámenes y en las que liberarese de los prejuicios y las poses sobre "investigación" y "formación de espíritus libres" les permite ser extraordinariamente eficientes para conseguir aprobados y títulos; que es lo que realmente cuenta porque las capacidades las aprendemos todos trabajando y el título solo hace falta (lamentablemente) para accecer a la auténtica Universiad que es la vida.

        En realidad toda la formación universitaria (excepto en unos pocos casos técnicos: ingeniera, arquitectura, medicina, veterinaria y ya) es un largísimo proceso de selección para tu primer trabajo ... y entonces empiezas a aprender.

        • Des de mi punto de vista así es, una vez empiezas a aprender a "trabajar", lo cuál consiste en hacer un básico cálculo entre el efuerzo que te conlleva el trabajo (coste) y el dinero que te pagan (beneficio).

          No obstante, la universidad si que sirvepara algo más que para superar filtros en procesos de selección. Sirver para inculcar en las mentes de la juventud una semilla de pensamiento crítico que tanto hace falta en este país.

          Como evaluar qué profesores, además de transmitir conocimientos de una forma eficiente, son capaces de inculcar este concepto sea quizás difícil, ya que es difícil medir este concepto por sí mismo, pero en este mundo nada es imposible, siempre podemos investigar 😉

          Por cierto, gracias por el post Pedro.

          • Esa es una interesante teoría Adriá (la de la relación entre Universidad y pensamiento crítico) lamentablemente no respaldada por ningún dato.

            Si como tu mismo mencionas, el pensamiento crítico "tanta falta hace en este país" y nuestra tasa de universitarios esta entre las más altas de Europa, cabe concluir que no parece que la Universidad fomente el pensamiento crítico.

            Y, por cierto, si haces un test de compresión lectora entre los universitarios españoles (y americanos) te llevarás una gran decepción, y con razón, yo no recuerdo que mi universidad fomentase el "pensamiento crítico" (las críticas a los catedráticos más "cabrones" o más "torpes", que de ambos había, sí que se fomentaban ... y mucho, pero dió igual, allí siguieron los de ambos tipos hasta que se jubilaron).

  • Os podemos ofrecer nuestra web que es como un tripadvisor de la educación superior en España.

    http://www.eduadvisor.es

    Sirve para orientar a futuros alumnos por las opiniones de los actuales, anteriores y profesores.

  • Pedro: con respecto a tu comentario sobre calidad docente e investigación te sugiero ver nuestro trabajo con datos de panel de la universidad de Castellón que constata y mide ese efecto tan difícil de capturar.

    (2015) "(How) Do research and administrative duties affect university professors’ teaching?", in Applied Economics, 47, 45, 4868-4883 (with Aurora García-Gallego, Nikolaos Georgantzís. and Joan Martin-Montaner).

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