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Orgullo y Prejuicio en el Siglo XIX. La relación entre matrimonios y desigualdad hoy y en el pasado

de Marc Goñi

Cuando Felipe de Borbón contrajo matrimonio con Letizia Ortiz, la prensa lo celebró como una apertura de la monarquía a la modernidad. ¡El hijo de un rey casado con la hija de una enfermera! Irónicamente, en la sociedad actual, este tipo de emparejamientos son más bien excepcionales: la gente tiende a casarse con quien comparte un nivel similar de educación, de ingresos y estatus social (ver figura 1). Según Greenwood, Guner, Kocharkov y Santos, este fenómeno, conocido como emparejamiento selectivo, ha contribuido significativamente al aumento de la desigualdad en EE.UU que tanto ha dado que hablar últimamente (aquí o aquí). En este blog se han propuesto distintas medidas contra la creciente desigualdad (aquí, aquí, aquí, o aquí). ¿Pero, debemos considerar también medidas que afecten al matrimonio? En esta entrada trataré de responder esta pregunta de actualidad analizando los patrones matrimoniales en una de las sociedades más desiguales de la historia: la Inglaterra Victoriana.

Figura 1 – Parejas en el mismo decil de ingresos (%) en países de la OCDE. Evolución desde los 80 hasta los años 2000.

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Nota: Comparación en base a ingresos netos para países entre corchetes, en base a ingresos brutos para los demás. “Early year” y “Recent year” indicados en paréntesis para cada país.

Fuente: Chen, Förster y Llena-Nozal

Para diseñar medidas de política económica, es esencial entender las causas del emparejamiento selectivo; ¿por qué tu media naranja comparte tu nivel de ingresos? Desde el trabajo pionero de Gary Becker, está bastante aceptado que nuestra pareja depende de nuestras preferencias, pero también de con quién nos encontramos. Mucha gente desearía casarse con George Clooney, pero es realmente difícil llegar a conocerlo. Siguiendo esta lógica, en los modelos de búsqueda el emparejamiento selectivo responde, además de a las preferencias, a dos factores “tecnológicos”: por un lado, cuanto menor sea el coste de búsqueda, más selectivos se vuelven los solteros (aquí). Por otro lado, si el mercado está segmentado — es decir, si los ricos no frecuentan los mismos bares que los pobres — habrá más matrimonios entre iguales (aquí).

A primera vista, uno podría pensar que estos factores “tecnológicos” están detrás del emparejamiento selectivo que observamos en la actualidad. El 60% de las parejas americanas se conocieron en lugares donde la entrada está restringida a similares, como la universidad o clubes sociales (ver tabla 1). Además, en las populares webs y apps de citas como Edarling o Tinder los costes de búsqueda son menores y hay segmentación. No solo se trata de encontrar el amor, sino de no perder tiempo con quien nunca harías “clic”. En Gray & Farrar — a algunos les sonará por sus anuncios a toda página en el Financial Times — la cuota de inscripción son 15000£. Tal y como reza su lema, este servicio “no es para todo el mundo”.

Tabla 1 – Lugar de encuentro (%)

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Fuente: Laumann, Gagnon, Michael y Michaels

Sin embargo, usando datos de speed dating (aquí y aquí) y de webs de citas (aquí), varios economistas llegaron a la conclusión de que el emparejamiento selectivo responde casi exclusivamente a las preferencias de los individuos. Es decir, el proceso de búsqueda en sí no es determinante. En este caso, por mucho que el emparejamiento selectivo conlleve desigualdad, es muy difícil justificar una intervención pública cuyo resultado fuese que uno terminara casándose con alguien que no le guste.

Es difícil creer, no obstante, que las preferencias reflejadas en el speed dating o en las webs de citas son necesariamente las de alguien en busca de una relación a largo plazo. Entonces, ¿existe alguna plataforma similar a Edarling o Tinder pero para matrimonios en vez de citas que podamos analizar? Los lectores de Jane Austen o Anthony Trollope conocen la respuesta. En el siglo XIX, durante siete meses al año, la flor y nata de la sociedad Británica se reunía en Londres y se embarcaba en un sinfín de bailes de debutantes, conciertos y demás eventos sociales. ¿El propósito? Encontrar esposa. Esta particular web de encuentros steampunk se conocía como London Season.

La Season ganó popularidad cuando los matrimonios dejaron de concertarse. Al igual que en las webs de encuentros, los costes de búsqueda eran pequeños. Por un lado, las jóvenes de las mejores familias eran presentadas en la Corte, lo que suponía un anuncio en toda regla de quién estaba “en el mercado”. Por otro lado, al concentrar todos los solteros elegibles en el distrito de Mayfair, uno ya no tenía que emprender largos viajes de mansión en mansión por la campiña Británica en busca de esposa. Bastaba con ir al baile en la calle de enfrente. Por supuesto, no todo el mundo estaba invitado. En la Season, al igual que en muchos mercados matrimoniales hoy en día, había segmentación. Hasta el punto de que los bailes de máscaras, donde los plebeyos solían colarse, ¡fueron prohibidos!

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Harper's Bazaar, 1870

La Season se celebró ininterrumpidamente… hasta 1861. Ese año, el número de participantes cayó dramáticamente (ver figura 2). ¿La razón? La muerte de la madre y del esposo de la Reina. Victoria llevó luto el resto de sus días y, para alegría de futuros economistas, la Season se suspendió de 1861 a 1863. Esta es una de las maravillas de la historia: nos proporciona magníficos experimentos naturales que, en un mundo tan interrelacionado como el actual, son inimaginables. ¿Se imaginan un apagón de todas las webs de encuentros durante tres años?

Figura 2 – Bailes y conciertos en Buckingham

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Fuente: Elaboración propia con datos de los Archivos Nacionales del Reino Unido

¿Cómo respondió el emparejamiento selectivo al cierre de la Season y, por lo tanto, al aumento del coste de búsqueda y a una menor segmentación? No todo el mundo se vio igualmente afectado: la cohorte de mujeres más jóvenes tenía margen de espera; en cambio, independientemente de su estatus social, del patrimonio familiar, de la belleza física, etc., aquellas mujeres que cumplían 22 o más cuando la Season se interrumpió no podían perder ni un segundo si no querían ser tachadas de “solteronas” de acuerdo con los estándares Victorianos. Como ilustra la figura 3, antes de 1861 y después de reanudar la Season, las mujeres en ambas cohortes (mayores y menores de 22 en 1861) tenían las mismas posibilidades de casarse con un plebeyo (el ratio es uno). Sin embargo, una gran brecha se abre en los años sin Season. La cohorte afectada (mayores de 22 en 1861) se casó, en su inmensa mayoría, con plebeyos (el ratio crece hasta 1.8). No solo eso; en mi trabajo también documento que el emparejamiento selectivo en términos de patrimonio de tierras se redujo notablemente (aquí). 

Figura 3 – La interrupción de la Season y los matrimonios con plebeyos

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Fuente: Elaboración propia con datos de Hollingsworth

Aunque estos resultados se enmarcan en un contexto histórico específico, permiten arrojar luz sobre una pregunta difícil de contestar con datos actuales. La evidencia sugiere que las reducciones en los costes de búsqueda y las prácticas segregativas que promulgan algunas webs de encuentros pueden propulsar el emparejamiento selectivo, lo que a su vez puede conllevar una mayor desigualdad en la distribución de la riqueza. Dado que esto es, en parte, resultado del proceso de búsqueda y no solo de las preferencias de los individuos, el margen de intervención puede ser más grande de lo que inicialmente creíamos.

En definitiva, en El Capital en el Siglo XXI Piketty predice que, salvo que se tomen las medidas adecuadas, veremos un futuro dominado por rentistas cómo en las novelas de Jane Austen. Al analizar los matrimonios de, precisamente, estos Mr. Darcys, nos damos cuenta que quizás estas “medidas adecuadas” deben considerar también las webs de encuentros, la segregación en los colleges, los clubs sociales y demás mercados matrimoniales.