¿Es la corrupción contagiosa?

corrupción De Pedro Rey Biel  (@pedroreybiel)

Imagino que muchos de ustedes verán la palabra "corrupción" en el título de esta entrada y les entrarán ganas de echar a correr. Es triste que éste haya tenido que ser también un tema recurrente en nuestro blog (por ejemplo, aquí, aquí y aquí), y que no haya día que no nos levantemos con un nuevo caso, especialmente ahora con la revelación a cuentagotas de los implicados en los "Papeles de Panamá". Pero, ¿deberían tener que leer otro día más sobre corrupción? Precisamente les quiero hablar hoy sobre cuáles son los efectos de vivir rodeados de corrupción y, con ello, sobre si es beneficioso  mantener el foco informativo sobre el tema. Conocer más sobre la corrupción, nos hace ¿más o menos corruptos?

Un ambicioso experimento internacional recientemente publicado en Nature por Simon Ghäcter y Jonathan Schulz nos da una primera pista sobre cómo contestar. Los autores construyen lo que llaman un "índice de prevalencia de ruptura de normas" (PRV, "prevalence of rule violation index"), que engloba medidas ya contrastadas como la calidad democrática de los partidos políticos de cada país, estimaciones de la cantidad de actividad económica ilícita y niveles de corrupción.  En el mapa pueden ver que cuanto más oscuro es el color del país, más corrupto es de acuerdo a este índice. mapacorrupcion

A su vez, realizan en 23 países distintos, entre ellos España (Universidad de Granada, coordinado por Antonio Alonso y Antonio Espín) un experimento similar al que ya les conté, junto con Marta Serra, en esta entrada, consistente en declarar el resultado del lanzamiento de un dado, de forma que cuánto más alto sea el número que se diga, más cobra el participante del experimento. Como se pueden imaginar, la clave del experimento es que el verdadero resultado del dado es anónimo y por tanto, se puede detectar si los individuos de un país concreto mienten más o menos en función de cuánto se desvíe la distribución de los números que dicen de lo que estadísticamente habría salido en un dado completamente aleatorio. El resultado principal del artículo es que existe una alta correlación entre el índice PRV de un país y el comportamiento deshonesto individual en cada país en el que se hace el experimento.En este sentido, el experimento recuerda al artículo de Fisman y Miguel, en el que encontraban una alta correlación entre los índices de corrupción de un país y el número de multas de trafico (que hasta cierta fecha no tenían que pagar) impuestas a los diplomáticos de las Naciones Unidas en Nueva York de cada país. Aquellos diplomáticos de países más corruptos, eran los que se aprovechaban de no tener que pagar las multas y peor aparcaban sus coches.

Pero, ¿cómo llega un país a ser más corrupto que otros? El psicólogo social de Stanford Philip Zimbardo realizó a finales de los años sesenta un curioso estudio conocido como el "experimento de la ventana rota". Aparcó dos coches descapotables idénticos y sin matrículas en dos areas urbanas diametralmente opuestas: el Bronx en Nueva York y Palo Alto en California. El coche del Bronx fue inmediatamente asaltado, y a la media hora de aparcarlo no quedaban ni los asientos, ni la radio,  ni las ruedas... !ni el mechero!. Por contra, el coche de Palo Alto, permaneció aparcado sin desperfectos en esta zona residencial rica durante algo más de una semana. ¿Quiero ésto decir que los ricos no roban? No tan deprisa. Después de una semana, Zimbardo rompió una ventana del coche de Palo Alto y a partir de entonces... !el caos! Este coche también quedó destrozado. Su conclusión es que el vandalismo, como cualquier otro comportamiento antisocial, puede ocurrir una vez las barreras sociales, el sentido de respeto mutuo y de obligaciones hacia los demás, son reducidas hasta el nivel de que "a nadie le importa" o" que total, todos lo hacen". ¿A qué les suena ésto? Pues precisamente al argumento que dio el cantante y presentador Bertín Osborne la semana pasada para justificar el haber tenido sociedades en paraísos fiscales para ahorrar impuestos (aquí, en serio, y aquí, con un poco de humor).

¿Qué podemos hacer entonces? En un experimento publicado en Quantitative Economics junto con Nagore Iriberri vimos que la información puede tener un papel fundamental. En nuestro laboratorio pedíamos a los sujetos que eligieran entre tres formas de distribuir una cantidad de dinero entre ellos y otro sujeto. La primera opción daba unos ciertos pagos a cada sujeto. La segunda era tal que el sujeto que decidía podía perder algo de dinero para que el otro ganara algo. Si elegía la tercera opción el decisor perdía dinero pero en este caso para que el receptor perdiera más. Variábamos la cantidad de dinero que el receptor ganaba o perdía para poder clasificar a nuestros participantes en distintos tipos, según sus preferencias "sociales". Obtuvimos que alrededor de la mitad eran "egoístas", elegían la opción 1, de forma que no estaban dispuestos a renunciar a ningún pago por dar o quitar a los demás. Pero alrededor de un 40 por ciento eran o bien "maximizadores del bienestar total" que daban dinero a otros si lo que ellos perdían era menor que lo que los otros ganaban o eran "aversos a la desigualdad", es decir, daban o quitaban dinero en función de cuál de los dos tuviera más. Sorprendentemente, alrededor del 10%  de nuestros participantes eran "competitivos", y quitaban dinero a los demás incluso aunque fuera costoso para ellos mismos. La novedad de nuestro experimento no era tanto esta clasificación de los participantes sino que a la vez les preguntábamos sobre cuál creían que sería la distribución de comportamientos de los demás.  Obtuvimos como resultado que la mayoría de la gente tiende a creer que los demás son como ellos, asignando las más altas frecuencias al comportamiento correspondiente a su propio tipo. Es decir, si soy un maximizador social creo que, en general, los demás también lo son. Sin embargo, dado que los participantes cometían errores en sus apreciaciones sobre los demás, podíamos explorar también qué ocurre cuando las creencias que tenemos sobre cómo son los demás, son corregidas por la realidad. Es decir, damos información a los participantes sobre el verdadero comportamiento de los demás y les volvemos a pedir que elijan entre distribuciones, para saber si la información sobre cómo es la sociedad que a uno le rodea cambia su forma de comportarse. El resultado más general es que los tipos más sociales son más sensibles a la información, mientras que otros tipos, especialmente los más egoístas, apenas reaccionan al saber que los demás son más generosos de lo que esperaban. Lo más importante que observamos es que variando la información que dábamos a los participantes, podíamos obtener cambios en su comportamiento que iban en la dirección de la información que les dábamos. Es decir, hasta cierto punto, podemos conseguir que los individuos se comporten de forma más generosa si les decimos que quienes les rodean son más generosos de lo que esperan... pero también podemos hacer que vayan más a lo suyo, que estén dispuestos a perjudicar a otros, diciéndoles que los demás son menos generosos de lo que ellos piensan.

Por todo ello, me pregunto hasta qué punto la saturación de información sobre corrupción o la publicación de listas de defraudadores fiscales, necesarias para que haya transparencia y consecuencias reales de los comportamientos deshonestos, no está incentivando y justificando a su vez esos mismos comportamientos. Quizá la clave sea seguir denunciando estos casos pero aclararle a Bertín, y a tantos que otros, que no todos evadimos nuestros impuestos y que incluso nos parece bien pagarlos... mientras se utilicen para lo que están pensados. Mañana Nacho Conde les hablará de dónde estamos en esa lucha contra el fraude fiscal.

Hay 11 comentarios
  • Yo creo que la corrupción también va asociada al concepto del estado capitalista donde lo que prima son los beneficios del capital, y por ende los personales . Pero estoy de acuerdo la corrupción , no es exclusiva de la clase política, solo a algunos les interesa que se vea reflejado así. Si se desprestigia la clase política "tendremos que buscar a un salvador" pero eso ya es otro tema

  • Si bien la información sobre el comportamiento social puede alentar la imitación de ese comportamiento supuesto, la creencia de que la Administración Pública resulta eficaz en la lucha contra comportamientos ilegales puede actuar como freno, desincentivar dichos comportamientos.

    Un actor racional tendrá menor expectativa de beneficio por actividades ilícitas si cree que las probabilidades de ser 'cazado' son altas, y por tanto se reducirán los comportamientos indeseables. Aquí un experimento muy interesante sobre evasión de impuestos en Dinamarca: http://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.3982/ECTA9113/abstract

    Me pregunto si la información mediática que recibimos no podría incrementar nuestra creencia de que las instancias judiciales y policiales actúan con eficacia, y desincentivar de este modo la comisión de delitos.

  • Dado que vuestros experimentos apuntan en dirección a que la corrupción es intrinseca a nuestra sociedad, no pudo negar ese egoísmo innato. Pero si puedo, sin querer adelantarme al análisis de Nacho, afirmar que un modelo de vigilancia y control que:
    -No persigue a los inductores y participes necesarios, existen corruptos y corruptores; y muchas veces son estos últimos los que más se benefician y a los que no se persigue.
    -No facilitar la denuncia desde dentro de las tramas, dando soporte a los "arrepentidos" o "denunciantes sin participación" (Esos se exponen ariesgando su posición)
    Favorece la realimentación del comportamiento egoísta y no facilita que un observador o participe (Quienes antes disponen de información) denuncie y con ello se evite la realimentación.
    ¿Es posible que la continua exposición informativa a noticias de corrupción influya en los comportamientos? Seguro, cuantos no nos sentimos mínimamente "idiotas" por no aprovechar en nuestro favor oportunidades pasadas despues de ver semejante extensión. Aquí creo que reside el problema, si se extiende o si simplemente no se castiga con prontitud, pasa a generar esa sensación de convertirse en "tonto honrado" que en su busqueda del bien común puede renunciar a algo (no a cualquier cosa) Y descubre que hay algunos que son los que se apropian de su generosidad. Eso es frustrante y lógicamente lleva a reducir la solidaridad; que describe no solo empatia sino también la capacidad de reconocer los riesgos personales futúro...."hoy por mi y mañana.... ¿por mi también para algunos?"

  • Interesante y muy oportuno post, Pedro. Y reconfortante el "zasca" a Bertín y a los que piensan como él ("es que es legal...", dicen); después de ver tantas declaraciones en televisión de este tono, tarda tiempo en que se pasen las arcadas...

    Por ello, uno ya lo que se plantea es ¿Qué hacer? Resulta algo reconfortante ver que, tarde y con cuentagotas, la policía, los fiscales y los jueces, van presentándonos resultados a los ciudadanos. Pero, aunque imprescindible, solo la labor punitiva de la justicia en los casos de corrupción no es suficiente. Resulta esencial cambiar los valores dominantes y el comportamiento general de la población.

    En este sentido me gustaría llamar la atención sobre un informe elaborado hace algo más de tres años por la OCDE por encargo del G-20: “G20 Anti-Corruption Action Plan. Action point 7: Protection of Whistleblowers” .

    Podemos traducir “whistleblower” al español en el sentido del informe como “denunciante”, si bien hay que aclarar que en inglés, en sentido estricto, el "whistleblower" es un denunciante dentro de la propia organización. Lo que la OCDE recomienda es crear incentivos en las organizaciones públicas y privadas (no hay corruptos sin corruptores) para fomentar la denuncia por parte de los propios miembros de las organizaciozaciones y empresas de las prácticas corruptas que éstas practican.

    ¿Seremos capaces, en este contexto, de dar el paso de dejar de denigrar al "soplón" para considerar al "denunciante" como el cumplidor con una obligación ética y ciudadana?

    • En democracia hay una línea fundamental que divide los comportamientos legales de los ilegales. La falta de subjetividad de esa línea y su publicidad antes de decidir mi comportamiento es la base del sistema.

      Substituir el debate legal-ilegal por el de atenerse o no "a los valores dominantes y al comportamiento general" suena, peligrosamente, a leyes de "vagos y maleantes", a "letras escarlatas" o a "principios fundamentales del movimiento".

      No hay nada ilegal en tener un trust en Panama y para criticar con alegría estrategias ajenas para optimizar impuestos primero hay que estar en la situación de tener que pagar a Hacienda 5,000,000 de euros (con 6 ceros), después de todo es muy fácil ser generoso con el dinero de otros.

      Y se puede criticar, incluso desde la ignorancia de no saber si actuaríamos igual para ahorrarnos cantidades así de millonarias, pero no se puede, en democracia, criminalizar comportamientos legales, sobre todo los que no gustan por referencia a supuestos "valores dominantes".

      A alguien le puede parecer impresentable tener un trust en Panama y a otros les puede parecer impresentable que el Estado te quite por la fuerza 5 millones de euros de tu propio dinero, pero ambas opiniones son irrelevantes en democracia donde lo que cuenta es que es y que no es legal.

      • Llevo años con una pesadilla....pagar millones a hacienda....pero como no se cumple y según pasan los años: ¡Cada día duermo mejor!
        La Legalidad-Ilegalidad son la frontera. Y tener sociedades fuera por realizar actividad económica fuera es legal. Crear estrucutras empresariales sin actividad real solo para simularla y con el único objetivo de reducir la factura fiscal, por simulación u ocultación: NO. Es cierto que resulta dificil de demostrar y como consecuencia puede pasar por NO Ilegal.
        Pero la condena moral está asegurada y justificada. En especial cuando, por una situación economicamente mala, soportar el estado se hace más complejo por la caida de ingresos. Siguiendo ejemplos así, pagar un 21% de IVA para una familia que ingresa 600€/mes es, en proporcion, mucho más confiscatorio. Les obliga a vivir con 450...más de 10.000 familias sobreviven con el neto de quien paga 5mill en impuestos.

        • Es difícil pagar millones a hacienda durmiendo bien, en general es difícil conciliar el sueño incluso las noches que consigues acostarte.

          No hay nada ilegal en que una sociedad panameña no pague impuestos por actividades económicas realizadas fuera del país y las actividades "irreales" no generan ingresos así que no hay nada taxable en ellas (cuidado con las frases hechas de políticos en campaña o de la prensa económica).

          No hay nada de racional en los esquemas fiscales, son fruto de la necesidad de combinar discursos "redistributivo-buenistas" con "intereses especiales" y, al mismo tiempo, conseguir que todo el sistema mantenga incentivos suficientes. El resultado es incomprensible, absurdo, distorsionador y consumidor de energías infinitas.

          Las "condenas morales" son extraordinariamente peligrosas. Son básicas para decidir mi comportamiento individual (yo me comporto de acuerdo a mis valores y a mis condenas morales), pero las "condenas morales colectivas" han conducido (y volverán a hacerlo) a algunas de las mayores barbaridades de la historia. La legalidad/ilegalidad es un sistema infinitamente superior a Hipatia de Alejandria arrastrada por el suelo de cualquier "iglesia" (incluso la del templo de la "redistribución").

          • Pregúntale a Urdangarín por el instituto Noos. A ver si es verdad que las actividades irreales no generan ingresos "muy reales".

            Tener una sociedad en Panamá sin actividad, es contexto necesario para ocultar una cuenta en Suiza. Amén de que además el titular de sea un testaferro. Que no sea ilegal no lo hace menos reprobable, cuando nadie establece una sociedad para tenerla sin actividad. Claro, todo esto, hablando del residente en España y con su actividad económica en el país.

            La condena moral significa además otra cosa tanto o más peligrosa que los populismos, y es la destrucción de la conciencia tributaria. Como bien han comentado más arriba, genera en la conciencia del obligado tributario la idea de que es tonto de remate porque con su misérrimo sueldo contribuye a mantener al Estado y los servicios sociales en mayor medida, y por lo tanto injustamente, (que es la idea de justicia y su violación, lo que acaba realmente por conformar esa condena moral) que aquel que disfruta de unos ingentes ingresos y debería contribuir en mayor medida, pero que sin embargo, la realidad es que no contribuye lo que debería.

            Por cierto, por mucho que balbuceé Bertín Osborne en contra de su señalamiento por mantener una offshore en Panamá, la realidad es que su dudosa moralidad está más que justificada cuando Hacienda lo condenó y multó en su día a pagar 5 millones de euros, ( indica que al menos defraudó dos) y a día de hoy todavía anda pagando a plazos.

            • Los sueldos misérrimos no mantienen el estado de bienestar: contribuyen menos que el valor de lo que reciben. Unos pocos son contribuyentes netos y una mayoría receptores netos. Eso significa “progresivo”. Nos puede parecer adecuado o inadecuado (es un debate "político"), pero impide empezar frases por "todos contribuimos ..." sin faltar a la verdad.

              Al que le toca contribuir mucho busca contribuir menos y quien se beneficia busca beneficiarse más. Es delito hacerlo más allá de la legalidad y eso es criticable. Forma parte de la “lógica” del sistema hacerlo dentro de la legalidad y/o modificando las leyes a través del poder de elegir gobernantes o "capturar al regulador".

              No es por la responsabilidad de los receptores netos del estado que se reducirán las transferencias y no es por la generosidad de los contribuyentes netos que aumentará la recaudación.

              No cabe esperar "moral" de un sistema que la destruye: no existen ni la "solidaridad forzada" ni la "solidaridad con dinero ajeno" y nunca se recibe "demasiado". El sistema se creó (Bismarck) para ganar la lealtad de las masas hacia los (nuevos) estados nacionales y evitar el socialismo (irónico!).

              Esperar “moral” en una arbitrariedad tan manifiesta de los “dame” y los “recibe” es de una inocencia conmovedora y peligrosa http://www.amazon.com/Hitlers-Beneficiaries-Plunder-Racial-Welfare/dp/0805087265 . Es fácil pasar de “los ricos”, a “los de Panama”, a “los extranjeros” o a “los judíos” cuando lo que se trata es de mantener “mis beneficios” (o, para los gobiernos, la "vital" lealtad/voto de los ciudadanos).

  • Puede que es convencimiento y honradez sean importantes para evitar la corrupción, pero hay otras claves. La probabilidad de que te pillen, magnitud del castigo y las dificultades para corromperse.

    Creo que actualmente la eficacia policial y judicial contra la corrupción es mucho mayor, y de aquí que salgan tantos casos en su mayoría antiguos. La percepción de que es fácil que te pillen e ir a la cárcel como estamos viendo, influirá en que mas gente renuncie a practicas corruptas.

    El mejor castigo, aparte de un tiempo de cárcel , es quitarles el dinero. Las leyes anti blanqueo parecen estar funcionando, tal como hemos visto recientemente con un ex-banquero.

    Por otra parte esta evitar oportunidades. Buenos procedimientos de contratación publica y regulaciones claras, sencillas y poco intervencionistas dificultan la corrupción. No hay nadie mas honrado que quien carece de la oportunidad de corromperse.

    Algo se ha hecho en este ultimo punto en los últimos años, pero aun hay mucho mas por hacer. Los complejos y arbitrarios planes de urbanismo por algo son el mayor foco de corrupción. Una mejor regulación urbanística, menos arbitraria e intervencionista seguro evitaba infinidad de casos. Unos procedimientos de compras publicas mejores en autonomías y ayuntamientos impedirían la mayoría de los casos de tramas corruptas que hemos conocido recientemente.

    De todas formas pasaran años hasta que se vea el efecto de la avalancha de casos de los últimos años. En mi opinión la corrupción bajara, por el riesgo percibido de ser detectado y menor incentivos en urbanismo por la crisis inmobiliaria.

  • Parece que se mezclan dos temas distintos aquí. Uno es el de la 'corrupción moral'. Establecer una escala arbitraria de valores con los que hacer juicios de valor para clasificar a la gente en morales o inmorales, incluso diseñando experimentos para dar a ese moralismo atávico una apariencia de cientifismo, es algo sin más recorrido fuera del mero discurso moralista, diría yo.

    La corrupción política y administrativa, en cambio es un asunto distinto, y es una lástima que no se haya aplicado a ella el análisis económico. Es sabido que las leyes excesivamente coercitivas y arbitrarias fomentan la corrupción. Y tiene todo el sentido. Si la existencia de malas leyes causa una pérdida de bienestar a un agente económico, éste tendrá un gran incentivo para incumplirla (técnicamente para cometer 'fraude'; pero para utilizar ese término antes habría que demostrar la legitimidad del estado para generar malestar a su capricho). De igual manera, si el poder es arbitrario, y la realización de un negocio no depende de unas reglas conocidas y claras, sino del capricho de algún político o funcionario, una vez más, el incentivo para dar y recibir sobornos es elevado.

    Cuando las normas no proceden de la compresión de la naturaleza de las personas y las cosas, sino de la fe en unos ideales morales tradicionales, culturales o religiosos, el choque entre éstos y la realidad se traduce necesariamente en corrupción, puesto que los agentes económicos son racionales, no fanáticos irracionales. Un estudio sobre esto habría sido muy interesante.

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