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¿Nos hubieran salvado las Lehman Sisters?

Neelie Kroes, la comisaria de competencia de la Unión Europea dijo aquella famosa frase que si “Lehman Brothers hubiera sido Lehman Sisters la crisis no se hubiera desencadenado de la misma manera”. El argumento principal es que las mujeres son más adversas al riesgo y, por tanto, hubieran aportado una perspectiva diferente a la toma de decisiones más riesgosas. Y esta frase ya forma parte de nuestro imaginario de la crisis.
Tenemos bastante evidencia que la población de mujeres presenta un perfil más adverso al riesgo que la población de hombres (ver el post reciente de Manuel Bagües). Sin embargo, antes de generalizar, deberíamos saber más sobre las preferencias y la actitud ante el riesgo de aquellas mujeres que hacen carrera en finanzas, en banca o que ya han logrado altas posiciones como ejecutivas o miembros de un consejo. Sabemos que están altamente preparadas, que pocas de ellas deciden tener hijos, pero en relación al riesgo ¿estamos hablando de una subpoblación muy distinta? La incipiente evidencia apunta a un problema de selección fuerte.

En un reciente artículo Renee Adams y Patricia Funk (2012) lanzan una encuesta sobre valores y perfil de riesgo a todos los CEOs y miembros de los consejos de empresas públicas suecas. El estudio encuentra que este grupo de mujeres valora menos la seguridad y la tradición (optan por decisiones menos convencionales) que los hombres y, además, son ligeramente más amantes del riesgo – obviamente se ha controlado por edad, características de la familia, educación y experiencia profesional (la ventaja de hacer estudios en Suecia). Si bien en Suecia el nivel de paridad de género es muy elevado, Adams y Funk argumentan que los resultados pueden ser extrapolables a países ricos y desarrollados. De hecho, sugieren que en países con menor índice de emancipación las diferencias entre la población y el subgrupo se ampliarían. Cuanto mayores sean las barreras de género para acceder a ciertas carreras, mayor será la selección de rasgos más masculinos.

En línea con esta idea, Aldo Rustichini y Luigi Guiso (2013) exploran el ratio de la longitud del segundo dedo de la mano sobre la longitud cuarto dedo (el denominado 2D:4D) para una muestra de mujeres emprendedoras en Italia. Ya vimos en un post anterior que a menor ratio 2D:4D mayores son los niveles pre-natales de testosterona y los individuos son más propensos a tomar decisiones arriesgadas. Sorprendentemente, el estudio encuentra que en las zonas de Italia con valores más conservadores, el ratio 2D:4D de las mujeres es significativamente menor: por encima de una desviación estándar!

¿Y para una población más homogénea de estudiantes de MBA en la super competitiva universidad de Chicago? Adams y Ragunathan re-examinan los datos de Sapienza, Zingales y Maestripieri (2009) y encuentran que existen diferencias de perfil de riesgo según la elección de carrera. Mientras que los hombres que optan por finanzas son idénticos a la muestra completa de hombres, las mujeres son más amantes del riesgo respecto a la muestra de mujeres. En la tabla se presentan las diferentes proxies de riesgo (lotería y marcadores biológicos) y vemos que las diferencias entre hombres y mujeres desaparecen al controlar por carrera.

tabla

 Ante esta evidencia es válido preguntarse si los consejos de entidades financieras más diversos en cuanto al género, son realmente menos propensos a la toma de decisiones arriesgadas. Adams y Ragunathan 2013 analizan una muestra de 300 bancos e instituciones financieras americanas durante la crisis. Estudian la relación entre la diversidad de género en los consejos y diferentes medidas de actividades de riesgo (como el uso de “Mortgage Backed Securities” MBS) y medidas generales de riesgo (como la volatilidad, el riesgo idiosincrático y medidas de bancarrota como el Z-score).  Dado que además tenemos un problema de endogeneidad – ya que las empresas escogen el perfil de riesgo de sus consejos – utilizan un instrumento interesante: las conexiones o “exposición” de los hombres en el consejo con mujeres en otros roles ejecutivos fuera de ese consejo.

El artículo muestra que la presencia de mujeres en los consejos de los bancos no está relacionado con menores índices de riesgo: no hay menor actividad de MBS, ni menos riesgo de cola, ni menor riesgo idiosincrático. Únicamente encuentran que la proporción de mujeres en el consejo está asociado con una mayor probabilidad de bancarrota estimado por el Z-score.

Entonces, si la diversidad de género no parece mitigar el riesgo, ¿de qué manera es relevante? Los bancos con una mayor proporción de mujeres en el consejo obtienen mejor rendimiento en términos de Tobin Q, de Roa y una fracción menor de deuda morosa. También muestran que los consejos con más mujeres funcionan de manera distinta: los miembros del consejo participan más en las reuniones y tienen menos problemas de falta de asistencia. Por último, un dato interesante es que los  bancos con mayor diversidad de género devuelven los fondos del TARP con mayor probabilidad.

Volviendo a Lehman Sisters, si la diversidad de género se consigue a través de la selección de un pool muy reducido de mujeres, éstas tendrán perfiles bastante más únicos y alejados de la media de la población. Por lo tanto, entender las características y las preferencias de las mujeres que optan por carreras en finanzas puede ayudar a reducir la discriminación estadística.

Por otro lado, si las cuotas abren la puerta a un número mayor de mujeres cuyos perfiles estén a camino entre la población y el grupo de pioneras, se ganará en mayor diversidad. Es clave ampliar el pool de mujeres eliminando las barreras de entrada basadas en el género: ya sea debido a la discriminación estadística o la persistencia de valores culturales que hacen más costoso para las mujeres optar a estos puestos de trabajo.

Desgraciadamente, no creo que las actuales Lehman Sisters nos hubieran ayudado a sortear la crisis.