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Venezuela: país en crisis (parte I)

No es un secreto que la economía venezolana está sumergida en una grave crisis desde 2014. Durante ese periodo el PIB real per cápita ha caído alrededor del 20%. Por si esto fuera poco, según estimaciones del FMI, el PIB, en términos reales, caerá un 4,5% en 2017. Al mismo tiempo, la inflación se ha acelerado y cerrará este año alrededor de 500%, lo cual pone al país a la entrada de un proceso hiperinflacionario el próximo año. Todo este panorama se hace aún peor cuando consideramos los altísimos niveles de escasez, especialmente de medicinas y otros productos de la cesta básica.

Esta gravísima crisis económica y social ha sido causada por un conjunto de factores, donde destacan el pésimo manejo de la política macroeconómica tanto de la actual administración de Maduro como del gobierno de Hugo Chávez.

Antecedentes

Para entender por qué la gestión de la política macroeconómica chavista es la principal causa de la actual crisis es importante mirar el pasado reciente. No es un secreto que la economía venezolana baila al son del precio del petróleo y que, durante 2004-2014, experimentó una enorme bonanza petrolera. En ese periodo, del precio de su petróleo pasó de aproximadamente 25 dólares por barril (US$/b) en 2003 a 40 US$/b a finales de 2004, llegando a un pico de 120 dólares en junio de 2008 (Gráfico 1). Luego de una fuerte caída a raíz de la crisis financiera global de 2008-2010, el precio del petróleo venezolano volvió a alcanzar la cota de los 100 dólares en el primer trimestre de 2011, manteniéndose alrededor de ese valor hasta junio de 2014 cuando comenzó la aguda caída que lo llevó a un mínimo de 24 US$/b a comienzos de 2016.

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Este más reciente desplome de los precios del petróleo es sin duda la chispa que encendió la actual crisis económica que vive el país. Sin embargo, la magnitud y duración de la misma son, como ya hemos dicho, consecuencia de las políticas de los gobiernos de Chávez y Nicolás Maduro.

Una muestra de lo que estaba por venir fue la recesión de 2009-2010 luego de la caída de los precios del petróleo en 2008. Durante esos dos años el PIB cayó 3,2 y 1,5%, respectivamente. Para hacer frente a la crisis y el declive de los ingresos externos, el gobierno redujo la asignación de divisas, provocando una caída de 6% en las importaciones en 2009. Además, el gobierno realizó un ajuste fiscal, recortando el gasto y aumentando el IVA en 3 puntos porcentuales en 2009, y devaluó la moneda en 2010. Cuando los precios del petróleo empezaron a subir nuevamente y volvieron a alcanzar niveles estratosféricos en 2011, la economía retomó la senda expansiva con un crecimiento promedio de casi 5% anual durante 2011 y 2012.

En contraste, tenemos el caso de Nigeria, cuya dependencia del petróleo es similar o incluso mayor a la de Venezuela. Por ejemplo, las exportaciones petroleras representan entre un 80-90% de los ingresos fiscales del gobierno y casi la totalidad de sus exportaciones. Con el hundimiento de los precios del petróleo durante en 2008-2009, los ingresos fiscales cayeron más de 40%. Eso llevó al gobierno nigeriano a recurrir a su fondo de ahorro petrolero para amortiguar el impacto de dicha caída. Esto, conjuntamente con otras medidas implementadas por el banco central para evitar el colapso del sistema financiero doméstico que estaba expuesto tanto a la crisis financiera internacional como al descenso de los precios del petróleo, permitió que la economía nigeriana apenas sintiera los efectos de la crisis global de 2008-2010. Durante esos años, el crecimiento permaneció estable con tasas de entre 6-8%.

Causas estructurales de la crisis I: (In)dependecia del Banco Central

El desgobierno en materia macroeconómica se puede dividir en dos grandes categorías estrechamente relacionadas. Por un lado, tenemos la desastrosa gestión de los ingresos petroleros externos y, por el otro, el conjunto de políticas y leyes impulsadas desde el gobierno que han introducido enormes distorsiones y desequilibrios macroeconómicos.

La pésima gestión de la renta petrolera fue facilitada por la destrucción del marco institucional que regía las políticas fiscal y monetaria. Uno de los hitos que más contribuyó a dicha destrucción institucional fue la reforma de la Ley del Banco Central de Venezuela (BCV) en 2005, que debilitó sustancialmente su independencia. Esta reforma permitió la transferencia, sin contrapartida, de “reservas internacionales excedentarias” a un ente financiero gubernamental (FONDEN), capaz de ejecutar gasto cuasi-fiscal con poca supervisión por parte de otros órganos del Estado.

La reforma también levantó la obligación que tenía la empresa estatal petrolera PDVSA de vender sus ingresos externos al Banco Central de manera exclusiva. En cambio, la reforma permitía a la estatal petrolera transferir directamente al gobierno recursos excedentarios. Según cálculos del economista venezolano Leonardo Vera (ver aquí), estás transferencias fueron de 115 mil millones de dólares durante 2005-2013. Para poner esta cifra en perspectiva, es útil saber que esta equivalía aproximadamente a 1,6 años de exportaciones petroleras y 2 años de importaciones en ese mismo periodo. Desafortunadamente, gran parte de estos recursos se gastaron poco transparentemente en proyectos ineficientes.

Esta reforma, en definitiva, debilitó significativamente la capacidad del Banco Central de manejar efectivamente la política monetaria y cambiaria. Una prueba de esto es el comportamiento de las reservas internacionales del BCV durante el periodo 2005-2014 (Gráfico 2). Para el momento de la promulgación de la reforma de la Ley del BCV en julio de 2005, las reservas eran casi 30 mil millones de dólares. Una década más tarde, en octubre de 2014, luego de una bonanza petrolera extraordinaria, las reservas se encontraban en 21 mil millones de dólares. Si no se hubiesen transferidos las llamadas reservas excedentarias del BCV al gobierno, la reservas internacionales habrían alcanzado 82 mil millones de dólares hacia finales de 2013, un monto similar a las exportaciones petroleras de ese año.

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En 2009 y 2010 se promulgaron otras dos reformas adicionales a la Ley del BCV que minaron aún más la independencia del Banco Central y su capacidad para gestionar la política monetaria. Para más detalles sobre las reformas a la Ley del BCV, pueden leer esta nota del economista venezolano Luis Zambrano (aquí).

En una próxima entrada, ahondaremos en las causas estructurales de la actual crisis venezolana. Como ya veremos, el debilitamiento de la independencia del Banco Central está en el centro del espiral inflacionario que padece Venezuela desde 2013.