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¿Las embarazadas en paro tienen bebés más sanos?

La semana pasada me vi envuelta por sorpresa en una polémica en los medios de comunicación y las redes sociales, con insultos en twitter incluidos. Aprovecho mi entrada de hoy para compartir la experiencia y aclarar algunos puntos.

Todo empezó porque la revista generalista americana The Atlantic sacó en Marzo un artículo comentando los resultados de mi investigación con Ainhoa Aparicio sobre la relación entre el ciclo económico y la salud neonatal. En Mayo, el diario catalán Ara me contactó para escribir también sobre esto, en un artículo que se publicó el 31 de Mayo. Y a partir de ahí, varios medios nacionales más se hicieron eco, incluyendo RTVE, el periódico ABC, etc. Tanto en estos medios como en twitter, se han podido leer comentarios muy críticos, algunos de ellos abiertamente insultantes.

Para entender esto, hace falta aclarar que el tipo de titulares que se han publicado ha sido como el del ABC: “Las embarazadas en paro tienen bebés más sanos.” Así, quizá no sorprenda que los comentarios más moderados fueran del tipo: “¡Osea que ya sabes! Si estás embarazado y en el paro todo va bien, no hay por qué preocuparse. El paro es bueno”, o “Ya decía yo que este gobierno no da puntada sin hilo. Ahora resulta que el incremento del paro, sobre todo entre las mujeres, era por su bien y por el de los posibles bebés que traigan a este mundo.” Y por supuesto, no faltaron las acusaciones de “cerdos neoliberales”, incluyendo en el lote a mi institución, la Barcelona GSE. Otros resaltaron que yo ahora decía lo contrario a lo que defendí en un post anterior de Nada Es Gratis, en el que defendía el derecho a desarrollarse profesionalmente de las mujeres con hijos.

Para entender la polémica, lo primero es explicar nuestros resultados: lo que podemos concluir de nuestra investigación, y lo que no. Un adelanto: de nuestros resultados NO se puede concluir que las embarazadas en paro tienen bebés más sanos.

Empezamos el proyecto pensando que la crisis actual podría estar teniendo efectos negativos sobre la salud. Se nos ocurrió estudiar los datos de salud de los recién nacidos (como el peso al nacer), procedentes de las partidas de nacimiento y disponibles a través del INE. Nuestra hipótesis de partida era que la caída en los niveles de ingresos de las familias se pudiera estar viendo reflejada en bebés más pequeños, lo que sería preocupante dados los efectos negativos a largo plazo del bajo peso al nacer, como se ha documentado en varios estudios recientes. Para estudiar esta pregunta, calculamos las tasas de paro por provincias de 1980 a 2010 con datos de la Encuesta de Población Activa. Luego recogimos los datos de todos los nacidos en España durante estos 30 años, y enlazamos la fecha estimada de concepción con la tasa de paro provincial. Por fin, estimamos regresiones donde la variable dependiente era el peso de cada bebé al nacer, y la variable explicativa principal era la tasa de desempleo provincial. Controlamos por efectos fijos de provincia y de año, y por tendencias lineales a nivel de provincia.

Los resultados fueron claros, aunque sorprendentes: un aumento en la tasa de paro provincial de 10 puntos porcentuales va asociada a un aumento significativo en el peso de los recién nacidos, de unos 100 gramos en media. La polémica estaba servida.

El resto del artículo lo dedicamos a intentar descifrar el por qué de esta asociación (que por cierto también se ha documentado en otros países, por ejemplo EEUU). El primer candidato es un efecto selección (o composición). La natalidad es más baja en épocas de crisis, y puede que las mujeres que se deciden a tener un hijo en épocas de recesión tengan características particularmente favorables para la salud del bebé (nivel socioeconómico alto, buena salud, etc). Nuestro análisis sugiere, sin embargo, que esta no es toda la historia. Incluso comparando los hijos de la misma madre, aquellos que nacen en épocas de mucho paro pesan más que sus hermanos nacidos en años de bonanza.

¿Qué está ocurriendo entonces? En otros países se ha documentado que la salud adulta tiende a mejorar en épocas de recesión (ver aquí y aquí). Así que usamos datos de la Encuesta Nacional de Salud de 1987 a 2011 para correlacionar la salud de las mujeres en edad de concebir con la tasa de paro provincial. La evidencia, aunque débil, sugiere que el estado de salud (exceptuando la salud mental) tiende a ser mejor en épocas de desempleo alto. También encontramos evidencia de comportamientos más saludables: en épocas de mayor paro, las mujeres tienden a beber menos alcohol, fumar menos, dormir más, y tener un índice de masa corporal más bajo. Este podría ser, entonces, un posible canal.

Pero entonces, ¿es posible que el determinante principal del efecto que encontramos sea el trabajo de la madre? Pues parece que no: cuando controlamos por el empleo o la ocupación de la madre, los resultados se mantienen. Es decir, no parece que el que la madre trabaje o no, o su ocupación concreta, sean el factor determinante para explicar la asociación entre tasa de paro y salud neonatal.

Estos canales (selección, salud o empleo de la madre) no son los únicos posibles, y no podemos descartar otros. Por ejemplo, cuando la actividad económica decae, la calidad del aire mejora, y se ha demostrado que la polución tiene efectos importantes sobre el desarrollo fetal. Además, como en épocas de paro alto nacen muchos menos niños, podría ser que el sistema sanitario dispusiera de más recursos por embarazo (mejor calidad de la atención, etc). Aunque también es cierto que en recesión el gasto público sanitario tiende a caer.

El caso es que es complicado. Todo habría sido mucho más sencillo si los datos hubieran confirmado nuestra hipótesis inicial. Pero esta es la belleza del método científico: que las hipótesis son refutables por los datos. Más grave me parece la tendencia en este país de darle a todo una lectura ideológica. ¿Qué tendríamos que haber hecho, esconder los resultados porque no nos gustara su posible interpretación política? ¿No hacer la pregunta, por temor a que la respuesta no fuera la que queríamos? Si negarnos nos convierte en cerdos neoliberales, así sea.