Professor Sir Tony Atkinson: La tenaz lucha contra la desigualdad (II)

 por Olga Cantó y Juan F. Jimeno

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Tony Atkinson, además de desarrollar las bases analíticas de la Economía Pública moderna, obtuvo resultados metodológicos y empíricos muy relevantes del estudio de la desigualdad y de la pobreza. La segunda parte de esta entrada destaca sus principales contribuciones en este campo.

Un paso necesario para hacer de las cuestiones distributivas un elemento central del análisis económico es diseñar indicadores que permitan medir su evolución y puedan informar sobre sus cambios en el tiempo y entre países. Cada indicador ha de basarse necesariamente en un criterio de justicia social. Para comprender los principales factores determinantes de la desigualdad y a la pobreza es necesario, por tanto, analizar un conjunto de varios indicadores.

La desigualdad: un concepto polifacético…

Para medir el bienestar se consideran distintos conceptos de renta (ver Figura 1). Si se trata de analizar cuán desigualmente el mercado laboral retribuye al factor trabajo, se mide la desigualdad salarial o la desigualdad de rentas laborales (algo más amplia porque incluye a los desempleados y a los que no están activos). Para aproximar mejor la distribución del bienestar se ha de ir más allá de las retribuciones salariales y considerar información sobre otras rentas y sobre la estructura familiar. Así, teniendo en cuenta las remuneraciones del capital y las transferencias sociales recibidas e impuestos pagados por todos los miembros del hogar se pueden medir la desigualdad de rentas de mercado o la desigualdad de renta disponible. Si, además, se tienen también en cuenta las consecuencias de la formación y la composición de los hogares sobre la desigualdad se puede comparar el bienestar de individuos que viven en hogares heterogéneos mediante el análisis de la desigualdad de la renta disponible per cápita equivalente (que considera las economías de escala de la convivencia familiar).

Figura 1

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En realidad, para hacer un análisis verdaderamente global del bienestar individual habría que añadir un estudio de la desigualdad de la riqueza, resultado de los flujos de renta y de las decisiones pasadas de consumo, ahorro e inversión. Además, también debe completarse el análisis midiendo la dimensión de la movilidad dentro de cada distribución de renta y riqueza a lo largo del ciclo vital y entre generaciones, es decir, la probabilidad con la que los individuos cambian sus posiciones relativas de renta y riqueza a lo largo del tiempo. Tony Atkinson era especialmente sensible a lo que supone precisamente la dinámica intergeneracional de la desigualdad, y subrayó la importancia que tiene el nivel de desigualdad de resultados de hoy en el grado de desigualdad de oportunidades mañana: “If we are concerned about equality of opportunity tomorrow, we need to be concerned about inequality of outcome today".

 …complejo,

La palabra “desigualdad” admite interpretaciones diferentes. Amartya Sen, ha llegado a afirmar (aquí): "El concepto de desigualdad es, simultáneamente muy simple y muy complejo. A cierto nivel es el más simple de los conceptos que han movido a los pueblos, con un atractivo directo no superado por ningún otro". Otros, economistas como Yoram Amiel y Frank Cowell han reflexionado sobre la complejidad del concepto de desigualdad (en este libro) e incluso mantienen un laboratorio experimental sobre el tema.

Para ilustrar de manera simple esta complejidad, supongamos una sociedad de dos individuos donde la renta total es de 100 unidades monetarias repartidas de manera que el más pobre tiene 25 unidades y el otro 75 (ver Figura 2, punto z). Si la renta total creciera en 100 unidades ¿cómo debería ser repartida para que la desigualdad no cambie? La respuesta que demos a esta pregunta determina si interpretamos la desigualdad como un concepto absoluto o relativo. Una posibilidad es pensar que para que la desigualdad no varíe, las distancias absolutas de renta han de mantenerse constantes (es decir, la nueva distribución sería 75 y 125, manteniéndonos en la línea A, punto II). Alternativamente, habrá quién interprete que para que la desigualdad sea la misma las proporciones relativas de renta han de mantenerse constantes (lo que implica una nueva distribución de 50 y 150 en la línea R, punto I). En poblaciones más numerosas y heterogéneas, las posibilidades de interpretaciones diferentes de la desigualdad crecen exponencialmente,

Figura 2

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La medición habitual de la desigualdad sigue un criterio relativo (proporciones relativas de renta constantes), que es mucho menos exigente que el absoluto como subraya brillantemente Serge Kolm aquí. El análisis gráfico tradicional coherente con este concepto es la conocida Curva de Lorenz, una representación gráfica de la proporción de renta que se lleva cada proporción de población. El coeficiente de Gini, uno de los más utilizados y muy relacionado con la curva de Lorenz, es particularmente sensible a cambios en el centro de la distribución.

Una de las primeras publicaciones de Tony Atkinson en 1970 marcó el punto partida para el desarrollo de la moderna medición de la desigualdad. En él prestaba especial atención a las propiedades matemáticas de cada indicador, exponiendo explícitamente los juicios de valor y los principios de la Economía del Bienestar que los justifican. Sus contribuciones desde entonces han sido fundamentales en dos dimensiones: una metodológica y otra empírica.

Su principal contribución metodológica a este respecto es la concepción del indicador de desigualdad de Atkinson que toma valores entre 0 y 1 y permite dar un diferente peso a la desigualdad en distintas partes de la distribución de rentas a partir de la elección de un parámetro de “aversión a la desigualdad” . Se trata de un indicador de desigualdad relativa que puede definirse para parámetros alternativos. Con un parámetro igual a cero (no hay aversión a la desigualdad) se supone que el aumento en la utilidad social de redistribuir es nulo, mientras que con un parámetro igual a la unidad (la aversión a la desigualdad es infinita) la ganancia en utilidad social al redistribuir es máxima.

…cuya medición requiere de abundante información estadística

No obstante, la mayor contribución empírica de Tony Atkinson ha sido la construcción y mejora de las bases de datos para medir la desigualdad a partir de encuestas a hogares y de fuentes administrativas en distintos países (completando lo avanzado por Simon Kuznets). Él sabía que resulta complicado construir buenas series de datos de renta y riqueza y que para que puedan ser fiables y comparables es necesario combinar y reconciliar sistemáticamente las informaciones proporcionadas por distintas fuentes que no siempre son coherentes entre sí. Por eso, comprendiendo además que la teoría económica necesita de un análisis empírico extremadamente riguroso para ser una herramienta verdaderamente útil, se comprometió personalmente en esta tarea. Entre sus principales logros en este ámbito destaca su labor en la creación del Luxembourg Income Study y, más recientemente, el liderazgo en la construcción del World Wealth and Income Database. Por la producción, la diseminación y la interpretación de estas bases de datos, el número de economistas que debe tributo a Atkinson es ingente.

Con todo, Tony Atkinson era perfectamente consciente de las limitaciones de su cruzada contra la desigualdad. En primer lugar, no toda desigualdad es indeseable o injusta. Parte de ella es el resultado de los incentivos necesarios para que individuos diferentes optimicen la utilización de los recursos productivos de los que disponen. En segundo lugar, no es posible construir la “serie de datos perfecta” y, por ello, proliferan los debates académicos sobre “viejos mitos y nuevos hechos de la desigualdad”. 

Recomendaciones para reducir la desigualdad

Tras su intensa dedicación a su medición y análisis, Tony Atkinson opinaba que la desigualdad ha crecido excesivamente en los países occidentales desde principios de los años ochenta, y que la principal causa de ello es la concentración de la renta y de la riqueza en la parte más alta de la distribución (el famoso “1% más rico de la población”). También creía firmemente que son necesarias políticas públicas decididas para revertir esta situación. En sus dos últimos libros (aquí y aquí) planteó medidas para lidiar con las crisis fiscales a las que se enfrentan actualmente muchos países sin agravar los problemas de desigualdad y también sugirió cómo deberían ser las políticas públicas en relación con la innovación tecnológica, el empleo, la seguridad social, la distribución del capital y la imposición para reducirla.

Algunos economistas, también preocupados por cuestiones distributivas, piensan que la regulación de los mercados debe ser lo más ligera posible y que la solución de la desigualdad debe dejarse exclusivamente a la labor redistribuidora del Estado mediante el sistema de transferencias e impuestos. Otros creen que la desigualdad generada por las economías de mercado es tan elevada que dicho sistema es incapaz de redistribuir suficientemente renta y riqueza y que, por tanto, el Estado también debe regular los mercados teniendo en cuenta las consecuencias distributivas de sus políticas. Tony Atkinson estaba claramente en este segundo grupo y defendía propuestas para reducir la desigualdad valientes y controvertidas. Con su legado también nos deja los instrumentos analíticos y la ambición empírica necesaria para mostrar si esas propuestas van (o no) en la dirección correcta.

Hay 5 comentarios
  • JuanFra, Olga,

    Muchísimas gracias por la serie.
    Sólo añado una cosa menor, pero que me gustó mucho. Hace unos años en una conferencia sobre el Luxembourg Wealth Study, escuché a Atkinson la siguiente comparación (escribo de memoria). Examinar la distribución de los recursos en una sociedad es como intentar conocer el interior de una casa mirando sólo desde el exterior. Algunas ventanas están sucias, y permiten ver mal una habitación. Otras están más limpias, y permiten ver mejor, pero sólo otra habitación. Pero hay que mirar varias para poder hacerse una idea aproximada del interior.

    Es algo que intento recordar siempre, especialmente cuando veo estudios basados en una única base de datos, una única medida o sin medidas de precisión.

    • Muchas gracias, Ernesto, por tu comentario. Tienes toda la razón ¿por qué quedarnos mirando por una sola ventana?: elegir un único indicador, usar una sola base de datos, una única perspectiva....cuando podemos enriquecer nuestro conocimiento con una batería de indicadores, bases y perspectivas. Además, y creo que Tony quería decir también eso, mirar por una sola ventana, aunque esté limpia (como la media) nos dice poco de una variable económica. Si nos asomamos a muchas ventanas, sobre todo si están limpias (como los percentiles) podremos conocer mucho mejor la verdadera naturaleza de cualquier variable económica.

  • Muchas gracias por los artículos. El último párrafo me deja con ganas de un tercer artículo, con un debate ilustrado, dirigido a no expertos, sobre esas propuestas de Atkinson que se mencionan.

    • Pedro,
      Gracias por el comentario. Son 15 propuestas y 5 ideas adicionales, cada una de ellas con entidad suficiente como para merecer varias entradas. Algunas de ellas se han tratado en otras entradas de NeG y estoy seguro de que en el futuro volverán a aparecer en otras.
      Saludos,
      JFJ

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