Un Observatorio Macroeconómico para conocer mejor las fuentes de nuestros ciclos económicos

Por José E. Boscá, Rafael Doménech y Javier Ferri

El próximo 4 de Junio se presentará en la Fundación Rafael del Pino el Observatorio Macroeconómico en el que también participan BBVA Research y Fedea, y que tendrá una periodicidad semestral. Su principal finalidad es la de ofrecer un seguimiento de la evolución de las perturbaciones agregadas que subyacen al comportamiento de nuestros ciclos económicos. El Observatorio Macroeconómico supone la culminación de una de las facetas de un proyecto en el que llevamos trabajando durante los últimos años, junto con los también economistas Rodolfo Méndez-Marcano y Juan Rubio-Ramírez, y que ha pasado por el diseño y estimación de un modelo dinámico y estocástico de equilibrio general (DSGE) especialmente concebido para la economía española. Más allá de los debates recientes sobre sus virtudes y debilidades (por ejemplo, Merler, 2017, Blanchard, 2018, o Lindé, 2018), para nosotros estos modelos son una herramienta al servicio de un análisis económico riguroso que debe adaptarse al problema objeto de estudio. Por eso, no resulta extraño que instituciones como, por ejemplo, la Comisión Europea (véase Kollmann et al, 2016, o Albonico et al, 2017), el BCE (Smets et al, 2010) o la Reserva Federal de Nueva York (Del Negro et al, 2013) hayan estimado modelos similares para la Eurozona y Estados Unidos. En España tenemos también buenos ejemplos en Andrés et al, 2010, Boscá et al, 2010, o Burriel et al, 2010.

En el origen del proyecto nos impusimos construir una herramienta que satisficiera tres restricciones relacionadas con su utilización. La primera es que debía permitir estimar de un modo flexible y fiable, utilizando la última información disponible, los shocks agregados que están afectando a nuestra economía pues, como cualquier otro país, la economía española está continuamente expuesta a perturbaciones macroeconómicas estructurales de distinta naturaleza que van cambiando con el tiempo. La segunda se relaciona con la exigencia de capacidad de la herramienta para llevar a cabo evaluaciones ex ante de política económica. En particular, el modelo debía ser capaz de obtener una solución dinámica que nos permitiera reducir la incertidumbre sobre los efectos temporales esperados ante cambios en los parámetros o en las variables exógenas, incluso de un tamaño considerable. Por último pero no menos importante, el modelo tenía que incorporar algunas de las enseñanzas en la mejora de la modelización macroeconómica que nos dejó la crisis financiera. En nuestro caso, esto se ha plasmado en integrar en el mismo un sector bancario suficientemente detallado.

¿Por qué puede ser importante identificar con el mínimo desfase temporal posible las perturbaciones (o shocks) que determinan los movimientos a lo largo del ciclo de variables como la producción, el empleo, el crédito o el consumo? Para entenderlo piénsese en una economía sometida únicamente a dos grandes tipos de shocks: los que tienen capacidad para alterar su capacidad productiva (o shocks de oferta agregada) y los que inciden sobre al gasto total de los agentes (o shocks de demanda). Conocer la importancia relativa con la que estos dos tipos de shocks afectan a la economía proporciona una información vital para informar sobre la política económica más adecuada a los efectos de estabilización del ciclo económico. Por ejemplo, los actores de la política económica podrían (erróneamente) estar asociando una fase expansiva del ciclo a la expansión de la demanda, que tratarían de corregir en coherencia poniendo freno a la misma a través de la política monetaria o fiscal. Sin embargo, esa expansión económica podría estar realmente determinada (y como tal lo indicarían nuestros shocks estimados) por fuerzas de oferta que más que compensaran contribuciones negativas de los factores de demanda. Como es evidente, las prescripciones en términos de política económica de lo que se debería hacer a partir de los shocks correctamente identificados y estimados pueden resultar muy diferentes de las recetas a las que llevarían unas percepciones erróneas sobre las fuerzas que subyacen a los ciclos.

Gran parte del mérito para que la política económica tenga éxito, por lo tanto, está en la palabra identificación. Sin una correcta identificación de los shocks exógenos, y los efectos que de éstos se derivan, los economistas (tanto en el plano macro como microeconómico) tantearíamos a ciegas la realidad económica, pues no podríamos asociar lo observado (sea, por ejemplo, el último dato disponible sobre el PIB o la mejora en el rendimiento de los estudiantes) con una causa concreta y cuantificable. Sin embargo, en la mayoría de los casos, los shocks no se pueden observar directamente y tienen que inferirse a partir de las variables económicas que sí se observan y que son el resultado de la combinación de múltiples factores que ocurren de manera simultánea. Existen muchas estrategias para identificar y estimar los valores realizados de los shocks macroeconómicos. Una de ellas, que es la que hemos seguido, consiste en utilizar el conjunto de ecuaciones que describen nuestro modelo, así como las restricciones que pueden extraerse de las mismas.

De un modo concreto, el observatorio puede identificar 18 shocks diferentes con una clara interpretación teórica, lo que permite descomponer el ciclo económico de 18 variables macroeconómicas en sus 18 causas últimas. En términos más generales estos shocks, como en el ejemplo que hemos esbozado arriba, podrían agruparse y dividirse en perturbaciones de oferta y de demanda, categorías globales a las que también podríamos añadir, por su propia idiosincrasia, la categoría formada por los shocks de crédito a hogares y empresas. Las perturbaciones de oferta incluyen, por ejemplo, shocks que afectan a la tecnología, a los márgenes de precios, de salarios y de tipos de interés, a la gestión bancaria o a la inversión. Las perturbaciones de demanda incluirían desde shocks que afectan a la demanda de bienes de consumo o de vivienda, hasta shocks a las variables de comercio exterior, pasando por shocks de política monetaria.

Un anticipo de resultados puede verse en el Gráfico 1, en el que se presenta la desviación de la tasa de crecimiento del PIB por persona en edad de trabajar respecto a su promedio muestral. Como no queremos hacer spoiler, hemos anualizado la información y agrupado todos los shocks en las dos grandes categorías de oferta y demanda (más crédito) que hemos comentado. El gráfico apunta claramente a un cambio en las fuentes que nutren el ciclo económico de la economía española. En la fase expansiva pre crisis eran las perturbaciones de demanda y crédito las que impulsaban nuestro crecimiento no tendencial, mientras que durante la crisis y la recuperación la imagen cambia completamente, con una contribución de los shocks de oferta que empieza a ser positiva a partir del año 2012 y que son los que están en el origen de nuestra recuperación. El lector interesado podrá encontrar más detalle de lo que hay detrás de esas barras de color azul claro y oscuro en las páginas webs de las tres instituciones citadas a partir del 4 de Junio.

Gráfico 1. Contribución de las perturbaciones de oferta y demanda al crecimiento cíclico del PIB por persona en edad de rabajar

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