Mujeres en Economía: dónde están, cómo les va y qué prefieren (II)

Por Pilar Beneito, José E. Boscá, Javier Ferri y Manu García

En la primera entrega de esta entrada, contando un trabajo recién salido del horno, ofrecíamos evidencia de que las mujeres se distribuyen en mayor medida que los hombres por las áreas relacionadas con la microeconomía. Además, encontrábamos que las chicas, mientras están estudiando, muestran una ventaja comparativa en las notas que obtienen en las asignaturas de corte micro, pero les va peor que a los chicos en las notas de macro. Las diferencias se acusan en el último cuartil de la distribución de notas, de donde probablemente saldrán los futuros académicos y académicas, así como otros economistas que acabarán ocupando puestos relevantes.

Este último resultado es intrigante. ¿Qué puede explicar estas diferencias? Para tratar de responder a esta cuestión, durante el mes de Febrero de 2018 pasamos una encuesta anónima, sin previo aviso, a los estudiantes del primer a tercer curso del grado de Economía de la Universidad de Valencia. Nuestro propósito era indagar sobre sus diferentes percepciones relacionadas con la macroeconomía y la microeconomía, así como sus creencias sobre las profesiones de economista. Al final recogimos encuestas completas sobre 307 estudiantes. Además de preguntas sobre la macro, la micro y la profesión (que comentaremos en un momento), también recabamos información sobre las variables de control que ya observábamos en los datos administrativos, como el género, variables socioeconómicas, y la nota de entrada en la universidad. Para aproximar su vocación por la economía les preguntamos si los estudios de economía eran su primera opción cuando solicitaron su admisión en la Universidad.

En relación a las opiniones de los estudiantes sobre la macro y la microeconomía, les pedimos que declararan en cuál de estas dos áreas encontraban las asignaturas más intuitivas, más alineadas con los problemas sociales, técnicamente más complejas y más difíciles de aprobar. En dos preguntas adicionales les pedíamos que nos indicaran cuál de las dos áreas pensaban que era más interesante, y en cuál obtenían mejores notas. Por supuesto, dejábamos la posibilidad de que mantuvieran una opinión neutral entre las dos opciones.

Después de tener en cuenta el conjunto de variables de control comentadas más arriba, incluyendo la habilidad o capacidad académica, observamos que, con respecto a los chicos, las chicas encuentran la macroeconomía técnicamente más compleja que la microeconomía, más difícil de aprobar, reportan peores notas que en micro, y la consideran menos interesante. Nótese que estos resultados no implican que las chicas tengan unas preferencias o una ventaja absoluta en la microeconomía con respecto a la macro. Lo apuntado hace referencia a la probabilidad de reportar diferencias en las respuestas en relación a los chicos.  De hecho, en términos absolutos, nuestros resultados muestran una mayor proporción de estudiantes (chicas y chicos) que consideran la macroeconomía más preocupada por aspectos sociales y más interesante que la microeconomía.

Preguntados por la asociación con la macroeconomía y la microeconomía de distintos trabajos de un economista obtenemos lo reportado en el siguiente gráfico[1].

 

Parece que muchas de las posibles profesiones de un economista son vistas como dominadas por la macroeconomía. Los abundantes temas de interés de la microeconomía, como detallábamos en la entrada anterior, y su relevancia para proporcionar consejo a las instituciones públicas y privadas, no parece formar parte del conocimiento de nuestros estudiantes. Esta deficiencia de información es muy probable que sea todavía mayor entre los estudiantes de secundaria, antes de hacer la elección de su carrera. Además, la microeconomía (donde las chicas muestran ventajas comparativas con respecto a los chicos) se asocia primordialmente con trabajar en el sector privado. Por lo tanto, la alternativa natural a los estudios de economía para quién prefiera la micro (la ‘micro’ que conocen, que no la real) son los estudios de empresa y negocios.[2]

En el gráfico siguiente se presenta la asociación que los estudiantes hacen entre esas mismas profesiones con los hombres y las mujeres. El sesgo masculino percibido en estas profesiones es más acusado en los trabajos relacionados con la banca y las finanzas o en los de asesores de instituciones. Es curioso observar que las dos profesiones menos relacionadas con la macro (ser funcionario o académico) son también las más asociadas con mujeres. Ambos gráficos en conjunto parecen indicar que los estudiantes (chicos y chicas) perciben que las profesiones del economista están dominadas por (erróneamente) la macroeconomía y, en algunas de las profesiones con mayor visibilidad social, también por los hombres. Un ambiente que calificaríamos de poco hospitalario para las mujeres.

En un siguiente paso estudiamos los principales elementos que influyen en las respuestas de los estudiantes sobre el área que les parece más interesante y acerca de la obtención de mejores calificaciones en una de las dos áreas. Encontramos los siguientes resultados: (i) los estudiantes de economía vocacionales (los que eligieron el grado como primera opción) tienen una mayor probabilidad de declarar que la macro es más interesante que la micro; (iii) las chicas con notas de entrada más altas tienden a declarar en mayor medida que la micro es más interesante que la macro; (iv) cuanto mayor es la nota de entrada, mayor es la probabilidad de que los chicos declaren obtener mejores notas en macro que en micro; (v) la percepción de que la profesión está dominada por la macro y por los hombres no afecta a la probabilidad de los chicos de declarar mejores notas en la macro, pero afecta negativamente a la probabilidad de que las chicas afirmen que les va mejor en la macro que en la micro.

Este último resultado podría responder al efecto conocido como miedo al estereotipo: cuanto más convencidas están las mujeres de que la profesión está dominada por hombres macroeconomistas, mayor es su percepción de que los hombres superarán a las mujeres en macroeconomía, lo que puede terminar afectando a sus resultados (véase a este respecto el trabajo reciente de Nagore Iriberri y Pedro Rey-Biel). O simplemente puede ser que aumente su incomodidad en las asignaturas que sean percibidas como dominadas por hombres, y se centren en mayor grado en aquellas en las que se sienten con ventaja.

En la última parte del trabajo tratamos de averiguar hasta qué punto las interacciones que surgen dentro del aula entre compañeros pueden terminar influyendo en el interés y los resultados de las chicas y chicos en las asignaturas de las dos áreas. Por una lado, obtenemos que las chicas tienden a responder que la macro es más interesante que la micro cuanto mayor es la proporción de chicas en la clase que manifiestan un mayor interés por la macro. Sin embargo, en relación a las notas, obtenemos que los hombres ejercen un papel influyente en las clases de macro, afectando positivamente tanto a sus compañeros chicos como a las chicas. Por el contrario, un mayor porcentaje de mujeres que declaran obtener mejores notas en macro no parece influir en las notas de sus compañeros/as en estas asignaturas.

En definitiva, en nuestro estudio evidenciamos deficiencias de información sobre los temas a los que se dedica la economía y las salidas profesionales de las distintas áreas que configuran la disciplina. La información que les llega está sesgada justamente en contra de aquéllas áreas en las que comprobamos que las mujeres tienen ventaja comparativa sobre los hombres en términos de sus resultados académicos y del interés que les despiertan ciertos temas. Por el contrario, los estudiantes confieren a la macroeconomía un protagonismo dentro de la economía que no se corresponde con su verdadero peso en el conjunto de trabajos académicos, y observamos que los estudiantes varones tienden a superar a sus compañeras mujeres tanto en resultados como en la influencia que ejercen en las asignaturas de macroeconomía. No es de extrañar, por lo tanto, que la combinación de creencias, intereses y resultados provoque que las mujeres se sientan poco inclinadas por los estudios de economía.

Si, efectivamente, se trata de un fallo de información, la menor presencia de mujeres en economía puede estar señalizando, a su vez, problemas adicionales en nuestra disciplina. La información deficiente, como en muchos otros mercados, puede llevar a una asignación ineficiente de los recursos. En particular, ¿podemos estar dejándonos fuera estudiantes brillantes, que no conocen realmente a qué nos dedicamos los economistas? ¿En especial mujeres? El reto en cuestión de comunicación que enfrentamos los economistas fue ya objeto de análisis en este post de Ainoha Aparicio y Marina Della Giusta.

Mejorar la cantidad y la calidad de la información ya desde la enseñanza secundaria debería ser prioritario. Nuestros jóvenes estudiantes deberían conocer el conjunto de ‘nubes’ de temas en que trabajamos los economistas. Proyectos como CORE, del que nos hablaba aquí Antonio Cabrales, resultan imprescindibles para ayudar  a solucionar (entre otros) el desequilibrio de género en nuestra profesión. Es importante que los profesores que en secundaria enseñan economía tengan una formación adecuada de economistas, y que las universidades diseñen con cuidado y con la participación de profesores competentes los cursos de formación. No es suficiente con transmitir a los estudiantes una idea aproximada; es necesario hacerles conocedores de las apasionantes áreas de trabajo de la economía.

Por último, los propios microeconomistas afrontan un reto de mejora en su visibilidad pública. Las redes sociales, las tertulias, o las charlas divulgativas, de las que los estudiantes están muy pendientes, han sido hasta hace poco terreno de juego casi exclusivo para los macroeconomistas. Es tiempo, es esfuerzo y en ocasiones tiene un importante coste personal, pero los estudiantes y, sobre todo, las estudiantes futuras, así como la propia profesión y la sociedad en su conjunto, podrían beneficiarse de ese mayor compromiso público de los microeconomistas. Aunque muchos compañeros ya hace tiempo que empezaron, y este blog es un muy buen ejemplo, queda todavía en la microeconomía mucho por visibilizar.

[1] En este caso no hay diferencias significativas en las respuestas de hombres y mujeres.

[2] El porcentaje de mujeres en los estudios de empresa en la Universidad de Valencia supera el 50 por cien.

Hay 3 comentarios
  • Esta parte II deja claro que la investigación presentada es una cuestión de marketing de la carrera de Economía: cómo vender mejor la carrera (ignorando la competencia con muchas otras carreras y en particular la pobre información que los jóvenes tienen sobre todas las carreras). El párrafo final concluye que hay que mejorar la venta de la microeconomía.

    Si se hiciera una gran feria para jóvenes interesados en carreras universitarias y se colocaran stands para cada una de las carreras, me pregunto qué debería pedirle la Unidad de Economía a su representante. No hay una respuesta única, pero cualquier Unidad de Economía "con historia" debiera tener "su" respuesta. Personalmente dudo que esta respuesta se deba centrar en Micro vs. Macro, aunque "en la práctica" muchas unidades terminan distinguiéndose por la importancia relativa que atribuyan a una de las dos. A mi juicio, la distinción importante en cada unidad está entre formación "teórica" y formación "empírica", o si se quiere entre enseñar lo que sí sabemos (por poco que sea) y cómo aplicar eso que sabemos. Si la formación "teórica" es mala, la Unidad jamás sacará "buenos" economistas aplicados.

    • Hola Enrique,
      Gracias por tus comentarios.
      Una de las principales motivaciones de nuestro trabajo, y del post, es tratar de entender mejor nuestra disciplina, así como colaborar a que la sociedad también la entienda mejor. Si cabe interpretar este intento como de hacer "marketing" de la carrera, pues que sea este bienvenido.
      Hay estudios, como las ciencias biológicas y médicas, donde la proporción de mujeres está en torno al 70 por cien. ¿No es intrigante también en este caso conocer por qué esto es así? Esta es la pregunta que ha motivado nuestro estudio, en nuestro caso en Economía, donde el porcentaje de mujeres es justo el contrario.
      En cuanto a tu segundo comentario, personalmente pienso que el artículo al que los estudiantes reaccionaron está escrito de modo escrupulosamente respetuoso. No entiendo demasiado bien que quepa enfadarse por ello. En nuestro trabajo, por otro lado, en ningún momento decimos que las mujeres sean menos o más válidas que sus compañeros y colegas hombres. Pero sí observamos diferencias. Y nos motiva explicarlas, así como entender sus consecuencias.
      Nuestra principal conclusión es que, en la medida en que existen fallos de información que son más evidentes sobre las áreas que a las mujeres les gustan más y donde obtienen mejores resultados, hay espacio para mejorar la presencia de mujeres en la economía.
      Un saludo,
      Pilar

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