¿Qué habría pasado si Hillary fuese un hombre y Trump una mujer?

Recientemente se ha celebrado en la Fundación Ramón Areces el Workshop sobre Economía de Genero del COSME (del que les hemos hablado en ocasiones anteriores). Seguro que muchos lectores se preguntan ¿qué es el COSME? COSME es una subcomisión de la Asociación Española de Economía, fundada en 2006, que se encarga de evaluar y promover la situación de la mujer en la profesión económica.

En este workshop, donde participan economistas de todo el mundo, se presentan artículos científicos sobre la economía de género y se ha convertido en uno de los de mayor prestigio a nivel internacional. De hecho, se acepta tan solo uno articulo de cada nueve que se envían por lo que la calidad esta asegurada. Queremos aprovechar la ocasión para agradecer  la Fundación Ramón Areces todo el apoyo que nos presta en la organización de esta conferencia, sin ellos difícilmente se podría haber realizado.

Como podemos ver en el programa de este año, se presentaron trabajos muy interesantes, que seguramente darán lugar a entradas en este blog en los próximos meses y, sin duda, tal como ha pasado otros años, serán publicados en revistas académicas de máximo nivel internacional. Pero yo ahora quiero hablar de una de las sesiones plenarias del congreso realizada por María Guadalupe del INSEAD, que fue realmente muy estimulante. María Guadalupe es, sin duda, una de las mejores economistas académicas españolas como atestigua su CV.  María Guadalupe presentó un experimento sobre la percepción de los estereotipos de género.

En plena campaña electoral en EEUU, María Guadalupe, y seguramente muchos de nosotros, que seguimos los debates entre los dos candidatos Hillary Clinton y Donald Trump, se sorprendió del lenguaje corporal y verbal de Donald Trump. Refresquemos la memoria con varias fotos de dichos debates.

Las personas que siguieron los debates describieron a Donald Trump como “Dominante, Fuerte, Gritón, Confianza en si mismo, Agresivo, Espontáneo, Ignorante, Maleducado, Autoritario, Mentiroso, Interrumpe mucho, Desinformado, Incoherente”, mientras que a Hillary Clinton como “Bien Informada, Tranquila, Confianza en si misma, Con experiencia, Sentido del humor, Coherente, Arrogante, Aburrida, Pasiva, Rígida, Robótica, Falta de pasión

María Guadalupe pensó que ese comportamiento de Donald Trump, tan poco agradable, arrogante y hasta cierto punto, agresivo y maleducado no se le permitiría a una mujer.

Seguramente la mayoría de nosotros nos hubiéramos quedado ahí, pero ella fue más allá de plantearse una pregunta y consiguió involucrar a un director de teatro y ver su pregunta hecha realidad.  Consiguió que se estrenara en un teatro del centro de Manhattan la obra “Her Opponent” con extractos de los debates con el cambio de género de los candidatos.  De hecho, la obra gano el Premio “Best Unique Theatrical Experience, Off-Broadway Alliance” y por supuesto tuvo gran repercusión mediática en EEUU. Aquí un par de artículos de prueba: uno del New York Times y otro del teenVOGUE.

Antes de continuar, y ver los resultados, les pido a los lectores que vean un extracto del debate electoral con los géneros cambiados. Mientras lo vean traten de responder a la pregunta que se hizo María Guadalupe y da titulo a este post.

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Tras visionar el video, ¿Ha cambiado su opinión? ¿Le ha parecido que las mismas palabras y gestos que uso Donald Trump resultarían menos admisibles en una mujer? En mi caso, la verdad es que me ha sorprendido. No me han gustado ni los gestos ni el mensaje de la Trump “mujer” pero debo reconocer que, a priori, pensaba que sería mucho más desagradable.

De esto trata la obra “Her Opponent”. Nos permite hacer algo muy difícil: experimentar en nosotros mismos cómo cambia nuestra percepción cuando cambian los atributos superficiales de una persona. Supongo que cada uno de nosotros tendrá una opinión distinta, pero María Guadalupe en su análisis encontró cosas muy interesantes. Primero, que el efecto depende de nuestra situación de partida o nuestros prejuicios. Por ejemplo encontró que  las mujeres jóvenes suelen mejorar su percepción sobre Trump al verlo como mujer, mientras que las mujeres de mayor edad tienden a empeorarla. Segundo, las características de las personas, como el género, u otras características, incluso superficiales, afectan cómo percibimos a una persona.  Y, sobre todo, el experimento “Her Opponent” nos hacer reflexionar, pues nos sitúa frente al espejo, es decir nos permite enfrentarnos a nuestros propios sesgos. O dicho de otra forma el “contra-factual” somos nosotros mismos. Y lo que resulta más importante, nos hace descubrir que todos estos sesgos, o estereotipos, suceden sin que seamos conscientes de ello. Por ello se denominan, sesgos inconscientes.

Su charla termina, demostrando que este problema puede ser muy grande si al final nuestros prejuicios y estereotipos afectan no solo a como vemos el mundo, sino a nuestras propias decisiones. Para demostrar esto, nos contó otro proyecto muy interesante que también ha liderado. El objetivo de este proyecto es ver si se puede reducir el efecto del estereotipo para que más mujeres intenten entrar en el mundo de la tecnología. Realizan un experimento controlado utilizando un portal que ofrece cursos de “coding” a mujeres con bajos ingresos en Perú y México.  Tradicionalmente el sector de la programación web esta muy masculinizado y existe el estereotipo de que para tener éxito allí hay que ser hombre.  Encuentran que un simple cambio en la forma de ofrecer la información, duplica la probabilidad de aplicar a dichos cursos. Es decir, simplemente aportando información en la web donde se anuncia el curso, diseñada para contrarrestar los estereotipos de género, consigue duplicar el número de mujeres se inscriban en el mismo.

En definitiva, los estereotipos y los prejuicios, no solo nos impiden ver la realidad del mundo en el que vivimos, sino que además pueden ser muy perjudiciales para nosotros mismos pues influencian nuestra toma de decisiones. Y todo esto sin que nos demos cuenta. Por todo ello, María nos advierte que debemos estar siempre con el radar en funcionamiento y tratar de hacer el ejercicio “Her Opponent” no solo de cara a como a cómo percibimos a los demás (más tolerancia o empatía), sino, también respecto a nosotros mismos y en la forma en la que tomamos nuestras decisiones. Además, desde la política y las instituciones es fundamental luchar contra los estereotipos si queremos alcanzar la igualdad de oportunidades. Por último, aquí dejo una breve entrevista, que le hicieron en la Fundación Ramón Areces, donde resume esta investigación.

Hay 2 comentarios
  • La verdad es que no sé que pensar. Lo de lo malos que son los prejuicios ya lo sabíamos por las pelis de Disney. El problema es que tienen una función evolutiva, es una información rápida que tenemos a mano para tomar decisiones de manera inconsciente y normalmente funciona. Hace poco hablaba con hombres de mediana edad del coche que tienen que llevar para que las mujeres se fijen en ellos (son agricultores de nivel económico medio-alto con coches de trabajo destartalados y coches de "postureo" de alta gama).

    Resumiendo, mi opinión es pesimista, creo que los estereotipos van a seguir siendo un problema en el futuro porque sencillamente funcionan. Las mismas mujeres que se quejan de los roles de género siguen encontrando más deseable un varón con rasgos de tener un alto nivel adquisitivo, seguridad en sí mismo y maneras de líder. Tantos miles de años de evolución se pueden maquillar, pero en cuanto rascamos un poco el mono aflora a la superficie. Como venía a decir el robot de la película Alien sobre las posibilidades de la tripulación contra el bicho (más o menos): -no creo que tengan ninguna posibilidad pero gozan de mi simpatía.

  • Comparto la opinión del "mono desconocido" pero la matizo.

    "Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad"

    Si se aplica esta afirmación, atribuida a Sherlock Holmes, al caso que nos ocupa creo que descubriríamos, por imposible que nos lo parezca, que los EEUU votaron a Trump como su presidente porque se identifican, mayoritariamente, con su forma de pensar y de ser.

    A los americanos del norte no les gustan "los perdedores" y, nos guste o no, Hillary se convirtió en "una perdedora" cuando perdono a su marido lo de las manchas de semen en el vestido de Monica Lewinsky. No sé si Hillary Clinton legó a tomar nunca conciencia de que en aquella ocasión estaba eligiendo entre su carrera política o su familia. Decidió, como todos sabemos, por su familia, por lo que es difícil de entender que compitiera en la carrera presidencial y mucho menos arropada por su marido.

    Las personas no movemos por prejuicios, por estereotipos. Muchos de ellos, como dice el "mono desconocido", son muy profundos y se pierden en la noche de los tiempos. Si Hillary Clinton hubiera tirado por la ventana de la Casa Blanca la ropa del calzonazos de su marido, siguiendo el estereotipo de mujer con carácter ... otro gallo cantaría en la Casa Blanca... en este caso... cantaría una gallina.

    A nadie le gusta mirarse al espejo y ver reflejada la imagen de Donald Trum, pero es lo que hay. (Y veremos si no sale reelegido, como me temo).

    Elemental querido Watson.

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