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“Normalizar” los salarios

José-Ignacio Conde Ruiz (@conderuiz) y  Marcel Jansen (@mjansen_madrid)

Esta es un versión ampliada del artículo publicado originalmente en la Revista Alternativas Económicas.

Piedras-en-equilibrio-485x322Tras años de duros ajustes ha llegado el momento de normalizar los salarios. El último en reconocerlo fue el ministro de Economía Luis De Guindos. En una reciente entrevista, el ministro certificó el fin de la necesidad de ajustes salariales para salir de la recesión. Sin embargo, al mismo tiempo el ministro advierte de los riesgos que un crecimiento excesivo e indiscriminado de los salarios podría tener sobre la creación del empleo. Entonces, ¿Cuáles son las pautas para una senda adecuada de los salarios?

Como punto de partida conviene recordar que los ajustes salariales han jugado un papel importante en la recuperación. No solo permitieron una mejora notable en la competitividad de nuestras empresas, sino también contribuyeron a la intensa creación de empleo experimentada en los últimos años. Sin embargo, la crisis del empleo aun no esta superada. Seguimos lejos de los niveles de empleo de antes de la crisis, y tenemos la segunda tasa de desempleo más alta de Europa superando el 18%. En este contexto la moderación salarial sigue siendo una necesidad.

En segundo lugar, y quizá lo mas importante, España tiene que evitar los errores del pasado. En el futuro las subidas salariales deberán ser diferenciadas teniendo en cuenta la situación particular de cada empresa y sector. Una de las principales causas de la pérdida de competitividad en el periodo previo a la crisis fueron las subidas generalizadas en los salarios, indexados automáticamente a la inflación y con escasa relación con la evolución de la productividad a nivel de las empresas. Si a esta práctica le añadimos que en dicho periodo sufrimos una inflación superior a la media europea, es fácil entender los efectos negativos sobre nuestra competitividad en un mundo cada vez más globalizado. En el futuro, las subidas salariales deben tener en cuenta la situación particular de cada empresa y sector. Así, por ejemplo, para las empresas que siguen en pérdidas los convenios colectivos no deberían imponer aumentos en el poder adquisitivo de los trabajadores. Para el resto de las empresas sí puede haber margen de mejora siempre y cuando haya mejoras en la productividad, pero incluso para estas empresas seguirá siendo aconsejable la moderación salarial para estimular la demanda de trabajo.

La renovación del pacto sobre los salarios entre los sindicatos y la patronal, pendiente desde hace meses, sobre la base de estos dos principios ofrecería la mejor garantía para una senda adecuada de los salarios. Además, los interlocutores sociales harían bien en recuperar la formula para la revisión de los salarios que pactaron en 2012. Aquel acuerdo ligaba la revisión de los salarios a la evolución del IPC en el resto de la euro zona para evitar una posible pérdida de competitividad debido a un repunte en la inflación en España.

La renovación del pacto salarial sería sin duda una buena noticia y prueba de que la negociación colectiva sigue gozando de buena salud. Sin embargo, la normalización de los salarios no sería completa sin algunos cambios en la reforma laboral de 2012 y sin la inclusion de medidas para mitigar el aumento en la desigualdad y la pobreza laboral.

La reforma laboral de 2012 modernizó el sistema de negociación colectiva al dar mayor relevancia a la negociación a nivel empresa, pero también causó un desequilibrio en el proceso de negociación salarial dotando de excesivo poder en dicho proceso a las empresas (a este respecto, ver esta noticia aparecida hoy).  El ejemplo más claro lo constituye  la reforma del Art. 41 del Estatuto de los Trabajadores que permite cambios unilaterales en el nivel de los salarios . Es posible que  durante la crisis, éste mecanismo haya permitido el rápido ajuste de salarios en muchas empresas, pero ha llegado el momento de  suprimirlo o limitarlo. En cambio, se debería mantener la prioridad aplicativa de los convenios de empresa. Estos se adaptan mejor a las necesidades de las empresas que los convenios sectoriales y para evitar abusos solo hace falta hacer cumplir la legislación actual.

Por último,  es importante tener en cuenta que tanto la desigualdad salarial como la pobreza laboral han alcanzado cotas insostenibles. Este tema ha sido crucial en el blog como muestran las magníficas entradas recientes de LibertadSam o Floren. Algunos culpan exclusivamente la reforma laboral, pero un análisis cuidadoso de los datos revela que la desigualdad salarial empezó a crecer mucho antes de 2012 debido a la fuerte reducción en las condiciones laborales de los contratos temporales. Estos contratos se han precarizado hasta límites insospechados a través de reducciones de horas, de su duración, e incluso de su remuneración. Por tanto, la dualidad de nuestro mercado laboral y no la reforma laboral es el principal problema. Sin voluntad de adoptar medidas para erradicar la dualidad, normalizar los salarios es una mera quimera, que ni con una mejora de la reforma laboral, ni con subidas en el salario mínimo seremos capaces de solucionar.