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¿Pagan mucho las empresas por la energía?

En muchas ocasiones hemos hablado del precio de la electricidad en este blog. Por un lado la mala regulación y, por el otro, la decisión de incluir en la tarifa costes que no son específicos del sector eléctrico y que deberían ir a cargo de los Presupuestos Generales del Estado significa que cerca del 40% de la factura de la luz de los particulares no esté relacionada directamente con su consumo. Como se puede ver en los siguientes gráficos, provenientes del boletín mensual que elabora la CNMC, el incremento en los últimos años ha sido considerable.

Evolución del precio voluntario para el pequeño consumidor (PVPC) por conceptos.
Evolución del precio voluntario para el pequeño consumidor (PVPC) por conceptos. Fuente: CNMC.
Evolución de los costes imputados al sector eléctrico. Fuente: CNMC.
Evolución de los costes imputados al sector eléctrico. Fuente: CNMC.

Las empresas también se quejan de su factura eléctrica. Esquemas como las subastas de interrumpibilidad que discutí en su momento aquí y aquí son un subsidio implícito a los grandes consumidores con un elevado coste para el resto de los usuarios. No es por tanto sorprendente que la Comisión Europea tenga estas subastas en el punto de mira de cara a su futura desaparición.

A pesar de estas afirmaciones, pocas veces vemos datos sobre el precio que las empresas pagan por la electricidad en España. El objetivo del resto de la entrada es entender si para estos agentes el precio de la energía es alto en relación a otros países y perjudica, por tanto, la competitividad de las empresas españolas. Aunque la mayor parte de la discusión se centra en el caso de la electricidad, al final discuto brevemente los resultados para el gas natural. Todos los datos que utilizo en esta entrada provienen de Eurostat y excluden el IVA (aunque sí considero el resto de los impuestos).

Lo primero que debemos dejar claro es que no existe un único precio para la electricidad. No muy sorprendentemente, las empresas que más consumen pagan un precio por kilowatio hora menor. Sin embargo, es interesante observar que las tarifas de diferentes perfiles de consumo han sufrido una evolución muy distinta desde 2008 a 2016. Así, los precios se han mantenido prácticamente constantes para los grandes consumidores y han bajado ligeramente para el resto de las franjas. La única excepción son los pequeños consumidores, cuya factura se ha encarecido cerca de un 50%. De hecho, actualmente estas empresas pagan más del triple que los grandes consumidores.

Fuente: Eurostat. Elaboración propia

Pero ¿cómo queda España a nivel europeo? A pesar de las quejas habituales, lo cierto es que no especialmente mal. Si tomamos como referencia el consumo de 500 a 2000 MWh anuales, el precio en España no destaca especialmente y estaría por debajo del de países como Italia, Alemania o el Reino Unido. Si observamos la evolución del precio de la electricidad en España comparado con otros países no vemos una tendencia clara.

Fuente: Eurostat. Elaboración propia
Fuente: Eurostat. Elaboración propia

Para entender este resultado es muy informativo comparar también el precio antes de los impuestos específicos. En ese caso, observamos que España pierde competitividad y el precio aparece como uno de los más altos de Europa. En la medida en que los costes incluidos en estos datos sean homogéneos entre países, estos resultados significarían que la fiscalidad de la electricidad que soportan las empresas en España es de las más bajas y se estaría utilizando para compensar los mayores costes de la energía.

Fuente: Eurostat. Elaboración propia

Mientras que los resultados anteriores son parecidos para otros perfiles de consumo, existe una importante excepción: los pequeños consumidores pagan el precio más alto de Europa. Este resultado parece indicar que las empresas a las que el precio de la electricidad les afecta más negativamente están implícitamente subsidiadas por las que menos consumen (al menos en términos relativos con el resto de Europa).

Consumidores con menos de 20MWh. Fuente: Eurostat. Elaboración propia.

Lo curioso de este análisis es que mientras que las empresas pagan un precio cercano a la media por la electricidad, esto no sucede con los consumidores particulares, cuyos precios se encuentran en la parte superior. El siguiente gráfico muestra los dos precios para todos los países europeos y constata que junto con casos como Dinamarca o Austria, España es uno de los países donde los particulares se ven más desfavorecidos por la imputación de los costes del sistema eléctrico.

Fuente: Eurostat. Elaboración propia.

El caso del gas natural tiene características parecidas pero es aún mas exagerado. Quizás la diferencia principal es que, para las empresas, el coste en España se sitúa en la zona baja de Europa. Sin embargo, y de manera más clara aún que en el caso de la electricidad, los consumidores particulares terminamos pagando igualmente una de las facturas más altas.

Fuente: Eurostat. Elaboración propia.

Esto nos lleva a la idea con la que iniciaba este post. He oído a veces definir el precio de la electricidad, y con razón, como “los Presupuestos Generales del Estado pero sin pasar por el parlamento”. El Ministerio de Energía decide qué costes se incluyen en la factura y quién los termina pagando, tengan estrictamente o no que ver con el mercado de la electricidad y le corresponda a ese consumidor o no. Este es un sistema arbitrario y poco transparente que además proporciona pocos incentivos a regular bien. Como hemos visto con el caso del arbitraje acerca del cambio en la remuneración de las renovables, la respuesta del Ministerio ha sido simplemente destinar los excedentes del sistema para su pago anticipando, por tanto, que serán incluidos en la factura de los próximo años. También explica, por cierto, por qué el Ministerio no quiere que un regulador independiente tenga las competencias para fijar los peajes, como sucede en el resto de los países europeos. Y es que, como ponían de manifiesto las declaraciones de hace unos días del Ministro de Energía, en el caso de la electricidad, la visión del gobierno es que las decisiones políticas deben mandan más que las fuerzas del mercado. ¡Qué no nos pase nada!