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El vodevil de la sanidad madrileña (II): Subastas sin concurrencia

Una subasta solo funciona si hay una participación significativa. Como comentaba en la primera parte de esta entrada, el caso de la externalización sanitaria es un ejemplo de lo contrario. El informe de la CNC al respecto deja claro que se cometieron prácticamente todos los errores que se podían cometer. En esta entrada discuto algunos de ellos.

Primero, se otorgó un periodo de un mes para que las empresas hicieran sus ofertas. Como cualquiera puede imaginarse, pocas empresas estarían preparadas en tan poco tiempo (sobre todo si tenemos en cuenta lo burocráticos que son los procedimientos en este país). Hace falta recabar mucha información, sobre todo si las empresas no tienen experiencia en la zona en la que está el hospital en cuestión. Además, solo se publicó el anuncio en el BOCM, reduciendo innecesariamente su difusión.

Segundo, se impusieron barreras innecesarias a la participación, reduciendo el número de empresas que podía participar en la subasta. Algunos de los ejemplos que pone la CNC son los siguientes:

Tercero, el procedimiento adolecía de gran incertidumbre que hacía difícil que las empresas pudieran estimar correctamente sus costes. No se sabía qué personal médico se quedaría en el hospital y los costes que fuera a conllevar. Además, de manera muy preocupante, la facturación intercentros que en mi entrada anterior argumentaba como una de las únicas vías por las que se podía introducir incentivos a la mejora de la calidad no estaba definida. Por ello, no se sabía como las mejoras podían afectar esta facturación ni tampoco se hizo pública la metodología por la que se fijaban los precios de cada procedimiento.

Cuarto, y relacionado con el punto anterior, había importantes asimetrías de información. Empresas que operaban en la misma zona que el hospital licitado tenían mejor información. Esto podía suceder porque las empresas ya gestionaban hospitales privados o porque se les concedió la gestión de los servicios no sanitarios de esos mismos hospitales cuando se externalizaron en un procedimiento anterior.

Quinto, los cinco lotes eran de dimensiones parecidas y se licitaron a la vez. La CNC argumenta que lotes asimétricos y licitados de manera secuencial habrían conllevado una mayor competencia.

Un punto que no menciona la CNC y en el que creo que valdría la pena incidir es que la incertidumbre y el riesgo regulatorio no solo procedía del mal diseño de los pliegos, también del proceso mismo. Al no buscar el consenso o intentar convencer a la población de los beneficios de la externalización se introducían dudas a las empresas sobre si un gobierno posterior podría retroceder o cambiar las condiciones de esas concesiones.

Podemos aprender varias lecciones de este caso. Quiero destacar dos. Primero, cambios de este calado requieren procedimientos transparentes en los que todos los agentes involucrados puedan participar aportando argumentos que mejoren el proceso y así evitar muchos de los errores expuestos en estas entradas. Segundo, iniciativas como la Guía de contratación pública de un organismo independiente y proactivo como la CNC son esenciales para aumentar la competencia en España. Esperemos que la nueva CNMC tome buena nota de ello.