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Envidia sana de Irlanda

El miércoles pasado echó a andar el llamado “Banco malo” irlandés, la “NAMA” (Agencia Nacional de Gestión de Activos) con el anuncio de la compra por esta del primer tramo de deuda (principalmente) inmobiliaria, de 16,000 millones de euros, a los bancos irlandeses y de los descuentos (haircuts) que aplicará a esta deuda: el 47% de media, con un máximo del 58%. Estos descuentos son enormes, comparados con el 30% que se anunció cuando se puso en marcha la agencia hace unos meses. (Si esta valoración se aplicara en España querría decir que el agujero inmobiliario en los balances bancarios sería de más de 150,000 millones de Euros. )  Tras reconocer estas deudas los bancos deben ser recapitalizados, en parte posiblemente con dinero del estado.  Además, una vez adquiridos los préstamos dudosos, la NAMA exigirá a los deudores (empezando por los 10 mayores promotores inmobiliarios) que presenten un plan de viabilidad, en 1 mes, explicando como van a pagar sus deudas. Si la NAMA no aprueba el plan, los deudores entrarán en quiebra.

Como siempre, el problema clave de un banco malo es la valoración de la deuda. Una valoración generosa supone una transferencia del contribuyente a los bancos; una valoración excesivamente  onerosa pude hundir, en vez de ayudar, a los bancos.  La solución en Irlanda a este dilema es novedosa:  si al final del proceso las pérdidas superan el descuento inicial, los bancos deben cubrir la diferencia, mientras que  si la agencia gana dinero, este revierte a los contribuyentes y no a los bancos. Esto hace el esquema más fácil de “vender” políticamente, pero impide que los potenciales inversores en los bancos estén seguros de que el problema pertenece definitivamente  al pasado. Pero el plan es transparente, claro, y decidido, y permite a Irlanda resolver de una vez el problema del sector financiero.

En algunas dimensiones, la crisis económica irlandesa no es muy diferente de la española: tuvieron una burbuja inmobiliario, como nosotros, y ahora 345,000 o el 17% de las viviendas están vacías en Irlanda, comparado con el 16% (estimado por José García Montalvo) en España.  La deuda inmobiliaria es de 81,000m de euros, alrededor del 44% del PIB, una proporción similar a los 445,000m de España. Hay, claro, una diferencia fundamental en la forma en la que los bancos principales fueron gestionados - pésimamente en Irlanda, con el CEO del Allied Irish arrestado por fraude. Como consecuencia, los grandes bancos irlandeses no son viables sin capital público, mientras que los grandes bancos españoles (BBVA, Santander, la Caixa),  sí.

Pero la mayor diferencia es la forma en la que los dos gobiernos han procedido a la reestructuracion del sistema financiero y a la consolidación fiscal.

La estrategia descrita anteriormente que ha adoptado el gobierno irlandés para solucionar sus problemas financieros ha seguido al pie de la letra el modelo sueco. Se trata de usar la NAMA para limpiar los balances de los bancos, recapitalizar a estos una vez que, revelado el tamaño del agujero, se sepa lo que les hace falta, y poner en marcha de nuevo un sistema financiero que no estrangule a la economía doméstica, sino que la provea de financiación. Estos planes se apoyan en la experiencia de previas crisis financieras, que sugiere que es absolutamente necesario eliminar cuanto antes a los zombies- bancos muertos vivos pero que en vez de proveer financiación, la extraen. La lección es repetida constantemente por el Fondo Monetario Internacional, que pide a los gobiernos que obliguen a los bancos a deshacerse de sus peores activos, para evitar precisamente este fenómeno.  Cierto, un banco malo no es quizás la solución ideal para España; pero el contraste de lo que sucede en España con estas lecciones no puede ser mayor. Una de las pocas medidas recientemente anunciadas por el Gobierno, tras negociaciones  con otros partidos, y consideradas como de estímulo es la prórroga del real decreto de diciembre del 2008 que precisamente permite a las empresas zombis (descapitalizadas) seguir operando incluso sin presentar un plan de viabilidad- un decreto pro-zombis.

Un contraste similar entre Irlanda y España se produce en las medidas de consolidación fiscal. Mientras que en España, la posibilidad de congelar los salarios de los funcionarios creó una conmoción en el gobierno y fue apresuradamente denegada, en Irlanda, las medidas de recorte del gasto fueron rápidas y drásticas: el presupuesto de diciembre incluía reducciones de entre el 5% y el 15% de los salarios de los funcionarios. El mercado ha considerado los planes presupuestarios irlandeses  creíbles, y esto ha reducido su prima de riesgo.

En definitiva, en Irlanda se han adoptado medidas drásticas de forma decisiva, rápida y transparente, y sin mucha resistencia popular. En España, no se ha tomado prácticamente aún ninguna medida impopular (la subida del IVA será la primera).  Como consecuencia, mientras que Irlanda tenía, de partida, una situación mucho peor que la española, es muy probable que la salida de la crisis sea mucho más rápida en Irlanda, cuyo gobierno parece decidido a acabar con la crisis de inmediato.

Muchos en el país experimentan la calma actual en los mercados tras el peregrinaje  a Londres de la Ministra y el Secretario de Estado de Economía como una victoria. En mi opinión, no es más que una tregua. Los mercados confían, de momento,  en que el gobierno cumpla sus promesas respecto a las pensiones, el IVA, y el número de trabajadores del sector público. Pero cuando la crisis vuelva a arreciar (recordemos que pasaron 6 meses entre Bear y Lehman), los que hayan hecho sus deberes, como Irlanda, respirarán tranquilos; los que no, nos encontraremos, de nuevo, en el ojo del huracán.