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¿Un nuevo comienzo?

La sensación que sentí al leer los detalles del plan de ajuste presentado en el Congreso por Zapatero fue de profundo alivio (discurso y medidas). No alivio por que me parezca un plan ideal, que no lo es, sino alivio porque, por fin, el gobierno comienza a vivir en la realidad. Y la
realidad es que continuar con la ceguera y la pasividad anterior llevaba al desastre no ya a España, sino al Euro. Sólo España, no Grecia, ni Portugal, es suficientemente grande para acabar con el proyecto común y hacer retroceder a Europa 50 años.

Las medidas propuestas no son las mejores posibles. En particular, el recorte de la inversión en un .6% del PIB tiene consecuencias contractivas, y la congelación de las pensiones solo sirve presupuestariamente si vuelve un poco de inflación, lo que de momento no es claro para el 2011 (aunque habrá inflación más adelante, eso seguro, sino no se sale de la crisis de ninguna manera). Pero sirve, sobre todo, para recuperar la confianza en que el gobierno quiere gobernar, y en que el país es gobernable, deseo expresado desde este blog muchas veces.

A partir de este nuevo comienzo, cuatro deseos fervientes para el futuro, cuatro deseos para empezar a salir del agujero que nos hemos excavado

Primero, lo que se ha prometido hay que cumplirlo. El gobierno tiene el hábito del globo sonda, de proponer medidas que luego desaparecen del discurso y no tienen visos de cumplirse. La credibilidad, con los mercados, es el activo más importante. El peregrinaje a Londres de hace tres meses ha sido muy dañino en ese sentido. Hace 5 años el mundo consideraba que España se había graduado y que era capaz de jugar con los mayores. Esa credibilidad se ha perdido en los últimos dos años, y ahora se habla de España como uno de los  PIIGS (Portugal, Irlanda, Italia, Grecia, España) cuando nuestro país debería ser mencionado al menos por encima de Bélgica, y equiparado con Francia, es decir fuera del grupo del Sur. Esa credibilidad hay que recuperarla, porque al final sin confianza no hay magnitud económica que resista- ni inversión, ni empleo, ni gasto privado.
Segundo, hay que empezar, de una vez, por la senda de las reformas estructurales, capaces de mejorar la capacidad de crecimiento de nuestra economía, y que son muy preferibles a este tipo de ajuste a corto plazo. En particular, la prometida reforma de las pensiones (prolongación de la vida laboral hasta los 67  y prolongación del período de cotización) se puede hacer sin recortar ningún derecho a los pensionistas actuales (ver la propuesta lanzada desde FEDEA al respecto). De hecho significaría, para los pensionistas futuros, un incremento de la pensión esperada, dado que en este momento no esperan gran cosa. Y supondría un recorte del déficit estructural sin necesidad de recortar el gasto actuall. Por supuesto, otro elemento crucial es la reforma laboral, tan prometida y tan necesaria, y la reforma, de una vez, del sector financiero. La reforma laboral entra en un panorama complicado, ya que los sindicatos optarán quizás, tras este anuncio, por una dinámica de confrontación. Esta puede ser la oportunidad para hacer, por fin, la reforma a fondo, consensuada con el PP, que parece en este tema abierto al diálogo. Por otro lado, los obstáculos para la restructuración del sistema financiero disminuyen dado el acuerdo con el PP, y urge cerrar esta restructuración en los próximos dos meses.

Tercero, y este es mi deseo más ferviente: por favor, señores de IU, déjense de amenazas de contestar las medidas en “la calle”. Los debates pertenecen, en una democracia parlamentaria, a las Cortes, no a la calle. Vean por favor las noticias de Grecia una vez más y pregúntense si eso es lo que desean para nuestro país. ¿Quieren ser Venezuela? ¿Quieren el peronismo? ¿De verdad desean para nuestros hijos la pérdida de la esperanza del 15 de Junio del 1977, de un país
unido, diverso, plural, que trata de avanzar hacia la normalización, que trata de detener un declive que ha durado siglos?
Y finalmente, la política de comunicación del gobierno tiene que cambiar. Primero, es necesario educar a los españoles en el reconocimiento de que la situación es dramática, y que hay que hacer sacrificios. Nadie le ha dicho esto a los españoles, y ahora, viendo los foros de Internet tras el discurso de Zapatero, da la impresión de que esto les llega por sorpresa. Este reconocimiento de que hacen falta sacrificios debe llegar unido al optimismo sobre el futuro: España tiene belleza natural, una posición geográfica única, una población que es, se diga lo que se diga, muy trabajadora y muy creativa, y probablemente la mejor infraestructura de transporte, hoy
por hoy, del mundo. Con estos ingredientes, y un sacrificio considerable en el corto plazo, se puede construir, sin duda, un futuro mejor.