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¿Son predecibles las decisiones de los Consejos Europeos?

Empezamos a tener suficientes observaciones de estas cumbres europeas casi idénticas en sus preámbulos  plenos de confianza, sus capítulos inciales tratando de reducir expectativas, sus reuniones nocturnas, ruedas de prensa exageradamente optimistas en medio de la noche como para empezar a pensar en cómo predecirlas. La mejor forma de hacerlo, en mi opinión, es asumir  que cada consejo va a tomar la decisión de mínimo coste que resuelva la crisis inmediata. De esta forma, cada vez escalan un pasito hacia la mejor decisión local, pero de ninguna manera pueden llegar a solucionar el problema al que se enfrentan. Para entender esta paradoja, Larry Summers, en un reciente artículo en el FT, hace una preciosa analogía a la guerra del Vietnam:

“En su célebre ensayo "The Quagmire Myth and the Stalemate Machine” publicado en 1972, Daniel Ellsberg extrajo las lecciones sobre la guerra de Vietnam que surgían de las 8.000 páginas de los Papeles del Pentágono, que había copiado en secreto unos cuantos años antes. La lección clave era: los políticos actuaron sin engañarse. En cada coyuntura tomaban las decisiones mínimas para evitar el desastre inminente – ofreciendo discursos optimistas, pero nunca dando los pasos que incluso ellos creían que podría ofrecer la perspectiva de una victoria decisiva. Estaban atrapados trágicamente en una especie de tierra de nadie - no podían revertir el curso al que se habían comprometido tanto, pero también eran incapaces de generar la voluntad política para dar pasos hacia adelante que les dieran alguna posibilidad realista de éxito. En última instancia, después de años de sufrimiento innecesario, su política se derrumbó a su alrededor.”

A mi, las cumbres Europeas me  dan exactamente la misma impresión que a Ellsberg la guerra del Vietnam. En la cumbre de ayer, los países han podido pretender que no ponían ni un duro adicional. Pensemoslo bien. Un fondo pensado para Grecia, Irlanda y Portugal, que todo el mundo entendia sería insuficiente incluso para España, ahora va a ser utilizado para cubrir necesidades de dos países enormes en comparación, España e Italia. ¿Cómo? No está muy claro cómo, pero el fondo va a pedir dinero prestado en el mercado. ¿Habrá prestamistas? Suponemos que si, no lo sabemos.

Igualmente, los bancos tienen un agujero, pero es tan reducido que lo cubrirán solo. Los estados, qué suerte, no tendrán que gastar dinero. Tampoco la crisis Griega requiere fondos adicionales—sólo los bonistas tendrán que, eso sí, voluntariamente, renunciar a una parte mayor de sus derechos.

En fin, de nuevo, el típico euro-compromiso que puede pretender que resuelve el problema, pero que no hace más que resolver la crisis inmediata.

¿Podemos avanzar, de esta forma, hacia la solución?  Depende de la estructura del problema (Nota: lo que sigue solo para los muy empollones). Si la solución es algo que solo es incrementalmente diferente del punto en el que estamos, entonces el “algorithmo” que siguen los líderes nos resuelve el problema. Pero si existen complementariedades entre los muchos aspectos de las soluciones, es decir si todos estos aspectos deben encajar para funcionar (e.g. la solución para los bancos sólo tiene sentido, por ejemplo, si se cambia el sistema europeo de supervisión y garantía de depósitos, lo cual a la vez requiere un nuevo fondo europeo de rescate bancario, lo cual requiere un tesoro común) entonces este tipo de estrategia nos lleva a un máximo local, pero nunca nos podrá llevar a solucionar el problema; encontraremos la mejor solución que está cerca, y es superior a la actual, pero no resolveremos el problema. Si tal “máximo local” es suficiente para salir de esta, fenomenal; pero si tal máximo local no es más que una componenda que dura a muy corto plazo, pero se deshace en el medio plazo, entonces tenemos un problema grave. A algunos les puede ayudar la figura siguiente en la que hay dos picos. Estamos escalando el segundo X pero nunca podremos llegar, si seguimos "escalando" poco a poco, a Y. Para llegar a Y hay que querer dar un salto.

¿Mi impresión? Creo que el “algoritmo” no funciona, y estamos en el segundo caso. Es decir, creo que, de esta manera, minimizando la distancia y el coste en cada decisión, no podemos construir una solución a la crisis del Euro. Seguimos, me temo, caminando en la dirección del precipicio.