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¿Cómo de mala ha sido la EPA?

(de Samuel Bentolila y Luis Garicano)

No tenemos palabras para describir cómo de malos son los datos del paro. El Gobierno llevaba meses filtrando el dato de los 5 millones de parados para prepararnos a todos para lo peor y la prensa ha reaccionado con un menor shock del quizás esperable. Pero el dato es horroroso, mucho peor de lo que pueda parecer.

Los Datos

Se han destruido en este trimestre 256 mil empleos. Esta es tercera peor cifra de la crisis, después de los 766 mil del catástrófico primer trimestre de 2009 y los 489 mil del cuarto trimestre de 2008. En cifras absolutas, es el cuarto peor trimestre de la historia; en cifras relativas, como muestra el cuadro, es el sexto peor trimestre en destrucción de empleo desde que comenzó a elaborarse la Encuesta de Población Activa en el tercer trimestre de 1976. El cuadro muestra también que la mayor parte de los malos datos suceden en el primero o último trimestre del año.

Los 10 peores trimestres en destrucción de empleo

Trimestre

Empleo %

2009.01

-3.86

2008.04

-2.41

1993.01

-2.30

1984.01

-2.12

1992.04

-1.97

2011.01

-1.39

2010.01

-1.35

1980.01

-1.23

2009.04

-1.19

1981.01

-1.14

Nota: Tasa de variación sobre el trimestre anterior.

En nuestra opinión, el mensaje clave es difícil de exagerar: a pesar de llevar 14 trimestres de crisis, se ha acelerado la destrucción de empleo. El siguiente gráfico muestra la destrucción acumulada de empleo con respecto al nivel máximo de empleo en la expansión previa, tras las tres recesiones habidas en el periodo democrático. El gráfico muestra que estamos sufriendo la velocidad de destrucción de empleo más brutal de la historia de la democracia. En la recesión que empezó en 1976 se tardaron 35 trimestres (o 105 meses) en alcanzar el mínimo del empleo, destruyéndose el 14.3% del nivel inicial. En la recesión que comenzó en 1991 la destrucción de empleo terminó tras 10 trimestres, alcanzando el 7.9%. Ahora llevamos ya 14 trimestres, con una destrucción del 11.5% del nivel alcanzado al principio de la recesión. Esta velocidad de destrucción de empleo es insólita.


¿Cómo salimos de ésta?

Muchos españoles siguen instalados en la negación de la realidad, en el “es culpa del mercado” y “que paren esto que nos bajamos”. Pero esto no es posible. Estamos en el mundo que estamos, con Asia creciendo (aunque de forma inestable) y dentro del Euro.

Para nosotros estos datos no pueden entenderse en el contexto internacional en el que se mueve la economía española. Cierto, hay restricciones presupuestarias, pero las hay en casi todos los países. Sólo desde la comprensión de la dualidad del mercado de trabajo y de la disfuncional estructura de la negociación colectiva (con aumentos de los salarios de convenio al 3%) se pueden empezar a explicar unos datos así. Los problemas también provienen del mercado de producto, que ha generado un aumento del Índice de Precios al Consumo, según hemos sabido hoy, del 3.8% en tasa interanual. Dos puntos de este aumento se deben a la subida del precio del petróleo, pero en una coyuntura tan deprimida como la actual, aumentos adicionales de precios de casi el 2% son incomprensibles y denotan un insuficiente grado de competencia entre las empresas en muchos sectores. Desde el lado de la demanda, los problemas de nuestro sector financiero hacen que el crédito a las empresas esté creciendo aún a tasas anémicas nominales (del 1%) o sea, decreciendo en términos reales.

Las políticas de demanda no nos van a sacar del problema. Primero, la política monetaria, como ya hemos visto, va a seguir siendo desgraciadamente restrictiva, porque es lo que piden las condiciones en el corazón del Euro. La política fiscal va a tener que seguir siendo contractiva, dado que tenemos que cumplir el objetivo de déficit acordado con la UE y tenemos aún un déficit primario (descontando la carga de los intereses sobre la deuda) por encima del 7%.

¿Qué políticas de oferta pueden funcionar? En el informe FEDEA–McKinsey sugeríamos que los servicios profesionales y los servicios locales pueden crear muchos empleos, y el gobierno ha propuesto iniciativas en esta dirección (liberalización de las profesiones y de los horarios comerciales) que, desgraciadamente, no están teniendo mucho apoyo en la sociedad.  Además, los márgenes de beneficio en los mercados de productos no están cayendo y es necesario incrementar la competencia en estos mercados para que así sea.

La otra vertiente es la caída de los costes del factor trabajo- los salarios, nos tememos, tienen que empezar a caer. España se tiene que aplicar la lección de la sobrevaluada entrada de Alemania del Este en el Marco alemán, que requirió años de sacrificio y ajustes salariales. Desgraciadamente, los datos de paro no admiten, en nuestra opinión, otra solución. Si alguien la tiene, y no consiste en “los mercados tienen la culpa”, que nos la cuente.

La reforma de la negociación colectiva es crucial para que estos ajustes y muchos otros,  sean posibles. Pero mucho nos tememos que, al haberla dejado en manos de los agentes sociales, salgamos con las alforjas vacías.