Clase, educación y movilidad social (III)

La Puerta del Sol en 1891. Fuente: Un Gato por Madrid

Esta entrada cierra la serie en la que presentamos el vínculo entre clase, educación y movilidad social existente en el Madrid de finales del siglo XIX y principios del XX, resultado de un trabajo que estoy realizando con Santiago de Miguel Salanova. En las entradas anteriores ilustramos la enorme brecha social en los niveles de alfabetización que caracterizaba al Madrid de la época (aquí y aquí). Aunque diversas causas contribuyeron a ir mitigando estas desigualdades con el paso del tiempo, las diferencias sociales en educación continuaban siendo muy elevadas en 1905. Nos queda por tanto preguntarnos hasta qué punto aprender a leer y escribir era útil: ¿qué pasó con esos niños y niñas que, a pesar de los obstáculos que las clases más desfavorecidas sufrían a la hora de escolarizarse, lograron diferenciarse del resto y adquirir cierta educación?

Los estudios sobre este tema que usan datos individuales indican que más educación se traduce en mayores ingresos y que esa diferencia aumenta con la edad (aquí o aquí). Además, parece que los beneficios de la educación, tanto privados como sociales, son mayores en los países en desarrollo (aquí). Sin embargo, debido a las dificultades para obtener información, apenas se ha investigado la existencia de este vínculo en otras épocas históricas. Aunque objeto de profundo debate, se cree que saber leer y escribir apenas tuvo trascendencia económica, más allá del hecho de señalar diferencias sociales o de ser una habilidad necesaria en un número limitado de profesiones, hasta que el crecimiento económico no se aceleró en la segunda mitad del siglo XIX. Esto es algo de lo que ya nos hablaron Begoña Alvárez y Fernando Ramos-Palencia en una entrada previa en la que usaban la detallada información individual que proporciona el Catastro de Ensenada (1750) para ver si un mayor nivel de capital humano se traducía en mayores ingresos (aquí). Su excelente trabajo muestra que, ya en el siglo XVIII, saber leer y escribir tenía un retorno positivo, especialmente en el sector servicios, y que este era mayor en las ciudades que en las zonas rurales.

Volviendo a nuestro trabajo, y dado que no disponemos de suficiente información sobre salarios, lo que hacemos es analizar si la educación mejoró las perspectivas laborales de los habitantes madrileños y, por tanto, les permitió ascender en el escalafón social. Como explicábamos en las entradas anteriores de esta serie (aquí y aquí), contamos con una rica base de datos a nivel individual extraída de los padrones municipales de 1880 y 1905. Lo que hemos hecho, partiendo de los niños menores de 10 años que tenemos en 1880, es intentar encontrar sus correspondientes versiones adultas en 1905, veinticinco años después, usando su nombre, apellidos, lugar y fecha de nacimiento como variables a la hora de hacer el emparejamiento. Como suele ser normal con datos históricos, este ejercicio está plagado de problemas porque no sólo la fuente original puede contener errores que impiden un correcto emparejamiento, sino que también se pueden producir errores de transcripción en el proceso de digitalización de la misma.

Para minimizar estos problemas y aumentar el número de emparejamientos correctos, hemos usado técnicas de conexión de registros (record-linkage techniques) que permiten comparar la similitud de los registros a la hora de realizar el emparejamiento (ver, por ejemplo, aquí, aquí o aquí). En total, hemos conseguido identificar el adulto correspondiente a 3,432 de los niños y niñas originales. La tasa de emparejamiento (17% sobre las más de 20,000 observaciones de las que partíamos) no es muy elevada. Por un lado, las tasas de mortalidad infantil eran muy altas por lo que un número importante de estos niños y niñas no llegaron a adultos. Por otro lado, nuestro estudio tiene el problema añadido de que no cubre el total de la población sino un subconjunto de la misma, imposibilitando por tanto su identificación si se trasladaron a otra ciudad o a un barrio fuera de nuestra muestra.

En cualquier caso, las tasas de alfabetización de los individuos que hemos localizado son muy similares a los del resto de la población, especialmente en el caso de los hombres, lo que habla positivamente de la representatividad de esta muestra. El siguiente paso es estimar el efecto de saber leer y escribir en la probabilidad de pertenecer a distintos grupos socio-económicos, controlando por el nivel socio-económico de los padres y otras características individuales como la edad o el lugar de origen de los padres. Además de confirmar la importancia del contexto familiar previo a la hora de determinar la clase social de la descendencia, este ejercicio muestra que aprender a leer y escribir aumentaba las probabilidades de ascender en la escala social.

Valga el siguiente gráfico como ilustración. En él se comparan las probabilidades que los niños y niñas que se criaron en las familias menos privilegiadas (clase 5) tenían de terminar en una clase social diferente al hacerse adultos dependiendo de si habían (o no) aprendido a leer. Las probabilidades de ascender socialmente no eran muy altas pero son mayores para aquellos alfabetizados, especialmente en el caso de los hombres, una diferencia que aumenta a medida que ascendían en la escala social. Aunque aprender a leer y escribir parece que también aumentaba la movilidad social de las mujeres, las diferencias no son tan claras. Aunque el mercado laboral femenino en el Madrid de la época era muy importante, la mayor parte de los empleos estaban relacionados con el servicio doméstico que normalmente no requería este tipo de habilidades.

Fig. 1 Movilidad social de los niños y niñas procedentes de las familias de clase baja

Coeficientes derivados de estimar un modelo ordered logit controlando por edad, estado civil, número de hijos y lugar de origen de los padres. Las categorías socio-económicas son: (1) altos directivos y profesionales, (2) directivos medios, profesionales y personal administrativo y de ventas, (3) capataces y trabajadores con cualificación media, (4) trabajadores con baja cualificación y (5) trabajadores sin cualificar.

Estas estimaciones, sin embargo, deberían considerarse sólo como un límite máximo. Es probable que la habilidad innata de estos niños y niñas influyera tanto en sus probabilidades de alfabetizarse como en sus perspectivas laborales. Nuestros datos no permiten tener en cuenta esas características no visibles de los individuos de la muestra, lo que puede afectar a los coeficientes que hemos estimado. Para comprobar que nuestros resultados son robustos a otras características (observables) individuales, hemos controlado también por otras variables que quizás están relacionadas con el esfuerzo y la habilidad individual: si los individuos más capaces también eran diferentes en términos de su propensión a casarse y a tener más o menos descendencia, controlar por esas características mitiga el problema anterior (y los resultados anteriores no cambian al hacerlo).

Aprender a leer y escribir parece, por tanto, que mejoró las perspectivas laborales de los niños y niñas procedentes de las familias más desfavorecidas y facilitó su ascenso social. Hay que resaltar que estos beneficios derivados de la educación aparecen incluso en un entorno, el de finales del siglo XIX y principios del XX, en el que el número de empleos que requería este tipo de cualificaciones todavía era relativamente limitado. Las primeras décadas del siglo XX profundizaron la transformación de una ciudad que cada vez demandaba más capital humano, lo que seguramente presionó al alza no sólo la prima educativa, sino también los propios deseos de las familias para escolarizar a sus hijos e hijas.

 

Hay 2 comentarios
  • Agradezco su gran esfuerzo en el análisis histórico de la educación escolar y su disposición a compartir resultados por preliminares que sean. Aprovecho para preguntarle por estudios similares para otros países, en particular para Argentina donde a partir de 1870 --empezando casi "de cero"-- la educación escolar primaria recibió un fuerte apoyo (hacia 1950 Perón completó ese proceso con una gran inversión en escuelas en lugares lejanos de las capitales provinciales, aunque tengo la impresión que desde entonces la educación primaria ha empeorado en cantidad y calidad).

    • Muchas gracias Enrique por su interés. Mi conocimiento del caso argentino sin embargo es muy limitado así que no estoy en condiciones de responder a su pregunta. Ánimo a los lectores argentinos (o interesados en Argentina) a contestarle.
      Aunque no exactamente sobre educación, Santiago Pérez está haciendo un trabajo super interesante sobre historia económica argentina (efecto de los ferrocarriles en las migraciones interiores, movilidad social de los inmigrantes, etc.). Puede echar un vistazo a los papers que tiene colgados en su página web y quizás encontrar cosas interesantes en la bibliografía: https://web.stanford.edu/~santip/

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