Las Normas Sexuales, la Socialización y el Cambio Tecnológico

No todo en la vida tiene que ser hablar de política fiscal y de tipos de interés, así que de vez en cuando escribo estas cosas sobre el comportamiento social. La idea, como se puede leer en la columna, es muy fácil de resumir: el esfuerzo que realizan los padres en inculcar normas sociales a sus hijos en endógeno, es decir, que cambia cuando las circunstancias, como la tecnología o precios relativos, cambian (aquí, en un post antiguo, hablo sobre el cambio social y la tecnología de manera más detallada) . El ejemplo que utilizamos en el paper es muy sencillo. La mejora de los anticonceptivos implica que el riesgo de embarazo fuera del matrimonio (o de una relación estable) derivado de una relación sexual caiga. Por tanto, los padres están menos preocupados porque este embarazo se produzca y dedican menos tiempo a moldear las preferencias de sus hijos para reducir el número de sus encuentros sexuales. Esto no quiere decir que no existan otras razones detrás del cambio en las normas sociales. Nuestro argumento es simplemente que el mecanismo que resaltamos de socialización endógena es importante para entender cómo evolucionan nuestros comportamientos.

Hay 3 comentarios
  • Al leer este artículo, que por estar en inglés no lo he terminado, me alegro enormemente haber nacido en la vieja Europa.
    De sexo y el cambio de las costumbres sexuales de la mujer, podríamos hablar hasta la saciedad y, por lo que parece, sin ponernos de acuerdo.
    Creo firmemente que el aumento de las comunicaciones, la vida urbana, el que la mujer haya entrado en el mundo laboral y el hecho que pueda quedar embarazada de quien quiera y cuando quiera, han revolucionado el mundo hasta un punto que, aún hoy, es difícil de determinar.
    Ahora la discusión ya no es si me acuesto con tal o cuando lo hago, seas mujer u hombre, sino si debemos seguir tratando como moral la fidelidad.

    Un saludo.

  • Pau, cuando tú te casas estás perfeccionando un contrato. Si las dos partes acordáis que queréis ser fieles el uno con el otro, los cuernos son inmorales. Otra cosa es que aceptéis previamente que cada uno se acueste con quien quiera...

    Otro factor del crecimiento del sexo prematrimonial podría ser el incremento de la población en las ciudades. Es más fácil encontrar un "rollo de una noche" en Madrid que en Aguasal ¿no?

    Un saludo.

    Fonseca

  • Estimado Jesús (y otros blogeros): Ofreces unas ideas muy interesantes en la columna de la que eres coautor. El tema me parece de mucha importancia. Los padres de hoy pueden, como tú dices, estar disminuyendo los esfuerzos dedicados a la educación sexual de sus hijos (porque los contraceptivos disminuyen la probabilidad de un embarazo no deseado). Podemos plantearnos si esta actitud que les puede llevar a decir, más o menos: “haz lo que quieras pero impide sus consecuencias” es adecuada y si guarda o no ciertas similitudes con las campañas llevadas a cabo por muchos gobiernos en temas de educación sexual. En algunas de ellas, me parece a mí, prevalece la idea de vender "sexo seguro", tratando de habilitar a los jóvenes en el dominio de la tecnología contraceptiva. ¿No es así?

    En muchos medios (divulgativos y científicos) se ha subrayado que esta no es la estrategia adecuada a la hora de evaluar y tratar con el comportamiento sexual de los adolescentes y sus consecuencias. Su comportamiento sexual ha sido valorado como representando cada vez mayor riesgo, y se ha convertido, para muchos, en un problema, cuando menos, de salud pública. Así, por ejemplo, un editorial de “The Lancet”, revista científica médica, se planteaba: "¿Hay que intentar imponer alguna medida de limitación sexual a una juventud exuberante? La respuesta parece ser sí" (1). O “The New York Times” (2) calificó, no hace mucho, de "epidemia oculta" a las enfermedades de transmisión sexual (ETS), cuyo coste sanitario evalúaba en unos diez mil millones de dólares anuales (costes directos). El diario subrayaba que el 25% de los 12 millones de nuevos casos anuales de ETS correspondía a la población adolescente, y se hacía eco de la necesidad de fomentar el retraso en la iniciación de la vida sexual de estos jóvenes y de facilitar la prevención de los más atrapados por el sexo.

    Es más, en diciembre de 2004, “The Lancet” (3) publicó un consenso sobre la prevención del sida que supuso un auténtico punto de inflexión. Lo firmaban 140 personas de 36 países de los distintos continentes. 50 profesores de las universidades más prestigiosas y cinco de la ONU. Lo firmaba también el director de programas de SIDA de la OMS y los dirigentes de programas de sida de varios países. El artículo señala que cuando el objeto de las campañas son los jóvenes que no hayan comenzado a tener relaciones sexuales, lo prioritario debe ser alentar la “abstinencia” o posponer el inicio sexual, poniendo el énfasis en que evitar el riesgo es la mejor forma de prevenir el VIH y otras ETS. Señala también que el aumento precoz de las relaciones sexuales aumenta el número total de parejas a lo largo de la vida y esto es un factor de riesgo de adquirir ETS. Citaba estudios epidemiológicos que muestran que la frecuencia de decepción y arrepentimiento por haber tenido una relación sexual precoz, es más alta cuanto más joven es la persona en el momento de iniciar sus relaciones (Dickson et al., 1998 (4)). El artículo proponía la una estrategia de salud pública llamada la estrategia de prevención “ABC”:

    “A” de “abstinence” en inglés, o abstinencia, se pone en práctica aconsejando a los jóvenes que retrasen el inicio de las relaciones sexuales;

    “B” de “be faithful”, significa sé fiel, es lo que en salud pública se denomina monogamia mutua.

    Finalmente, la C de “condom use” consiste en informar a quienes han decidido libremente hacer caso omiso a las recomendaciones de “A” y “B” que el uso de preservativos reduce, aunque nunca elimina del todo, el riesgo de infección. Pero ¿No es mejor ofrecer a todo el mundo la mejor de las opciones y es siempre mejor “evitar una infección” que “reducir su riesgo”? Como con cualquier riesgo de infección, lo que se propone es, lógicamente, frenar su expansión disminuyendo el tiempo de exposición a los posibles agentes causantes y, simultáneamente, disminuyendo el número de posibles contactos capaces de propagar el agente infeccioso.

    Otros estudios han mostrado también que los países que están venciendo el sida lo están logrando implementando la abstinencia y la fidelidad en sus programas de prevención. El epidemiólogo catedrático de Harvard, Edward Green, afirma que el éxito en Uganda en la lucha contra el sida tiene su factor más importante en la reducción de parejas (Green, 2003, (5) y Green et al., 2006 (6)). De hecho, a mitad de los años 90, el uso del preservativo en Uganda era similar al de Zambia, Kenia y Malawi, pero existía una proporción impresionantemente menor de personas con múltiples parejas en Uganda. Esto ha sido clave para la lucha contra el sida en este último país, mientras que en los otros no consiguen reducir su contagio. Un epidemiólogo de Cambridge ha sugerido que si el modelo de Uganda se aplica en cualquier otro lugar, equivaldrá a una “vacuna social” con una eficacia del 80% (Stoneburner y Low-Beer, 2004) (7).

    Negar la eficacia de “A” y “B” equivale a negar una lógica elemental y la evidencia científica. Se podrían citar muchos más artículos. Es por ello llamativo que en algunos países, y desde luego en el Estado Español, no se vea un esfuerzo claro por las autoridades de promocionar los componentes “A” y “B” de prevención del sida y otras ETS. Esto es, como mínimo, discriminatorio hacia una mayoría de jóvenes que se beneficiarían más de este mensaje. No tiene sentido, como se hace en España, dar exactamente el mismo mensaje de salud pública (usar preservativos) a alguien que comercia con el sexo, a una persona homosexual o a un usuario de drogas por inyección que a una persona de 13 años que todavía no ha tenido relaciones sexuales. Pensemos cómo el gobierno español se ha puesto “las pilas” con las campañas de tráfico o contra el alcohol o las drogas. Está en sus manos reorientar sus campañas de salud sexual.

    Una última metáfora. Es posible encontrar paradójicamente más cáncer de piel entre quienes usan cremas solares. Si la publicidad de una crema solar transmite un mensaje de seguridad total, uno puede acabar tomando 10 horas de sol en vez de moderarse. Se compensa al final el posible efecto protector de la crema con este aumento de horas de exposición al sol.

    Asimismo, a menudo, en los modelos que ponemos por delante a la gente joven (en el cine y en la televisión) las pautas de comportamiento sexual están planteadas con irresponsabilidad. Y esos son los paradigmas a emular por la gente joven, sobre todo la más inexperta e ignorante. Los costes, ya no sólo económicos, sino humanos son dolorosísimos. Nos va mucho en ello a todos. “La gente joven necesita que se le enseñe disciplina, autocontrol y en determinados momentos, sacrificio” (Museveni, 1991) (8).

    PD: comentarios y sugerencias de lectura son muy bienvenidos.

    (1) Editorial: The Lancet, 1994; 344: 899-900.
    (2) The New York Times. "Hidden Epidemic". Reproducido por International Herald Tribune de 31-XII-96.
    (3) Haleprin, D., Steiner, M. Cassel, M., Green, E., Hearts, N. Y Kirby, D. Et. Al. (2004) „“The time has come for common ground on preventing sexual transmission of HIV”, Lancet, vol. 364, pp. 1913-1915.
    (4) Dickson, C., Paul, C., Herbison, P. Y Silva P (1998) “First sexual intercourse: age, coercion, and later regrets reported by a birth cohort”, BMJ, vol 316, pp. 29-33.
    (5) Green, E. (2003) “Rethinking AIDs prevention: Learning from successes in Developing countries”, USA, Praeger.
    (6) Green, E., Halperin, D. T., Nantulya, V., Hogle, J.A. (2006) “Uganda’s HIV prevention Success: The role of sexual behaviour change and the national response”, ADIS behav.
    (7) Stoneburner y Low-Beer, 2004 “Population-level HIV declines and behavioural risk avoidance in Uganda”, Science, vol. 304, pp. 714-718.
    (8) Museveni (1991) “Discurso del presidente de Uganda en la conferencia internacional sobre sida”, Florencia combatting the spread of AIDS. 2000: Duggan M. 1991.

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