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La Sociedad Sin Dinero en Metálico y la Cota Cero

Escribo estas breves líneas desde Suecia, donde llevo unos días en el IIES y en el Banco Central. Suecia es uno de mis países favoritos por muchos motivos, empezando por lo profesionales y serios que son para todo, en especial en temas de política económica. Pero en este viaje he añadido una nueva razón de admiración: Suecia es prácticamente una sociedad sin dinero en metálico. En 5 días aquí no ha habido ni una ocasión donde no pudiese pagar con tarjeta, desde los billetes autobús a sacar una lata de una maquina de Coca Cola. En España y en EE.UU. se puede pagar con tarjeta en muchísimos sitios pero siempre te encuentras aquí o allí, o bien con la necesidad de pagar en metálico o bien con caras bastante largas si sacas la tarjeta (al menos esa siempre ha sido mi experiencia con los taxis en Madrid).

A parte de la comodidad de no tener que llevar dinero en metálico, una sociedad sin el mismo eliminaría un problema muy serio que tenemos actualmente en muchas sociedades occidentales: la cota cero de los tipos de interés nominales. Si existe dinero en metálico, los tipos nominales nunca pueden bajar de cero (o quizás de cero menos una pequeña comisión) porque uno siempre podría mantener el dinero, literalmente, en el armario de su casa. Por tanto, los bancos no pueden ofrecer un interés nominal menor de cero excepto por la comisión que compense el servicio de no tener que vigilar el armario a todas horas para evitar robos, y por ello el banco central no puede poner el tipo de intervención por debajo de cero (de nuevo excepto por una reducida comisión).

La cota cero de los tipos de interés nominales es un incordio porque el tipo de interés real es el precio relativo del futuro frente al presente y nadie te dice que el precio que vacíe el mercado sea igual o mayor de 1 (el equivalente a un tipo de interés real positivo). Es más, es trivial crear ejemplos donde el precio relativo del futuro frente al presente es menor de 1 (por ejemplo, si a todos nos da un ataque a ser ahorradores). Pero si el tipo de interés nominal no puede bajar de 0, ¿cómo se vacía entonces el mercado de ahorro-inversión? Bueno, dos posibilidades. Una es que tengamos inflación, lo que reduce el tipo de interés real (=nominal-inflación). Esto es lo que ocurría si los precios fueran perfectamente flexibles (y por cierto, esto es lo que ocurriría incluso si la masa monetaria es constante). La segunda posibilidad es que caiga el PIB y con él la cantidad de ahorro. Esta desagradable situación aparece si los precios de la economía no son perfectamente flexibles y es una explicación razonable de parte de la severidad de la última recesión. Es más, existe la paradoja de que el efecto de caída del PIB es discontinuo: se hace mayor y mayor cuanto más flexibilidad de precios tengamos. Solamente cuando llegamos a la flexibilidad perfecta, la cosa cambia (sí, las discontinuidades siempre son un tanto molestas). Encima, en esta situación, incrementar la oferta monetaria no tiene ningún efecto sobre el nivel de precios.

Existen varias soluciones que la política económica puede intentar para remediar el problema de la cota cero. Pero la más sencilla, si no hubiese dinero en metálico, sería bajar el tipo de intervención nominal por debajo de cero y se acabó. Los Suecos parecen estar ahí al borde de demostrar al mundo como los sistemas monetarios están para ayudarnos y no para danzar alrededor de un tótem absurdo como el patrón oro o alguna reliquia barbárica semejante.