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Economistas en Silicon Valley

El jueves pasado, en mi tarea como director del doctorado de economía en Penn, tuve la reunión anual de orientación con todos los estudiantes (cerca de 100 distribuidos entre seis años). Una de las cosas que enfaticé fue la creciente importancia de los trabajos para doctores de economía en la industria tecnológica. Empresas como Amazon, Microsoft, Google y muchas otras se han convertido en imanes para economistas que tengan habilidades para manejar los datos y ser capaces de computar modelos de manera eficiente. Estas empresas se han dado cuenta, por ejemplo, de la importancia de calcular sus precios adecuadamente con sistemas de demanda estimados o de las ventajas de poder determinar relaciones de causalidad de manera rigurosa.

Los trabajos para doctores de economía en la industria tecnológica están muy bien pagados. Los sueldos para recién doctorados, sin contar las aportaciones a los fondos de pensiones, está por encima de $200.000, mientras que el sueldo de un assistant profesor estos días anda por unos $135.000. Y, a diferencia de trabajos tradicionales en la industria financiera o de consultoría (que también históricamente han fichado a muchos doctores), los cometidos en la industria tecnológica están directamente relacionados con la investigación previa de los estudiantes. De hecho, buena parte del trabajo más interesante estos días en aprendizaje estadístico o automático o en paralelización masiva se realiza en empresas y no en universidades.

Por pura coincidencia, el New York Times sacaba ayer un artículo resaltando estos mismos temas. El artículo está bastante bien escrito y no merece la pena que repita en esta entrada las explicaciones del mismo.

En cambio, sí querría resaltar varias ideas:

1) La economía funciona. El nivel de competencia y de exigencia en una empresa como Amazon es sencillamente increíble. Jeff Bezos no tolera tonterías. Si Amazon está contratando economistas de manera masiva por algo será. Los críticos de los métodos formales y cuantitativos en economía quizás no hicieran mal en pensar sobre esto. Es difícil argumentar contra la preferencia revelada.

2) Como de costumbre, las empresas europeas van retrasadas en estos temas. Parte de la culpa proviene de las regulaciones absurdas creadas por la Unión Europea de manejo de datos, irresponsabilidades populistas como el “derecho al olvido” y las barreras a la competencia existentes en países como España.

3) Los programas de grado españoles, a pesar de todos sus cambios (a menudo más formales que de valores), no están adaptados a esta nueva realidad.

Déjenme que entré en detalles sobre este tema. Por una serie de motivos irrelevantes para esta entrada, este verano dediqué algo de tiempo a mirar con cierto cuidado los programas de estudio de grado de economía en España. Gracias a internet, es a menudo posible bajarse la guía de cada asignatura (algunas incluyendo días específicos para cada lección) y la lista de libros recomendados. Y aunque los que damos clase sabemos que algunas veces incluso las mejores guías de cada asignatura terminan separándose de la realidad diaria, sí que al menos son una indicación razonable de lo que se da y, probablemente de manera más certera, de lo que no se da (a menudo no te da tiempo de cubrir todo el material del semestre, pero raramente te da tiempo de cubrir contenido adicional).

Para esta entrada me voy a fijar en el plan de estudios de la Complutense, sencillamente por ser la facultad que ofrece más plazas de economía en la Comunidad de Madrid para el curso 2016/2017 (300, según esta página del ministerio de educación). Los planes de otras facultades son muy similares, con lo cual el argumento es más general que el de una universidad en concreto.

En el plan, los estudiantes solo dan tres semestres de matemáticas, incluyendo en esta parca cobertura material como bastante contenido de cálculo integral que hace unas décadas se daba en el bachillerato y que se asumía como conocido en las antiguas licenciaturas (o al menos esa fue mi experiencia y la de un par de economistas que escriben en estas páginas de mi generación a los que consulté). Posteriormente se cubre un poco de material de optimización dinámica en casi todas las menciones de cuarto año. En cuanto a análisis de datos, hay dos semestres de estadística y dos semestres de econometría.

Un total de 7.5 asignaturas semestrales de métodos, especialmente dado lo que se cubre estos día en la educación secundaria, es una preparación insuficiente para, por ejemplo, enfrentarse a un programa de master o de doctorado riguroso. A la vez, el plan está lleno de asignaturas que cubren material institucional (Economía Internacional, Economía Española, Org. Económica Internacional) o muy aplicado (Política Económica, Fiscalidad) que se podrían reducir de manera dramática sin mayor problema.

Las asignaturas institucionales y muy aplicadas tienen una desventaja y una alternativa. La desventaja es que si dedico una semana de clase a explicar el mercado energético español y mañana me viene un nuevo gobierno y reforma tal mercado, mi conocimiento caduca de manera inmediata. Si abro mi libro de estructura económica de España de la carrera (lo tengo aquí encima de la mesa según escribo estas lineas), hay temas y temas de un sector detrás de otro que solo tienen intereses como curiosidad histórica (para empezar, el tema sobre el futuro tipo de cambio de la peseta) y no soy tan viejo. En cambio, una función de valor es una función de valor hoy y en 100 años.

La alternativa es que si lo que quiero es aprender sobre el mercado energético español, solo tengo que ir a la página del ministerio de industria, bajarme el libro La Energía en España, 2014 y leerlo. Cualquier estudiante espabilado puede, de esta manera, aprender más y más actualizado sobre el mercado energético español que lo que me pueda contar un manual que lo mismo ya está desfasado.

Hay cosas (como solucionar una ecuación de Bellman con una perturbación) que te las tienen que explicar. Otras (la estructura básica de un sector de la economía española) que uno puede aprender por su cuenta (insisto en la expresión “estructura básica”, para profundizar uno necesita ayuda, pero no es que el grado se pueda ir muy lejos en el análisis de sectores por una mera limitación temporal).

En España hemos reformado una y otra vez los planes de estudio de grado y, personalmente, sigo sin ver los resultados positivos. Es más, argumentaría que algunas indicaciones van en dirección contraria aunque lamentablemente carezco de datos rigurosos para apoyar lo que es más una impresión que una certeza. Pido paciencia al lector por aventurar, de esta manera, una hipótesis sin la requerida fundamentación empírica.

Finalmente, una declaración de divulgación. Yo actualmente trabajo con tres economistas en una de las empresas señalas anteriormente en estimación eficiente de problemas de programación dinámica en alta dimensionalidad (un problema clave para esta empresa). Es por ello que he visto mucha de la utilidad de los métodos cuantitativos modernos con mis propios ojos. Desafortunadamente, esa vinculación académica (que no financiera, no recibo compensación alguna de tal empresa; cuando he ido a visitar pagué el billete de avión y el hotel de mi bolsillo) limita lo que puedo contar de cómo se hacen las cosas por dentro. Pero es realmente apasionante.