La Caída de la Recaudación Tributaria

Una de las características más acusadas de la actual recesión de la economía española es la fortísima e inusitada caída de la recaudación tributaria de las Administraciones Públicas (AA.PP.) de la que ya habló Tano la semana pasada. Las cifras son aplastantes: mientras que en el 2007, el total de la recaudación era el 41.1% del PIB, en el 2008 esa cifra caía al 36.7% y en el 2009 podemos terminar por debajo del 35%. Y todo ello sin haber cambiado los tipos impositivos de manera significativa. La magnitud de esta reducción es tal que, incluso si las AA.PP. no hubiesen incrementado en absoluto su gasto en respuesta a la crisis, habríamos pasado de un superávit de algo más de dos puntos del PIB a un déficit de más del 6%.

Ingresos de los Estados


Estos números son sorprendentes si los comparamos tanto con otras economías desarrolladas como con nuestra experiencia histórica. En la tabla que cuelgo (y que he sacado del paper que preparé con Lee para la conferencia de FEDEA) vemos que, por ejemplo, los ingresos públicos en porcentaje del PIB cayeron entre el 2007 y el 2008 solo el 0.2% en Alemania o el 0.3% en Francia. Incluso en EE.UU., donde la actual crisis tuvo su epicentro, la reducción fue del 2.4%. En comparación con otras crisis, los ingresos públicos en España durante la recesión de 1992-1993 bajaron solo un 2% del PIB.
Estos números me generan tres tipos de preguntas:

1) ¿Cuáles son las razones por las que ha caído la recaudación tantísimo? Los sospechosos habituales son el fin del boom inmobiliario y el incremento desbocado del paro pero me gustaría tener una contabilidad más fina.

2) ¿Cómo podemos predecir cuánto se recuperará la recaudación cuando llegue la expansión?

3) ¿Es bueno o es malo tener tanta volatilidad de los ingresos públicos? Mi intuición, a falta de un modelo más elaborado, es que puede que sea bueno si esto, a través de efectos de demanda, reduce la volatilidad del consumo privado. Es malo si la alta volatilidad genera problemas de primas de riesgo disparándose o desata incentivos perversos en el juego político-económico.

Finalmente, “talking shop” por un momento, no tengo muy claro qué modelo escribiría para poder ponerme a pensar en todo esto de manera más rigurosa. Un modelo a los del uso suelen tener impuestos lineales sobre las rentas del capital y el trabajo o el consumo, con lo cual la recaudación baja, más o menos, lo mismo que el PIB (a menos que cambiemos los tipos) y no tenemos mucho que decir. Podemos poner impuestos no lineales pero eso o lo hacemos de forma reducida, lo cual es particularmente peligroso cuando hacemos análisis de política, o nos metemos con modelos del ciclo con heterogeneidad que pueden ser difíciles de manejar si les dotamos de la riqueza que queremos.

Hay 2 comentarios
  • Tienes razón. No nos va a quedar más remedio que ponernos a trabajar…

  • Si el fraude fiscal era amplio en los momentos de bonanza, facturas falsas de moduleros, sectores facturando mitad en blanco, mitad en negro,...Ahora la defraudación se ha generalizado haciendo de la necesidad...delito.

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