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Reforma laboral: ¿Y ahora qué? ¿La propuesta de “los 100” o el modelo CEOE?

de José Ignacio Conde-Ruiz, Florentino Felgueroso y José Ignacio García-Pérez

La reforma laboral está de nuevo en el limbo. Acaba de cumplir su primer aniversario y,  por finel gobierno reconoce  que no ha resultado eficaz. También ha pasado el plazo fijado para regular la introducción del fondo de capitalización a la austriaca que debía completar la reforma, pero se da marcha atrás.  El motivo: resultaría demasiado costoso, no es asumible en este momento. Culmina así esta "no-reforma" laboral de modo esperpéntico.

En realidad, “solo pospone" la decisión sobre este fondo para el año que viene. Es decir, tira la toalla y deja el asunto en manos de sus sucesores.  ¿Qué ocurriría si el gobierno cambiara de signo? ¿Qué tipo de reforma emprendería?

Desde la oposición, el PP no ha mostrado sus cartas y no ha adelantado por qué tipo de reforma laboral apostaría. Por un lado, se ha mostrado contrario a centrar el foco de la reforma sobre los contratos y las indemnizaciones por despido. Por otro, existe cierta sospecha de que llegado el momento estaría más atento a las demandas de la Patronal. Éstas han quedado bien claras desde el inicio de la crisis  y las ha reiterado recientemente: un nuevo contrato fijo con una indemnización por despido de 20 días,  con un máximo de un año de salario, manteniendo en cualquier caso los contratos temporales.

Si considerase apostar por esta vía, debería tener en cuenta al menos tres hechos:

(1) La rotación laboral forzosa que tanto daño hace a nuestra economía se sustenta en unas tasas de conversión de temporales a indefinidos bajísimas en especial para trabajadores que llevan años en la empresa, y a la vez, en unos flujos de salida desde empleos con contratos temporales hacia el desempleo altísimas, hechos que las últimas reformas parecen haber empeorado aún más.

El principal error de las sucesivas reformas laborales aprobadas hasta el momento ha sido la persistencia en el mismo tipo de medidas. A estas alturas, ya poco debería quedar por descubrir y deberíamos haber asimilado que existirá dualidad siempre que esté  incentivada por ley con unos contratos temporales que tienen una duración determinada y, además, distintas indemnizaciones por despido que los contratos indefinidos.  Atacar de frente la dualidad sólo se puede  hacer de forma eficaz con un contrato único, eliminando los contratos temporales, la forma más barata de ajuste y principal negocio de miles de asesorías laborales repartidas por todo el país.  El modelo de la CEOE no lo hace. La Propuesta para la Reactivación Laboral en España , conocida como el “Manifiesto de los Cien”,  si, teniendo como elemento central un contrato único con indemnizaciones crecientes con la antigüedad (CICA), que los lectores asiduos conocen bien y que tan estupendamente ha explicado Samuel Bentolila en esta entrada.

(2) Nuestro país se caracteriza más que ningún otro por la aplicación de la regla del LIFO (último entrante, primero en salir).  Ello explica en gran parte la especial incidencia de esta crisis sobre los más jóvenes.  Acaban pagando doblemente el pato: por la falta de contratación pero también por una mayor tasa de separación debida a tan altas tasas  de temporalidad.

Un modelo contractual como el propuesto por la CEOE en el que los aumentos de las indemnizaciones por despido se sigan concentrando en un único salto (de  0 u 8 a 20  días por año) al cabo de dos años, no resolvería este problema.  El salto seguiría siendo elevado. Y esta es la segunda ventaja CICA: los saltos se pueden modular para minimizar el efecto sobre la indemnización por despido de un año de antigüedad adicional.

Por otra parte, el problema del LIFO también se puede moderar si este nuevo sistema contractual se complementa con un fondo a la austriaca,  es decir, si una parte de la indemnización se han ido pagando regularmente antes de que llegue el momento de decidir si romper o continuar la relación laboral.  En este caso, se reduce el coste marginal del despido para todas las edades, y no simplemente para los más jóvenes como en el modelo actual.  En nuestra propuesta, la de “los cien”, el CICA se complementaría en parte con el fondo de capitalización a la austriaca, limitando los efectos LIFO de la indemnizaciones crecientes con la antigüedad.

(3) La movilidad voluntaria en nuestro país es muy netamente decreciente con la antigüedad en la empresa y ha caído aún más durante la crisis.

 En momentos como los actuales, de mayor necesidad de reasignación de los recursos para cambiar de modelo productivo, debería pensarse en cómo incentivar dicha movilidad. Nuestro actual modelo de indemnizaciones por despido la limita, impidiendo la portabilidad de las mismas cuando nos movemos a otras empresas. Esta sería otra ventaja, quizás la más conocida del modelo austriaco, otro motivo para incorporarlo  a nuestro modelo contractual como complemento del CICA.

Conclusiones

El sistema actual, resultante de la última reforma laboral ha probado ser ineficaz, además de ineficiente, pretendiendo bajar las brechas entre temporales e indefinidos por todos los medios, incluyendo el uso de un fondo común (FOGASA) . El gobierno ha tirado la toalla y el próximo deberá coger el toro por los cuernos. Esperemos que no trate a su vez de posponer soluciones sin fin y reincida en los errores del pasado.  Soluciones como el contrato fijo a coste muy reducido propuesto por la CEOE, tampoco resolverían los problemas más flagrantes de nuestro mercado de trabajo. Estos problemas no se originan tanto por los altos valores medios de las indemnizaciones por despido como por cómo se distribuyen. De hecho, si el motivo para apoyar la demanda de la CEOE  fuese que ayudara a generar empleo, debería tenerse en cuenta que tampoco disponemos de evidencia en este sentido.

Volvamos a insistir (somos incansables!) : sólo un modelo que combine un contrato único con indemnizaciones crecientes con la antigüedad completado con un fondo de capitalización a la austriaca podría hacer frente a los tres problemas documentados en esta entrada.  Quizás sea ésta la buena, y convenzamos a nuestros futuros gestores, sean quienes sean.