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Recortes educativos y responsabilidad fiscal: la escuela infantil (II). Planeta Euskadi

En la primera parte de esta entrada cuestionábamos la decisión del gobierno de suprimir el programa Educa3,  con el que se vino impulsando la creación de nuevas plazas educativas públicas para niños de 0-3 años desde el año 2008. El argumento era que no se trataba simplemente “dónde recortar, sino dónde y en qué invertir”. La evidencia muestra que la educación infantil es el nivel educativo más rentable, el que reporta los mayores ingresos a lo largo de la vida de las personas, además de suponer un importante ahorro en costes “remediales” en el medio y largo plazo.

La entrada generó una larga serie de comentarios sobre uno de los aspectos más polémicos: si la externalización del cuidado de los niños a edades tan tempranas ha de ser universal, es decir, si es realmente beneficiosa para todos los niños. A decir verdad, la propia evidencia empírica no despeja del todo estas dudas. En lo que si existe un consenso es que los programas educativos en edades tempranas obtienen resultados positivos para los niños procedentes de familias más desfavorecidas. Por ello, concluíamos que, en un momento como  el actual de intensos recortes, la estrategia fiscal más inteligente sería destinar parte del ahorro a reforzar la atención a estos colectivos. Pero, ¿cubrimos ya este objetivo o sigue siendo una tarea pendiente?

España: campeona de Europa y del mundo en escolaridad infantil

El hecho es que España ha realizado grandes avances en términos de cobertura de la escolaridad en edad temprana. Como se puede observar en el Gráfico 1, para la segunda etapa de educación infantil (la que se inicia a los 3 años), aun siendo voluntaria, ya hemos alcanzado una cobertura prácticamente total.

Las tasas de escolaridad del primer ciclo de infantil (0-2 años), por su parte, también han experimentado un aumento considerable al menos desde el inicio de la crisis: multiplicándose por tres desde el curso 2000-2001, para alcanzar el 30% en el curso 2010-2011, con tasas ya cercanas al 50% a los dos años  de edad.

Con estas cifras, somos, ni más ni menos que los campeones de Europa y del mundo en escolaridad infantil. No quiere decir que los demás países descuiden de sus niños, todo lo contrario. La OECD Family Database, por ejemplo, nos muestra que cada país tiene su propio modelo, en unos se priorizan otras formas de externalización del cuidado infantil o  se facilita el cuidado de los niños por su padres con una regulación más favorable de permisos de maternidad, una mayor flexibilización de la jornada laboral o mayores subsidios a las familias.

Nosotros hemos apostado por la escolarización, y como hemos visto, hemos ido alcanzado tasas de cobertura altísimas. En los últimos años, el programa Educa3 puede haber contribuido a que así fuera. Según los datos del Ministerio, durante sus tres primeros años, el programa habría permitido la creación de unas 73 mil plazas nuevas en el primer ciclo de infantil. De esta forma, entre los cursos 2007/08 y 2010/2011, se produjo un aumento de las plazas públicas de un 75%, y la cobertura de los centros públicos pasó a ser mayoritaria.

Pero para conocer el impacto real del programa necesitaríamos más datos y más recientes que nos permitan evaluar sus efectos sobre la oferta de plazas en centros privados y otras formas de cuidado infantil, es decir, si no se ha producido una sustitución de unas formas por la escolaridad en centros públicos. La respuesta a esta pregunta no es baladí,  y menos en estos momentos, porque como comentábamos anteriormente, deberíamos saber a qué tipo de colectivos está favoreciendo la financiación pública en la primera etapa de educación infantil.

Las desigualdades en la educación infantil

Los últimos datos disponibles proceden de la EU-Silc, el actual Panel de Hogares de la UE (denominado en España, Encuesta de Condiciones de Vida) y para el año 2009, indican que existen unas brechas considerables en las tasas de escolaridad de los niños en función de las características de los padres. Por ejemplo, en el siguiente gráfico, se muestran estas tasas por nivel educativo de la madre. Como se puede observar, las diferencias en tasas de escolaridad medias entre madres con estudios superiores y aquellas que han alcanzado como mucho un nivel de ESO son de casi 35 puntos para los niños con un año de edad y casi 30 puntos a los 2 años. Todo lo contrario ocurre con las diferencias en el porcentaje de niños que no se benefician de ningún cuidado externo, ni formal, ni informal.

Y, estas mismas desigualdades se producen si comparamos las tasas de escolaridad por nacionalidad de la madre o por la renta del hogar, por ejemplo. Es decir, con estos datos, un programa como el de Educa3, parecería plenamente justificable, siempre que permitiese realmente reducir estas desigualdades, contrarias, a todo juicio, a la recomendación de que la atención temprana se centre en los colectivos más desfavorecidos.

Euskadi: campeón interplanetario

Pero, hay otro tipo de desigualdad en escolaridad infantil que también nos tiene que preocupar: la que se produce entre Comunidades Autónomas. El Gráfico 3 nos muestra como han evolucionado estas tasas para los niños de 0 a 2 años en la última década. Como se puede observar en prácticamente todas la CCAA se ha producido un aumento considerable en dichas tasas, pero las diferencias entre ellas siguen siendo altísimas. Con el País Vasco, Madrid y Cataluña a la cabeza, y otras como Extremadura o Canarias a la cola del pelotón.

Un caso particular es el del País Vasco. Al igual que Navarra, a principios de los años 90,  tenían ambos una tasa de escolaridad a los 3 años cercana al 100%, cuando la media nacional se situaba en por debajo del 40%.  Sin embargo, en educación infantil de primer ciclo, ambas CCAA han seguido una política educativa diferente. En el curso 2009/10, la escolaridad de los niños de 2 años en el País Vasco, ya alcanzaba el 94% frente al 45% de media nacional, el 43% para los de 1 año (frente al 27.6%) y el 18.1% para los de 0 años (frente al 7.6%). 

El País Vasco también tiene una mayor oferta de plazas públicas (el doble por alumnos potenciales que Madrid, la segunda CCAA con mayor escolaridad de 0-2 años). Sin embargo, aun así no alcanzan las tasas de cobertura tan altas sólo con plazas públicas, de hecho estas sólo representan la mitad del total de plazas para los niños de 0 a 2 años. Lo más importante, en mi opinión, son otros dos hechos.

El primero, es que han ido integrando la primera etapa de infantil como una más del sistema que se imparte en colegios que también ofrecen los demás ciclos educativos. En el curso 2009/10, en el País Vasco, un 66% de los niños de 0-2 años escolarizados (el 58% en los centros públicos), lo estaban en centros que imparten además primaria y/o ESO.  Por el contrario, en prácticamente todas las CCAA,  el 100% de los niños escolarizados en el sistema público lo estaban en centros específicos donde sólo se imparte esta etapa educativa.

La otra gran diferencia, quizás la más importante para completar esta entrada, son los criterios de admisión en los centros públicos y concertados para la primera etapa de infantil. La LOE estableció que la regulación de estos criterios correspondía a las Administraciones educativas. En el caso de la Comunidad de Madrid, por ejemplo, el criterio que más puntos otorga es que los padres estén trabajando  (5 puntos frente a 2 puntos por tener un hermano ya matriculado en el centro, por ejemplo o 3 puntos por tener el domicilio en el municipio). En el caso de Andalucía, se otorgan 4 puntos en caso de que trabajen ambos padres a tiempo completo (frente a 2 puntos si el domicilio se encuentra en el área de influencia del sistema educativo o 2 puntos por cada hermano)  siendo, además,  el primer criterio utilizado para desempatar.

Sin embargo, en el País Vasco, los requisitos de admisión son los mismos desde la Educación Infantil hasta el Bachiller, y por lo tanto, no aplican el criterio de estar trabajando para sumar puntos.  En caso de que no haya plazas suficientes priman los criterios de renta anual de la unidad familiar, la proximidad del domicilio o del centro de trabajo y la existencia de hermanos matriculados en el centro. Con estos criterios, se puede intuir que, dado que  la renta está correlacionada con el trabajo, en caso de exceso de demanda los más desfavorecidos tendrían realmente garantizada una plaza en centros públicos o concertados. En las otras CCAA, los que no trabajan se quedarían sin estas plazas, como no se pueden costear la privada, se quedarían sin escolarización.

Conclusiones

El País Vasco no se verá afectado por la supresión del programa Educa3, por tener un sistema de financiación diferenciado. Cierto que al igual que Navarra, esta exclusividad muy probablemente es la que le permite tener  el mayor gasto educativo por alumno o el ratio menor de alumnos por profesor en centros públicos.  Pero más allá de esta excepcionalidad, la lección es que la regulación también importa, pudiendo ser más propicia a la escolaridad infantil, y sobre todo generar menos desigualdades, lo que en el caso de este nivel educativo, equivale muy probablemente también a ser más eficaces.