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NeG Visual y Básico. El retroceso del abandono escolar: no tanta alegría

Florentino Felgueroso y Sergi Jiménez 

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La tasa de abandono escolar ya está por debajo del 20% (19.9% según el EPA del 1º trimestre). Después de una década de estancamiento, ha caído en casi 11 p.p. en el último lustro. Mientras que nuestros políticos se disputan el éxito de tal empresa (1, 2), y ven cerca el objetivo nacional de llegar al 15% (o, por qué no, la meta del 10% fijada de forma más general por la CE), queremos mostrarles aquí  un par de datos que deberían moderar dicho optimismo.

En el Gráfico 1, hemos intentado “reconstruir” la tasa de abandono escolar prematuro de los últimos 25 años en España con los datos de la EPA. No es algo sencillo de hacer, dados los cambios que se produjeron en el sistema educativo y en la clasificación estadística de los tipos de estudios, pero esta es la forma más aproximada que se puede conseguir.

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Recordemos primero qué entendemos por abandono escolar prematuro. Siguiendo la definición de Eurostat, es el porcentaje de jóvenes de 18 a 24 años que no consiguieron una titulación correspondiente a la secundaria post-obligatoria (bachiller o FP de grado medio), que están fuera del sistema educativo y no están recibiendo ningún otro tipo de formación alternativa.

Nuestra primera observación es que si descartamos el período de estancamiento en el que cambiamos los libros por los ladrillos (recuerden la entrada reciente de Ainhoa Aparicio), la tasa de abandono escolar prematuro no ha cesado de caer (casi unos 25 pp desde la década de los 90). De esta forma, lo que ha ocurrido desde el año 2009 ha sido simplemente que hemos vuelto a una senda que abandonamos temporalmente. Sólo el tiempo confirmará o denegará si con la recuperación volveremos a abandonar dicha senda.

Sin embargo, en el interim, deberíamos estar sumamente preocupados por la línea roja. Representa a los jóvenes que han abandonado la escuela sin conseguir ni tan siquiera el título correspondiente a la enseñanza obligatoria. En la actualidad, un 10% de los jóvenes de 18 a 24 años se encuentran en esta situación. Lo inquietante es que esta cifra siga siendo superior a la registrada antes del inicio de la burbuja inmobiliaria. Quiere esto decir que si, efectivamente, hemos conseguido aumentar la proporción de jóvenes que una vez conseguido el título de ESO, continúan estudiando y alcanzan un nivel superior, pero no hemos avanzado en reducir la tasa de los que abandonan sin tan siquiera alcanzar el primer nivel.

Un segundo hecho preocupante es que se siguen manteniendo las enormes diferencias entre las tasas de abandono de aquellos jóvenes cuyos padres (padre y madre, o uno de los dos en caso de que el otro no conviva en el mismo hogar) no consiguieron en su momento el título correspondiente a la primera etapa de la secundaria y aquellos cuyo padre o madre si lo ha conseguido.

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La transmisión intergeneracional del abandono escolar se agrava aún más cuando nos centramos en los jóvenes que, al igual que sus padres, tampoco consiguen adquirir el título correspondiente al primer nivel. Como se puede ver en el Gráfico 3, en este caso las diferencias se han ampliado aún más durante esta recesión, y tampoco se están reduciendo durante el inicio de la recuperación.

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Y, finalmente, otro hecho que también nos debería preocupar sobremanera es  la escasísima participación en algún tipo de actividad formativa alternativa  de aquellos jóvenes que han abandonado el sistema reglado, como pueden ser los cursos de formación ocupacional o los programas de segunda oportunidad. En el Gráfico 4 mostramos los números absolutos de jóvenes menores de 25 años que abandonaron este sistema de forma prematura según la EPA del primer trimestre de este año. Son ni más ni menos que unos 770 mil, de los cuales un 43% no consiguió el título de graduado en ESO, y un 23% ni siquiera llegó a estudiar algún curso de la ESO.

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Resulta alarmante constatar que apenas un 10% de estos jóvenes estuvieran adquiriendo algún tipo de formación no reglada, y es peor aún para los que no tienen el título de la ESO,  un 5%.

En definitiva, los evidentes signos del aumento de la segregación educacional no justifican tanta satisfacción  por la caída de la tasas de abandono escolar. Por lo contrario, estos datos aconsejan reforzar no sólo la prevención del abandono entre los colectivos más desfavorecidos, sino también los programas de segunda oportunidad (véase aquí para una discusión a nivel europeo y aquíaquí un análisis de programas estadounidenses y australianos, respectivamente). De momento, el   conjunto de medidas previstas para España bajo el amparo del Sistema de Garantía Juvenil no parecen haber fructificado demasiado, limitándose a unas pocas iniciativas locales de escasa cobertura.

 

(1) La imagen de portada ha sido extraída de aquí