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Los Mismos Perros pero con Distintos Collares

Podría no haberme ido.  El penúltimo comentario que publiqué en Nada es Gratis se titulaba "España en la Encrucijada" y lo escribí el 30 de diciembre de 2010.  El último se titulaba "España Sigue a Merced de los Mercados" y lo publiqué el 20 de mayo de 2011.  Casi nueve meses después, vuelvo a casa y casi todo todo sigue igual, o peor. Igual, porque el diagnóstico oficial de la situación por la que atraviesa la economía española sigue siendo tan complaciente, engañoso e irresponsable como lo era antes.  Peor, porque España sigue destruyendo empleo a un ritmo vertiginoso y sigue acumulando retraso en la recuperación del crecimiento con respecto a la media de la Eurozona, que es el término de comparación relevante ---si el Producto Interior Bruto (PIB) español crece unas pocas décimas o si las mengua, aún siendo importante, es secundario.

El Gobierno de España ha cambiado y mis amigos economistas que optaron por el desafío de contribuir desde las primeras filas y dar la cara han vuelto a casa.  Sólo me alegro porque ya no se ven en la obligación de defender las consignas del partido socialista y porque confío en que ya no se tomen mis comentarios personalmente.  En el nuevo Gobierno de España no conozco a nadie.  Y eso simplifica mi tarea.  La gaviota ha llegado.  Y como muchos nos temimos después del primer debate, ha resultado que calla la verdad, o la oculta, en gallego, igual que su antecesor en el cargo la callaba, o la ocultaba, en leonés.  Pero el actual gobierno no puede esconderse detrás de la supuesta ambigüedad de su mandato.  Tiene la mayoría absoluta porque los pobres, las clases medias, los ricos, los inactivos, los ocupados y, sobre todo los parados, queremos que la situación mejore, y que lo haga de una vez.

Después de mucho respeto por los plazos, los procedimientos, las vacaciones, las liturgias y los protocolos, el 30 de diciembre de 2011, cuarenta días después de ganar las elecciones, el nuevo Gobierno de España publicó sus primeras medidas:  una subida progresiva de los tipos nominales del IRPF que oscila entre el 0.75 por ciento para las rentas menores de 17.707 euros y el 7 por ciento para las rentas superiores a 300.000 dejando los tipos marginales entre el 24.75 por ciento y un vertiginoso 52 por ciento, que en algunas comunidades autónomas llegará hasta el 56 por ciento.  Esta subida de los tipos del IRPF se ha complementado con otra de los tipos del Impuesto sobre los Bienes Inmuebles que oscila entre los 4 y los 10 puntos porcentuales, según el año de la revisión del valor catastral de los inmuebles.  Por la parte del gasto, se han congelado los sueldos y la tasa de reposición de los funcionarios, con excepciones, y se les ha aumentado la jornada laboral hasta las 37 horas.  Además, se han reducido las subvenciones a los partidos políticos y a los agentes sociales y las asignaciones a Renfe, a RTVE, a la Investigación (sin comentarios), y a la Ayuda al Desarrollo.

Si el anuncio del nuevo Gobierno es correcto y el déficit público en 2011 va a estar en torno al 8.3 por ciento del PIB, el cumplimiento del objetivo del 4.4 por ciento en 2012 es completamente fantasioso.  Si en 2011 el Gobierno sólo ha sido capaz de reducir el déficit en unos 9.000 millones de euros con un PIB ligeramente creciente, ¿quién se cree que en 2012 lo va a reducir en 39.000 millones, que tendrían que ser algo más si se confirma que el PIB será ligeramente menguante?

Si como se nos dice el cumplimiento del objetivo del déficit es el objetivo prioritario de la acción del Gobierno  ---y puede que lo sea para evitar un rescate y a una intervención de la economía española por parte del Fondo Monetario Internacional y de la Comisión Europea--- ¿por qué no se propuso a principios de diciembre un plan de reducción del déficit que fuera creíble?

Ese plan creíble debería haber empezado por realizar una auditoría completa de todas las administraciones públicas para identificar duplicidades, excesos de personal y de otros costes y otras fuentes de despilfarro, con una voluntad decidida de corregir los excesos y reducir sustancialmente los costes.  Debería haber seguido por un replanteamiento del sistema de financiación del modelo autonómico.  Posiblemente suprimiendo el régimen común y yendo a un sistema foral de corresponsabilidad fiscal, que incluyera el pago de cuotas por los servicios generales del estado y un fondo de compensación interterritorial pactado entre todos y, naturalmente, techos estrictos de endeudamiento. Y probablemente debería haber aceptado la inevitabilidad de subir los tipos del Impuesto sobre el Valor Añadido, situando el tipo general en el 20 por ciento y reduciendo las excepciones.

Si esa medida se hubiera adoptado el 1 de diciembre ---con la excepcionalidad litúrgica que requieren las circunstancias excepcionales---  se habría aprovechado el gasto navideño ---que es mucho más inelástico que el primaveral o el veraniego--- se habrían maquillado las cuentas públicas de 2011 en unos 1.000 millones y estaríamos un poco más cerca de cumplir el objetivo imposible para el déficit público de 2012.

Pero como nada de eso se hizo, no nos queda más remedio que concluir que las prioridades del Gobierno de España son otras.  De momento esas prioridades ya le han llevado a pasar de puntillas por la consolidación fiscal y por la reforma del sector financiero ---que también ha sido engañosa y que va a ser insuficiente.  Probablemente mañana esas prioridades le llevarán a confirmar nuestras peores sospechas y veremos como el monte de las ánimas de la reforma laboral parirá, otra vez, un ratón.  Y yo continuaré con la misma desazón que tenía hace nueve meses y que sigo teniendo.  Es verdad que podría no haberme ido.  Pero estoy realmente feliz de haber vuelto.