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Lorca, el Sector de la Construcción y los Sermones

Hace algún tiempo un amigo me envió el comentario que sigue rogándome que extremara la discreción. Después de mucho insistirle he conseguido que me autorice a publicarlo. Espero que os guste.

"La verdad es que la fiesta ha sido larga y con excesos, reconozcámoslo. Un auténtico fiestorro de los que hacen época. Por eso parece lógico que la resaca dure y no hagan mucho efecto un par de “alkaseltzer” y, por supuesto, que sea peligroso intentar pasarla con más alcohol, a pesar de las propuestas de los aficionados al “blodymary” mañanero. Dos cosas sorprenden sin embargo. Una, que parece que nadie se lo pasó bien y otra que abundan los predicadores, incluso entre los que asistieron al evento. Y la verdad, lo que peor se lleva de esta interminable resaca, perdón crisis, son los sermones.

Pongámonos un poco, sólo un poco, en el punto de vista de los empresarios, por ejemplo del sector ladrillo, para provocar. Que yo entienda sus grandes pecados son fundamentalmente dos: arriesgar su patrimonio para incrementarlo y no haber salido a tiempo del mercado e invertir en paneles solares chinos como buenos granjeros modernos. El primero les caracteriza como cochinos capitalistas, que yo creía que ya los habíamos aceptado en casa; el segundo, quizás, como incompetentes, pero desde luego no como chorizos; pues por no salir corriendo a tiempo han pasado a tener un montón de pisos sin vender, una reserva de suelo que nadie quiere ni como garantía, unos empleados fijos (pocos) a punto de ser despedidos, muchos temporales ya en la calle y una deuda con las entidades de crédito que amenaza asfixia inmediata. Con los beneficios de los años de bonanza que no fueron precisamente magros y por los que parece tienen que expiar culpas, quizá se compraron un yate, que ahora nadie quiere, o un tigre que seguramente acabará en los depósitos de Hacienda o quizás, quién sabe, invirtieron una buena parte en suelo para mantener vivo el negocio y seguir forrándose. Ya se sabe como son los del ladrillo, en vez de invertir en nanotecnología insisten en construir viviendas con derecho a campo de golf, sin miramientos a la productividad de la economía nacional. Supongo que alguno del sector debe de estar pensando que puestos a “devolver” beneficios pasados que empiecen las diversas haciendas públicas y los que chuparon de estas.

La naturaleza de la industria de construcción de viviendas (qué tal si dejamos de llamarla ladrillo) tiene todos los ingredientes para ser cíclica y para generar burbujas, especialmente si colaboran a ello las autoridades monetarias y fiscales. Desarrollo de suelo, promoción y construcción, son actividades con distintos tiempos, márgenes y riesgos que demasiado a menudo se confunden. En España, el periodo medio para el desarrollo de suelo oscila entre 5 y 10 años, está sujeto a grandes incertidumbres por su dependencia de la Administración, es la fase dónde se generan las grandes plusvalías, es fuente de financiación municipal y es, naturalmente, dónde anida la corrupción. La promoción con suelo finalista, con un período medio de 18 a 24 meses, es una actividad con una rentabilidad fuertemente vinculada al ciclo, polo de atracción de emprendedores oportunistas y dónde aparecen los especuladores grandes y pequeños que facilitan los excesos. Por su parte, la construcción, actividad por sí sola de escaso margen, es la gran generadora de empleo directo e indirecto y concentra su riesgo en la solvencia de los promotores. Y todos ellos deudores de las entidades de crédito.

En la fase alcista del ciclo ganan todos, desarrolladores, promotores, constructores y especuladores, al tiempo que se llenan las arcas de las Administraciones Públicas (cesiones de suelo, impuestos, cotizaciones), se alimenta la corrupción “pública” y privada, los bancos hacen su agosto y florece la actividad de notarios, registradores, arquitectos, tasadores, etc . Las entidades de crédito pujan por ampliar su cuota y colaboran con entusiasmo a inflar el globo y difundir la buena nueva de que usted también puede ser propietario ayudando a satisfacer el derecho a vivienda en propiedad que algunos políticos se han permitido elevar a rango de ley. Naturalmente en esta fase del ciclo faltan medallas para premiar lo bien que lo está haciendo todo el mundo.

Por el contrario, en la fase bajista pierden sólo unos; otros simplemente dejan de ingresar que no es exactamente lo mismo. Y qué bonito es cuando llegan los sermones que nos advierten de la maldad del inmobiliario y sus excesos. Qué purguen la resaca que la fiesta ha sido una pasada, se les dice. Y todo ello con buenas dosis de moralina incluso de alguno de los participantes en la fiesta que se le ha olvidado que también estaba allí, lo que pasa es que se quedó en el jardín y le sacaban las copas y los canapés porque los de dentro eran unos horteras. Qué vergüenza de fiesta que ya no habla bien de ella, ni siquiera los que se colaron gratis. No importa, en unos pocos años, esta vez unos pocos más de lo habitual, estarán todos otra vez allí, cuando los horteras nos convoquen.

La relación que este país tiene con el inmobiliario se parece a esa familia pequeño burguesa que vive de las relaciones sociales de la hija. Mirando a otro lado, no tienen inconveniente en pagarse el supermercado, la tele de plasma, las vacaciones en Benidorm y la universidad del niño, hasta que la niña no da más de sí y se queda en puta. Un drama lorquiano, vamos."