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La economía de las superestrellas y el experimento de Lebron James

lebPues a pesar de sus titánicos esfuerzos y de jugar unos playoffs espectaculares, Lebron James, de los Cleveland Cavaliers, no ha conseguido ganar el anillo de la NBA este año. La prensa estadounidense, sin embargo, sigue maravillada con este portentoso jugador. El otro día escuché en la radio un reciente estudio que habla de Lebron, pero va mucho más allá de sus aportaciones deportivas. El argumento es que un superstar como Lebron ha sido, por sí solo, capaz de generar sustanciales efectos en la economía de la ciudad de Cleveland, Ohio.

La mayoría de los estudios sobre los superstars se basan en la teoría de Sherwin Rosen de la Universidad de Chicago (ver aquí) y en el efecto magnificador que Internet y la globalización han tenido en los salarios y la riqueza que cobran individuos que son números uno en lo que hacen: deportistas como Lebron James, Leo Messi, pero también empresarios como Bill Gates, Mark Zuckerberg, etcétera. El economista Xavier Gabaix de Harvard ha estudiado como la combinación del talento y las nuevas tecnologías explican en gran parte el aumento sin precedentes en los salarios de los ejecutivos en los últimos años (ver aquí). La economía del deporte, por otro lado, se ha centrado en estudiar los beneficios económicos asociados a que una ciudad organice unos juegos olímpicos, un mundial de fútbol, sea la sede de la Super Bowl, etcétera.

Sin embargo, pocos estudios analizan como una superstar puede generar considerables beneficios en su entorno. El problema, como bien sabemos los economistas, es que es muy difícil establecer un claro efecto causal. Si la economía de Cleveland ha mejorado sustancialmente en los últimos años puede ser debido a múltiples factores, y no es nada fácil atribuirlo a que Lebron juegue en el equipo de esta ciudad. Es más, uno podría incluso argumentar que Lebron decidió jugar en los Cavaliers porque están en una ciudad con buenas perspectivas económicas. O, tal vez más realista, los Cavs se pudieron permitir pagar su desorbitado salario (casi 31 millones de dólares al año) gracias a una economía local boyante.

Sin embargo, la historia de Lebron nos ayuda a identificar este efecto causal. El motivo es el siguiente: Lebron jugo en los Cavs entre 2003 y 2010 para luego trasladarse a Miami y a sus Heats durante los años 2010-2014. Tal vez la nostalgia por su tierra natal o el excesivo calor de Florida hicieron que, en el año 2014, Lebron decidiera volver a Cleveland. Estos movimientos nos permiten explotar cierta “exogeneidad” en el efecto Lebron. Este es el argumento de un reciente trabajo (ver aquí) de los economistas Daniel Shoag de la Harvard Kennedy School y Stan Veuger de American Enterprise Institute. La clave del “experimento Lebron”, es que se trata del mismo jugador volviendo a la misma ciudad en un periodo relativamente corto de tiempo. Los autores se encargan de demostrar que ni el jugador ni la ciudad cambiaron demasiado entre 2010 y 2014 y, por lo tanto, uno puede aislar el efecto del único cambio sustancial en ese periodo: la vuelta de Lebron a Cleveland. Además, Lebron se fue de Cleveland en 2010 sin previo aviso y decidió volver a su ciudad natal en 2014 también sorprendiendo a todo el mundo. Esto hace que los efectos de su partida o su llegada no pudieran ser anticipados y, por lo tanto, pueden considerarse como un shock exógeno que afectó a la ciudad.

El caso de Lebron permite a Schoag y Veuger estudiar las externalidades locales, es decir los beneficios que un mismo individuo generó en la ciudad de Cleveland entre diferentes períodos de tiempo y por los que nunca fue directamente compensado. El estudio muestra que, tras la partida de Lebron a Miami, los bares situados cerca del estadio de los Cavs sufrieron una repentina caída en sus beneficios reducidos. Cuando Lebron regresó en 2014, los autores estiman que el empleo en los negocios cercanos al estadio aumentó en un 25%. El gráfico de abajo también muestra que el número de restaurantes y bares alrededor del estadio aumentó sustancialmente precisamente en el año en que regresó el jugador. Lo contrario ocurrió en Miami, como muestra el grafico de la derecha.

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A menudo los economistas nos empeñamos en estudiar el impacto económico asociado a la construcción de, por ejemplo, un nuevo estadio. El experimento de Lebron demuestra que, en realidad, lo que más importa es quien juega en este estadio. Otra conclusión de este trabajo es que el impacto de estas superstars es muy local- el efecto desaparece en establecimientos situados a más de 11 kilómetros del estadio. La última lección del estudio es que cuantificar este tipo de externalidades es muy difícil. Habría que convencer a Leo Messi o a Cristiano Ronaldo que se fueran de sus equipos durante un par de años y luego volvieran para poder ver cuánto les echaron de menos las economías de Barcelona y Madrid respectivamente…O al menos, los propietarios de bares y restaurantes situados cerca del Nou Camp y el Bernabéu.