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¿Es internet el culpable del aumento en la polarización política?

Hace unos días nos contaba Gerard Llobet la influencia de la cobertura mediática de algunos juicios en el resultado de los mismos (ver aquí). También nos comentaba allí que los medios de comunicación a menudo contribuyen a una mayor polarización de la población. El siguiente gráfico, sacado de un trabajo de un reciente trabajo de los economistas Levi Boxell, Matthew Gentzkow y Jesse Shapiro (ver aquí) muestra claramente este aumento de un índice de polarización en Estados Unidos:

En esta entrada quiero discutir en más detalle este trabajo, cuyo principal objetivo es entender si internet, y las redes sociales en particular, son los verdaderos causantes del aumento de la polarización política en Estados Unidos. Por un lado, las redes sociales, e internet en general, son a menudo señaladas como las verdaderas causantes de este fenómeno. El argumento es que estos medios facilitan crear espacios donde uno encuentra usuarios que reafirman aún más sus creencias. Otro argumento es que los medios más extremistas posiblemente tengan más repercusión en las redes sociales y el crecimiento de internet les ha dado, por tanto, más protagonismo. Por otro lado, el argumento contrario es que el acceso a internet reduce la polarización ya que facilita el contacto con personas con las que no se tienen vínculos directos y que, por tanto, transmiten nuevas ideas y puntos de vista a los que se estaría mucho menos expuesto sin las redes sociales (véase, por ejemplo, este trabajo de Pablo Barberá).

La estrategia de Boxel y coautores es usar datos de encuestas para calcular un índice de polarización y analizar cómo este índice ha cambiado en los recientes años para individuos de diferentes edades. Sus datos muestran que la tasa de uso de internet de los ancianos para seguir las noticias es mucho menor a la tasa de los individuos de media edad. Por ejemplo, en la reciente campaña electoral de 2016 en Estados Unidos, el 60% de los individuos de edades entre 18 y 39 años siguieron la campaña en las redes sociales, mientras que solo el 26% de los mayores de 75 años lo hicieron. Esto se aprecia en el siguiente gráfico:

El principal resultado de su trabajo (ver en el siguiente gráfico) es que la polarización política ha aumentado en este periodo mucho más en la gente mayor de 75 años que en los de edades entre 18 y 39 años, es decir, el aumento ha sido mucho mayor para la población con menor uso de internet.

Esto sugiere que es difícil sostener la hipótesis de que es internet el medio que genera mayor polarización. Los autores reconocen que es posible que esto suceda porque existen efectos de desbordamiento (spillover effects) entre diferentes grupos de edad. Por ejemplo, es posible que los jóvenes se polarizan mucho a través de internet y eso afecta el punto de vista de los más mayores, quizás a través de la elección de políticos o en el sesgo político que exhiben las cadenas de televisión que buscan satisfacer al ciudadano medio.

Europa está también experimentando un rápido aumento de la polarización política (ver aquí). Y, por supuesto, en España, o al menos en Cataluña, no cabe duda de que las diferentes posiciones políticas de los votantes encuentran hoy menos espacios comunes que hace unos años. En el estudio que he mencionado antes, Pablo Barberá mide las posiciones ideológicas de los usuarios de Twitter y con ello estima los “puntos ideales” de millones de ciudadanos en España, Alemania, y Estados Unidos. Esto le permite observar tanto la evolución de las preferencias políticas como la composición ideológica de las redes sociales a lo largo del tiempo en estos tres países. Usar datos de Twitter tiene muchas ventajas: sus usuarios obtienen más noticias a través de esta plataforma que de cualquier otra red social, los políticos son más activos en Twitter que en cualquier otra red social (¡véase el caso del Presidente Trump!), la mayor parte de los tweets son públicos, es posible asociar perfiles de Twitter con archivos de registros de votantes (para el caso de Estados Unidos) usando el nombre de los usuarios e incluso saber dónde viven. Un problema obvio que presentan sus datos es que solo muestran la población que usa Twitter, mientras que en Boxel y coautores los datos cubren toda la población.

Como puede verse en la siguiente tabla, el principal resultado de este estudio es que, en España, Alemania y Estados Unidos, un mayor uso de las redes sociales (Twitter, en este caso) medido con la variable exposure to diversity (exposición a la diversidad a través del uso de Twitter) está asociado a una menor polarización política.

Aunque estos resultados no indican una relación de causalidad entre uso de Twitter y polarización política, muestran una correlación negativa robusta. Estos resultados son además consistentes con el trabajo comentado de Boxel y coautores y sugieren un panorama más optimista respecto del papel que las redes sociales juegan en nuestra convivencia. Aunque también hay que decir, como apuntaba Gerard Llobet, que en el mundo de las noticias por internet las “fake news” se multiplican con enorme facilidad y eso podría perfectamente destruir su efecto positivo en la moderación las posiciones políticas.