Economía liberal y corridas de toros

Como cada verano cuando visito España, llega el día en el que nos tomamos un café en algún bar donde un nutrido grupo de gente, normalmente de avanzada edad, parece disfrutar de algún espectáculo taurino.  Mis hijos, que han crecido fuera de España, perplejos ante el sanguíneo espectáculo me hacen siempre dos inevitables preguntas: ¿cómo es posible que alguien disfrute viendo algo así? y ¿esto no está prohibido? Mi respuesta a la primera pregunta siempre es: “No tengo ni idea.” La respuesta a la segunda suele ser: “Los toros en España es un asunto muy delicado.” Vaya por delante que detesto las corridas de toros. No las puedo entender. Pero en esta entrada me quiero poner el sombrero de economista liberal e intentar responder a dicha pregunta fríamente, sin dejar que estos sentimientos afecten el análisis.

Los economistas liberales creemos que el gobierno debe entrometerse más bien poco en la vida de la gente a no ser que haya una evidencia clara que los mecanismos de mercados no funcionan. Un supuesto clave en nuestra forma de pensar es que la gente es utilitarista, en el sentido de que van por la vida maximizando lo que llamamos su función de utilidad o de felicidad. Podríamos hacer el supuesto que los toros también maximizan su utilidad, pero tal vez esto es un poco irreal. Supongamos, en cambio, que queremos, de forma altruista, lo mejor para el toro. Existen tres opciones para el tipo de vida que puede tener un toro en un país moderno: la primera, vivir toda su vida en una pequeña jaula hasta ser sacrificado de forma rápida y sin apenas dolor, para el consumo de su carne. La segunda, puesto que la carne de toro no tiene demasiado valor comercial, dejar de criar toros, lo que, eventualmente, llevaría a su extinción. Y la tercera, vivir una vida en el campo, con espacio y bien alimentado, pero eso sí, muriendo lentamente y pasándolas canutas una tarde de agosto en cualquier plaza de toros. ¿Qué elegiría alguien que se preocupa principalmente por el bienestar del toro? Es posible que mucha gente piense que la primera opción, vivir enjaulado y morir sin sufrimiento, es la mejor para el toro. Sin embargo, es difícil justificar elección si eres un economista utilitarista. Es cierto que el modelo utilitarista asume que a la gente (a los toros, en este caso) les molesta mucho tener grandes cambios en la felicidad a lo largo de su vida -es preferible, por ejemplo, consumir la misma cantidad de bienes a lo largo de la vida, que disfrutar mucho algunos años y pasar hambre en otros-. Es decir, se prefiere alisar el consumo a lo largo del tiempo a tener cambios bruscos en él. En este caso hablamos del consumo de bienestar y el modelo implica que la aversión a unas horas de tortura podría pesar más que una vida disfrutando de espacio y buenos alimentos. Sin embargo, es difícil imaginar que esa pérdida de utilidad le haría elegir al economista liberal la opción de vivir en cautividad (y por lo tanto con la misma bajísima felicidad) toda su vida. Así que, el modelo utilitarista nos dice que seguramente el toro, si se le hiciese la pregunta, elegiría morir en la plaza. La segunda opción -dejar de criar toros de lidia y por lo tanto, llevarles a su extinción- es más difícil de evaluar. Por un lado, seguramente muchos de nosotros damos valor a que sigan existiendo cuantas más especies de animales como sea posible, aunque hay que decir que el toro de lidia es una especie artificial. Esta preferencia es obvia para un biólogo y algo abstracta para la mayoría de la gente, pero parece que, bajo esta perspectiva, también la opción de morir en la plaza es la menos mala. Otra forma, aun mas filosófica, de plantearse el efecto de la extinción de una especie es pensar en el bienestar de los toros que nuca llegaran a nacer. Esta discusión es la misma  (ver aquí) que la que analiza  hasta qué punto una sociedad está peor si nacen menos niños en el sentido de que privamos de disfrutar de la vida a gente que aún no existe (¿qué peso le asignamos a seres que aún no han nacido?). Si pensamos que estos aún inexistentes seres deben ser respetados, seguramente la opción de las corridas sigue siendo la mejor.

Pensándolo así, ¿cómo puede justificarse la prohibición de las corridas desde un punto de vista utilitarista? Seguramente el argumento de fondo es que, la mayoría de gente (donde me incluyo) no entiende que alguien disfrute y esté dispuesto a pagar bastante para ver sufrir a un animal. Los defensores de las corridas argumentan que eso es lo de menos, que lo que de verdad importa es el arte asociado a cómo se mata al animal. Pero este argumento es muy subjetivo: para los que no entendemos (ni queremos entender) este supuesto arte, el espectáculo de ver sufrir a un animal pesa mucho más. El otro clásico argumento de los defensores de las corridas es que se trata de una tradición muy antigua, pero huelga decir que la longevidad de una tradición no puede, per se, justificar su perpetuación. La realidad es que las corridas de toros vienen de una cultura de antaño y que hoy es totalmente ajena a muchos españoles, incluso los que han vivido siempre aquí. La sensibilidad por los derechos de los animales va aumentando a lo largo del tiempo, aunque eso sí, va tan despacio (véase la normativa sobre la explotación de carne y sobre jaulas) que es difícil pensar que tenga la suficiente fuerza para que desaparezcan las corridas de toros en el medio plazo

Me gustaría hacer ver al lector que en el párrafo anterior ya no estamos hablando de la felicidad del toro, sino de nuestras preferencias sobre lo que es moralmente aceptable y lo que no lo es. Y ahí el economista utilitarista entra en terreno pantanoso. Ya nos contaron los premios Nobel Gary Becker y George Stigler hace muchos años (aquí) que de gustibus non est dispuntandum, o sea que poco podemos (ni debemos) hacer para cambiar los gustos de la gente. Por lo tanto, el argumento de prohibir un espectáculo cruel porque nos molesta tiene poco peso. Lo que sí tendría más sentido, en mi opinión, es interpretar las corridas de toros como algo que genera una externalidad negativa en la mayoría de la sociedad. El hecho de que en un pueblo se torture a un animal y los espectadores disfruten del espectáculo, genera un efecto negativo en muchos de los aldeanos y, por lo tanto, es eficiente que los que van a la corrida les compensen de alguna forma por esta externalidad. Alguien podría decir: “lo mismo ocurre con permitir a parejas homosexuales caminar de la mano por la calle.” A un homófobo le molesta eso y podría argumentar que esas parejas deberían pagar un impuesto por la externalidad que a él le genera verles. Jose Luis Ferreira escribió sobre el tema aquí. No obstante, una diferencia clave es que en este caso no hay un abuso contra nadie, mientras que, en el caso de las corridas de toros, la legislación de protección y bienestar animal deja claro que hay formas mucho menos crueles de acabar con la vida de un animal. Así que el economista liberal estaría conforme con preguntar a la sociedad si quiere aplicar un impuesto pigouviano que corrija la externalidad causada por las corridas de toros. En caso de ser aprobado, ese impuesto se añadiría al coste de la entrada y su recaudación podría usarse para compensar al resto de la sociedad, por ejemplo, construyendo una bonita fuente. O, tal vez, para financiar una ONG que se dedique a proteger o a mejorar la calidad de vida de otros animales. Esto me recuerda cuando hace tres años un cazador norteamericano mató, por deporte, al famoso león africano Cecil (ver aquí). El principal argumento en contra de castigar al individuo fue que había pagado por un permiso (bastante caro, si no recuerdo mal) que le permitía matar leones. Además, aunque supongo que a mucha gente nos pareció horrible su acto, se dijo que ese dinero se usaba (desconozco cuánto hay de cierto en esto) para, tal vez paradójicamente, proteger la vida de muchos otros leones de la zona.

En resumen: si la cuestión fuera prohibir corridas de pollos que se pasan la vida en una jaula y el ultimo día en el planeta se les tortura, el economista utilitarista sugeriría que se prohibieran, puesto que cualquier pollo estaría objetivamente peor con la práctica de ese espectáculo. Pero como a los toros de lidia se les compensa con una muy buena vida… el modelo no tiene esa implicación. Solamente si aceptamos que las corridas de toros generan una clara externalidad negativa en una parte sustancial de la sociedad, el modelo apoyaría la instauración de un impuesto para compensarle por ello.

Hay 61 comentarios
  • Muy interesante, David. La idea de un impuesto pigouviano es novedosa y vale la pena explorarla, pero en España lo que existe es una subvención pública (cuantiosa) a los toros, de manera que se paga con dinero de todos los contribuyentes la afición de unos cuantos. Antes de discutir sobre el impuesto sería imperativo (y muy liberal) terminar con la subvención.

    Los toros están (valga la redundancia) heridos de muerte y en unas décadas serán solo una postal descolorida de un país que cada vez es mas culto y avanzado, una evolución dificilmente compatible con los toros, como bien ven tus hijjos (los niños suelen ver las cosas de manera fresca y clara). En este contexto, creo que la prohibición puede retrasar, en lugar de avanzar, la muerte natural de las corridas.

    Más allá de esta intuición, desconozco totalmente la economia política de la prohibición, si las cosas van así o no. ¿Sabes si hay literatura al respecto?

    • La impresionante asignación a la tauromaquia en los PGE de 2018 es de 30.000 euros. Treinta mil euros.

      • Desconocía que los toros estuvieran subvencionados. Y 30.000 euros es demasiado dinero, en mi opinión. 0 euros estaría mucho mejor. ¿Qué intenta corregir el gobierno con esta subvención?

        • La dotación del premio nacional de tauromaquia. Entiendo que esa cantidad que propone la haría extensiva al resto de premios nacionales de cultura.

          • Gallito, ahí entramos en el debate de si las corridas de toro son “cultura”. No para mí, ni para (diría) la mayoría de españoles. Y seguro que no para la mayor parte del mundo civilizado. A quien le guste este espectáculo, que lo pague de su bolsillo. Y mejor si se le añade un impuesto pigouviano.

      • Ahora suma las subvenciones de las Comunidades Autónomas, las Diputaciones y sobre todo los municipios...

        En mi pueblo, durante los años que gobernó IU, lo único que tuvo que hacer el ayuntamiento para "prohibir" los toros es no poner dinero para la celebración de la corrida anual durante las fiestas del pueblo.

        Se sabe de sobra que es un negocio insostenible salvo en cuatro plazas durante cuatro ocasiones mal contadas. Ni una subvención de ningún tipo a ningún nivel administrativo, y vamos a ver cuánta afición hay de verdad a la tauromaquia en este país.

    • Joan, ¿a qué te refieres con la economía política de la prohibición? ¿Quieres decir si hay evidencia que prohibir algo estimula su demanda? Alguien ha usado este argumento con el tema de las drogas. O se me ocurre el famoso caso de que cuando se le prohibió a Michael Jordan llevar sus zapatillas Air Jordan en los partidos (porque la NBA solo permitía llevar zapatillas oficiales) sus ventas se dispararon. Y hay muchísimos más ejemplos, claro…

      • Efectivamente. Tu mismo dices que la mayoría de espectadores de las corridas en los son bares son de edad avanzado. A la gente joven, educada y cosmopolita, las corridas le parecen algo entre atrabiliario y espeluznante. Por ejemplo cuando el Parlamento catalán prohibió las corridas dió aire a un fuego que se estaba apagando solo. No se si prohibir no insufla cierto interés.

        Creo recordar que have unos años ya hubo un post en de Pol Antràs similar a este.

  • Me gustaría hacer dos puntualizaciones:
    1.- El toro es un animal que genera muchas endorfinas, muchas más que los caballos, por ejemplo. Lo cual le mitiga notablemente el dolor durante la lucha. No es comparable, ni por asomo, a un pollo.

    2.- Si hablamos de externalidades, no podemos olvidar las positivas. Me centraré en las ecológicas. El terreno de dehesa donde se cría este animal es de una riqueza sin igual. La propia cría del toro, dado que se trata de un animal no destinado principalmente a su consumo, ayuda al sostenimiento de estos parajes y fomenta la biodiversidad: lince ibérico, lobo ibérico, cigüeña negra, águila imperial e ibérica, etcétera.

    • Gallito, respecto a (1) diría que no se trata de algo cuantitativo. Me alegra saber que el toro no sufre tanto como parece (¿puede confirmas esto algún biólogo que este leyendo, por favor?). Pero para mí, y creo que para la mayoría de gente que no le gusta el espectáculo, es un tema cualitativo: nos produce una externalidad negativa que se maltrate a un animal (independientemente de cuánto sufra) y que la gente disfrute con ello. Respecto a (2), he leído que seguramente la Dehesa no existiría, o sería difícil de sostener sin toros de lidia pastando allí. Pero, de nuevo, si lo que se quiere es proteger a linces, lobos, etc… tal vez es mejor usar dinero público directamente. La respuesta se halla en un equilibro político: habría que preguntarle a la gente si está conforme con pagar más impuestos para mantener a estas especies a cambio de no tener que aguantar las corridas. Si el votante medio prefiriera tragar con las corridas, el impuesto las entradas a los toros que propongo ayudaría a compensarles.

        • Gallito. Me sigue pareciendo equivocado justificar la práctica argumentando que el toro sufre poquito...Los defensores del asunto habláis mucho del honor que le supone al toro esta supuesta lucha. ¿Pero no sería de verdad un honor que el toro fuera recompensado si lo hace bien? ¿Qué tal una regla que dijera (parecido a las luchas de gladiadores) que el 50% de los toros no son sacrificados si lo hacen bien? Aún pensaría que se trata de un espectáculo sádico, pero tal vez algo más justo. Supongo que no habría objeción a eso: a no ser que encontréis un placer especial en la muerte del animal.

  • Pero hay mas opciones para el toro que las tres expuestas desde no matarlo a eliminar/humanizar la corrida . Aunque la corrida genere ingresos ( que no parece dadas las subvenciones que recibe), las externalidades negativas para la imagen de Europa como área civilizada son muy superiores. Seguramente los safaris de Africa serian las actividades mas comparables,....

    • Efectivamente hay mas opciones para el toro que extinguirlo o torturarlo.

      Lo mismo se podria aplicar al lince iberico, al rinoceronte blanco, etc. ¿por que no inventamos una forma de torturarlos comercialmente sostenible y asi no se extinguen? Yo creo que deberian haber otras opciones.

      • Estoy de acuerdo. En la entrada comento un poco esto. Si se decide que es socialmente óptimo que sigan existiendo toros de lidia (una especie artificial, no lo olvidemos), el gobierno debería subvencionar que hubiera unos pocos en los zoológicos. No justifico para nada que la mejor opción es usar el dinero recaudado por los que matan toros para que sobreviva la especie. Digo que esto es lo que sucede. Es un second-best, en jerga económica. Lo mismo con el leon Cecil: mejor sería que el gobierno de Zimbabue dedicara dinero público a proteger los leones. Pero como seguramente las arcas de ese gobierno no están muy llenas, el second-best es proteger a muchos leones sacrificando a alguno.

    • Anselm, me parece complicado justificar un impuesto a las corridas por su impacto macroeconómico…es decir, por el efecto que tiene esta práctica en la opinión que el resto del mundo tiene de los españoles. Personalmente, me es más fácil simpatizar con el argumento microeconómico del disgusto que nos produce al resto de españoles esta práctica.

  • ¿No se debería tomar en cuenta en su análisis el impacto económico y ecológico de las ganaderías de toros bravos? Suponen un aprovechamiento de un entorno (las dehesas) en general poco productivo, y además ayudan a mantenerlo en un estado más cercano al natural que los cultivos intensivos. Claro que se podrían sustituir (creo que algún partido los ha propuesto) por parques naturales, pero eso implicaría un gasto adicional del estado.

    • Alf, como le he contestado a Gallito: la respuesta se halla en un equilibro político: habría que preguntarle a la gente si está conforme con pagar más impuestos para mantener a estas especies a cambio de no tener que aguantar las corridas. Si el votante medio prefiriera tragar con las corridas, el impuesto las entradas a los toros que propongo ayudaría a compensarles

  • Qué mercado ni qué mercado.
    Los espectáculos taurinos sobreviven con dinero público.
    Con eso todo lo demás sobra.

    • Sería desde luego un buen experimento retirar cualquier subvención a los toros y ver qué pasa...

  • A mí se me ocurre otra externalidad negativa. Pienso que asistir a un espectáculo donde se tortura un animal insensibiliza a la gente que lo ve ante el dolor ajeno (animal o humano). Por eso, en mi opinión el espectáculo debería estar prohibido como mínimo a los menores de edad.

    • Irene: prohibir la entrada a menores de edad, desde luego debería hacerse. No sé si existen restricciones en ese sentido. El gobierno tiene la obligación de proteger a los menores si no lo hacen sus padres. Penalizar a los adultos ya no, puesto que, por ejemplo, el boxeo es una actividad violenta. Cada uno veo lo que le apetezca mientras nada se vea perjudicado.

      • David, creo que no hay ninguna edad mínima, aunque la ONU lo recomienda (https://elpais.com/politica/2018/02/08/actualidad/1518114413_719685.html). En Utrera (Sevilla) quisieron prohibirlo para menores de 7 años y hubo tanta polémica que dieron marcha atrás (https://www.eldiario.es/andalucia/enclave_rural/Menores-plazas-toros-Utrera-Espana_0_216279166.html).
        Por otra parte eso de que nadie resulte perjudicado no me acaba de convencer. Si uno acepta mi argumento de que ver corridas hace a los espectadores menos sensibles al dolor ajeno, entonces esto perjudica a todo el mundo. Dicho sea de paso, aplico el mismo argumento con la pornografía: está demostrado que los hombres que ven pornografía habitualmente se vuelven más machistas, porque ésta cosifica a las mujeres. Así que como mujer me veo perjudicada. Por ejemplo, es más difícil que un alumno respete mi criterio si está acostumbrado a ver a las mujeres como meros objetos sexuales. Perdón por la digresión (aprovecho para advertir a los machirulos de turno que no pienso contestar a sus comentarios si los hacen).

  • Felicidades por la entrada David. Soy un catalán aficionado a las corridas de toros y a los festejos populares (encierros, vaquillas, correbous, etc.). Respeto a todos los que, como tú, manifiestan su disconformidad con respeto y argumentos.

    Vaya por delante que pienso que los aficionados a los festejos con reses bravas somos una minoría bastante abultada pese a todo (creo recordar que en torno al 15% de la población española según la encuesta del Ministerio sobre hábitos culturales). Lo que no sé es la magnitud de los antitaurinos favorables a la prohibición. Mi impresión personal es que a la gran mayoría ni les gustan ni les disgustan, y no están a favor de la prohibición de los toros, como dejaban en evidencia las encuestas en Cataluña cuando se prohibieron las corridas de toros (nos los correbous).

    No tengo claro, no obstante, el impuesto que propones. Sea cual sea el impuesto, implicará un aumento de los costes y, en consecuencia, una disminución artificial de las corridas de toros. ¿Cuál tendrá que ser entonces la cuantía? ¿Cuál es el nivel de festejos resultante que soportaría la externalidad negativa generada? Antes de la Gran Recesión había un nivel de corridas de toros en España cercano al millar. La reducción ha sido muy notable (https://aecr.org/es/el-impacto-de-la-crisis-en-las-industrias-culturales-analisis-de-las-corridas-de-toros/). ¿Crees que hay menos externalidad en los antitaurinos? Lo dudo.

  • David, varios puntos.

    1 -- sobre sus hijos, como me ha pasado a mi con hijos y nietos, lo importante es que entiendan que somos diferentes, que no hay dos personas iguales en prácticamente todas las dimensiones que a los humanos nos interesan;

    2 -- que una de esas dimensiones es nuestras preferencias o valores, y si uno cree que tiene "mejores" valores que otros eso no justifica que moleste a los otros y trate de imponérselos. Que predique sus valores primero y ante todo con su ejemplo personal y si tanto le interesa que los otros cambien que sea predicador profesional pero no político para imponerle a los demás sus valores (sí, la gran mayoría de políticos no lo son para imponer sus valores sino para beneficiarse personalmente del poder coercitivo del estado-nación).

    3 -- si alguien cree que lo que hacen los demás molesta mucho, primero mejor asegurarse que haya otros que también se sientan perjudicados y segundo que forme un grupo para predicar nuevas normas sociales que regulen esas conductas molestas (la prohibición es un caso extremo de regulación y las sanciones por violar la prohibición incluyen multas que en definitiva son impuestos Pigou lo suficientemente altos como para asegurar el resultado, aunque en algunos casos la mejor sanción es la cárcel — Nota: en China uno aprende que la prohibición acompañada por un impuesto Pigou alto no son suficientes porque también cuenta mucho la capacidad para hacer cumplir la ley).

  • 4 -- que aprendan que otros pueden considerar que lo que uno hace causa daño a otros y por lo tanto otros pueden organizarse para regular lo que uno hace. No hay nada que duela más a los que recurren a la política para imponer sus valores, que otros con valores opuestos hagan lo mismo para imponer los suyos; sí, lo mejor que uno puede hacer contra quienes asaltan el poder coercitivo del estado-nación para imponer sus valores es enfrentarlos con sus mismas armas en la competencia política. Insisto, sin embargo, que la gran mayoría de los políticos sólo están interesados en los beneficios personales de ese poder coercitivo.

    5 — que las normas sociales cambian, aunque no siempre se traduzcan en normas jurídicas, porque reflejan cambios culturales en una mayoría absoluta de la sociedad (sea el pueblo, la provincia, la comunidad, o el estado-nación) y que si uno está en contra de una nueva norma social está sujeto a sanciones que van desde el desprecio personal y la exclusión social hasta las sanciones de las normas jurídicas.

    6 — que un ejemplo claro de esos cambios está relacionado con el trato a los animales —sólo aquellos que en principio no constituyen una amenaza inmediata a alguna población humana— pero como todo cambio social inicialmente genera tensiones que se superan cuando se consideran situaciones distintas, como sería el caso de los toros vs. los gallos de riña vs. los caballos de carrera vs. las mascotas, etc.

  • 7 — que el cambio impuesto por políticos a través de nuevas normas jurídicas no necesariamente “soluciona” el problema porque si el grado de oposición a las nuevas normas es alto, los opositores no cumplirán las leyes y regulaciones y pondrán en aprietos a los funcionarios encargados de hacerlas cumplir.

    8 — que si uno NO tiene interés alguno en las corridas profesionales de toros (como es mi caso) y además cree que es maltrato de los toros, lo primero que debe hacer es organizarse a nivel local para que el municipio cobre tarifas altas por cualquier servicio auxiliar a las corridas (en particular respecto al alquiler de espacios públicos), imponga restricciones fuertes a la organización y ejecución de la actividad, y por último la prohiba si una mayoría absoluta de la población está de acuerdo, y lo segundo organizarse para persuadir a las poblaciones de otros municipios para que hagan lo mismo (por la naturaleza de la actividad la prohibición sería fácil hacer cumplir pero mucho más fácil es cobrar tarifas altas y poner restricciones).

    • Enrique: estoy de acuerdo con casi todos tus comentarios. Voy a estar viajando las próximas horas así que no voy a poder contestar muchos de los comentarios.

  • Me ha sorprendido el tema de tener en cuenta las preferencias de los animales. Un par de preguntas.

    1 ¿Cómo sabemos cuáles son? ¿Sabemos como piensan?En el caso del toro parece claro porque todos buscamos sobrevivir. Pero un león en un zoo por ejemplo, con todo el debate que hay sobre si deben existir o no. ¿Cómo sabemos que el león prefiere la vida salvaje a la vida en cautividad? En estado salvaje suelen tener muertes violentas (cuando leones más jóvenes y fuertes les expulsan de su "harén de hembras" o cuando son demasiado viejos para seguir cazando). Además, los leones en la sabana según tengo entendido pasan mucho tiempo dormitando (como en el zoo) y también pasan hambre periódicamente. ¿Cómo sabemos que un león no prefiere vivir en un zoo (pierde libertad pero gana seguridad y comodidad, si es que se siente más seguro en un zoo o libre en la sabana, qué tampoco lo sé) que en libertad?

    2. ¿Qué pasa si las preferencias de los animales chocan con las de los humanos? Se me ocurre el ejemplo de las palomas en las ciudades. Las palomas, igual que los toros, prefieren vivir que morir pero los humanos las matamos porque si su número aumenta demasiado dañan nuestras ciudades. Supongo que la preferencias de las palomas serán las contrarias a las nuestras. ¿Cómo comparamos las preferencias de animales y humanos? Desde el punto de vista utilitarista, es posible defender que podemos dar prioridad a las preferencias de nuestra especie? Si no, ¿qué solución se te ocurre?

    Un saludo

    • Guille: sobre (1) es cierto que es difícil saber qué prefieren los animales. Pero uno diría que vivir toda la vida en una jaula diminuta no debe ser muy apreciado. Morir despacito con un montón de gente clavándote pinchos imagino que tampoco. Pero lo reconozco: son puras especulaciones. Sobre (2) fíjate que no dejo elegir al toro sino a la gente que quiere el bienestar del toro. Diría, sin ánimo de supremacismo, que los derechos del hombre están por encima de los de cualquier animal. Intentando siempre respetar los de estos últimos.

      • Sólo comentar que parece que es posible una solución intermedia entre la prohibición y que todo siga igual:

        http://www.eluniversal.com.mx/articulo/mundo/2017/07/25/corridas-de-toros-sin-sangre-ni-muerte-son-posibles-estos-sitios-lo

        Entiendo que de esta manera se puede preservar toda la parte técnica del toreo, y el valor del torero sigue a prueba porque el animal seguirá yendo a matar. Al mismo tiempo, nos ahorramos la parte de la muerte del animal. No sé si hay algún fan del toreo que pueda dar su opinión sobre esto (en el blog parece que a la mayoría no les gusta).

        A mí me parece la mejor opción porque resolvemos el problema ético y a la vez
        permitimos a los aficionados seguir disfrutando del toreo. Además, también mantendríamos una industria (quizás desapareciera sin subvenciones o quizás sólo sería más pequeña, no lo sé).

        Sobre el tema de la extinción de los toros de lidia. Yo creo que en caso de desaparecer la tauromaquia podríamos plantearnos hacer con el toro de lidia lo mismo que con el lince ibérico. Al fin y al cabo, ¿qué beneficio económico reporta su conservación? Lo hacemos por su valor ecológico y no entiendo porque esa misma lógica no podría aplicarse al toro.

  • Estando de acuerdo en que muy posiblemente la tauromaquia se vea extinguida en poco tiempo, quiero valorar principalmente dos argumentos:
    - Desde mi completa ignorancia de la tauromaquia, cabría la opción de transformar el actual "arte" a algo más respetuoso con los derechos de los animales e hiriente para otras personas. Creo que algo así mantendría cierta parte cultural y mostraría la misma evolucion de nuestra sociedad. Así mismo, seguramente sería la opción elegida por el liberal (lo cual me considero)
    - El hecho de dejar o no morir a la especie porque es "artificial" me genera dudas. Que quiere decir eso? Acaso no son todas las razas de perros seleciones hechas a partir del lobo? Y cuantas razas de animales realmente son artificiales en mayor o menor medida? Significa eso que no son relevantes biológicamente?
    un saludo he disfrutado con su artículo
    Buen fin de semana

    • Juan Ignacio. Buen comentario lo de las especies artificiales... Tal vez tengas razón que el hecho de que una especie no sea natural no justifica que se deje extinguir.

      • Es que todas las especies nacen de sus relaciones con otras especies. Las gacelas son en buena medida una "creación" de los leones ya que si no fuera por este depredador y su capacidad de exterminar a las mas lentas, con menos reflejos etc serían un animal bastante diferente al que conocemos actualmente (perfectamente esto podría haber propiciado un boom brutal de su población haciendo que el ecosistema no fuera sostenible y que en ese proceso la cantidad de gacelas muertas fuera del 100% directamente).

        Aparte de las relaciones con otras especies en un ecosistema, otra cosa que también crea y altera la evolución de las especies, son las relaciones de unos animales con otros de su misma especie y por ejemplo el tema de que en los humanos este "bien" visto ponerse delante de un miura de mas de 600 kilos por ver si te mata él o lo matas tú, pues contribuye enormemente a que seamos como somos (permite "artificialmente" descartar a la gente con menos reflejos, con menos resistencia mental y física etc haciendo un efecto optimizador en nuestra especie muy similar al que hacen los leones sobre las gacelas o los humanos sobre los toros etc).

        De todas formas yo también creo que el toreo es algo que dejará de existir, pero porque se verá reemplazado por actividades incluso mas absurdas y peligrosas, que hace bastante años no podían haberse dado (salto base, todo tipo de deportes de alto riesgo etc) y no creo que sea necesario hacer nada al respecto.

        • Yo también creo que el toreo desaparecerá, pero tardará muchísimo. Me parece buena idea cobrar a sus consumidores un plus para compensarnos a todos mientras aun existe esta práctica.

          • Pero es que el problema es que a todos no nos gustan muchísimas cosas y no podemos ir pidiendo indemnizaciones a lo loco siempre que algo nos desagrade.

            El toreo consiste en poner al limite el desempeño psicomotriz de unas personas en una actividad que es altamente arriesgada y peligrosa y no en torturar un animal así porque sí y por lo tanto como obedece a exactamente lo mismo que el resto de deportes de alto riesgo, yo creo que simplemente es cuestión de ampliar la calidad y la cantidad de la oferta de contenidos que cubran esa forma de ocio y no de limitar las poquísimas opciones que existen en España a dia de hoy.

            Si los aficionados a la tauromaquia pudieran ver competiciones de monster trucks en directo o competiciones de rally cross o competiciones al estilo de los XXX games o las que se le vayan ocurriendo a cualquier grupo de personas que decidan arriesgarse a hacerlo (lucha a espadazos humano vs robot etc), pues es bastante mas probable que la tauromaquia deje de existir de una manera mas efectiva, que insultando a sus aficionados (que perfectamente podríamos ser nosotros naciendo 50 años antes, donde los toros era directamente la única actividad "deportiva" de ese espectro conocida y practicable en españa) y penalizandola en base a nuestras primeras ocurrencias porque sí (básicamente porque luego se dedicarán a hacernos lo mismo con cosas que nos gusten a nosotros y a ellos no, haciendo que la situación sea netamente bastante peor).

  • Los espectadores nos ponemos como una furia cuando el toro no es bravo y el torero no se juega la vida. El disfrute es de un combate equilibrado, véase el culto al tuerto Padilla.

    Los psicópatas sois lo que coméis bocadillos de jamón sin pensar de dónde viene.

    Por último, cuando prohibáis las corridas en España, nos iremos a un país tan atrasado como Francia.

    P.D. Es muy jesuíta utilizar la externalidad negativa del utilitarismo liberal para coartar libertades ajenas. En este mismo blog se utilizó para justificar la inmersión linguística.

    • Yo no propongo coartar ninguna libertad. Solamente que me compenses por tener que aguantar tu cruel pasatiempo.

  • No hay límites a la "vocación humana de intervenir" y la disculpa: sea utilitarismo, keynesianismo o cualquier otro "montaje intelectual" que pretenda hacer pasar el modelo por la realidad no es más que una disculpa.

    Son crueles las vidas de mamíferos en cautividad frecuentemente dañados sicológicamente en su captura. Deberían prohibirse

    Es patético el espectáculo de un zoo o un circo (cárceles de animales inocentes). Deberían prohibirse

    Es cruel lo que hacemos a nuestros deportistas de élite. Dañados física y psicológicamente en su esfuerzo por llegar más allá del límite; "obligados" por la necesidad de ganar a tomar drogas y, en algunos casos, morir. Deberia prohibirse

    Es increible lo que ensucian y el ruido que hacen los turistas en nuestras costas. Deberían prohibirse

    Una gran parte de los matrimonios acaban provocando un sufrimiento vital insoportable que termina en infelicidad o en cosas peores. Deberian prohibirse

    Y, desde luego, lo que deberían prohibirse son los modelos teóricos que apenas explican el pasado (y son inútiles para predecir el futuro) pero ofrecen justificación al poderoso intervencionista que llevamos dentro.

    Lo que habría que hacer, por cierto, es dejar elegir al toro su destino al llegar a su mayoría de edad. No me cabe duda de que algunos preferirían morir en la plaza, y si eso aumentase su éxito reproductivo en el periodo entre la elección y la plaza., en unas pocas generaciones, todos los toros "elegirían" morir en la plaza.

    • José Pablo, tu comentario me parece extremadamente superfluo. Mezclas cosas totalmente dispares. Por otro lado, ?en qué te basas al decir que el modelo utilitaria ya no explica el pasado? Es que la gente no maximiza su utilidad?

      • No David, utilidad es un concepto que no sabemos definir y no, la "gente" no la maximiza. La "gente" ni es racional ni es constante en sus preferencias ni es fácil de modelizar.

        La intención no era ser superfluo, era mostrar que el ámbito de lo que me puede parecer "cruel" es extraordinariamente extenso. ¿mi percepción de lo "cruel" me da derecho a intervenir/regular las preferencias de los otros?. Creo, sin ánimo de ser "superfluo", que eso abre un ámbito infinito de disculpas para la intervención.

  • Los intervencionistas tienden a buscar escusas en cualquier parte. Sus narrativas son a veces interesantes en el desarrollo sofista pero lo que suele desenmascararles son sus incoherencias.

    Así, por ejemplo, es frecuente que quienes están en contra de las corridas de toros estén, sin embargo a favor del aborto. El argumento de "tener que compensarme por aguantar su cruel pasatiempo" sin duda aplica.

    Como por supuesto el intervencionismo no conoce barrios tampoco es infrecuente quien se opone al aborto y sin embargo aplude las corridas de toros.

    El caso es oponerse a que los demás hagan algo solo porque a mi no me parece bien. No importa que mis opiniones sean incoherentes, despues de todo, los sofismas donde se mencionan "externalidades" o "utilidad" son extraordinariamente flexibles.

  • gracias por el intento David, pero a mí me queda claro con tu entrada en el blog que hay asuntos en los que el análisis utilitarista no sirve y más si sólo se consideran las externalidades que se quieren computar sobre algo que, de partida, según dices, detestas, no entiendes ni quieres entender.

    • Vale. Seguramente estoy un poco sesgado.? Qué modelo propones tú? Ya sabemos que no hay modelos perfectos, solo más o menos útiles. El que propongo yo funciona muy bien en general.

  • Vaya decadencia de un blog que fue un referente hace apenas unos años. En esto se ha convertido nada es gratis: opiniones personales disfrazadas de argumentos económicos. Va siendo hora de eliminar este sitio de los favoritos.

    Me pregunto si siquiera publicaran este comentario.

    • Totalmente de acuerdo, Alberto. Lo peor no son los insultos que por aquí se nos dedica a los aficionados a los toros. Se nos llama incultos, crueles, sádicos. Se da por hecho que no somos cosmopolitas (yo, como Unamuno, no entiendo a los cosmopolitas). Digo que lo peor no es eso, sino el bajísimo nivel de la discusión, ya desde su planteamiento. Bajísimo nivel que no hace justicia a lo que fue este blog ni tampoco al nivel que ha demostrado más que de sobra en su carrera académica el propio hacedor de esta entrada para olvidar.

      • Gallito, que yo sepa aquí nadie ha insultado a nadie. Yo, personalmente, he llamado cruel al espectáculo, no a los espectadores. Lamento que no te guste mi entrada. De verdad pretendía hacer un análisis lo más objetivo posible. Y empujando un modelo económico hasta su límite para ver cuánto puede explicar sobre este tema.

  • Sr. Cuberes:

    Vaya por delante que mi valoración de la "fiesta" de los toros es la misma que la suya.

    Sin embargo, creo que el tema que usted toca aquí se sale del terreno de la economía y pertenece al derecho, el cual, como usted sin duda sabe, en cuanto se abordan cuestiones de cierta complejidad, se convierte en filosofía del derecho, que es tanto como decir ética en sentido filosófico.

    Ciertamente, si la regulación convencional de mercados (detección y penalización de las externalidades) no soslaya las dificultades, tampoco lo hace la apelación a un concepto vacío y abstracto de "libertad", característica de los austríacos y libertarios como nuestro buen amigo Jose Pablo.

    No, la solución no es "no intervenir". A veces hay que intervenir. Pero no hay una fórmula ineluctabe, caída del cielo de los absolutos metafísicos, que nos diga cómo, dónde y cuándo debemos hacerlo.

    Por ejemplo: si los toros son sujetos de derecho, ¿por qué no también las cucarachas, que exterminamos con saña?

    • Jaime, estoy en parte de acuerdo con el argumento de fondo que planteas. La diferencia que yo veo con el ejemplo de las cucarachas es que no hay un espectáculo formal montado donde un grupo de gente disfruta matando a las cucarachas despacito.

      • "espectáculo formal montado donde un grupo de gente disfruta matando a las cucarachas despacito." Esta frase muestra el desconocimiento total de en qué consiste una corrida de toros. La gente no disfruta del sufrimiento del animal, porque entonces simplemente lo matarían desde el caballo sin peligro alguno. El asunto central es que el torero también puede morir; en número ínfimo de ocasiones, pero el peligro sigue estando ahí, incluso hoy en día. Esto podrá parecer igual de incompresible o prehistórico, pero es un matiz diferencial importante.

        Tampoco creo que los que vayan al boxeo lo hagan para disfrutar de la sangre que sale de las narices del boxeador, sino por ver la lucha de dos hombres cuerpo a cuerpo.

        Y en el fondo, eso mismo sucede en el fútbol, por ejemplo. Por mucho que se diga que tiene un valor estético (que seguro que lo tiene, pero lo mismo dicen los aficionados a los toros), el 90% va para ver el combate que subyace debajo. Que esto sea una manera más civilizada de liberar los instintos humanos, pues podría ser, pero el mecanismo mental implícito en todo ello es el mismo.

        • Juan, perdón. lo he explicado muy mal. Claro que seguro que tiene mucho más misterio (y no estoy siendo sarcástico), pero a la mayoría solo nos llega la externalidad por el canal que he mencionado...

    • El hecho de que no sintamos lo mismo ante la muerte o tortura de un perro o un toro de lidia que ante la muerte de una cucaracha creo que se debe a lo que Peter Singer llama circulo moral (disculpen si me equivoco). Desde hace siglos este círculo moral se ha ido ampliando, en la época romana o griega los esclavos no se incluían en nuestro círculo moral y hoy en día nadie en su sano juicio defiende la esclavitud. Con el tiempo, el desarrollo económico y la incorporación de los valores Ilustrados nuestro circulo moral ha ido ampliándose y hoy en día mucha gente se empieza a cuestionar si es necesario para nuestra supervivencia el maltrato animal. Desde mi humilde opinión es algo positivo, es un síntoma de progreso.

  • Excelente artículo, réplicas y contrarréplicas. Disfruto con los toros; en la plaza y en el campo. Trato de extender, sin proselitismo, mi afición y difundir las bondades para el Ecosistema Mediterráneo de la Crianza del Ganado Bravo, y para las estrechas rentas que de los ecosistemas citados (más allá de las subvenciones) es posible obtener. Un saludo cordial; buen verano, montera, o no, en mano, para todos.

    • Gracias, Dr. Tubbs. Ojalá pudiéramos discutir todo con este buen rollo: "agree to disagree". Saludos.

  • David, algo para que los que viven en el hemisferio norte piensen este verano (no tengo duda que se puede aplicar a las corridas de toros)

    "If you want to be right all the time, go be an accountant. The rest of us — paleontologists, internet dating specialists, serial entrepreneurs (read: homeless millenials), policymakers, and scholars of Japanese religions — will just have to get used to being wrong.

    There’s a strange paradox about wrongness: We go about our lives feeling like we’re right, but — in reality — we spend most of our lives being wrong."

    https://medium.com/the-polymath-project/the-ideological-turing-test-how-to-be-less-wrong-6803a8c290cf

  • Economia liberal? y .... corridas bancarias. ¿Estamos seguro que han terminado los Señorios del Antiguo Régimen (post. del 19/07). La subvenciones a los toros, su coste y perjuicio economico-social son una gota de agua oceánica y bromista al lado de las subvenciones sociales, y de todo tipo, al sistema financiero. ¿Para cuando un post de economía liberal real sobre este Señoraje?. Luego, si queda tiempo, esfuerzo y...desde 'arriba' no han ordenado el cierre del blog, estudiamos las corridas de toros. Se supone que el liberalismo habría terminado, ya en el XVIII, con el Feudalismo ¿?¡¡
    ''Las ganancias por señoraje son considerables y son un subsidio de toda la sociedad a los bancos privados. En el Reino Unido han sido estimadas en 23 mil millones de libras esterlinas anuales, monto equivalente a 1.2 por ciento del producto interno bruto anual (PIB)''.
    http://www.sinpermiso.info/textos/creacion-monetaria-y-senoraje-de-los-bancos-privados.
    Un saludo cordial,

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