Mercados Radicales

De Daniel García.

Hoy voy a hablarles del libro “Radical Markets” recientemente publicado por Eric Posner (profesor de la Chicago Law School e hijo del famoso juez Richard Posner) y Glen Weyl (ahora en Microsoft Research y antes en la Universidad de Chicago). Mi intención no es hacer una reseña al uso (ya existen muchas) sino discutir dos de las propuestas enunciadas por Posner y Weyl, desde una perspectiva española.

El libro se estructura en una serie de capítulos que pueden leerse casi independientemente. En cada capítulo, los autores ofrecen una propuesta “radical” para solucionar un problema al que se enfrentan (en mayor o menor medida) las sociedades occidentales. El libro es muy ambicioso pues abarca temas tan dispares como el control de los fondos pasivos, la distribución de los beneficios de la inmigración o el uso que las compañías tecnológicas hacen de nuestros datos. La idea fundamental es que muchos de estos problemas podrían resolverse si se estableciera un marco regulatorio más justo que permitiese el desarrollo de mercados abiertos en los que todos los ciudadanos tengan las mismas posibilidades. Según Posner y Weyl, el problema del capitalismo neoliberal no es que tenga fe en los mercados sino que su fe es ciega.

El primer capítulo explora la idea de que toda propiedad otorga un cierto poder de monopolio, y por tanto, debe ser sujeta a regulación. La razón fundamental es que no hay dos activos (piense el lector en apartamentos o terrenos) exactamente iguales, y eso permite que cada propietario goce de un cierto poder de mercado. En efecto, la competencia perfecta requiere que exista un gran número de compradores y vendedores similares, de modo que si uno de ellos decide “aguantar” para obtener un precio mejor (especular) otro vendedor idéntico ocupará su lugar y le dejará fuera, garantizando que sean aquellos que estén dispuestos a pagar más quienes disfruten de cada bien. El problema surge cuando no existen tantos “competidores”, pues esto permite a los propietarios exigir un precio superior al valor que obtienen por su bien, con la esperanza de obtener beneficios extraordinarios.

El mercado de la vivienda es, sin duda, el más afectado por este problema. No es casualidad que sea el mercado que peor funciona en las economías capitalistas. Viviendas vacías, espacios sin construir, viviendas unifamiliares situadas al lado de rascacielos, burbujas y pinchazos…. Los propietarios no están dispuestos a vender por un precio igual al valor que derivan de su vivienda sino que esperan obtener un beneficio adicional, lo que reduce la liquidez en el mercado y genera una asignación ineficiente.

¿Cómo solucionar esta situación? Posner y Weyl ofrecen una solución basada en la creación de un impuesto a la propiedad. Este impuesto sería una especie de IBI con dos diferencias significativas. Primero, sería el propietario quien tasase su propia vivienda. Segundo, el propietario estaría obligado a vender al valor de tasación (una especie de cláusula de rescisión, por usar un símil futbolístico). Para entender cómo funciona este impuesto, suponga que el tipo de gravamen es aproximadamente igual a la proporción de viviendas que cambian de manos en un año, digamos un 5%. En este caso, el propietario se enfrenta a una difícil decisión cuando decide en cuánto valorar su vivienda. Si elige un valor superior al que obtiene con su uso, pagaría un 5% de esa plusvalía si no encuentra comprador. Como contrapartida, uno de cada veinte años aparece un comprador, y el propietario obtiene su plusvalía. En media, la ganancia es cero y la mejor opción es valorar la propiedad exactamente en su valor de uso (neto del pago de impuestos).

Aunque el tipo de gravamen seguramente deba ser inferior, la introducción de este impuesto siempre redundará en un incremento de la liquidez del mercado y una mejor asignación. Poseer viviendas vacías sería un lujo que solo aquellos que tengan unas expectativas particularmente optimistas sobre el valor de una propiedad podrían permitirse. Los precios de las viviendas caerían significativamente y muchos más ciudadanos podrían acceder a ellas.

Imagino que muchos de nuestros lectores tendrán dudas respecto a la implementación del impuesto. La idea de un millonario caprichoso adquiriendo una vivienda en la que una familia venida a menos guarda los recuerdos de sus antepasados, sin que estos puedan hacer nada para impedirlo podría ser el argumento de una novela de Philip K. Dick. Pero, desde mi punto de vista, la mayoría de estos problemas podrían solucionarse con exenciones.

El segundo capítulo proporciona una nueva narrativa sobre las instituciones democráticas y la división de poderes. Desde el punto de vista de Posner y Weyl, la historia de la democracia es una historia de conflicto entre la representación de la visión de la mayoría y el respeto de los derechos de las minorías. La democracia representativa, la división de poderes y la independencia judicial actúan como contrapeso a los vaivenes de la “opinión pública” y los llamados “populismos”. El resultado, como sabemos, está lejos de ser ideal. El poder que obtienen los grupos de presión, la rigidez de los partidos políticos, la politización de la justicia y los medios de comunicación, etc. son algunos de los problemas más graves de nuestras sociedades.

Posner y Weyl ofrecen una alternativa bastante curiosa (acaso naif). Para estos autores, el problema de la democracia directa es que no permite a los ciudadanos mostrar la intensidad de sus preferencias (ver aquí una aplicación al asunto catalán).  Para solucionarlo, bastaría con permitir que cada votante acumulara “derechos de voto”, absteniéndose en aquellas votaciones que no le resulten demasiado relevantes y los utilizara en las votaciones que fueran más importantes. Para garantizar que unos pocos ciudadanos no puedan determinar el resultado final, sin embargo, el coste adicional de cada voto sería creciente (aproximando la externalidad de Vickrey). Esto permitiría que los derechos de las minorías estén representados sin necesidad de sacrificar la legitimidad de las urnas.

Aunque no tengo espacio aquí para extenderme en los aspectos prácticos de estas propuestas ni elucubrar sobre sus presumibles efectos a largo plazo, espero que esta entrada haya picado su curiosidad y haya ofrecido una nueva perspectiva a algunos de los problemas de nuestra sociedad.

Hay 41 comentarios
  • Daniel, usted dice que la tesis de los autores es "La idea fundamental es que muchos de estos problemas podrían resolverse si se estableciera un marco regulatorio más justo que permitiese el desarrollo de mercados abiertos en los que todos los ciudadanos tengan las mismas posibilidades. Según Posner y Weyl, el problema del capitalismo neoliberal no es que tenga fe en los mercados sino que su fe es ciega."

    Discrepo profundamente de esa tesis. En todas partes y por siempre, los mercados han estado limitados por la política y el gobierno. El hecho de que para sus fines normativos, el análisis económico neoclásico haya incorporado un gobierno de fantasía capaz de solucionar los "fallos" de los mercados sirve sólo para entretener a economistas académicos, pero poco aporta a entender la historia económica y a proponer alternativas posibles para un futuro mejor.

    Y ya que menciona a los mercados de viviendas, nadie que quiera entender los mercados urbanos podría ignorar la intervención de políticos y gobernantes. La primera pregunta importante es por qué esta intervención ha tomado las formas observadas que muchas veces generan los problemas que usted menciona. La segunda es qué alternativas son posibles dada la restricción que impone la pretensión de políticos y gobernantes de sacar algún provecho personal de su intervención.

    Aclaro que sólo he leído su post.

    • Gracias por su comentario. Entiendo que usted defiende un mercado ideal sin intervención alguna. En mi opinión esta opción es poco práctica (nos guste o no). La intervención existe y, como usted menciona, es a menudo contraproducente. La definición y protección de los derechos de propiedad es una construcción social y depende del marco regulatorio en el que nos encontremos. Los derechos de propiedad no son absolutos en ninguna sociedad (expropiaciones, impuestos, etc).
      En todo caso, la tesis del libro no es que los mercados no funcionen sin regulación sino que, más bien, no son capaces de funcionar si esta regulación es mala e impide la competencia.
      Como usted sabe el espacio de la entrada es limitado y no he podido extenderme en la evolución de las instituciones y las ideas que han contribuído a la situación actual, pero esto es quizá lo más interesante del libro.

      • Lo del mercado inmobiliario, es bastante ridículo.

        El mercado inmobiliario, no es algo que este aislado del resto de mercados y si por ejemplo yo estoy generando negocios y haciendo que haya bastante gente ganando dinero, estoy a su vez generando una cantidad altísima de potenciales competidores, que al tener dinero pueden optar a acceder a mis propiedades inmobiliarias o a que yo pague impuestos altísimos por mantenerlas.

        Es decir cualquier atisbo de generación de riqueza en el caso de que dispongas propiedades inmobiliarias solo contribuye a 1 volverse mas pobre o 2 quedarse sin casas (o subes las cuotas de su valor y pagas muchísimos mas impuestos o bien las mantienes jugándotela a que cualquiera puje y se quede con las mismas) y esa inversión absoluta de las tornas (propietarios a los que les iba de cine con la generación de riqueza vs propietarios a los que esto les resulta pésimo), no es que vaya a tener unas consecuencias precisamente neutras en ningún otro aspecto de la economía (estas que voy a invertir mucho en cualquier sector de la economía que beneficie económicamente ni un poco al resto, siendo que contra mejor les vaya económicamente mas posibilidades tengo de quedarme sin propiedades inmobiliarias o pagando una morterada todavía mas alta de impuestos).

      • Por supuesto que no defiendo ningún ideal. Lo que trato es entender el mundo en que vivimos y en nuestro mundo la política y el gobierno juegan varios, muchos papeles, algunos razonables, otros no.

  • . ''Entiendo que usted defiende un mercado ideal sin intervención alguna. En mi opinión esta opción es poco práctica (nos guste o no)''.
    No es solo que sea una opción poco práctica (que es cierto) sino que es INEXISTENTE. Nunca ha existido un mercado sin regular ni puede haberlo. Ni la teoría ni la evidencia lo demuestran. Un mercado sin regulación estatal es un mercado con REGULACION DEL AGENTE DOMINANTE PRIVADO de ese mercado. Un agente dominante (monopolios a lo que nos dirigimos a toda vela desde los ochenta, en regreso a la situación monopolista de finales siglo XIX e inicios XX) o varios (los oligopolios ya actuales, con cuotas del mercado del 70/80/90% ). La única diferencia entre una y otra regulación, es que la estatal pude ser algún día realmente democrática y estar bajo control de la ciudadanía y la 2º regulación (la privada-monopolista) solo engendrará (ya lo hace) una plutocracia.Esto es teoría económica y evidencia irrefutable, lo contrario son fantasías, acto de fe tipo 'la mano invisible del mercado'', sueños de jovenzuelos airados, poco sociales y frustrados Elons Musk, quien sabe...

  • Si he entendido bien, el "nuevo IBI" implicaría que si alguien quiere comprar mi casa y paga el precio de tasación, yo estoy obligado a venderla. ¿Es así?

    Desde una "perspectiva española" temo (o, en mi caso, celebro) que ambas medidas sean inconstitucionales, y dudo que despierten nunca el consenso y fervor necesarios para que ningún partido quiera pasar por el procedimiento agravado de reforma.

    • Sí. Como digo en la entrada, la situación es similar a la de los clubes de fútbol cuyos derechos sobre los jugadores están sujetos a una cláusula de rescisión. Cláusulas similares existen en muchas sociedades (el llamado Texas Shootout) y en todo caso la propiedad está sujeta en la constitución al interés supremo del Estado (de ahí las expropiaciones).
      Gracias por su comentario.

      • Pues yo no puedo imaginar a mi abuela y a mi tia tasando su vivienda cada año, la verdad.

        Pero no querría que semejante reflexión arruinase un modelo tan elegante. Después de todo, siempre se puede arreglar con "exenciones" que el regulador determine "ad hoc" para cada caso y que seguro que son, como suele suceder, de una inteligencia y justicia infinitas. Después de todo, como sabemos desde Hayek, el objetivo último del regulador es la arbitrariedad (obviamente, siempre bien intencionada)

        • Sí es obvio que la implementación requeriría un apoyo institucional. Pero también le digo que mi abuela (92 años) tiene unos terrenos y tiene una idea clara de por cuánto los vendería (en pesetas, eso sí). Esos terrenos tienen un uso industrial actualmente pero lindan con el núcleo urbano y su única intención es especular con una posible rectificación. Nada de esto ocurriría con el impuesto que explico.

          • "la implementacion requeriria un apoyo institucional" es la definición castellana de "understatement" .

            El ejemplo de tu abuela ilustra perfectamente como es, precisamente, la regulación (la calificación de terrenos) la que introduce las distorsiones (si lo que dicen "los listos" es que hay que cambiar una regulación por otra mejor eso es, y será siempre, verdad).

            La realidad es que, como apuntaba Enrique, si algo no falta en nuestro mundo es "regulación": hay tanta que el negocio de subcontratar a quien se la lea y te la explique es de muchos billones al año y el contratar a quien "informe/influencie" sus modificaciones de otros muchos billones.

            https://www.libremercado.com/2015-03-24/estado-y-autonomias-publicaron-un-millon-de-paginas-en-los-boe-durante-2014-1276543817/

            De hecho, existe una correlación clara entre la cantidad de regulación en un mercado y la disfuncionalidad de su funcionamiento: trabajo, vivienda o medicina no son "mercados" donde la regulación sea escasa o el gobierno no intervenga, pero funcionan peor que el mercado de automóviles, el de patatas o el de ropa.

            Es cierto que la causalidad podría ser en la otra direccion: se regula más porque son mercados que funcionan peor. No es esta mi hipótesis nula pero convendrá acordar, en cualquier caso, que no parece que la hiper-regulación sirva para arreglar nada.

            • No es así. En el caso de mi abuela, introducir la fórmula que describo en la entrada eliminaría toda especulación. Ella no obtiene ningún beneficio de flujo de la finca y, por tanto, debería estar dispuesta a venderla por 0 euros a alguien que si la fuera a utilizar para el uso para el que esté destinado. La razón es muy sencilla: el valor de la finca para ella es el valor descontado del precio al que está dispuesto a vender por la probabilidad de venta. Si cada año tiene que pagar en impuestos ese valor, mejor que se lo regale a alguien que la utilice.

          • Y, por cierto, pensar que lo que hace tu abuela es incorrecto es un error financiero básico. Imaginemos, para este argumento, que no es un "evento regulatorio" (un cambio de calificación a realizar por un político corrupto) lo que ella espera si no puro "mercado" (ie, que ella piensa que hay un uso más valioso de ese terreno en el futuro).

            En esos términos lo que tu abuela está haciendo es asumir un coste de oportunidad hoy (podría vender el terreno e invertir en el uso más valioso del dinero que pueda encontrar) porque el valor futuro del uso del terreno supera al coste de oportunidad.

            Si tu abuela está en lo cierto, eso es exactamente lo que queremos (como sociedad) que haga: dedicar los recursos a la función que aporta más valor (según tu abuela el uso de esos terrenos en su desarrollo potencial futuro). Y lo que hacemos para evitar que se equivoque mucho es que se juegue su propio dinero.

            Lo que hemos aprendido es que la inteligencia distribuida que suponen todos los agentes con "skin in the game" (como tu abuela) es muy superior a la de los "listos centrales" que escriben recetas sin accountability ninguna y sin exposición a las consecuencias

            (Y para evitar "falacias del hombre de paja" como la de tu respuesta a Enrique, yo no he dicho que la inteligencia distribuida no cometa errores, solo que comete menos y que cuando los comete afectan sobre todo a quienes tomaron las decisiones ... algo que no pasa ni con los gobiernos ni con los escritores de libros).

      • "Interés Supremo del Estado" ... pocas cosas dan más miedo que leer esas palabras juntas.

  • Muchas gracias por el post, me quedo con ganas de hojear el libro. Ambas propuestas, pese a sus defectos, son imaginativas y podrían resultar interesantes. Entre ambas preferiría la de las viviendas, en el caso de la democracia directa creo tiene problemas graves que esta solución agudiza (participación de solo una parte de la población, debido a su coste en tiempo, y falta de información general que da gran poder a aquellos con capacidad para imponer una agenda).

    A todos los enemigos a ultranza del estado, la simple existencia de la propiedad ya implica una regulación y un estado que la garantice y legisle sus posibles usos. Un mercado sin regulación es en efecto una entelequia, dado que degeneraría en otros métodos menos apacibles de reparto de la riqueza.

  • Daniel:

    Le agradezco mucho que me haya dado a conocer este libro, que leeré en cuanto pueda.

    Muchos venimos a este foro interesados por las reformas fundamentales que puedan aplicarse al sistema capitalista para evitar su degeneración y hundimiento, no para leer sobre temitas de moda como ese del que tanto se habla aquí últimamente.

    Creo que los dos temas que usted ha entresacado de la obra resultan oportunamente complementarios, ya que el sector inmobiliario es el sector rentista por antonomasia, el que con más eficacia permite el bombeo de rentas. Pero, no lo olvidemos, la democracia permite que un 51 % de la población explote cómodamente a un 49 %. (Y, en un país como España, no andamos muy lejos de esos números.) Es más, hay que admitir que la evolución "natural" de la democracia, tal y como hoy la conocemos, parece conducir a ello. Sería muy justo poder corregir el sistema político por algún método no sujeto a arbitrariedades, como el que propone el libro (no necesariamente este, pero pienso que, cuando menos, merece ser considerado).

    Una observación: la obligatoriedad de vender el inmueble, ¿no es demasiado fuerte? ¿No funcionaría igual de bien el mecanismo eliminando dicha obligatoriedad, al menos cuando se trata de la vivienda habitual?

  • Yo siempre había pensado eso con los agentes cambiados. Si en una herencia, o el IBI, la Hacienda dice que un inmueble vale X, y sé que en el mercado no alcanzaría ni 2/3 de X, esa Hacienda debería poner "su" dinero donde puso su boca/valoración, y adquirirla (aún sabiendo que para ella el coste de mantenimiento es mayor, al no afrontar el IBI). Me produce desasosiego pensar que puedo perder la casa (la mera posibilidad) y la presunción de que se valorar los inmuebles, cosa que las entidades financieras no supieron, creo que está afirmación no hay que demostrarla.
    En fin, debo de ser muy carca o extraterrestre.

    • Sí por supuesto. La idea es válida en ambos sentidos. La realidad sin embargo es que el valor catastral es muy inferior al valor de mercado de la mayoría de bienes inmuebles. Respecto a la presunción de que usted sabe valorar su propio inmueble: la pregunta qué se le hace es bien sencilla... dígame el precio al que si alguien aparece para comprarla, usted ni llora ni ríe.

      • Lo de inferior al valor de mercado, puede ser relativo. Si se permiten casos particulares, como el de su abuela, mi familia tenemos dos locales en Zaragoza que no vendemos ni por un euro, literalmente, pero que suponen gastos constantes... incluido IBI.
        Hablemos quienes pensamos que no todo está en venta. P ej, dígame el precio al que si alguien aparece para comprar el planeta, usted no rie ni llora.
        Y ya puestos, ¿por qué solo las casas? ¿La ropa? ¿El hospedaje de vacaciones recién aterrizado?
        ¿Por qué introducir esa incertidumbre en algo que consideramos crucial? Yo sí imagino que surgirían arbitristas, que buscarían inmuebles que adquirir, incluso para alquilar, incluso a los dueños originarios (leaseback forzado), y desde luego sería más probable que fueran gentes acaudaladas.

      • Una idea algo masoquista para quien quiera adentrarme en el infierno de la incertidumbre.
        ¿Por qué precio renunciariamos a nuestro puesto de trabajo y sueldo? Total, el mercado laboral también presenta fricciones. Les ahorraríamos procesos de selección.
        La de horrores que la mente humana puede pergeñar.

  • La obligación de la venta de la vivienda entiendo que es el único mecanismo capaz de evitar que un sistema así degenere en un incentivo a pagar en negro.

    A fin de cuentas, si no estoy obligado a vender, tasaré mi vivienda por cuatro reales para pagar un impuesto ridículo y cuando yo.la ponga a la venta, me limitaré a escoger al comprador que me pase el sobre más gordo.

  • No existe tal cosa como un derecho incondicional a la propiedad privada. Yo no puedo, por ejemplo, comprar toda la huerta de Murcia para mantenerla improductiva, con la idea de venderla más tarde con una plusvalía. En ese caso, el estado debe obligarme a cultivar, o bien expropiarme CON TODOS LOS INSTRUMENTOS QUE ESTÉN A SU ALCANCE.

    Y sí, las "abuelas de Daniel" hacen algo correcto (para ellas), pero incorrecto socialmente, ya que su conducta fabrica escasez. Pues precisamente al mantener los terrenos ociosos, consiguen la revalorización que desean, sin las molestias derivadas de toda explotación o arrendamiento a agentes productivos.

    Esto no es más que una alegoría del sistema entero, y del equilibrio malo en el que está atrapado.

    Es algo MUY BIEN CONOCIDO que la agregación de decisiones individualmente racionales no produce, en general, un óptimo global, por mucho que los austrófilos sigan erre que erre haciendo como que no se enteran. Y, en el fondo obran de manera (localmente) racional, ya que enterarse y venírseles abajo el chiringuito es uno y lo mismo.

    No debería hacer falta explicar estas cosas.

    • Efectivamente no deberia hacer falta explicar estas cosas cuando abundan los ejemplos prácticos de qué sistemas son expertos en "fabricar escasez".

      No puedes comprar toda la huerta de Murcia porque te arruinaría el comprarla para mantenerla "improductiva" asumiendo sus costes corrientes y de oportunidad. De hecho, tu única posibilidad de hacer eso es ser un agente del Estado respaldado por la policia o por la posibilidad de expropiar a tus contribuyentes.

      La abuela de Daniel, suponiendo que acierte, hace algo beneficioso para la sociedad: no "consumir" la tierra en su uso actual si no en el más valioso uso futuro ; y eso porque la única forma de hacer algo valioso para ellas es que el valor futuro (para la sociedad que lo pagará) sea más alto que el actual + los costes de mantenimiento y oportunidad.

      La escasez, como siempre, la genera la regulación restringiendo los usos de la tierra (con el objetivo último, como sabemos, de financiar partidos políticos en el cambio).

      Es bien sabido que las decisiones que buscan el óptimo colectivo tienden a causar estados distópicos de los que huyen todos los ciudadanos que pueden (los que consiguen sobrevivir o no ser encarcelados, claro está).

      • ''Un mercado sin regulación estatal es un mercado con REGULACION DEL AGENTE DOMINANTE PRIVADO de ese mercado. Que solo engendrará (ya lo hace) una plutocracia''.
        Ud. que palabra no entiende de lo anterior. Todas? alguna?. O es que simplemente, tal como ya han comentado se aplica al 100 % lo de ''Es algo MUY BIEN CONOCIDO que la agregación de decisiones individualmente racionales no produce, en general, un óptimo global, por mucho que los austrófilos sigan erre que erre haciendo como que no se enteran''
        Una sugerencia util:deje lecturas perniciosas sobre fantasias si distópicas tal como : F. Bastiat, IronMan2, etc..
        Saludos

        • Antonio, como es un "mercado sin regulación estatal" usted se lo inventa porque, convendremos, es una realidad inobservable.

          Pero, además, ni siquiera estamos hablando de eso. La entrada habla de si, además del 1,000,000 de páginas de nueva regulación anual necesitamos modificaciones regulatorias radicales que mejoren el mejor sistema de producción que conocemos.

          Ya que entramos en sugerencias útiles, le aconsejaría intentar los razonamientos en lugar de los eslóganes (que haga referencia a hechos no me atrevo a pedirle pues sé bien que en su "religión" hacer referencia a hechos constituye una apostasia y yo respeto todas las religiones).

          Y no sufra, soy perfectamente consciente que los "óptimos globales" los producen "inteligencias centrales supremas" que buscan el bien universal ¿que otra cosa que la "perfección global" puede salir del Ministerio Para la Suprema Felicidad Social del Pueblo"?

          • Jose Pablo:

            Ya nos ha quedado claro que no le gusta la regulación estatal. Por ello, estoy seguro de que nos escribe desde Libia o Somalia, adonde ha emigrado huyendo de ese abominable monstruo.

            Cuéntenos cosas de aquel paraíso, se lo ruego.HV57

            • Jaime, como a usted, lo que no me gusta nada son los "extractores de rentas".

              Desafortunadamente el editor de NeG no ha considerado adecuado un comentario en el que describia una lista larga de extractores, todos ellos, como no puede ser de otra manera, asociados bien a la regulación estatal bien al empeño del Estado en dejar "sin dientes" a los tribunales de defensa de la competencia (o en vaciar de contenido sus sentencias mediante reales decretos).

              El intento de huir del Estado es una emigración constante, así que no tengo Paraiso que ofrecerle, pero si un precioso ejemplo de extracción de rentas en estado puro (nada más extractor de rentas que cobrar por quedarse en casa y ser lo que uno es por nacimiento) y donde no le costará ver la "mano" (nada invisible) de la regulación

              https://www.wsj.com/articles/saudi-arabias-economic-revamp-means-more-jobs-for-saudisif-only-they-wanted-them-1529420902

              Después de viajar mucho también le diré que el único mercado que he encontrado próximo a la ausencia total de regulación que Antonio condenaba, es el del tuition que cobra, por ejemplo, la Chicago Law School, quizás eso explique porque Eric Posner, sentado en su despacho con preciosas vistas al Campus opina que existen mercados sin millones de páginas de regulación anual. Vivir de tu papa hasta que puedes vivir de tus alumnos enseña muy poco sobre el mundo real.

            • Fui yo quien decidió no publicar su comentario. Me pareció que era redundante y no me parece adecuado que la conversación se monopolice. Espero que lo entienda y siga contribuyendo como hasta ahora.

            • Se lo agradezco, pero no puedo leer el artículo. No estoy suscrito.

              Yo también he viajado mucho, pero lo importante no es a cuántos sitios vas, sino cuán abiertos tienes los ojos. Las variaciones de lo humano son limitadas y, cuando uno llega a cierto nivel de experiencia, se le empiezan a repetir.

              Mi visión de la dinámica social es de corte hegeliano: creo más en la lucha entre contrarios que en una "paz social" que siempre resulta inauténtica. A los humanos nos gusta explotar a los demás e inventarnos discursos que legitiman esa actitud. Y la lucha es lo único que puede mitigar esa explotación o invertirla.

              Por eso me extraña tanto encontrar gente instruida como usted que todavía cree en Arcadias felices, en su caso la anarcoliberal.

          • ¿No se observa en la realidad mercados sin regulación estatal? Si el Estado ha hecho su aparición en los últimos siglos, ¿que regulación estatal existió en los mercados anteriores a su existencia, desde el comercio de lana, p.ej.,, en la Mesopotámica 3.000 A.C.?. ¿Que regulación estatal existe hoy en Somalia? Si no es capaz de observar en la realidad la ausencia de Estados y su regulación, va a ser muy difícil que '' observe'' que dichos mercados están y han estado dominados por sus compradores-vendedores privados dominantes...Va tener que mejorar algo su canal de comunicación visual....La PNL (programación neurolinguística) le servirá para ello.

  • ¿Y si simplemente se aumentan los impuestos a las viviendas vacías? Algo fácilmente implementable y con justificación económica (se internalizan los costes ambientales de ocupar suelo con nuevas viviendas).

    • Particularmente no me opongo, pero es una medida incompleta. La ventaja del mecanismo que describo es que no requiere que el gobierno evalúe el valor catastral e incrementa la liquidez del mercado, reduciendo los precios de las casas.

    • ¿Y si simplemente nos paramos a pensar por qué más de un 10% de los propietarios prefieren incurrir en los costes reales (impuestos, tasas, hipoteca) y de oportunidad de tener una vivienda vacia?

      Sería interesante saber, para empezar, cual es la tasa de desocupación compatible con un "pleno uso" del parque de viviendas (que, como en el caso del desempelo, no será nunca el 0%)

      Después convendría entender las razones para la diferencia entre esa "tasa de rozamiento" natural y la tasa real observada.

      Aparte de una improbable "estupidez financiera" generalizada (nunca descartable), lo más probable es que existan costes "ocultos" (ocupaciones "legales", interferencia de los contratos de alquiler con posibles usos futuros, ¿otras? ....) que resultan superiores a los costes "reales" y de oportunidad en los que se incurre por tener la vivienda vacia.

      Más allá de pensar, contra la realidad, que no existe regulación en el mercado inmobiliario (¿en qué mundo vive el autor?) lo que convendría entender es que parte de la abundantísima regulación inmobiliaria existente impide que el mercado de vivienda en alquiler encuentre un precio al que "limpie" toda su capacidad.

      Sin entender nada de eso es muy probable que el autor esté planteando malas soluciones a problemas que no entendemos bien (una especialidad, hay que reconocerlo, de los reguladores).

      • No importa la razón por la que las viviendas vacías estén vacías (sea por fricciones o no). La consecuencia es que un activo útil para la sociedad y escaso está desocupado. En la situación actual, el precio de venta de las viviendas es igual al valor de uso de su propietario más una plusvalía que el propietario espera obtener. En el caso de las viviendas vacías, pues, la plusvalía es igual al precio de mercado. Esta plusvalía genera una ineficiencia pues el propietario no es quien más valora el activo. Todo esto es independiente de si existen otras regulaciones, de si hay impuestos proporcionales o no al valor catastral o de si el ayuntamiento de turno decide o no recalificar los terrenos. El mecanismo que explico tiene como objetivo reducir la plusvalía, incrementar la liquidez y reducir las insuficiencias.

        • ¿Como define esa plusvalía? Entiendo que no como diferencia entre valor de enajenación y adquisición...

          • No me refiero a una plusvalía contable sino económica. Es la diferencia entre el valor del activo para el propietario y el precio al que está dispuesto a enajenarlo. En un mercado de bienes se corresponde al margen del vendedor (diferencia entre precio y coste marginal).

        • Hombre, entender las fricciones que provocan que un mercado no funcione parece fundamental, aunque sea menos lucido que diseñar soluciones "de salón" impracticables.

          El que una casa esté vacia no tiene nada que ver con la plusvalía que espere el dueño. Se puede seguir esperando esa plusvalía mientras el activo produce rendimientos corrientes. Una vivienda vacia solo se explica por:

          a) el uso futuro que justifica la expectativa de valor del propietario es incompatible con el posible uso actual
          b) el propietario espera retornos negativos para el uso actual (por sus expectativas de riesgos y costes de explotación).

          Imaginemos el caso a). El propietario actual considera que el valor del activo (valor del uso futuro y de los costes corrientes descontados) es 100. Un posible comprador cree que el activo puesto ya en uso vale 90. La base actual del impuesto es 70.

          1.- Si el propietario actual tiene razón lo que queremos como sociedad es que el activo no se consuma en su uso actual (de menor valor).

          2.- El mecanismo planteado lo que hace es aumentar el coste corriente del activo y, por tanto reducir su valor para el propietario (que declara 100 como valor de tasación), por ejemplo de 100 a 90. Pero eso no posibilita la venta puesto que para el comprador (que tendrá que declarar el activo por más de 70 si no quiere perderlo) el valor es ahora inferior a 90

          Conclusión: el activo sigue vacio, tiene un valor menor para propietario y comprador y el Estado recauda más.

          • Exacto. El piso sigue vacío porque es lo socialmente deseable. Pero si aparece otro comprador que espera obtener 101, el impuesto proporciona suficientes incentivos al propietario para que esa transacción ocurra. Sin este impuesto, el propietario pedirá 110 o 120 o 150 para obtener un beneficio. Esa es la ineficiencia.

          • Jose Pablo:

            Según usted, si le entiendo bien, como los agentes son racionales, los inmuebles/solares vacíos no pueden existir, salvo por culpa del regulador, que no recalifica a tiempo (más exactamente: su culpa es existir sin más, ya que debería imperar la anarquía inmobiliaria, y cada cual hacer con su terreno lo que le dé la gana).

            Las cosas no son tan sencillas. Es cierto que los ayuntamientos, tradicionalmente, han dosificado con mano férrea los terrenos dedicables a vivienda, para mantener altos los precios. Por esa parte, mi desprecio hacia el regulador es tan grande como el suyo.

            Pero lo anterior no impide que, en el comportamiento humano "espontáneo", el que se manifiesta en ausencia de autoridad central, aparezca la tendencia a ejercer poder sobre el prójimo sin más. Ese poder adopta distintas formas y, en el caso que nos ocupa, se trata del poder de imponer escasez o, dicho en forma popular, "de perro de hortelano".

            Si la economía computara como renta la satisfacción de esa pulsión, sí saldrían las cuentas y todo encajaría.

            • Jaime,

              en la "anarquía inmobiliaria" que usted menciona el número de solares vacios es menor. La regulación de usos del terreno sin duda aumenta la fricción.

              La discusión sobre si tiene sentido incurrir en ese coste adicional es de naturaleza fundamentalmente normativa (terreno en el que usted y yo no compartimos posición). En el debate positivo es indiscutible que la regulación introduce fricción.

              No tengo muy claro lo que busca el "comportamiento humaneo espontáneo", sospecho que transmitir la mayor cantidad de información genética. Creo que a eso ayuda más el sacar un rendimiento corriente a los solares y no el generar una escasez inexplicable (¿los solares los mantienen vacios lo propios propietarios de edificios en la zona? ¿coordinados o individualmente? ¿conocen la curva de demanda como para saber que menos volumen a más precio es mejor que más volumen a menos?) ... no sé, las teorias conspiratorias me producen fatiga.

              Pero, además, la solución propuesta asume la racionalidad económica de los propietarisos (básicamente modifica el coste de tenencia improductiva). Si usted está en lo cierto no se puede sacar ninguna conclusión sobre la eficacia de la medida sin conocer la elasticidad a precio del "ansia de poder". Usted parece asumir en sus comentarios que esa demanda es fuertemente inelástica así que la medida no tendrá ningún efecto.

              Por respeto a Ockhan y su cuchilla, no deberiamos implementar (más) regulaciones inútiles. De esas ya hay exceso de oferta.

Los comentarios están cerrados.