¿Quién necesita más vacaciones?

“Nadie necesita unas vacaciones tanto como el que acaba de terminar las suyas.” Son palabras de Elbert Hubbard, filosofo americano cuya existencia desconocía hasta hacer una búsqueda para ver quien era el autor de la cita que sí conocía. Es fácil para un economista estar en desacuerdo con Hubbard. Tan solo requiere subrayar que el concepto de necesidad no está definido. Pero voy a proponer una interpretación miníma y prudente de esta afirmación con la que creo que casi todo el mundo estaría de acuerdo. Muy frecuentemente, quien acaba de terminar sus vacaciones dedica algo de tiempo en pensar en sus próximas vacaciones. Ya que además somos seres racionales y sabemos anticipar el futuro, lo mismo se puede decir de los que están a punto de terminar sus vacaciones. Por todo lo anterior la fecha parece propicia para reflexionar sobre las vacaciones.

Debo avisar que voy a intentar ser serio e intentaré no proponer remedios para la depresión post-vacacional. Pero intentaré también que la lectura de este post no contribuya a la depresión post-vacacional. Esto tiene un coste porque me obliga a ignorar temas relacionados muy importantes como el uso del tiempo en general (por ejemplo, home production, horas trabajadas, cuidado de los hijos) y sus repercusiones (por ejemplo sobre el crecimiento, la educación, la sostenibilidad de las pensiones).

He leído unos cuantos artículos sobre el tema y en lo que sigue voy a resumir algunos aspectos que me parece interesante destacar. Para el que tenga interés en profundizar sobre el tema, destacaría los siguientes tres trabajos a los que también haré referencia en lo que sigue:

Lo más fácil es empezar por una comparación de las legislaciones laborales de distintos países. Reproduzco a continuación la Figura 1 del informe de Ray y Schmitt que resume los mínimos legales de “vacaciones pagadas” (paid vacations o paid annual leave) y las “festividades pagadas” (paid holidays) en los paises de la OCDE.

La diferencia entre vacaciones y festividades es que las vacaciones tienen lugar cuando lo acuerdan el empleador y el empleado, mientras que las festividades tienen lugar en días prefijados (día del trabajo, Navidad, etc.).

Como se ve, todos los países de la OCDE menos Canadá, Japón y EEUU siguen la recomendación que la International Labor Organization hizo en 1954 de introducir legislación que garantizara un mínimo de 20 días de vacaciones pagadas por año trabajado. EEUU es el único país que no tiene un mínimo legal de vacaciones pagadas y de los muy pocos que no tiene festividades pagadas. De aquí surge el llamativo título del informe, “No vacation nation”, que seguramente ha contribuido a la amplia repercusión mediática que tuvo cuando fue publicado.

La Figura 1 obviamente no implica que en EEUU los empleados no tengan vacaciones pagadas, sino que el número de días de vacaciones pagadas depende exclusivamente de la negociación (individual o colectiva) entre empleador y empleados, sin ningún mínimo legal.

Es también importante observar que la Figura 1 incluye tan solo las festividades pagadas. Pero algunos países tienen festividades obligatorias no pagadas. Obviamente el hecho que las festividades sean pagadas o no, tiene tan solo repercusiones contables, pero ninguna relevancia económica. Presumiblemente, un empleado recibe una remuneración por el número de horas que trabaja. El hecho que las vacaciones y las festividades sean pagadas o no, tan solo tiene un impacto sobre la distribución de la remuneración de las horas realmente trabajadas a lo largo del año. Si el 1 de enero es una festividad pagada, un empleado no tienen ningún descuento en su nomina de enero, mientras que si es una festividad no pagada, se le descontará un día y la cantidad se distribuirá uniformemente entre las otras nominas.

Es importante tener esto en cuenta ya que varios países tienen festividades no pagadas. Como el mismo informe destaca, por ejemplo, Francia, tiene tan solo un día de festividad pagada (el 1 de mayo), pero tiene 10 días más de festividades no pagadas. Varios países nórdicos también tienen festividades no pagadas.

Una primera aproximación por lo tanto parece indicar que España está en la parte alta de la distribución de días libres, por lo menos en términos de mínimos legales de vacaciones pagadas más festividades.

Pero incluso unos cerebros algo entorpecidos por el sol y las cervezas, una vez contempladas las legislaciones laborales se plantearían las siguientes dos preguntas:

  1. ¿Qué repercusiones tienen las legislaciones laborales sobre los resultados reales?
  2. ¿Qué función tienen las legislaciones laborales? ¿Sirven para solucionar alguna ineficiencia o crean ineficiencias?

¿Qué repercusiones tienen las legislaciones laborales sobre los resultados reales?

¿No es posible que, como resultado de la negociación (individual o colectiva) entre los empleados y empleadores, el número de días de vacaciones sea más alto en el país A que en el país B a pesar de que el país A tiene unos mínimos legales más bajos que el país B? Dicho de otra forma, ¿no es posible que las legislaciones sean irrelevantes para determinar el número de días de vacaciones, por lo menos en algunos países?

El artículo de Altonji y Oldham se plantea exactamente esta pregunta: ¿Se repercuten las legislaciones laborales sobre los resultados reales en el sentido que existe una relación causal entre los mínimos legales y el número de horas trabajadas?

Dejo que el lector interesado mire a los detalles para ver si la metodología le convence. En resumen, los autores procuran ser cautos (entre otras cosas porqué no hay mucha variabilidad en las legislaciones laborales y porque existen dudas sobre la dirección de la causalidad) pero creen que la evidencia empírica es suficiente para sugerir que existe una relación causal y que aumentar el mínimo legal en una semana reduce las horas trabajadas a lo largo del año en un número que no es estadísticamente distinto de 40. Hablando mal y pronto, aumentar el mínimo legal en una semana disminuye el trabajo en una semana. De otra forma la evidencia indica que, por alguna razón, el mercado (empleados y empleadores) no deshace las variaciones en las legislaciones, así que las legislaciones sí se repercuten en los resultados finales.

El artículo de Altonji y Oldham también señala que la divergencia que existe hoy en día entre Europa y EEUU en términos de vacaciones (más en Europa)

  • se ha ido abriendo tan solo a partir de la década de los 60;
  • explica una parte significativa de la diferencia en horas trabajadas.

También es interesante destacar que las vacaciones pagadas se han introducido en EEUU principalmente a iniciativa de los empleadores (presumiblemente para atraer trabajadores y preservar su productividad) mientras que en Europa la iniciativa ha sido principalmente pública o sindical.

¿Qué función tienen las legislaciones laborales? ¿Sirven para solucionar alguna ineficiencia o crean ineficiencias?

Es fácil imaginar que una legislación laboral que fija un mínimo legal en los días de vacaciones pagadas (y que además no permite renunciar a estos días de vacaciones pagadas a cambio de una remuneración adicional como suele ser el caso) introduce unas ineficiencias, por lo menos para algunos trabajadores que podrían querer trabajar más.

Pero varios economistas han destacado que existe también la posibilidad que una legislación laboral o una negociación colectiva resuelva algún problema de coordinación en la sociedad.

Una posibilidad (mencionada en el articulo de Altonji y Oldham) es que la disposición de un individuo a trabajar muchas horas o a tener pocas vacaciones tenga una relación positiva con características no observables como su productividad o en general su disposición a esforzarse en cada hora trabajada. En este caso la disposición a trabajar muchas horas o a tener pocas vacaciones  puede servir para que un individuo señalice las características no observables mencionadas arriba. Dicho de otra forma, es posible que los empleadores presuman que un individuo que prefiere trabajar pocas horas o tener muchas vacaciones es probablemente un individuo vago y poco productivo y que por lo tanto producirá poco en cada una de las escasas horas que pretende trabajar.

Si así están las cosas, el valor de señalización de las horas trabajadas puede generar un equilibrio con un número de horas ineficientemente alto y es posible que muchos de los trabajadores preferirían estar obligados a trabajar menos horas. Si así están las cosas, entonces, una legislación laboral que limita el número de horas de trabajo o que fija unos minimos legales en los días de vacaciones puede generar ganancias de eficiencia. Las mismas ganancia se obtendrían con una negociación colectiva que no permitiría hacer inferencia alguna sobre las características de los trabajadores individuales.

Otra posibilidad, propuesta y analizada en el artículo de Alesina, Glaeser y Sacerdote, es que el valor de tener vacaciones aumenta cuando otras personas (novios, novias, amigos, etc.) también tienen vacaciones. Según los autores, esta externalidad en el consumo de tiempo libre genera un “multiplicador social” que tiene dos implicaciones importantes:

  • Aumenta la elasticidad de la oferta de trabajo a los impuestos marginales. La razón es que un incremento en el impuesto marginal tiene un efecto directo sobre la oferta de trabajo de un individuo, pero también tiene un efecto indirecto que se activa porque su novia/novio y sus amigos también reducen su oferta de trabajo y pueden pasar más tiempo con él, haciendo que el tiempo libre le resulte más valioso.
  • Genera resultados de equilibrio en el que las horas trabajadas son ineficientemente altas. Esto ocurre si los individuos no encuentran la manera de internalizar las externalidades en el consumo de tiempo libre.

Según Alesina, Glaeser y Sacerdote, el incremento en la elasticidad no es suficiente para explicar la diferencia en las horas trabajadas entre Eurpopa y EEUU, que dependería en cambio principalmente de las intervenciones públicas y sindicales en Europa (“trabajar todos, trabajar menos”). Pero los autores no excluyen la posibilidad que estas intervenciones podrían haber generado unas ganancias de eficiencia porque podrían haber resuelto el problema de coordinación generado por las externalidades en el consumo de tiempo libre.

Conclusiones para el que vive en España (o en Europa)

  • Es probable que si trabajas disfrutes de un número de días de vacaciones pagadas relativamente alto, tanto en comparación con el pasado como en comparación con otros países de la OCDE.
  • Es probable que esta situación sea el resultado de la intervención pública (legislaciones laborales que prevén mínimos de vacaciones pagadas, muchas festividades, pagadas o no, impuestos marginales más altos) y sindical (acuerdos colectivos).
  • Estas intervenciones tienen efectos negativos y positivos sobre tu bienestar. Los negativos se generan porque se reduce tu capacidad de elegir libremente de trabajar más. Los positivos se generan porque se te impide trabajar excesivamente para demostrar tu productividad y tu dedicación y porque se te proporciona un mecanismo para coordinarte en la elección de número de días de vacaciones con tus novios, novias, amigos, compañeros de partidos de fulbito y de paddle, tanto los que tienes en la actualidad, como los que podrías tener en unas vacaciones futuras.
  • No existen estudios que permiten determinar si los efectos positivos de las intervenciones publicas y sindicales compensan en promedio a sus efectos negativos.

Si tuviera que dar una recomendación para combatir la depresión post-vacacional sería la de ver el vaso medio lleno en vez que medio vacío. Pero, ya que al principio del post me propuse ser serio y no dar remedios para la depresión post-vacacional, prefiero no añadir nada más y concluir con un convencional "que sea leve le vuelta".

Hay 5 comentarios
  • Excelente post, Marco. Dos consejos que con toda humildad comparto para combatir el síndrome: (1) por primera vez en muchos años, la gente que vuelve a la oficina me dice "gracias a Dios, tengo un trabajo al que volver"...Es un primer paso, las personas empiezan a ser conscientes de que, con la que está cayendo, es un privilegio poder volver a trabajar...Probablemente porque ven mucha gente a su alrededor que vuelven en septiembre, pero a buscar trabajo...Por algo se empieza. (2) Actitud, actitud, actitud... Hay que ponerse en marcha desde el día 1 de la vuelta. No puedes estar una semana aclimatándote como algunos proponen. Cuanto antes adquieras tu nivel óptimo de revoluciones, mucho mejor.
    Un abrazo,
    Juan

  • Marco, gracias por tu articulo. El regreso de las vacaciones también marca un nuevo año, nuevas perspectivas y retos, y leerse articulos de calidad como éste animan un montón. Feliz año nuevo!

  • Supongo que todo depende de cómo lo ve y siente cada uno.
    Yo nunca he sufrido este tipo de depresión, excepto cuando me largué quince días a Cuba. Y es que el día de vuelta, mi compañera tuvo que meterme en el avión a golpe de machete (allí las pistolas no se estilan); y no por las cubanas, que con la parienta cerca, eso no toca.
    Dicen que lo mejor es hacerlo pausadamente, que, por desgracia, es lo habitual en mi trabajo (quince días antes todos piensan en cerrar y quince después debes recordar al personal que aún existes). Entonces no lo notas tanto y tienes tiempo para recrearte y estudiar cuántos días quedan para la próxima.
    Para mí, que el que nunca las tiene sufre un tipo de estrés, y el que si otro; y, la verdad, es preferible el primero que el segundo. Por lo menos no debe aguantar las batallitas del que vuelve de las Bahamas patrias (el pueblo de su suegra).

    Por lo demás y en cuestión económica, los últimos estudios, no sé si sesudos, dicen demostrar que las vacaciones sirven para mejorar la productividad. Supongo que se hicieron en pleno desmadre económico, porque ahora solo sirven para evitar un desmesurado aumento de stoks y para que el ministro pueda regodearse con la imaginaria disminución del paro.

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