Que diez años no es nada

Nota de los editores. Nada es Gratis nació hace diez años por estas fechas. Para que la efeméride no pase desapercibida, hemos pedido a sus creadores y editores anteriores que escribieran entradas sobre qué ha sido, qué es y qué debería ser NeG, sobre los cambios económicos y académicos en la profesión que consideran más relevantes en la última década o sobre cualquier preocupación que quisieran pronunciar con la excusa del décimo aniversario del blog que crearon y contribuyeron a consolidar como uno de los más influyentes (casi siempre en español).  Hoy iniciamos la publicación de esta serie de entradas con la de Antonio Cabrales. En fechas próximas publicaremos las que nos han llegado (y esperemos que lleguen en los próximos días). Queremos expresar nuestro más ferviente agradecimiento a todos ellos.

De Antonio Cabrales

Cuesta creer que Nada es Gratis cumpla ya diez años. Pero claro, cuando comencé a escribir mis hijos estaban en primaria y ahora en la universidad. O como decía aquel amigo “estos chicos de primero cada año son más jóvenes.” Pues felicidades a todos, y muchas gracias a los lectores por seguir ahí.

Cuando los editores nos contactaron para escribir un artículo durante la celebración del aniversario, nos dijeron que escribiéramos “sobre lo que ha sido, es o debería ser NeG o cualesquiera otras opiniones que consideréis oportunas” y naturalmente lo primero que se me vino a la cabeza es este magnífico sketch de “los guiñoles del Plus” (que lógicamente más de la mitad de los lectores no habrán visto nunca, pero no se lo pierdan, es genial). La broma venía de que a la vieja guardia del PSOE le costó perder el control del partido y dar paso a la nueva generación que lideró José Luis Rodríguez Zapatero y se pasaron mucho tiempo dando “consejitos.”

Así que, no, no les voy a decir ni a los editores ni a los autores lo que es o debería ser NeG, entre otras cosas porque es un ejercicio inútil. Este es un espacio cooperativo, donde los que colaboran lo hacen porque les apetece, y la única motivación es intrínseca. Y la literatura psicológica y educativa establece una conexión profunda entre autonomía y motivación intrínseca. Y en el ejercicio de esta autonomía, ¿qué es lo que me motivaba a participar en NeG todo el tiempo que lo hice (y les amenazo con volver en cuanto termine mi período de director de departamento en enero)? Pues siendo completamente franco, porque me gusta la economía. Me gusta mucho y me parece muy útil y quería compartir este entusiasmo por mi disciplina con los lectores. De ellos, algunos imagino que están aquí porque tienen el mismo hobby (mi padre siempre me dice que esto que hago yo de investigar en su época lo hacían los que eran ricos por su casa) y son friquis en el sentido que la da el diccionario de la RAE: “Persona que practica desmesurada y obsesivamente una afición.” Otros porque tienen curiosidad intelectual y quieren aprender un poco de esto. Y supongo que habrá otras motivaciones. Todas me parecen bien.

Y es que la economía moderna estudia problemas increíblemente interesantes y variados de manera rigurosa, así que podría estar escribiendo una entrada cada día. Porque como dice me colega Imran Rasul en su popular hashtag #WhatEconomistsReallyDo, lo que hacemos los economistas es fascinante. Por poner un ejemplo concreto, les cuento minimalistamente lo que han llevado al mercado de trabajo académico cuatro doctorandos de UCL. Marta Cardoso Lopes, nos muestra de manera muy creible el impacto de la falta de seguridad laboral en las decisiones de tener hijos. Julien Combe, sobre lo que dice la teoría y se observa en los datos acerca del modelo de asignación de profesores a escuelas en Francia. Alejandro Estefan muestra que el acceso de la mujer al mercado de trabajo tiene como consecuencia un aumento de la violencia doméstica en México. Como dice el autor, este resultado es consistente con teorías instrumentales de la violencia que afirman que la violencia es un instrumento de control. Marleen Marra nos cuenta como vale la pena para las empresas de subastas online descontar los precios a los ganadores y cobrar más a los vendedores, y que ¡hasta los vendedores ganan porque aumenta el tamaño del mercado! No les doy más ejemplos. A alguno de ellos lo conocen en detalle, porque Ravi Somani, un brillante doctorando asesorado por Marcos Vera, ya les contó su trabajo sobre la mejora de la función pública en Etiopía por aquí.

Algún lector se preguntará si todo esto tiene influencia aquí y ahora. La verdad es que no lo sé. Mi impresión es que nuestro “track record” influenciando reformas en políticas públicas a través de NeG es más bien limitada (ven, he aprendido esto tan británico del “understatement”). El subtítulo del primer libro de Jorge Juan era “Cómo evitar la década perdida tras la década prodigiosa.” Pues la verdad es que suena que la década se perdió. No ha habido cambios de política de la menor relevancia. Estaba mirando por curiosidad estos días los programas de los partidos mayoritarios sobre las pensiones, y aparte de decir que garantizarán la revalorización nadie se atreve a decir nada mínimamente concreto, algo sobre lo que Nacho Conde Ruiz o Juan Rubio llevan desgañitándose toda la década (y Juan Francisco Jimeno más tiempo del que él mismo querría recordar). En educación el panorama es similar. Todas los posibles pactos se han encallado en temas secundarios, y la LOMCE, que en mi opinión no era particularmente revolucionaria, no dará lugar a ningún cambio real. Sobre todo, en las cosas que me parecía que importan más. Como evitar la “educación viejuna” o en proporcionar algún incentivo de carrera a los profesores.

Y, sin embargo, soy moderadamente optimista. En educación me parece que hay un cambio social significativo. En el libro de Nada es Gratis nos preguntábamos sobre la educación “¿Y ahora qué hacemos (y por qué no lo hace ya el mercado)?.” Esta observación no ha sobrevivido el paso del tiempo, en la parte que al “mercado” se refiere. Los estudiantes de bachillerato de nivel socio-económico alto son mucho más conscientes de la importancia de la educación. Viendo a mis hijos, sus compañeros, y gente de edad similar me doy cuenta de que el nivel de información es infinitamente superior al de mi generación (lo de infinito es porque en la nuestra era cero, claro). Los jóvenes saben, con un nivel de aproximación muy bueno, cuáles son las buenas y malas universidades, y cuáles son los grados que las empresas exigen. Mi hijo estudia Física en parte porque las salidas profesionales son muy buenas. Anxo lo estudiaba exclusivamente porque es una ciencia increíblemente interesante. La nota de corte en física en la Universidad Autónoma de Madrid (sólo física, no el doble grado) es de 12,783 (en la época de Anxo era un 5 pelado). Con esa nota de corte se puede entrar en muchas facultades de medicina. Y no es una fenómeno exclusivo de física o de una universidad. Hay muchas titulaciones en todos los ámbitos del conocimiento que tienen notas de corte elevadas. Creo que es un fenómeno muy nuevo e induce a los estudiantes a esforzarse mucho en el bachillerato. Esto sí lo predecíamos en el libro de Jorge Juan, pero lo que no anticipábamos es que la iniciativa privada iba a ir un paso por delante de las reformas, y que la información y los incentivos iban a suplir los fallos de las políticas públicas.

Pero esto tiene riesgos. Las presiones de las finanzas públicas pueden hacer que los gobiernos no tomen medidas para reformar la universidad (como las que proponemos aquí) y esto puede llevar a que las clases medias olviden la universidad y se pasen al sistema privado. Algo similar puede ocurrir con las pensiones. La formas más sencilla de solucionar el sistema de pensiones públicos es lo que lleva pasando mucho tiempo, lo que el profesor Conde-Ruiz llama la “reforma silenciosa.” Se suben las pensiones mínimas y se congelan las máximas. A medio plazo esto quiere decir que los altos ingresos se ven obligados a complementar su pensión pública con ahorro privado. Hasta aquí, ningún problema. Pero si el votante mediano piensa que ni la universidad pública ni el sistema de pensiones públicas le sirven para nada, ¿qué piensan que pasará con estos sistemas a largo plazo? Por esto conviene seguir informando desde estas páginas. No necesariamente del día a día político, sino de las opciones y evidencias, y de la forma de pensar de los economistas. Porque “diez años no es nada” pero lo que dice el tango de verdad es que “veinte años no es nada” y quizá hay que ampliar aún más el horizonte.

Hay 30 comentarios
  • ..."Cuando alguien se acerca a la ciencia buscando que respalde su opiniones ideológicas entonces no hace ciencia, lo que hace es ideología"...

    Lo que los economistas hacen en la actualidad en su mayoría, y con muy honrosas excepciones, no es ciencia sino ideología.

    Ambos compartimos la inmensa suerte de tener un hijo ...(o hija)... que está estudiando física o ha estudiado física. Pregúntele a su hijo ...(o hija)... si en su opinión, lo que usted hace es ciencia o es ideología.

    • Pues la mejor manera de ver que está usted equivocado es leer algunos de los artículos que enlazo en esta página. Los que lo han escrito no tenían grandes ideas preconcebidas, sino afán de saber y metodologías claras y sensatas. Pero si abre las páginas de cualquier revista académica de economía encontrará lo mismo.
      Y justamente mi hijo se encontró en una entrevista con un profesor de una universidad británica con un prejuicio parecido sobre los economistas. En lugar de enfadarse le contó alguno de mis trabajos de investigación, y el profesor se declaró gratamente sorprendido. Como lo estará usted si se toma la molestia.

      • Me suelo tomar la molestia de leer con detenimiento los enlaces que a parecen en los artículos de "Nada es Gratis". A veces aparecen cosas muy interesantes y otras veces, simplemente confirmas lo que ya suponías. Ambas cosas son siempre muy útiles:

        - Referencias a trabajos sobre el trabajo y su asignación. Ninguno de ellos son artículos estrictamente de economía, mas bien tratan de "organización social". Son temas de ámbito político.

        - Referencias a trabajos sobre las reforma de las pensiones (como no).

        - Referencias a trabajos sobre la educación universitaria (no podía faltar).

        Todas sus referencias tocan reiteradamente tres temas muy concretos de la organización social, pero no son estrictamente temas económicos. Ninguno habla de la destrucción de los ecosistemas, de la desigualdad creciente, de la amenaza de una economía inestable que nadie sabe cuando volverá a caer, de la migración como única alternativa económica viable de miles de millones de personas. Todos ellos temas básicamente económicos, causados por el sistema económico y para los que la teoría actual carece de explicación o respuesta.

        Lo que llamamos ideología es el sesgo que te hace seleccionar unos temas y no otros como objetivo básico de lo que creemos es la ciencia económica:

        IDEOLOGÍA: Conjunto de ideas que caracterizan a una persona, escuela, colectividad, movimiento cultural, religioso, político, etc.

        (Gracias por publicar mi opinión)

        • Bueno, vamos mejorando. Ahora es la selección de temas. Pero va a ser que tampoco. Sobre cambio climático aquí hemos escrito mucho. El último premio Nobel de economía va justamente de esto, y sobre sus clubs del clima hablé yo mismo. De inmigración también hablamos todo el rato. Mi departamento tiene un centro para el análisis económico de la migración. De manera que no, tampoco la selección de temas es ideológica. A no se que no le guste lo que se dice por aquí, y mire que es variado. Pero decir que no es ciencia porque no lo guste lo que decimos, sería ideología de acuerdo con su primera definición.

          • Siempre fue... "la selección de temas"... lo que diferencia a la ciencia de la ideología.

            Las personas que siguen una ideología no se dan cuentan que una cosa es el "método científico" y otra cosa muy distinta es "la ciencia".

            Los que defienden la "Teoría del Creacionismo"...( y que pretenden que se enseñe los colegios de los EEUU como si fuera ciencia)...están utilizando "el método científico" para defender sus ideas y escribir sus artículos. Ellos no hacen nada diferente de lo que hace Usted en sus artículos o de lo que hago yo en los míos.

            No se engañe Usted, "la ciencia" y "el método científico" son cosas muy distintas. Cualquiera sabe como utilizar "el método científico" pero muy pocos saben como usarlo para hacer "ciencia" con él.

            ...(creo que estoy abusando de su paciencia)...

            • Dado que hemos llegado a tres supongo que es hora de "estar de acuerdo en que no estamos de acuerdo" para no abusar de la paciencia de otros lectores. Pero simplemente no puedo aceptar que compare a los economistas académicos con los que defienden el creacionismo. Cuando uno es un ideólogo, no está dispuesto a cambiar su opinión, y la evidencia solamente se utiliza cuando le conviene. En la universidad, si uno es un buen académico, esto es completamente inapropiado. Y si lo hace y se le descubre, perderá su reputación. No digo que todo el mundo lo haga siempre, pero esa es la norma, y si alguien la viola, los colegas se lo reprocharán justamente. Aquí hemos hablado repetidamente del problema de replicación en economía y otras ciencias sociales. La economía es una ciencia. Y como en cualquier ciencia no todos los científicos se comportan siempre de manera ejemplar, pero esto no quiere decir que la mayoría no tenga unos ideales claros, ni que no haya progreso.

  • Sr. Cabrales:

    Enhorabuena por el aniversario.

    Creo que es justo reconocer que este blog lo hacemos no solo los editores , sino también los lectores y, en especial, los que escribimos comentarios.

    A ustedes los economistas les gusta mucho la elaboración de estadísticas. Creo que sería interesante estudiar la evolución de la distribución de los comentarios remitidos y publicados a lo largo de estos 10 años. También sería interesante encontrar la causa de dicha evolución si, como sospecho, es de tendencia descendente al menos en cuanto al número de los publicados.

    ¿Se debe esta tendencia a que se remiten menos comentarios? ¿A que el filtro previo deja pasar una cantidad descendente de ellos? Si es lo último: ¿ha bajado el porcentaje de comentarios que alcanzan una calidad mínima o que respetan normas de educación básicas? ¿O quizás ha aumentado el de comentarios escépticos, que plantean preguntas incómodas, y que se opta por censurar?

    • Pues sí que sería interesante se lo diré a los editores, gracias. Yo raramente borro un comentario. Y cuando lo hago es en cumplimiento de la política de comentarios que está bien clara y me parece difícil de objetar. Hasta donde sé, esto es lo que hacen los demás autores y editores. En todo caso, una simple tendencia, si la hubiera, sería difícil de interpretar. Quizá algunos comentaristas se han cansado al ver que esta era una casa muy educada donde no se chilla mucho, y se han ido a otros cenagales más adaptados a sus preferencias. Y aunque esto que voy a decir es una evidencia muy circunstancial, algunos lectores me han dicho que un atractivo de NeG es precisamente que no seguimos las pautas de Sálvame sino la de los documentales de la 2.

      • No puedo rebatirle que usted no se distingue por ejercer la censura (o bien, lo que es casi peor, la omisión explícita, que consiste en publicar un comentario que contiene una pregunta candente, pero no hacerle ni caso). Por desgracia, creo que no puede decirse lo mismo de otros editores.

        Le voy a proponer algo: ¿por qué no declarar cierto día al año como "el día del lector/comentarista"? En ese día cualquier lector podría publicar libremente comentarios censurados anteriormente. Además, los lectores podrían calificar la pertinencia, calidad y nivel de buenas formas de cada comentario, de manera que pudiera juzgarse si la decisión de no publicar fue justa o injusta.

        Creo que todos nos llevaríamos sorpresas.

        • En primer lugar, creo que tendríamos que ser algo rigurosos. Si usted envía un artículo a un periódico y no se lo publican ¿es censura? No, porque usted puede publicar su artículo a otro diario, o crear el suyo propio. Es una decisión editorial acerca de qué puede interesar o no a los lectores. Quizá sea una decisión equivocada, pero no es una decisión que coarte su libertad, porque esto no está en la mano del director del diario sino de los gobernantes. Por esto a lo que hacemos aquí lo llamamos moderación. Cuando yo era editor le puedo decir con seguridad que lo que se moderaba eran comentarios que no cumplían la política de comentarios y ahora me sorprendería mucho que fuera diferente. Respecto a las contestaciones tenemos que diferir también. Los que trabajamos aquí lo hacemos gratis. Espero que los comentaristas tengan la cortesía elemental de aceptar que tomemos la decisión de no responder a todos los comentarios. Yo cuando no lo hago es porque tengo un trabajo que atender además de este hobby.

          • Antonio, me sorprende leer su afirmación "Los que trabajamos aquí lo hacemos gratis." No. Nada es gratis. Usted sacrifica tiempo y fondos porque quiere que los demás conozcan sus ideas y si esto quiere es porque cree que tiene ideas que los demás debieran conocer (todos tenemos ideas que no queremos que los otros las conozcan, pero de estas ideas mejor no hablemos). Si, para usted y cada uno de sus colegas ese beneficio personal justifica el sacrificio que hacen.

            Para analizar la política de comentarios y por lo tanto la censura de comentarios es importante partir de su idea --que yo acepto-- que ustedes no están obligados a publicarlos. Si bien no están obligados a hacerlo, la política de comentarios es puramente cuantitativa, algo fácil de entender porque para usted y cada uno de sus colegas la utilidad marginal de leer comentarios es decreciente y el costo marginal creciente, lo que implica una cantidad óptima que pretende reflejarse en la política de comentarios.

            Pero la censura se produce mucho antes de la cantidad óptima. Me consta por mis comentarios que me han ganado el destierro. Nadie puede pretender escribir un post de varios párrafos sin generar dudas y preguntas adicionales sobre afirmaciones y negaciones difíciles de sostener. La censura deja claro que el propósito del blog no es intercambiar ideas. Su propósito es publicitar ideas de los editores.

            • La afirmación de que lo hacemos gratis es incorrecta en el puro sentido económico, es verdad. La preferencia revelada dice que si no ganáramos algo, no lo haríamos. Pero es correcta en el sentido monetario del término. Y en todo caso explica por qué a veces no aceptamos comentarios si no aumentan nuestra utilidad intrínseca. Y también explica por qué la moderación no es censura. Eso es lo que hacía la Santa Inquisición, o lo que hacen algunos gobiernos. Lo nuestro es política editorial. Si a alguien no le gusta, esto es, por suerte, un país libre y puede ir a protestar a otro lado. Y si la política es óptima o no, la verdad, en el esquema "ortodoxo" es óptima por definición. Y fuera de él, da igual.

            • Sí, como probó Greg Mankiw años atrás, la cantidad óptima de comentarios para el autor puede ser cero. Otros han concluido que la cantidad óptima es cero y admiten comentarios. pero nunca los responden, y no hay prueba alguna de que los hayan leido. Mi impresión es que estos autores solo quieren compartir con otros ideas e información que consideran interesante, a veces importante, sin incurrir el costo alto de "intercambiar ideas" seriamente.

              El problema de admitir comentarios y responder solo unos pocos es que los comentaristas perciban las decisiones de los autores como arbitrarias. Por supuesto, los comentarios difieren mucho entre sí y por lo tanto es difícil probar discriminación arbitraria.

              El problema de admitir comentarios y no publicarlos puede verse como una simple aplicación de las políticas del blog, y por lo tanto considerarse moderación. Pero muchas veces es censura que puede terminar en exclusión porque el autor rechaza las ideas del comentarista, aunque a veces sea por el alto costo personal de responder a comentarios.

              Eso si, felicitaciones y agradecimientos son siempre publicados. Muy bien, pero habría que pedirle a los comentaristas que por lo menos argumenten sus conclusiones.

            • Creo que voy a tener que insistir en rechazar la idea de censura. No, censura la hace el gobierno. Los autores simplemente ejercen su libertad de contestar a lo que les parece más interesantes o editar aquellas que les parecen inapropiadas y, en su opinión posiblemente equivocada, reducen la utilidad media de los lectores. Ya incurren en un costo personal alto (aunque estamos de acuerdo en que si lo hacemos es porque queremos divulgar ideas que nos parecen interesantes y esto compensa el costo).

        • Al hilo de la discusión sobre la moderación de comentarios y como editor actual (sin la paciencia de Antonio), hago explícito como aplico dicha moderación en mis entradas. Otros editores pueden compartir (o no) estos criterios.
          Hay dos razones por las que rechazo publicar comentarios: i) lenguaje insultante o abusivo, y ii) comentarios totalmente absurdos o irrelevantes para el tema de la entrada.
          Si un comentario tiene sentido y puede iniciar una discusión interesante es publicado independientemente de si es o no crítico con mis entrada (mejor, incluso, si lo es). Y es mucho más probable que permita comentarios "marginales" si quién los envía tiene la honestidad y el coraje de usar su nombre real.

          • En primer lugar, no entiendo ese principio de "tu argumentación no vale porque no sé quién eres". Esto no tiene nada que ver con la ciencia. ¿Sería menos cierto el teorema de Pitágoras si averiguamos que no lo descubrió el samio, sino un babilonio anónimo?

            En segundo lugar, antes de afear a otros su "falta de honestidad y coraje", conviene reflexionar sobre las condiciones en que cada cual emite sus opiniones. Sin duda, los que creen que el rey va ricamente vestido gozan por ello de muchas ventajas en la vida, pero eso no los autoriza a exigir una actitud heroica de quienes lo ven desnudo.

            • Esto es un ejemplo de comentario "marginal" que, a pesar del anonimato, he aprobado.
              Si se lee de nuevo mi argumentación se comprobará que las dos razones a las que ha aludido no incluyen el anonimato, que solo utilizo (o no) para casos marginales, como este.

  • Si he entendido bien, la política general de comentarios es aplicada discrecionalmente por cada autor de cada entrada. En mi experiencia, esto provoca "dispersiones" muy grandes en la conducta de los autores (pienso en un autor en concreto que es incapaz de gestionar un hilo de comentarios sin ridiculizar y manipular las diferencias de opinión). Una política menos arbitraria y potencialmente más "popular" es publicar todos los comentarios sin censura y sin intervención de autores/editores, pero interaccionar con los comentarios más "interesantes" (según el criterio de autores/editores) mediante, por ejemplo, posts que desarrollen temas sugeridos en los comentarios. Muchos blogs muy exitosos siguen este modelo. Consejo gratis! 😉 Enhorabuena por estos diez años! Al menos desde 2011 visito este blog y he aprendido mucho.

    • En mi opinión el blog no está aplicando criterios de censura basados en eliminación de criticas al autor del articulo.Sino que más bien que lo hacen con criterios de no alejar demasiado los comentarios del asunto principal de articulo, y, sobre todo, el de no permitir las practicas monopolísticas en los comentaristas. Especialmente las prácticas de su conocido ''cofundador del capitalismo’’, expresión de la me permitirá el copyright. Es esa situación monopolística-comentarista la que, al igual que en los mercados físicos, crea las barreras de entrada (se pueden listar un conjunto de efectos concretos) al mercado de comentaristas de un blog. Nada es Gratis lo impide... y tiene éxito.

      • ¿Prácticas monopolistas en los comentaristas? Me sorprende que usted no sepa el significado de monopolio. Ningún comentarista en este o cualquier otro blog puede monopolizar el espacio de comentarios. Aunque muchos lectores no gustan de algunos comentarios --algo que siempre sucede-- no quieren o no pueden argumentar seriamente contra esos comentarios --algo que también siempre sucede.

        El problema es cómo los autores de los posts debieran responder a los comentarios, en particular cuando no son de su agrado. Hoy la política "cuantitativa" de este blog limita fuerte lo que un comentarista puede decir sobre un post, algo que fuerza a los comentaristas que creen tener mucho que decir sobre el post a ser muy selectivos para aprovechar el poco espacio asignado (como economista, considero que esa política discrimina arbitariamente contra los economistas).

        • Hola Enrique Uno! Puedes elaborar esta frase: "como economista, considero que esa política discrimina arbitariamente contra los economistas"? Gracias por adelantado!

          • La gran mayoría de editores y autores de posts de este blog tienen una muy buena formación en economía. Alguien con una formación similar puede (a) ayudar desarrollando mejor un punto del post, e incluso planteando extensiones; (b) pedir aclaraciones sobre diferencias con otros trabajos sobre algún punto del post, incluyendo el planteo de comparaciones con otros trabajos sobre ese punto, en particular planteos alternativos; y (c) cuestionar la teoría o el contexto en que se ha planteado un punto y en particular recordar críticas a argumentos teóricos o a la evidencia. En cualquiera de esas tres situaciones la política "cuantitativa" pronto se vueve restrictiva, muy restrictiva (a veces ni siquiera se pueden hacer citas que afirman o rechazan ideas).

            El problema de fondo sigue siendo que este blog es una plataforma solo para que los autores expongan sus ideas --y ojalá los comentarios se limiten a aclaraciones de quienes por tener una formación distinta no han podido entender el texto original.

    • Gracias! Yo creo que sería un error forzar a los autores a aplicar cualquier política "desde arriba". Incluida la política de comentarios. Dado que no se les puede pagar nada en términos monetarios, tienen que sentirse a gusto en esta casa. Y si les forzamos a hacer cosas contra su criterio, no vendrán. Creo que esto vale el pequeño coste de que algún comentarista no pueda decir lo que quiera. Pero es que además no estoy seguro de que dejar cualquier comentario sea bueno incluso para animar comentarios interesantes. En este asunto hay una especia de Ley de Gresham. Si hay demasiados comentarios tóxicos, los comentaristas interesantes van a irse a otro lado a hablar.

  • Hola Antonio! Yo creo que el exhibicionismo y la grafomanía de algunos personajes pueden ser hasta entretenidos. En cualquier caso, una decide lo que lee, no? Creo que una política de comentarios totalmente abierta sin respuestas de los autores tal vez crearía una “dinámica de comentarios” autosostenida que animaría el blog y el número de visitas. A la vez, si los autores respondieran a los comentarios desde los posts, seleccionando y desarrollando ideas que les hayan llamado la atención, el elemento interactivo autores-comentaristas que en general es positivo y casi necesario no se perdería.

    Por cierto, no sé si esto es un comentario “marginal”, no me ha quedado clara esta clasificación de comentarios, ni entiendo porqué en los comentarios marginales el anonimato es relevante para la publicación, y en los otros no.

    • Daría:

      Sí, a mí también me ha impresionado ese adjetivo.

      Pero no olvidemos que el término tiene prestigio entre los economistas.

      Vaya usted a saber si no será, después de todo, un elogio encubierto...

      • marginal
        3. adj. Dicho de un asunto, de una cuestión, de un aspecto, etc.: De importancia secundaria o escasa.

        Hay comentaristas habituales que piensan que sus comentarios son siempre muy relevantes. En muchos casos están equivocados.
        Si yo publico una entrada sobre un tema, estoy dispuesto a discutir sobre ese tema, no sobre cuestiones marginales al mismo. Y si los comentarios, además de marginales, tienen segundas intenciones, no suelo aprobarlos, especialmente si las segundas intenciones se esconden en el anonimato.

        Por tanto, en mis entradas, para comentar, habrá que ganárselo con comentarios inteligentes (y, repito, mejor si son críticos).

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