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Los nuevos criterios de la ANECA: bienvenidos, pero mejor si algún día no hacen falta

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De vez en cuando la gente me pregunta que tuve que hacer para que me contrataran en UCL. “Mi página web muestra casi todo mi trabajo de investigación y material docente. Los profesores del departamento estudiaron ese material, di allí un seminario, y tuve una entrevista con un panel incluyendo algunas personas de fuera del departamento, algunos estudiantes y el decano. Y en un par de meses recibí la oferta”. Algunos, generalmente los que conocen el sistema universitario español, me preguntan, “¿Y ya está?”. A los que no lo conozcan, les parecerá una pregunta rara. “¿No les parece bastante?” Hoy verán que, por desgracia, en España no lo es, y que hasta una pequeña reforma en la buena dirección genera reacciones adversas por parte de los reaccionarios.

Les escribo esto porque parece que la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA) va a hacer públicos pronto unos nuevos criterios de acreditación nacional para el acceso a los cuerpos docentes universitarios, en aplicación del Real Decreto 415/2015 del que ya habló Manuel Bagüés.

Durante el proceso de elaboración de este documento en las áreas de Economía, algunos profesores hemos sido consultados y hemos podido ver algunos borradores y la propuesta final, y esto me permite tener una opinión sobre la misma. Con anterioridad al Real Decreto el proceso era una pesadilla. Había que documentar toda la actividad de manera exhaustiva (“exhaustiva” también en el sentido de agotadora) reclamando docenas de papeles, incluyendo cosas tan peregrinas como certificados de asistencia a conferencias (recuerdo haber oído en una conferencia internacional “ya vienen los españoles a por su certificado”). Lo cual por cierto ya muestra un error de aquel sistema, poner énfasis en cuestiones como las conferencias, que son un “input” a la investigación, no un “output”.

Y al final tampoco sabía uno muy bien de qué dependía ser acreditado o no. Un compañero de Madrid, brillante investigador y docente, no recibió la acreditación como titular porque no había dado suficiente docencia, a pesar de que llevaba seis años haciéndolo con excelentes resultados. Esto revela otro problema terrible del sistema, valoraba la cantidad por encima de la calidad (esta persona había dado pocas clases relativo al máximo estatutario pero lo había hecho muy bien).

El Real Decreto introdujo una serie de cambios en el procedimiento para simplificar el proceso y mejorar la transparencia mediante la publicación periódica de los criterios establecidos. En esta nota me centraré en comentar los criterios que se han propuesto por la Comisión responsable de diseñarlos. Tener los criterios correctos es siempre importante, pero en este momento y debido a la congelación de contrataciones en el sector público, hace seis años que prácticamente no se convocan plazas, lo cual sugiere que va a haber una bolsa grande de acreditados y es importante que los que estén en la bolsa realmente se lo merezcan. Si no, seguiremos viendo marchar a gente buena y, sobre todo, Espérance y Hope seguirán sin querer venir a soportar esta ordalía. Hay que tener en cuenta, por otro lado, que la acreditación de la ANECA es solo el filtro inicial que establece un estándar mínimo de calidad, pasado el cual las Universidades tienen mucho control. Y por desgracia en muchas de ellas los criterios de endogamia siguen prevaleciendo.

La valoración de méritos en la propuesta de la Comisión se establece en 5 categorías: investigación, docencia, transferencia, experiencia profesional y experiencia en gestión (se añade formación académica en el caso de titulares), dando prioridad a las dos primeras. Los méritos se valorarán clasificando a los individuos en 5 niveles dentro de cada categoría: A= excepcional, B= bueno, C=compensable, D=insuficiente, E= circunstancia especial. A partir de la combinación de las categorías puede configurarse un tipo de currículo que permita obtener la acreditación a los cuerpos de catedráticos y titulares de la Universidad española. La propuesta se centra en los criterios mínimos necesarios para alcanzar cada categoría, con especial atención al nivel B de investigación y docencia, que es el que finalmente se publicará. La razón principal es que si se obtiene ese nivel en ésas dos categorías no será necesario considerar las restantes.

Por lo que he podido ver el documento de criterios acordado por la Comisión tiene aspectos positivos, pero también algunas carencias. Para la investigación, algo positivo es una claro énfasis en la calidad frente a la cantidad, aunque por desgracia, ésta última aún tiene cierto peso. La calidad medida por indicadores como el factor del impacto, o el "eigenfactor" (aquí les explicaba un poco qué son estos indicadores) de las revistas en las que se publican los artículos (calculado por el JCR o Scopus, aunque este último es bastante menos selectivo y habría que normalizar para no perder calidad). En los méritos complementarios se aprecia también el énfasis en aquellas aportaciones que supongan un reconocimiento de la actividad investigadora (pertenencia a consejos editoriales de prestigio, premios internacionales, proyectos en convocatorias competitivas como investigador principal,...). De esta forma, méritos como movilidad o pertenencia a grupos de investigación, que son inputs se tienen en cuenta en menor medida que antes.

En el ámbito docente, también se aprecian mejoras importantes. La más destacada es que la valoración global se realizará en base a méritos objetivos directamente vinculados a la enseñanza en la Universidad: experiencia docente y labor de formación (dirección de tesis, trabajos de post-grado,...), y como méritos complementarios medidas de calidad como las evaluaciones docentes (aunque yo he expresado aquí dudas fundamentadas en la evidencia sobre sistemas de evaluación basados solamente en encuestas), o los empleos conseguidos por los estudiantes de doctorado. De este modo, desaparecen algunos méritos más exóticos que habían surgido en torno a la docencia, alentados por el anterior sistema de suma de puntos.

No obstante, la propuesta tiene también lagunas importantes. Sigue siendo un sistema excesivamente burocrático y, a pesar de las buenas intenciones del Real Decreto, resulta en ocasiones excesivamente farragoso, diluyéndose el mensaje principal que hubiera debido transmitir para impulsar seriamente la mejora de la calidad en la actividad investigadora y docente de la Universidad en España. Por ejemplo, con este sistema incluso el baremo más elitista propuesto por la Comisión para méritos de investigación para una cátedra requiere 6 publicaciones del primer cuartil de JCR. Pero ¿qué pasa si alguien tiene 5 publicaciones en las 5 mejores revistas de economía (algo parecido al Golden Slam de tenis) y solamente esto? ¿No lo acreditamos? Pero, claro, este es el problema de todo sistema burocrático que se dedique a contar publicaciones. O comete algún error de tipo 1, como este que les cuento de no acreditar al equivalente científico de Steffi Graff, o comete infinidad de errores de tipo 2 (acreditar a gente que no lo merece).

Por tanto, la propuesta de la Comisión es muy razonable, dado su mandato, pero opera bajo un mandato mejorable. Yo personalmente creo que el sistema no va a mejorar con más filtros burocráticos. Como ya les dije otra vez que hablé de este asunto, la evidencia internacional muestra que “es prioritario aumentar el grado de autonomía y competencia de nuestras universidades. Más flexibilidad contractual y salarial, y más competencia en la provisión de fondos públicos."

Y con esto vuelvo al principio de la entrada. El gobierno no interviene para que en UCL no haya endogamia ni nepotismo con acreditaciones y otros sistemas similares. No hace falta, ya saben que la financiación de la universidad depende de que vengan alumnos y haya ingresos por investigación. Y los alumnos vienen porque saben que si estudian allí se formarán y se colocarán mejor, y los ingresos de investigación llegan porque la que se hace es de máxima calidad. Si contratamos alguien que no da el nivel solo porque es un sobrino, o un estudiante de doctorado de uno de nuestros profesores, tendremos un problema.

Ojalá algún día tenga España un gobierno que entienda algo tan simple. Mientras tanto, bienvenida sea esta pequeña reforma en la buena dirección. Aunque tal como es este país me temo que las fuerzas reaccionarias ya deben estar afilando los cuchillos para recortar este pequeño paso adelante. Como muestra pueden leer un documento elaborado por la confederación de decanos hace unos años sobre los criterios con los que se concedían los sexenios de investigación en economía (un complemento salarial que se otorga a los profesores que en un período de seis años llegan a un nivel mínimo de publicaciones). Si algo como esto se hubiera puesto en práctica la exigencia de los sexenios habría bajado mucho, pues todas las publicaciones científicas valdrían prácticamente lo mismo (como si ganar la Champions fuera lo mismo que el torneo de verano de Villapalos del Huerto, vaya). Sospecho que el documento que he visto sufrirá presiones en la misma dirección de rebaja de exigencia.