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El carné por puntos educativo

El análisis de los datos de PISA no ofrece muchas pistas sobre el tipo de reformas que mejoraría nuestro sistema educativo. Tanto los estudios de Antonio Ciccone y Walter García-Fontes que ya mencioné en otro post como otro de Julio Carabaña nos dicen que ni los recursos son particularmente importantes, ni el sistema (comprensivo vs. separador) parece tener gran impacto, ni muchas de las variables observables que se encuentran en la base de datos dan pistas sobre una reforma del sistema que nos ayude a mejorarlo (incluyendo la presencia de colegios privados o concertados, de los que España tiene en abundancia sin que parezcan ayudarnos mucho a mejorar). Y, sin embargo, la calidad de nuestro sistema educativo es una emergencia nacional, como dice Samuel Bentolila (o internacional, según Carabaña, que piensa que las diferencias entre países europeos son demasiado pequeñas para darles mucha importancia). Pero esto no quiere decir que haya que resignarse.

Y esto por varias razones. La más importante es que la ausencia de variables observables que den pistas en las bases de datos NO quiere decir que nada tenga impacto. En cualquier base de datos se observa mucha variación entre individuos, y colegios (en España mucho más entre individuo que entre colegios) en el resultado. Y, al menos en principio, esta variación puede deberse a factores bajo el control de los individuos, sus profesores o sus familias. No es esperable que todo lo que importe sea talento innato. Algo de efecto, probablemente mucho, puede tener el esfuerzo de alumnos, padres y familias, aunque esto no lo detecten las bases de datos. Y por tanto, una política que estimule el esfuerzo debería tener resultados.

Sabemos por los trabajos de Angrist y Lavy que dar incentivos a los profesores o a los estudiantes son medidas útiles para mejorar el desempeño de los estudiantes. No podemos verlos en los resultados de PISA porque curiosamente ningún país parece atreverse a imponerlos de manera generalizada. Algún lector podría pensar que para qué meter al gobierno en esto. Pero les recuerdo que el gobierno ya está en esto hasta el cuello. En todos los países. Las externalidades de una buena educación primaria y secundaria parecen justificar esta intervención, así que las propuestas de reforma "incentivada" lo único que pretenden es mejorar esta intervención.

Llegados a este punto, algún lector se preguntará a qué viene lo del carné por puntos. Hablando con Manuel Arellano el jueves sobre educación, me comentaba que la situación le recuerda mucho a la que existía antes de la imposición del carné por puntos. En España la gente conducía fatal: deprisa, bajo la influencia del alcohol, sin respetar la distancia de seguridad. La mortalidad anual era espantosa (los datos se pueden ver aquí). Existía un cierto fatalismo, se pensaba que no había nada que hacer, o que la culpa era de las carreteras (¿les suena lo de la falta de recursos?). Y, en menos de una década de agresivas campañas de información pública, vigilancia y multas, se ha reducido la mortalidad casi en la mitad (4295 en el 2000 y 2181 en el 2008). Buena parte de esta reducción se ha producido tras la implantación del carné por puntos, que ha subido significativamente la "multa" por conducir mal. En algún sentido la ha hecho más progresiva. Una multa solamente depende de la infracción, pero cuando te quitan el carné alargan tu tiempo de desplazamiento al trabajo y esto afecta desproporcionadamente a la gente cuyo tiempo es más valioso.

Pues implantemos un carné por puntos en educación. Aquellos padres cuyos hijos no lo hagan bien en el colegio (medido por pruebas externas para garantizar su objetividad, del estilo la CDI de la Comunidad de Madrid) van perdiendo puntos. Si recuperan, pueden recuperar puntos. Pero llegado cierto momento se "pierde el carné". Esto puede traducirse en una subida de impuestos, que se puede justificar porque si la subvención escolar se hace por la externalidad, el estudiante que no lo haga bien está causando una externalidad negativa a los demás. Además, hacerlo vía impuestos garantiza la progresividad de la medida: el castigo será mayor para los padres con una renta más alta.

A través de los padres se pone presión en el hijo, y muy posiblemente en el colegio también, así que tal vez no hiciera falta nada más. Pero podría ser útil añadir otro carné por puntos para los colegios. Un concertado cuyos hijos lo hagan mal va perdiendo puntos. Llegado un momento, debería perder el concierto. A los colegios públicos no se les puede incentivar de esa manera, pero hacer los sexenios dependientes de resultados escolares, en pruebas externas para garantizar que los resultados no los controlan los mismos profesores evaluados, sería una buena forma de incentivar a los profesores. En la universidad este sistema ha funcionado para mejorar la investigación. No la docencia, por desgracia, porque en buena medida los quinquenios de docencia son automáticos. Pero evidentemente las sugerencias para primaria y secundaria deberíamos aplicárnoslas también en la universidad.