¿Y si el futuro de la educación (o el medio ambiente) dependiera de las pensiones?

El jueves pasado Pablo Vázquez, junto con Javier Díaz Giménez, Ángel de la Fuente y Sergi Jiménez presentaron un nuevo documento sobre reforma de pensiones, desarrollando y complementando algunas cosas que ya decía en marzo una versión anterior del mismo. En aquel momento ya escribí algo sobre la viabilidad política a largo plazo de las pensiones. Creo que vale la pena insistir un poco en esta cuestión, de manera que yo también vuelvo a la carga. Y esta vez lo hago desde un punto de vista algo diferente. El futuro de nuestro sistema educativo o el planeta en su conjunto pueden estar ligados al del sistema de pensiones.

Como ya les contaba en marzo, un sistema de pensiones de reparto puede sostenerse por un pacto implícito entre generaciones. Esto es verdad incluso si los potenciales jubilados son una minoría de la población hacia el que el resto no siente altruismo. Los jóvenes votan a favor de sostener a los que hoy no lo son porque son conscientes de estar jugando un juego con las siguientes generaciones. Si los jóvenes de hoy votaran en contra de sostener a sus mayores, los jóvenes de mañana no les sostendrían a ellos cuando les tocara su turno.

Un problema de esta forma de sostener las pensiones es que si a una generación le entra la duda fundada de que la siguiente vaya a cumplir su parte del pacto, ellos dejarán de hacer lo propio con los mayores en la actualidad. Y, anticipando esto, los anteriores tampoco tendrán interés en hacerlo ellos mismos. De manera que una incertidumbre fundada sobre qué puede pasar con nuestras pensiones en un futuro relativamente lejano puede tener efectos sustanciales hoy. Por esto resulta preocupante que no tomemos decisiones serias para apuntalar el sistema ya mismo.

El problema añadido sobre el que quiero hablarles hoy es que el sostenimiento de las pensiones no es el único bien que necesita un pacto intergeneracional. La educación también puede depender de un acuerdo entre personas de distintas edades para sostenerse. Y aunque seguiré con la educación, el lector interesado se dará cuenta de que casi todo lo que diga se aplica de manera similar al medio ambiente.

Las razones por las que es oportuno intervenir en educación son familiares. Los retornos sociales pueden ser superiores a los individuales, y el mercado de capitales puede no funcionar de manera perfecta, de manera que los niños (o sus familias) no pueden pedir prestado para financiar su adquisición de capital humano. En estas condiciones tiene sentido que el Estado preste servicios educativos (o que financie la adquisición de los mismos en el sector privado).

Pero aquí surge una dificultad similar a la que nos encontrábamos en el caso de las pensiones. El gasto en educación hoy no beneficia a la generación que paga impuestos hoy, sino a la que los pagará mañana. Esto genera un dilema parecido al que nos enfrentábamos con las pensiones. Incluso si yo soy altruista respecto a mis propios hijos, de cada uno de mis euros que se gasta en educación, la mayoría va a financiar la educación de otros niños. Y muchos votantes no tienen hijos, ni piensan tenerlos, o sus hijos ya están educados. Entonces, ¿para qué pagar bienes públicos escolares? Este problema es incluso más difícil de solucionar que el de las pensiones. Aquí no se puede encontrar un equilibrio en el que si una generación deja de pagar a sus jóvenes algo malo les pasa a ellos, porque justamente ellos ya no son jóvenes. ¿Qué hacer?

La respuesta me llegó a mí de la mano de nuestro colaborador Michele Boldrin y su coautora Ana Montes (una versión periodística del argumento aquí), y de Antonio Rangel (aunque ambos artículos señalan que su idea está inspirada en versiones menos desarrolladas de la misma por parte de otros autores). La idea es fácil de comprender una vez se entiende el argumento que describí más arriba sobre el pacto entre generaciones para las pensiones. Nuestras pensiones de mañana dependen de que los trabajadores de hoy paguen a los mayores de hoy. Para la educación el argumento es similar. Los trabajadores de hoy pagamos la educación de los jóvenes de hoy para que estos paguen nuestra jubilación mañana.

Una ventaja del artículo de Michele y Ana (sobre el de Antonio) es que contempla explícitamente la acumulación de capital físico y humano. Esto permite hacer recomendaciones muy concretas sobre las cuantías del “pacto”, los niveles impositivos y hasta el mecanismo para realizarlo. Se conecta de manera directa y visible la inversión en educación de la presente generación con las pensiones y con la tasa de retorno del capital. Tan es así que no me resisto a transcribir (traducido) el texto de su Proposición 3:

Si el conjunto de las transferencias intergeneracionales inducidas por la educación pública y los sistemas públicos de pensiones dan lugar a la asignación de mercado competitiva se debería observar lo siguiente. Para una determinada generación, la tasa implícita de retorno que, a lo largo del ciclo de vida, iguala los valores descontados de los servicios de educación recibidos y las cotizaciones sociales pagadas, es igual al tipo de interés de mercado. Del mismo modo, la tasa implícita de retorno que, a lo largo del ciclo de vida, iguala los valores descontados de los impuestos pagados para financiar la educación y los pagos de pensiones recibidos, es también igual al tipo de interés de mercado.

Con una predicción tan específica uno puede mirar los datos para comprobar si la forma en que pagamos pensiones y recibimos educación es consistente con una asignación eficiente. Los autores nos dicen que en su modelo cuantitativo de la economía española entre 1985 y 1995 la cosa no iba tan mal. Su estimación de la tasa de retorno implícita de la educación para ese período es del 4.238%, mientras que la tasa cargada por el gobierno implícitamente sobre sus préstamos educativos iba del 3.6307% al 4.2601%.

Una imagen puede ser útil para darnos cuenta de la magnitud del problema. El siguiente gráfico, que se puede encontrar en el artículo de Boldrin y Montes en el Journal of Population Economics, muestra el tamaño de las transferencias e impuestos correspondientes para el caso español en 1990 consistentes con la implementación correcta del pacto entre generaciones. Las montañas de la izquierda y la derecha son las transferencias para educación y pensiones. Las del centro son los impuestos correspondientes a las mismas. Los números a la derecha son los valores de esos impuestos y transferencias en euros a precios de 1990.

Para visualizar el cambio en estos flujos que corresponden a una transición demográfica importante, podemos ver como cambiarían los números con los datos demográficos correspondientes a 1998 (pero manteniendo precios de 1990). Puede verse un aumento muy sustancial del gasto en educación, que casi se duplica, mientras que las cotizaciones sociales también aumentan notablemente por la mayor participación laboral. Imaginen ahora lo que sucederá cuando esos jóvenes de los 90 se jubilen en masa a mediados de este siglo. Casi duele pensar el tamaño de la joroba de la derecha y los impuestos asociados a la misma.

Estos resultados hay que tomarlos con todas las precauciones que queramos. Pero son un dato más para añadir a todos los que se van acumulando a favor de reformar con seriedad y sin dilación nuestro sistema de pensiones. Tenemos que hacerlo no solamente porque nos arriesgamos a quedarnos sin pensiones. Si no lo hacemos podemos estar negando a nuestros jóvenes y al propio planeta su futuro.

Hay 10 comentarios
  • Con esta teoría deberíamos pensar que eso es un desastre, que a partir de mediados de siglo el sistema se va al garete. Pero, por qué?
    Porque ha nacido demasiada gente, porque la sanidad es demasiado buena, porque llegaron muchos extranjeros para cubrir los trabajos que nadie quería...
    Ahora resulta que nos asusta eso, que la gente trabaje, viva, estudie y pretenda un planeta limpio. Y, claro... todo eso es imposible si seguimos repartiendo el pastel como hacemos. Quizá el truco sea cambiar la forma del reparto, porque, lo que es millones, los hay, solo hay que saber buscarlos entre la gente que no pega golpe, que cada día va al banco y mira lo que ha ganado; solo eso.
    Pero claro... nos complicamos y buscamos lo difícil.
    Pienso que nos hemos equivocado, aunque eso de nos hemos es muy discutible.
    Se ha considerado al pensionista y las pensiones como negocio, sin embargo, a la enseñanza, a la sanidad y ahora al medio ambiente, como gasto. No sé a qué lumbreras se le ocurrió semejante idea, pero está claro que la pensión debe ser un fondo para mantener el consumo y el bienestar, y la enseñanza, la sanidad y el medio ambiente deberían ser un negocio que produzca riqueza, trabajo y desarrollo tecnológico y humano. Pero no, nada de eso, porque el beneficio sobre el trabajo y el desarrollo no interesa, lo que mola, con perdón, es el del capital. Y así vamos.

  • Pau, me parece que no me expliqué bien. Como puedes ver en el artículo de Boldrin y Montes, la educación NO es gasto, es un bien de inversión que genera retornos para el individuo y la sociedad. Un fallo de mercado hace necesario que el Estado intervenga en su financiación. En ese artículo no se habla del medio ambiente, pero la situación es similar. El problema es que dado que la educación no beneficiará a la generación que lo sufraga es necesario el pacto para que se haga esta financiación. Y este pacto se vuelve frágil si no nos creemos que las pensiones se pagarán. Y para esto, hay que hacer algo ya. Y precisamente porque creemos que la educación o el medio ambiente son útiles.

  • Hola Antonio.

    Varios comentarios.

    En primer lugar, alguna de tus premisas suena a "freudian slip". Concretamente, cuando en el artículo precendente dices que "todos los sistemas de pensiones son un pacto intergeneracional", supongo que sabes que es rotundamente falso. Sólo los malos sistemas de pensiones lo son.
    Lo que es cierto es que nuestros políticos han hecho "eso", que "eso" no es necesario y que "eso" no tiene por qué ser así. Es más, si "eso" es así, más vale que nos vayamos despidiendo tanto de pensiones (los políticos siempre encontrarán formas de gastárselas en comprar votos como han hecho con estas) como de pactos intergeneracionales. En una guerra o en un calentamiento global cualquiera. Lo que haga falta.

    En segundo lugar, el establisment político suele ir por delante en bastantes cosas. Casi siempre de modo borrosamente inconsciente pero van marcando el camino y sembrando dinero por donde "debe ir" el camino.
    Por ejemplo, si sondeamos la opinión de los jóvenes que ya son vagamente conscientes de que la ley del aborto de Zapatero y los silencios de su antecesor y las trampas jurídicas del autor (que lo ha retirado de su biografía) supone que esta generación ha perdido por las cañerías a cerca del 25% de sus hermanos y compañeros de viaje, es fácil imaginar (o de escucharlo si se habla con ellos) que no tienen ni motivos para el respeto ni para la solidaridad. Para unos cuantos de ellos, y no los peores, hay motivos para todo lo contrario. Por no hablar de lo que este tipo de leyes tan esenciales para el "efecto dinástico" hacen al conjunto de la economía. A su dinamismo. Tengo guardadas cartas de gente joven al respecto de este tema que son espeluznantes. A lo mejor traigo alguna.
    Para esforzarse hay que tener motivos. Este factor económico no está muy bien estudiado pero todos sabemos que es más de las mitad del éxito.

    En tercer lugar, ya está en marcha a la chita callando una solución sistémica. Nuestros hospitales públicos en determinadas autonomías comienzan a tener sus Comités de Ética terminal que serán los encargados de gestionar esos "flecos" tan caros e "innecesarios" de las fases terminales de nuestro sistema de pensiones.

    Nada de esto se proyecta ni aparece en las estadísticas que se usan. Ni falta que hace. Pero está pasando. Una ciencia social como lo es la nuestra no puede trabajar en silos. A veces hay que otear desde lejos la pradera, los valles y las quebradas desde el aire. O por lo menos hay que subirse a la colina.
    Aunque nos de pudor parecer The fool on the Hill.

    Saludos

  • ¿Y no sería todo mucho más fácil si cada uno se pagara lo suyo, en vez de tener que confiar en complicados pactos intergeneracionales?:
    - los pensiones de capitalización al estilo chileno
    - los seguros médicos al estilo de muchos países, como ahora en EEUU antes de que se aprueba el Obamacare

    Por supuesto, los políticos y las castas burocráticas viven mucho mejor manejando los dineros de los impuestos y contribuciones. Y nosotros, a confiar en ellos, en vez de gestionar directamente lo nuestro.

  • "Los 100 economistas están apoyados por Fedea, que básicamente apoyan diez directivos de la gran banca y queremos denunciar desde CCOO que el Sistema de Pensiones, que todavía tiene superávit, no debe ser controlado por la banca", ha defendido hoy Cristina Faciabén.

    ¿Se entiende ahora por qué los sindicatos no merecen (más) respeto que cualquier político?

  • Antonio. Cuando he leído el tema no he podido leer el estudio por falta de tiempo, y ahora que puedo, me doy cuenta que me falta otra cosa. Está claro que para entender dicho estudio, no solo hay que saber muy buen inglés sino, también economía.

    Me temo que ya no debemos contar solo con los hijos sino también con los nietos, y eso si los tenemos y nacen y trabajan aquí. Por lo pronto a uno lo tengo en Edimburgo y al otro en Nueva Zelanda. Y eso me hace pensar en quién pagará mi pensión y a quién beneficiará la solidaridad de mis hijos y potenciales nietos.
    Lo más gracioso es que la compañera del neozelandés está con mi hija en Edimburgo, por lo que aún tengo más difícil lo de los nietos, ya que eso del sexo telemático aún no se ha inventado.
    Si la cosa sigue así, también me temo que habrá que cambiar la orientación de los estudios.

  • Al sistema de pensiones creado para el retiro de los trabajadores necesita medidas que puedan mantener y mejorar el sistema. Para eso es necesario de la honradez de todos, sobre todo de aquellos que tienen la capacidad para adoptar las medidas necesarias.(no se rian, ya se, es ingenuo decir esto) pero creo que hay que decirlo.Los politicos con su compra de votos a corto plazo y la falta de información correcta por otro, hace que cuando se habla de temas como Pensiones o Educacion por ejemplo, me genere gran preocupación.El articulo me parece simplista, como muchos otros estan llenos de graficos, numeros, palabras en ingles,(no las encuentro necesarias, y si pedantes)
    Perdón por la critica Don Antonio.
    Estos estudios me parecen como predecir el tiempo para 30 dias, crean incertidumbres falsas. Ustedes los economistas, que saben por donde se va la pasta hablen fuerte y alto.
    !!Mejor reparto de la riqueza y mas justicia y educación!!

  • Para Obrero.
    Hola, colega. Tocas el tema de la justicia, supongo que distributiva. Pero no la defines y das por sentado que todos, al escuchar la palabra, entendemos lo mismo. Lamento informarte de que no es así. Que no todo el mundo tiene el mismo concepto de justicia y que ya va siendo hora de definirlo porque podría muy bien suceder que en esta indefinición, o en esta presunción, estuviese uno de nuestros graves problemas.
    No el más grave, pero grave.

    Por lo que tú dices parece que te ahieres a Rawls: Justicia se parece mucho a dar (dinero) equitativamente al desfavorecido (en dinero). En este empeño hay quien llega a defender esa postura diciendo que.............es injusto que algunos sean favorecidos por mejores dotes para la constancia en el esfuerzo mientras otros, desfavorecidos y destinados a recibir, son castigados desde la infancia con una extraordinaria propensión al ocio. En ambos casos por los azarosos azares de la vida
    Un saludo.

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