¿Por qué leemos revistas del corazón?

Aprovechando que las fechas permiten algo de frivolidad, y siguiendo mi estrategia de diferenciar mi producto verticalmente (y hacia abajo) respecto a mis compañeros de blog, voy a hablar un poco de los medios de comunicación "rosa". Un porcentaje impresionante de lo que sale por televisión o en la prensa escrita tiene que ver con la vida de los famosos. Algunos comenzaron siéndolo por motivos exógenos (reyes y nobles, políticos, actores, músicos). Otros lo son porque en algún momento entraron en conexión estable con un famoso o famosa. Y así la red social del corazón se extiende en varios niveles de profundidad.

Los medios rosa apelan a un instinto muy primario que nos impulsa al cotilleo (voy a traducir "gossip" así, aunque es posible que haya una traducción mejor, ya me dirán). Una de las hipótesis más conocidas para explicar la prevalencia del cotilleo en la especie humana se debe a Robin Dunbar. Éste observa que los primates necesitan alianzas cooperativas dentro de los grupos para protegerse de los altibajos sociales que ocurren en los mismos. Estos animales cimentan sus alianzas cooperativas a base de acicalarse ("grooming") unos a otos (fundamentalmente peinándose con los dedos y quitándose piojos), actividad con la que segregan endorfinas que les hacen sentirse a gusto con el acicalante. Llegan a emplear un 20% de su tiempo en estas actividades, de manera que su utilidad deber ser notable. Cuando el tamaño del grupo crece para soportar la presión competitiva de otros depredadores, el acicalamiento resulta ser ineficiente como cemento de las alianzas. Y surge el lenguaje como sustituto. Una referencia sobre esta hipótesis se encuentra aquí. Y una comprobación experimental de algunos aspectos de la misma, aquí.

Pero el lenguaje sirve además para transmitir información y por tanto amplía la utilidad del acicalamiento de manera extraordinaria. Una de sus funciones que el propio Dunbar destaca es la de vigilar que las normas de funcionamiento social se cumplen. Aquí comenzamos a explicarnos un poco mejor la función del cotilleo social que se revela en los medios del corazón. Una proporción muy elevada del contenido de estos medios se refiere a matrimonios, divorcios, maternidad/paternidad e infidelidad. Pero como dicen Cox y Fafchamps (aquí) "la naturaleza pública del matrimonio ayuda a alistar a familiares, amigos y redes de cotilleo de toda índole en la tarea de mantener la fidelidad de los esposos." Y la fidelidad es importante para garantizar el incentivo (evolutivo) del marido, y sus familiares, a invertir recursos en la prole matrimonial al reducir sus dudas sobre si aquellos niños son sus hijos.

Con la industrialización se reduce el contacto con la familia extendida. Pero nuestro cerebro antropoide sigue anclado en nuestra época de cazadores-recolectores y echa de menos esa agradable charla sobre gentes de nuestra red social que tanta endorfina nos hace segregar. Lo que los medios rosa nos proveen es de una red social vicaria con famosos que lo son simplemente porque son de dominio común, para que cuando nos encontremos con desconocidos podamos echar mano de ella para dar rienda suelta a nuestro instinto.

Un aspecto interesante del fenómeno, que no veo ni en Dunbar, ni en Cox/Fafchamps, es que tanto la prensa del corazón, como el cotilleo en general, tienden a centrarse en gentes "poderosas". Idealmente el cotilleo versaría de manera desproporcionada sobre reyes, nobles, primeros ministros y grandes empresarios. Principalmente porque las transgresiones de los poderosos, que pueden iniciar serios conflictos internos en la tribu, son mas importantes. Y por tanto deben ser más vigiladas. Los "famosillos" artísticos y sus derivaciones son malos sustitutos, el cuerpo nos pide otra cosa. Por eso los líderes históricos de la prensa rosa prefieren hablar de la realeza.

Así que si tiene unos días de vacaciones y enciende la televisión, no se sienta culpable si se queda mirando un buen rato un programa de esos. Seguramente está segregando endorfinas de manera más natural y saludable que alguna de las alternativas posibles.

Hay 5 comentarios
  • Hola:
    Por pura casualidad iba yo a escribir sobre la entrevista a Elena Salgado el domingo en EL PAIS. Independientemente de lo que pensemos sobre ella, lo sorprendente era que, a parte de un par de obviedades, no eran más que cotilleos de su vida privada. Mi idea era resaltar que tanto la prensa como los políticos encuentran que esto les ayuda, unos a vender ejemplares y otros a ganar votos, y como esto solo se podía explicar por la necesidad humana del cotilleo. Pero Antonio lo ha explicado mucho mejor que lo que yo habría podido hacer…

    • Me pregunto si un ministro de economía hubiera tolerado esa entrevista. En todo caso, una cuestión de cierto interés es quién habla de qué. El cotilleo académico tiende a ser sobre quién ha conseguido qué trabajo dónde. Y las páginas salmón de los periódicos suelen llevar el domingo una sección con "nombramientos". La propia actualidad política concentra mucha atención en la formación y ruptura de alianzas, y coaliciones, dentro y fuera de los partidos. En fin, que hasta la prensa "seria" tiene mucho de cotilleo.

  • He de confesar Antonio que al ver el título de tu post pensé que ibas a hablar de uno de tus temas favoritos: ¡la envidia!
    Te explico por qué. Entre los primates puede que quitarse los piojos unos a otros ayude a cohesionar el grupo y a segregar endorfinas, pero entre los humanos, como tú muy bien indicas en varios de tus trabajos, una de las actividades que más nos une y que mejor nos hace sentir es criticar a un tercero. Y yo la verdad es que a veces tengo la impresión de que el mundo del cotilleo en gran parte cumple esta función. Curiosamente, este aspecto del fenómeno encaja mejor con el puzzle que indicabas al final: nos encanta cotillear acerca de gente “poderosa”.

    • Es verdad, Manuel, un corolario de que el cotilleo sirve para mantener las normas es que ayuda a sostener las normas de igualdad. Hay otra literatura, que no he comentado, que habla de como se sostienen esas normas dentro de las tribus primitivas. A ver si recupero la cita exacta en algún momento, pero una historia simpática que recuerdo es algo así: si uno consigue más recursos que los demás en un momento dado, se hace una fiesta y se reparte el "excedente". Si consigue más recursos dos veces, la fiesta es algo menor. Como llegue a la tercera, piensan que está embrujado y le echan de la tribu (quizá con los pies por delante). Así que, mucho ojo con seguir publicando en revistas "top", amigo....

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