Una delgada línea roja: la negociación colectiva

Una delgada línea roja: la negociación colectiva

El próximo día 16 conoceremos por fin los cambios regulatorios que desea llevar a cabo el Gobierno en el mercado de trabajo español. Como señalaba hace poco Luis Garicano, una de las líneas rojas para evaluarlos consistirá en ver si afectan a la regulación de la negociación colectiva (como ya incluso El País reconoce). Veamos por qué este aspecto es tan importante.

A medio plazo los salarios reales y la productividad del trabajo deben crecer a tasas similares. En efecto, si el coste laboral crece sostenidamente más que el valor de lo que producen los trabajadores, las empresas acaban quebrando. La medida más simple de la  productividad es la cantidad que produce, en promedio, cada trabajador. Su variación se calcula restando del cambio de la producción el cambio del empleo. Una medida mejor, la productividad total de los factores (PTF) o residuo de Solow, resta del cambio de la producción una media ponderada de los cambios del trabajo y del capital. Pero en una primera aproximación se puede usar la medida simple, que no requiere de supuestos adicionales.

Los sectores económicos sufren perturbaciones variadas: tecnológicas, de la demanda de sus productos o de los precios de los factores que utilizan (trabajo, energía, materias primas). Como las perturbaciones no son iguales en todos los sectores, tampoco lo son sus respuestas. Por ejemplo, un aumento de la demanda relativa de un sector (ordenadores) con respecto a otro (máquinas de escribir) lleva a aumentos de la producción, el empleo, los precios y los salarios del primer sector relativos a los del segundo. Si las perturbaciones son permanentes, los sectores perjudicados tienden a desaparecer (como las máquinas de escribir, mal que le pese a Javier Marías). Además, cuánto responda cada una de esas variables depende del tipo de perturbación y de las estructuras de los mercados de producto y de trabajo.

La respuesta de los salarios a esas perturbaciones se discute en un artículo reciente de Mario Izquierdo, Juan F. Jimeno y mío (que aún no podemos circular), titulado “Negociación colectiva: La gran reforma pendiente”, de próxima publicación en Papeles de Economía Española. De él proviene el gráfico siguiente, que muestra la ratio media entre la variabilidad de los incrementos salariales y la variabilidad de los aumentos de productividad, en 31 sectores, durante 1990-2007 (es una variante, en tasas de variación, del gráfico de De la Fuente y Doménech que reproducía Luis en su entrada). Si los aumentos salariales se guiaran por la productividad sectorial contemporánea, esa ratio debería ser próxima a la unidad. Esto no sería óptimo en absoluto, pues las empresas querrán asegurar a sus trabajadores contra las fluctuaciones salariales. Pero en España la ratio es muy baja, alcanzando como mucho el 10%.

Salarios y productividad por sectores

El gráfico revela que los salarios pactados en la negociación colectiva sectorial se guían muy poco por la productividad. Así, a corto plazo, ni los trabajadores se benefician de los aumentos de productividad que ellos mismos generan ni las empresas pueden moderar sus costes laborales cuando la productividad se desacelera o cae. Además, como por razones técnicas la productividad de cada nuevo trabajador adicional es decreciente, cuando los salarios crecen más que la productividad, las empresas reducen sus plantillas para reequilibrar ambas magnitudes. Así, a medio plazo ambas variables acaban acercándose por la peor vía: los recortes del empleo requeridos para elevar la productividad.

¿De qué dependen entonces los aumentos salariales pactados? El análisis de regresión que contiene el artículo confirma la escasa importancia del aumento de la productividad e indica que la variable más importante es el crecimiento del índice de precios al consumo, en particular cuando supera el 2% –valor de referencia en la negociación desde la creación del euro–. Otro resultado importante es la escasa influencia moderadora de la tasa de paro sobre los aumentos salariales.

En suma, la negociación colectiva solo se orienta a mantener el poder adquisitivo de los salarios y genera por tanto gran uniformidad de los aumentos salariales en todos los sectores, aún cuando en algunos sea mayor que el aumento de la productividad. Si los salarios respondieran también a otras variables económicas, desempeñarían mejor su papel de precio del trabajo, lo que evitaría que la respuesta a las perturbaciones económicas recayera siempre sobre el empleo, con grandes aumentos en las expansiones y grandes caídas en las recesiones.

Hasta ahora he tomado la evolución de la productividad como dada. Pero no está dada en absoluto: en España la productividad (PTF) cae mientras que en otros países crece, en especial gracias a las nuevas tecnologías. El actual reto nacional nº 1 es crecer y ganar competitividad (solo así aumentará el empleo y caerá el peso de la deuda), así que este aspecto es crucial. La investigación reciente, por ejemplo este artículo de Luis Garicano, muestra que aprovechar las nuevas tecnologías para aumentar la productividad requiere reorganizar las empresas.

Sin embargo, en España las empresas tienen escaso margen para responder a cambios económicos o tecnológicos mediante la movilidad funcional o geográfica de los trabajadores o mediante variaciones de la jornada de trabajo. No pueden alterar sus condiciones de trabajo sin la aprobación de la comisión paritaria del convenio colectivo sectorial (formada por los sindicatos y la CEOE). Y se exige un expediente de regulación de empleo para modificaciones de las condiciones de trabajo que afecten al menos al 10% de la plantilla, con la correspondiente autorización administrativa, que en la práctica reintroduce la negociación con los sindicatos. El último escalón es la impugnación judicial por parte de los sindicatos: en esta crisis, los jueces, obligados a hacer cumplir la naturaleza de ley de los convenios colectivos de sector, están forzando ajustes drásticos de plantilla y cierres de empresas, aun en casos en que los propios trabajadores de la empresa aceptarían cambios de las condiciones de trabajo, salariales y no salariales.

Cuando cae la demanda estas fuertes restricciones se traducen, casi exclusivamente, en ajustes de plantilla. ¿Por qué no se mitigan éstos aprovechando otros márgenes de respuesta? Porque la estructura de la negociación colectiva permite a los sindicatos y la patronal ignorar en buena medida los intereses de muchos de aquellos a los que formalmente representan. Por parte de los sindicatos porque, como expusimos Florentino Felgueroso y yo en una entrada anterior, representan solo a un subconjunto de los trabajadores (sus afiliados o, como mucho, los empleados indefinidos), cuyas condiciones de trabajo se mantienen o mejoran mientras que los empleados temporales soportan los ajustes. Por la parte de la patronal, porque defiende fundamentalmente los intereses de las grandes empresas y no de las pequeñas y medianas, las que no obstante suponen una fracción muy mayoritaria del empleo total.

Es casi imposible reformar la regulación de la negociación colectiva por consenso de los principales beneficiarios del statu quo actual, es decir, los sindicatos y la CEOE. La negociación colectiva es cosa de los agentes sociales, pero su regulación no. (¿Sería óptimo que Movistar, digamos, participara en el diseño de la regulación del mercado de las telecomunicaciones?) Es un caso clásico de externalidad, que solo un regulador que se preocupe por el bienestar de toda la sociedad, y en especial del de los parados, puede resolver.

Aunque quizá no sea bien conocido, se lleva mucho tiempo hablando de cambiar la regulación legal de la negociación colectiva (véase este resumen de Ignacio García Perrote y aquí mi propuesta de descentralización con Juan F. Jimeno). Es la única institución laboral importante que nunca se ha tocado. El Gobierno ya reconoció los grandes problemas que sufre la negociación colectiva en su propuesta de reforma laboral de febrero. Ahora tiene la oportunidad de cambiar la situación. Ojalá no la desperdicie.

Hay 27 comentarios
  • Samuel:

    Muy interesante esta entrada… y ya veremos qué hace el Gobierno el 16 de junio. Como pueden hacer lo mismo y lo contrario al mismo tiempo, no hay que perder la esperanza.

    El tema de la negociación colectiva me parece el más complejo de toda la reforma laboral pendiente. Tengo pocas dudas sobre la necesidad de reducir el coste del despido, sobre la reducción drástica (yo sólo salvaría los contratos de sustitución y obra – servicio, que en vuestra propuesta de los 100 os los cargáis y son muy útiles y responden a una realidad empresarial -aunque el modelo progresivo de indemnización cumple en parte la misma función) de los contratos temporales, el aumento del periodo de permanencia del trabajador cuando recibe formación, la flexibilidad de la movilidad geográfica y funcional, etc. Y no me cabe duda de que es necesario adecuar los salarios a la productividad. Pero…

    Pero como abogado me preocupa en el ámbito laboral: (1) la dispersión jurídica que supone la proliferación de convenios de empresa. Esta dispersión genera inseguridad y costes no despreciables. (2) El desgaste y el coste que supone la negociación de convenios complejos dentro de las empresas pequeñas y medianas.

    En la situación actual de las PYMES el convenio se toma como algo dado y con lo que hay que convivir sí o sí, lo que tiene graves consecuencias pero también beneficios.

    Si el convenio pierde el rango de ley sectorial con eficacia erga omnes y no hay obligación de adherirse a un convenio o desarrollar el convenio de empresa, nos encontraremos con una situación de asimetrías muy notables. Si lo dejamos como está, tenemos los problemas actuales. Y si potenciamos los convenios colectivos de empresa, muchas PYMES pueden tener problemas y nos conduciríamos hacia una normativa laboral excesivamente dispersa.

    Quizás la solución está en definir racionalmente qué debe negociarse dónde:

    (A) Reducir el ámbito de la negociación colectiva, sacando de la misma (1) la tipificación de las sanciones (con la tipificación del Estatuto es suficiente para incardinar cualquier falta), (2) modalidades de contratación (una reducción del coste del despido y de los contratos temporales hace innecesario este apartado), (3) periodo de prueba (con la reducción del coste del despido este apartado pierde importancia y bastaría con que existiera un periodo de un mes para no titulados y seis meses para titulados), (4) organización del trabajo (un ámbito de negociación obsoleto donde los haya).

    (B) Potenciar los convenios sectoriales de ámbito nacional con objeto de que regulen los siguientes apartados: (1) determinación de las categorías, (2) estructura salarial y de conceptos no salariales, (3) arco de la jornada anual máxima y mínima, (4) medidas para problemas específicos del sector (riesgos especiales para la salud, absentismo, jubilaciones forzosas, etc.) y (4) condiciones para el descuelgue (que siempre debería ser posible por voluntad conjunta de empresario y representantes de los trabajadores).

    (C) Dejar para la negociación provincial o intra-empresarial (1) las cuantías de los salarios, complementos y conceptos no salariales, (2) concreción de la jornada anual, (3) calendario laboral, (4) posibilidad de descuelgue del convenio del sector nacional.

    En cuanto a la ultraactividad de los convenios… quizás fuera conveniente mantenerla (una vez definidas las competencias de éstos) para los nacionales. Y en los provinciales, de empresa o acuerdos intraempresa remitir a un arbitraje de Sindicato – Patronal – Administración para el caso de que pasados dos años no se alcanzara el acuerdo.

    Ya digo, para mí, el tema más complicado de la reforma laboral.

    Un saludo y gracias por poner al alcance de todos tanto conocimiento. Este blog es un lujo, la verdad.

    • Aquí van algunas respuestas:

      Concalma. Estoy de acuerdo que las Pymes son un problema importante. Pero la solución sería dejarlas que se descuelguen con mayor facilidad que ahora de los convenios. Si el coste de firmar su propio convenio es alto, entonces no se descolgarán, pero será voluntario. Otra solución es que no se les aplique por defecto el convenio y luego las empresas decidan si sumarse. El resultado no sería idéntico, pero cualitativamente en ambos casos se conseguiría que los negociadores tuvieran en cuenta los intereses de las Pymes porque la cobertura del convenio no estaría asegurada. En cuanto a variar las materias negociadas por niveles de negociación, sin entrar en los detalles de qué negociar en qué nivel, también es una idea que proponemos, con listas de materias concretas, en el artículo mío con Juan F. Jimeno.

      Pepe. La idea de la coordinación es que un organismo (tipo Consejo Económico y Social) emitiera unas cifras de referencia que tengan en cuenta las necesidades de competitividad de la economía e internalicen las externalidades al tener en cuenta la economía en su conjunto. Pero esas cifras no serían obligatorias para la los agentes, simplemente tendrían un efecto de focalizar expectativas en uno de los múltiples equilibrios que se pueden dar en la economía, en concreto en uno beneficioso, dada la información y los incentivos involucrados en su generación.

      Folk. Javier Marías sale porque es citado de pasada en un párrafo del texto, y a nuestro ilustrador le gusta mucho la literatura (habrás visto que en otras ocasiones ha dibujado a Pérez Galdós, Wilkie Collins y Quevedo).

  • Los MAFO boys podían aplicarse un poco más a la reforma del sistema financiero, que como recordaba hace poco Martin Seco, la verdad es que tienen la casa bastante sin barrer...

  • Muchas gracias y felicitaciones por el blog.

    Estoy muy de acuerdo en que la negociación colectiva es, pese al desdén de la opinión pública respecto a este tema, el aspecto quizá más fundamental para el éxito de la reforma laboral como estimuladora del crecimiento en el medio y largo plazo, el otro siendo la eliminación de obstáculos a la movilidad de los trabajadores. Si alguien quisiese diseñar a propósito un sistema de relaciones laborales que penalizara que la movilidad, la innovación, la adaptabilidad a nuevas circunstancias, difícilmente diseñaría uno "mejor" que el nuestro...

    Una pregunta. Como has reconocido en algún escrito anteriror (p.ej en la propuesta con Jimeno que incluyes como link), la coordinación de la negociación a nivel nacional (mediante pactos sociales, acuerdos interconfederales,...) puede ayudar a internalizar ciertas externalidades negativas de la negociación colectiva sectorial, y ello explicaría parte del éxito de algunas iniciativas de este estilo (p. ej Bélgica). La pregunta es, ¿cómo combinar la necesidad de descentralizar la negociación colectiva con la intensificación de la coordinación a nivel nacional? Es cierto que coordinación y centralización no son lo mismo, pero me parece inevitable reconocer que existe un cierto trade-off entre una cosa y otra.

    De nuevo, gracias a Samuel y todos los blogueros por vuestro trabajo.

  • ¿La primera imagen del artículo es la cabeza de Javier Marías? ¿Por qué?

  • En los últimos tiempos que hemos vivido, mucho me temo que las variaciones de la PIF no están diciendo toda la verdad. Hay mucho capital que ha quedado ocioso, tanto en el boom como en la recesión:

    Al contrario que el trabajo, el capital no se apunta a la cola del paro cuando lo abandonan en un hangar, así que estamos imputando producción a rentas del capital que no existen; así salen PTFs negativas, que yo veo conceptualmente imposibles (siempre que se controle por el cambio sectorial).

    Resumen: me quedo con la productividad media del trabajo, por mucho problemas que tenga.

    Por lo demás, ¡fantástico el artículo!

    • Abel. He visto algún artículo (e.g. de Juan F. Jimeno en un libro coordinado por Julio Segura) en que se corregía la PTF por el grado de utilización de la capacidad instalada y el resultado se mantiene. La PTF tiene propiedades teóricas mucho mejores que la productividad aparente y no creo que se pueda defender tanto. Ver:

      “La productividad en España: Una perspectiva macroeconómica” (Juan F Jimeno y Rocío Sánchez-Mangas), en Julio Segura (ed.), La productividad en la economía española, Fundación Ramón Areces. 2006.

  • Hola Samuel (siento la falta de tildes, tengo el teclado roto)

    Una pregunta. La idea que nos haceis (los economistas de verdad) a los esbirros es aquello de Calmfors y Driffilll de que un nivel alto de centralizacion puede ser optimo y que lo que hay que evitar son los niveles intermedios. Sin embargo, tu has sugerido unas cuantas veces que la descentralizacion funciona mejor, al menos para el caso de España. Dicho esto, varias preguntas.
    1. ¿Por que no se cumple para España? O mejor dicho, dado que entiendo bastante bien el argumento ¿por que hay sitios donde la centralizacion funciona bien sin que tengan los problemas que causa en España?
    2. ¿El hecho de que la politica monetaria se lleve a cabo a nivel europeo no deberia hacer que apareciera un sistema de negociacion colectiva a nivel europeo para que el argumento de interiorizacion de las externalidades de inflacion se cumpla?
    3. Eichengreen sugeria en el libro este de historia de la economia europea que lo caduco del modelo corporatista europeo tiene que ver con que estaba mejor adaptado a un patron de crecimiento extensivo, pero que cuando la economia se enfrenta a shocks de productividad y cambio tecnologico continuo, funcionaba mejor el sistema descentralizado. No obstante, las economias nordicas se las apañan bastante bien. ¿Que lectura haces de todo esto?

    • Citoyen, la hipótesis de Calmfors y Drifill funcionó durante unas décadas pero la investigación posterior ha obtenido resultados en uno y otro sentido, así que no está claro si se cumple o no. Una referencia útil es:

      http://www.oecd.org/dataoecd/8/3/34846881.pdf

      En España tenemos un nivel de centralización intermedio. Pero la clave para el funcionamiento de un nivel alto de centralización es tener un nivel alto también de coordinación, como en los países escandinavos. Allí se internalizan (palabro) los efectos negativos de la centralización con un nivel alto de coordinación. La coordinación es difícil de definir y de medir (la referencia anterior discute esto). Abarca desde una negociación fragmentada al nivel de la empresa o el establecimiento, sin coordinación con niveles superiores, hasta una negociación muy coordinada de confederaciones empresariales y sindicales, pasando por una coordinación informal en negociaciones sectoriales con posible liderazgo de algún sector. Si bien el grado de coordinación está relacionado con el grado de centralización, no miden exactamente lo mismo.

      Una forma de entenderla es por su ausencia. Por ejemplo, en España se fijan salarios por sectores y luego hay negociaciones por provincias, con muy poca articulación entre distintos convenios al mismo nivel horizontal y los convenios de nivel superior sirven como mínimos para las de nivel inferior, de forma que se genera una cascada.

      No estoy seguro de que política monetaria única justifique negociaciones a nivel pan-europeo. Aquí solo me atrevo a remitirte al alguien que ha trabajado en el tema, Alex Cukierman: http://www.tau.ac.il/~alexcuk/pdf/fiscal-monetary%20policy%20interaction.pdf

      Sobre el tema de los shocks, cito de mi papel con Izquierdo y Jimeno: "Así, ante perturbaciones de naturaleza agregada, tales como, por ejemplo, las subidas del precio del petróleo y las respuestas restrictivas de política monetaria a las mismas que causaron la recesión económica internacional de los setenta y principios de los ochenta, los países con sistemas de negociación colectiva centralizada y coordinada se ajustaron con un menor aumento de la inflación y del desempleo que países con sistemas más descentralizados. Por el contrario, ante perturbaciones de naturaleza sectorial, que requieren ajustes relativos de salarios, resultan más convenientes estructuras más descentralizadas. Dado que las nuevas tecnologías afectan de forma diferente a diferentes sectores económicos y los cambios organizativos que introducen las empresas en
      respuesta a los cambios tecnológicos son también diversos, las estructuras de negociación colectiva centralizadas han resultado ser menos funcionales en décadas más recientes."

  • Para esta reforma de la negociación colectiva hubiese sido muy efciciente el disponer de una asociación de desempleados bien organizada, por medio de una red social de internet, tal como propuse en mi artículo de junio de 2009: http://www.fernandoaguayo.com/2009/06/24/asociaci%C3%B3n-virtual-de-inactivos/

    Pido la ayuda de los editores y lectores de este blog para impulsar una asociación de desempleados eficaz.

    Saludos y enhorabuena por unos de los pocos blog económicos de calado de España.

    Fernando Aguayo.

    • Fernando, es totalmente cierto que los parados no tienen quién los represente realmente. No obstante, dada su heterogeneidad, me parece difícil que cuaje una asociación de parados. Pero hay que ser optimista, así que te deseo lo mejor en tu iniciativa.

  • ¡Otra palada de vírgenes al volcán!

    Tal vez sea porque previamente se ha pintado a los fundamentalistas del libre mercado como una especie de religión, pero se me ocurre que la actual carrera a la máxima austeridad puede ser vista como un intento de apaciguar a los dioses del libre mercado, a base de orar más duro para para mostrar la devoción idónea. Una carrera para demostrar la decencia y la virtud de los gobiernos en circunstancias en que su pureza se pone en tela de juicio por la obvia desaprobación de los dioses.
    Ora más duro, sacrifícate más, quema a los herejes y expulsa a los invasores, y los dioses del mercado nos recompensarán. ¿No es así?

    Sacrificar la semilla de maíz a los dioses solucionará el hambre. Es un hecho sabido.

  • ¡Muchas gracias por la respuesta Samuel! Fantastico el paper de la OCDE

  • Samuel, gracias por la referencia. Yo te dejo otra en la que sucede lo contrario: cuando controlas por el capital hoarding cambian mucho los resultados:

    Jean Imbs, (1999), Technology, Growth and the Business Cycle, Journal of Monetary Economics, 44(1).

    • Abel, gracias también a ti por esta referencia. Jean Imbs es un gran economista, así que seguro que el artículo es muy útil.
      No he sido muy claro antes. No quería decir que los resultados no puedan cambiar si se tiene en cuenta el uso de la capacidad instalada. Lo que se deduce del artículo de Jimeno y Sánchez Mangas es que corrigiendo por ese uso se sigue obteniendo una caída sistemática tendencial del crecimiento de la PTF en España y también valores negativos de ese crecimiento.

  • Es una necesidad evidente la modificación de la negociación colectiva, y en general la reforma del mercado laboral.

    El artículo habla de la necesidad de vincular el incremento de salarios con el de la productividad del trabajo. Desde luego es necesario acompasar aquellos a la evolución de ésta, pero ¿no deben las empresas hacer también otras cosas (para incrementar la productividad) que, en el caso del abundante tejido de PYMEs, no están haciendo?

    Por ejemplo, dar sentido y contenido a los sistemas de gestión de la calidad que se han ido implantado por doquier, y que por lo general no se están utilizando más que para colgar un titulo en la puerta de entrada. ¡Cuántos directivos y dueños de PYMES están recibiendo formación carísima en escuelas de negocios y dan como respuesta, al regresar a sus puestos de trabajo, "la formación ha sido formidable, lástima que no la podamos aplicar en nuestro negocio...".

    Es más fácil (sólo hace falta que el BOE lo recoja) hacer que el aumento de la rentabilidad de la empresa venga de mano de la contención de los costes salariales o de la facilidad de despido, antes que dedicar tiempo a pensar cómo podemos hacer más productiva nuestra empresa mediante el talento y la mejora continua. ¡Ni que fuéramos alemanes!

    Por último (yo trabajo en la España profunda, y estoy viendo el funcionamiento de PYMES por dentro a diario), ¿No es peligroso que a tanto pequeño empresario que en los tiempos de vacas gordas ha estado cambiando de Mercedes un año sí y otro también (al tiempo que despreciaba la posibilidad de abrir mercados en el extranjero, o de hacer pequeños esfuerzos en I+D, etc) se le abarate ahora relativamente el factor trabajo?

    En España no sólo están las empresas del Ibex. La mayoría son de otro tenor, y me temo que están recibiendo un mensaje (reforma del mercado laboral) que van a malinterpretar. La respuesta académica de que el mercado pondrá a estas empresas en su sitio es muy elegante, pero muy poco práctica.

    Muchas gracias.

    • Javier, tienes razón en que las PYMES tienen que hacer también su trabajo para aumentar su productividad, aunque eso no implica que la regulación laboral se revise para que sea favorable a la creación de empleo. Tiendo a pensar que las empresas tienen los incentivos adecuados porque si lo hacen mal su destino es el cierre. En todo caso, parece que las empresas grandes (en este caso de mas de 20 empleados) aportan bastante más al crecimiento de la productividad que las pequeñas, mira los cuadros 4 y 5 de este estudio de Paloma López-García, Sergio Puente y Ángel Luis Gómez:

      http://www.bde.es/webbde/Secciones/Publicaciones/PublicacionesSeriadas/DocumentosTrabajo/07/Fic/dt0739e.pdf

  • ¿Crees, entonces, que puede haber PTFs negativas tras controlar el cambio sectorial? Yo creo que la única manera de que eso suceda es que imputemos producción a recursos que están ociosos, sin usar.

    ¿Cómo podría ser, de otra manera? La única forma que se me ocurre es que una gran parte de la población pase de los 55 años y su productividad empiece a disminuir. Pero este no es el caso de España. Me juego la cabeza a que llevamos años imputando mucha producción a capital ya obsoleto, inútil o abandonado. Otra opción es que estemos imputando al capital público en infraestructuras mucha más producción de la que realmente aporta. Es un error de medición, no una caída de la productividad.

    • Abel, los factores estándar para explicar la caída de la productividad como un error de medida se verifican uno a uno en el artículo de Jimeno y Sánchez-Mangas que te mencioné y no funcionan. Otros contrastes adicionales (e.g. poder de mercado) tampoco funcionan.

      Las razones que podrían funcionar son: caída de la calidad del capital humano, inmigración y caída de la tasa de inversión en capital tecnológico. La presentación que aparece en la tercera línea de esta página (aún no es un papel), lo discute:

      https://sites.google.com/site/samuelbentolilaweb/Samuel-Bentolila-Home/research-1

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