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Parada biológica 2012

Como ya es tradicional, Nada es Gratis va a parar por unos días, del 1 al 19 de agosto, tanto porque muchos de los editores y colaboradores se marchan de vacaciones como porque aprovecharemos para hacer algunos ajustes técnicos a fin de que el blog pueda seguir funcionando con los mínimos fallos posibles. A partir del día 20 volveremos, pero --como en los canales de televisión-- reproduciendo las entradas que más nos han gustado del curso pasado. Sin embargo, no descartamos volver esporádicamente antes del día 20 si hay eventos importantes, lo que parece probable.

Recapitulando, este ha sido un año que vivimos peligrosamente. Hace justo un año advertíamos a los lectores de que probablemente vendría una recesión doble (double dip), lo que lamentablemente se confirmó. A lo largo del curso hemos discutido muchos temas acuciantes, como la crisis del euro, debida en gran parte a sus errores de diseño: ya en septiembre nos preocupaba la posibilidad de ruptura de la moneda única y luego Luis y Tano han contribuido a elaborar propuestas para resolver el problema, como los ESBies y la iniciativa del Consejo del Institute for New Economic Thinking. Junto con el resto del país, nos hemos desesperado ante la secuencia interminable de cumbres europeas, que no lograban suficientes avances en la solución de los problemas del euro.

Otro problema que nos ha quitado mucho sueño, inducido en parte por la propia crisis del euro, ha sido la insolvencia de la banca, sobre todo de las cajas de ahorros. Después de Irlanda, nuestro país ha sido el país en que los balances bancarios y el balance del sector público han estado más diabólicamente vinculados. Fuimos viendo primero cómo el primer y el segundo decreto de reforma financiera seguían quedándose cortos. Luego la realidad nos explotó en la cara con la intervención de Bankia (¡23.000.000.000 euros!) y acabó arrastrando a todo el país a un préstamo de 100 mil millones con el temido "Memorandum of Understanding" y la llegada de los hombres de negro.

Entretanto el sector público empezó, sobre todo a partir del cambio de Gobierno, a hacer los deberes del ajuste presupuestario. Dedicamos bastante espacio a analizar los avances y las oportunidades perdidas en la Ley Orgánica de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera. La evolución presupuestaria pronto reveló que los objetivos de déficit no iban a cumplirse y que se necesitaba una reforma fiscal que elevara los ingresos y que no solo recortara los gastos (este trabajo reciente de Baldacci, Gupta y Mulas-Granados lo reconfirma). Durante el año le hemos dedicado también bastante espacio al grave dilema que supone tener que reducir el déficit público en medio de una fuerte recesión y argumentamos que se debería solventar con un plan creíble a medio plazo y con ayuda europea. Otra vertiente esencial del problema es la necesidad de poner orden en las cuentas de las Comunidades Autónomas, cuyos presupuestos han ido rebasando sistemáticamente todos los objetivos de déficit fijados y cuya estructura fiscal necesita una revisión a fondo.

Aunque los mercados financieros y la dichosa prima de riesgo constantemente nos han atraído como polillas hacia una luz cegadora, no debemos perder de vista la necesidad de seguir haciendo reformas que favorezcan el crecimiento a largo plazo, que es lo único que nos sacará de forma duradera de la recesión. Este año hemos tenido una reforma del mercado de trabajo, la tercera en tres años, que finalmente atacó más a fondo problemas institucionales que las dos anteriores habían dejado a medias, aunque fue una reforma coja, al no abordar las políticas activas de empleo, donde no ha habido ni reforma ni plan de choque. También se han visto afectadas desproporcionadamente la inversión y la educación, aunque lo más importante no es solo cuánto sino cómo y dónde se recorta,  y donde Fedea, con Antonio Cabrales y Antonio Ciccone al frente, promovió un conjunto de propuestas concretas para aumentar el rendimiento educativo. Mención aparte merecen las políticas de defensa de la competencia, vitales para el crecimiento, donde no solo no hemos avanzado, sino que parece que vamos hacia atrás.

Hay muchos otros asuntos, económicos y de otro tipo, que hemos tratado durante el apasionante, doloroso y deprimente curso pasado. Pese a las limitaciones presentes en todas las iniciativas de política económica llevadas a cabo, al menos ahora tenemos la sensación de que algo se mueve. Mi percepción personal es que en algún momento del invierno pasado una mayoría de ciudadanos se dió cuenta de que la situación económica no volvería a ser como antes. Echando mano de un símil psicológico, en ese momento empezamos a salir del periodo inicial de aturdimiento que sigue a toda pérdida y empezamos el duelo colectivo.

En suma, empiezan a cambiar las expectativas, lo que es imprescindible para asumir la situación de ruina y ponerse a cambiar la forma de ganarnos la vida como sociedad. Aquí podrían desempeñar un papel importante nuestros gobernantes, contribuyendo a la pedagogía necesaria para ese relanzamiento. Pero para eso haría falta una reforma del propio sistema político --de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial--, de cuya necesidad se percataron antes que nosotros los lectores de NeG (está reconocido aquí), y espero será un asunto que retomaremos en septiembre.

(Entre paréntesis, una recomendación absolutamente desinteresada: si quieren entender cómo hemos llegado a esta situación, la lógica de algunas reformas estructurales y cuáles quedan por poner en práctica, todavía están a tiempo de leer este libro, una excelente compañía para las vacaciones.)

Este año hemos tenido algunas novedades en el blog, como abrir una ventana mensual a la ciencia (la “dura”), la convocatoria del Primer Concurso Internacional de Análisis NadaEsGratis (CIA NeG), en el que algunos lectores demostraron sus habilidades para la divulgación aplicada, o facilitar los comentarios enlazados de los lectores.

Así que acabo con un sincero agradecimiento a todos nuestros lectores. Este curso --del 1/1/2011 al 30/7/2012—hemos tenido  unos 3,25 millones de páginas vistas (un 140% más que el curso anterior), 1,56 millones de visitas (125% de aumento) y casi 607 mil visitantes únicos (105% de aumento). (Por supuesto, nada es gratis, salvo la publicidad que nos hizo el sr. van Rompuy, Presidente del Consejo Europeo.) El fiel seguimiento y las aportaciones de los lectores, que a veces nos han hecho cambiar nuestras ideas o dedicar más atención a temas que no habíamos tratado suficientemente, es nuestro mejor acicate para volver en septiembre con fuerzas renovadas. Feliz verano a todos (dentro de lo que cabe) y, sobre todo, que el curso que viene sea mejor que este.