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La tormenta (económica) perfecta

banksy"Grandes flujos de capitales fueron captados por un sector bancario dinámico que era capaz de emitir activos (aparentemente) seguros respaldados de forma explícita e implícita por un sector inmobiliario en auge. Se combinaron dos factores para producir el auge inmobiliario necesario para generar los activos y pasivos en los balances bancarios: (1) la existencia de grandes compañías constructoras capaces de afrontar un gigantesco boom inmobiliario y (2) una estructura del mercado de trabajo que fomenta unos contratos temporales que casan perfectamente con la fuerte estacionalidad del sector de la construcción. Esta complementariedad es un importante rasgo de la economía, que debe cambiar para hallar un nuevo modelo de crecimiento." (*)

¿Suena familiar? Sí, claro, se refiere a la crisis de la economía española y proviene de la Introducción de Juan F. Jimeno y Tano Santos al número monográfico recién publicado que han coordinado para la revista SERIEs. (**)

Hay algo paradójico en nuestra situación. Resulta que tener bancos dinámicos en condiciones de captar abundante financiación internacional y compañías constructoras capaces de afrontar una gran demanda de viviendas puede ser una receta para la debacle. ¿Cómo? Cuando esas capacidades interactúan con unas estructuras institucionales deficientes.

El mercado de trabajo

¿Qué instituciones? La primera es la regulación laboral. Por una parte, la normativa de protección del empleo, que sustenta una estructura dual de indefinidos y temporales. Al fomentar la contratación temporal, no solo sesgó la composición de la producción hacia la construcción y otros sectores de bienes no comerciables (servicios) en contra de otras actividades, sino que a la vez dificultó el crecimiento de la productividad.

Además, la combinación de esa normativa con la regulación de la negociación colectiva hace que casi todo el ajuste salarial recaiga en los temporales. En el artículo de Jorge De la Roca incluido en el monográfico se muestra que la respuesta de salarios de los empleados temporales a la variación del paro era el doble que para los indefinidos. Aún así, la elasticidad, o grado de respuesta, agregada de los salarios al paro era muy inferior a las del resto de Europa o de Estados Unidos. Por ello, al llegar la crisis, la tasa de temporalidad y la rigidez salarial generaron una destrucción de empleo por unidad de caída del PIB mucho mayor que la observada en cualquier otro país.

La reforma laboral de 2012 ha modificado la regulación de la negociación colectiva y seguramente se le puede adjudicar parte de la caída salarial observada desde entonces. Pero nada se ha avanzado en atajar la dualidad, así que este volverá a ser un talón de Aquiles en futuras recesiones.

El sector bancario

La deficiencia institucional más grave en el sector finaciero es bien sabida: el sistema de gobierno de las cajas de ahorros. Estas, aun funcionando a todos los efectos como bancos, estaban controladas por los gobiernos autonómicos. Acabamos de conocer aún más pruebas de su descontrol, con las famosas tarjetas de crédito fiscalmente opacas en Caja Madrid.

La Unión Monetaria (UEM) iniciada en 1999 trajo consigo para nuestro país una gran bajada de los tipos de interés reales y una relajación de las restricciones presupuestarias de todos los agentes económicos. Dos cosas muy buenas si se tienen las instituciones adecudadas. Pero estos efectos, como enfatizan Jesús Fernández-Villaverde, Luis Garicano y Tano Santos en un artículo del año pasado, también hicieron mucho más difícil saber quiénes lo estaban haciendo bien y quiénes, como las cajas de ahorros, lo estaban haciendo fatal. José García Montalvo, Jaume García Villar, José Luis Peydró y Josep M. Raya nos explicaban hace pocos días aquí los resultados de su artículo con Ozlem Akin, incluido en el monográfico, que demuestra claramente la relajación de la política crediticia de las cajas intervenidas.

Por otra parte, Ignacio Hernando y Ernesto Villanueva muestran en otro artículo que la excesiva exposición de las instituciones financieras al sector inmobiliario durante la expansión ayuda a explicar la reducción de la concesión de crédito a las empresas durante la crisis, que aún sufrimos y que tanto empleo ha destruido. Sin embargo, el impacto estimado de esa exposición sobre la variación del crédito a las empresas no ligadas al sector inmobiliario es relativamente pequeño, un resultado sorprendente y que merece más investigación.

En la regulación bancaria sí se ha avanzado, bajo la supervisión de la troika que nos prestó el 4% del PIB en 2012, por lo que en esta área enfrentaremos menos problemas en futuras recesiones. Eso sí, a partir del momento en que la banca recupere su solidez y esté en condiciones de aumentar el crédito de forma sostenida.

El sector exterior

El tercer punto débil de nuestra economía fue su creciente déficit exterior, que llegó a alcanzar el 10% del PIB en 2007. Jimeno y Santos argumentan que en este aspecto es más útil fijarse en los flujos de capital que en los determinantes tradicionales del saldo por cuenta corriente. Y este gráfico que presentan creo que les da la razón:

ForeignClaims

Son los saldos acreedores de los bancos de seis países frente a deudores españoles, esencialmente bancos también. El saldo total sube de 300 mil millones en 2005:1 a unos 775 mil millones en 2008:1 (un aumento de cerca del 160% en 3 años) y luego baja a 400 mil millones en 2012:1 (una caída de casi el 50% en 4 años).

La retirada de fondos privados fue amortiguada por los préstamos del Banco Central Europeo (BCE) a la banca (la "barra libre") y la línea de crédito concedida por la Unión Europea en junio de 2012 para la recapitalización bancaria (el "rescate"). España debe actualmente al resto del mundo el equivalente al 103% de su PIB, por lo que está claro que tanto el sector público como el privado estarán obligados a reducir el endeudamiento con el resto del mundo durante mucho tiempo.

No obstante, también hay deficiencias institucionales ajenas que nos han perjudicado mucho. En concreto, la recaída en recesión en 2011 se debió en gran medida al repunte de las primas de riesgo de los países intervenidos --Irlanda, Grecia y Portugal-- más España e Italia. La causa de fondo radica en los fallos del diseño de la Unión Monetaria, que no cuenta con mecanismos de transferencias anticíclicas entre países, una deuda pública común, ni un mecanismo de supervisión y resolución bancaria para la zona del euro. Por ello, como recuerdan Jimeno y Santos, hemos sufrido una crisis muy parecida a las de los países emergentes que tienen que emitir deuda en moneda extranjera, lo que se conoce como un parón súbito. Algunas de estas limitaciones en el diseño de la UEM se están corrigiendo, pero a ritmo relativamente lento.

Me gustaría mucho que este monográfico fuera un post-mortem de la crisis. Pero esta no parece acabarse del todo, pues hay una probabilidad alta de una segunda recaída en recesión de la zona del euro, de entre el 35% y el 40% según el FMI. Solo el BCE está haciendo lo posible para evitar la tercera recesión en siete años. La nueva Comisión Europea no termina de constituirse y tomar medidas; una podría ser emprender un programa de inversión europeo, como propone el FMI (¡de forma eficiente, por favor!). Al nivel nacional estamos atrapados entre la incapacidad de países como Francia e Italia para introducir reformas estructurales y la inflexibilidad de otros, como Alemania, para aceptar los estímulos fiscales si aquellas no se hacen.

Para no acabar con tono lúgubre, déjenme que les recomiende la lectura tanto de los artículos del número monográfico que he descrito someramente aquí como de los que no puedo glosar. La esencia de lo que he expuesto puede sonarles, pero en todos los artículos hay hallazgos novedosos y basados en análisis rigurosos. Un festín para los interesados en el conocimiento de la economía española.

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(*) En mi traducción libre del párrafo he omitido las referencias a España.

(**) Debo reconocer que soy juez y parte, como miembro del Consejo Editorial de SERIEs.