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¿Qué importa más en la carrera académica, los conocimientos o los conocidos?

Finalizamos el mes de agosto republicando esta entrada, publicada originalmente el 25/1/2012, que tuvo una segunda parte aquí.

(por Natalia Zinovyeva y Manuel Bagüés)

No cabe duda de que en el mundo académico un buen network puede ser útil. Si tienes buenas conexiones resulta más fácil tener acceso a ideas nuevas, recibir comentarios sobre tu trabajo o ser invitado a un seminario. Todo esto ayudará a mejorar la calidad de tu trabajo y contribuirá a que tenga un mayor impacto académico. Sin embargo, lo que no está tan claro es si los networks únicamente ayudan a mejorar la producción científica de un autor o si, además, sirven como plataforma para el favoritismo en las decisiones de contratación, promoción o publicación.

No es la primera vez que en este blog analizamos la potencial ausencia de meritocracia en la carrera académica. Sin embargo, en general es muy difícil saber a ciencia cierta si existe favoritismo. Por ejemplo, aunque en una evaluación observásemos que los candidatos con conexiones con el tribunal tienen más éxito, esto podría quizás reflejar su mayor calidad. Para evitar este problema, en un reciente artículo estudiamos la posible existencia de favoritismo en las promociones académicas utilizando un insólito experimento natural: las habilitaciones. Nuestros resultados muestran que, en el mundo académico español, en muchas ocasiones las decisiones de promoción dependen más de los contactos que de la producción científica de los candidatos.

Como muchos de nuestros lectores recordarán, entre 2002 y 2006 estuvo en vigor en España el llamado sistema de habilitación. Durante este período, los candidatos a profesor titular y a catedrático debían superar una evaluación previa realizada a nivel estatal. La composición de los tribunales se decidía de forma aleatoria una vez que se había cerrado el plazo de solicitudes. La existencia de esta lotería nos permite analizar cómo influye la presencia en el tribunal de algún “conocido” sobre las posibilidades de éxito de los candidatos.

En las habilitaciones participaron aproximadamente unos 7,000 aspirantes a catedrático y unos 10,000 aspirantes a profesor titular y, de media, cada uno de ellos se presentó en unas dos ocasiones. En nuestro análisis consideramos tres tipos de posibles conexiones entre candidatos y evaluadores. En primer lugar, investigamos el efecto de ser evaluado por un profesor proveniente de la misma universidad. Aunque las habilitaciones pretendían acabar con la endogamia, el sistema de lotería utilizado generaba que en ocasiones los candidatos fueran evaluados por sus propios colegas. La probabilidad de que esto ocurriera era relativamente alta. La tercera parte de los candidatos a catedrático y casi la mitad de los candidatos a profesor titular contaron con algún profesor de su universidad entre los evaluadores. Si analizamos el número de publicaciones y citas recibidas, no se observa ninguna diferencia significativa entre los candidatos que contaban con un colega en el tribunal y los que no tuvieron esa fortuna (Tabla 5, filas 1 y 2). Sin embargo, la tasa de éxito de los primeros fue el doble de alta (Tabla 4, primera fila).

 

En segundo lugar, analizamos la similitud entre el tipo de investigación que realizan los evaluadores y la investigación realizada por el candidato.  Como ya advirtiera Schumpeter, “es meramente humano que sobreestimemos la importancia del tipo de investigación que realizamos y que subestimemos la importancia de las áreas que interesan a los demás” (History of Economic Analysis, p. 18). Ya sea debido a las diferencias en gustos o, quizás, por la dificultad que entraña evaluar la investigación realizada en otras áreas, los evaluadores podrían preferir a los candidatos de su propio área. La tercera parte de los candidatos fue asignado a un tribunal donde la mayoría de los miembros pertenecía a su mismo área de investigación. Si comparamos estos candidatos con aquellos que fueron asignados a tribunales cuyos evaluadores estaban mayoritariamente especializados en otro área no se observa ninguna diferencia en términos de producción científica (Tabla 5, filas 3 y 4). Sin embargo, los candidatos tienen una tasa de éxito un 20% superior cuando los evaluadores  pertenecen mayoritariamente a su área de investigación  (ver Tabla 4, segunda fila).

En tercer lugar, estudiamos el efecto de otros vínculos personales, como podría ser la presencia entre los evaluadores del director de tesis o de algún miembro del tribunal de tesis. El 3% de los candidatos tuvo a su director de tesis en el tribunal y el 12% de los candidatos contó entre los evaluadores con algún miembro de su tribunal de tesis. No existe ninguna diferencia ex-ante entre la calidad de estos distintos grupos de candidatos (Tabla 5, filas 3 a 6). Sin embargo, la tasa de éxito entre los candidatos que fueron evaluados por su director de tesis es entre dos y tres veces superior (Tabla 4, tercera fila) y, entre los candidatos evaluados por un miembro de su tribunal de tesis, la proporción de candidatos promocionados es entre un 50% y un 100% superior (Tabla 4, cuarta fila). En resumen, la presencia de un “conocido” en el tribunal puede ser determinante.

Naturalmente, en sí misma esta evidencia empírica no prueba la existencia de favoritismo. Existen otras posibles explicaciones alternativas relacionadas con la posible presencia de asimetrías informativas. Es probable que los evaluadores posean mejor información sobre la calidad de los candidatos “conocidos” en dimensiones que no son fácilmente observables tales como (i) la docencia, (ii) los servicios prestados en el departamento o (iii) el “pipeline” de investigación. Aunque no podemos observar las dos primeras dimensiones, sí que podemos ver cuántas publicaciones han obtenido los candidatos después de la evaluación. Los candidatos promocionados por evaluadores “conocidos”, además de contar con menos publicaciones en el momento de la evaluación, también tienden a ser menos productivos en el futuro que el resto de candidatos promocionados (Tabla 5, filas 7 y 8).

¿Qué importancia tiene la calidad investigadora de los candidatos? La productividad científica de los candidatos afecta de manera muy significativa a sus posibilidades de ser habilitados (Tabla 6, filas 1-4). En las habilitaciones a catedrático, si incrementamos la producción científica de un candidato en una desviación estándar (un aumento de seis publicaciones, diez citas por artículo, dos tesis dirigidas y diez tesis evaluadas) sus posibilidades de ser promocionado aumentan en un 80%. En las habilitaciones a profesor titular, un aumento de una desviación estándar en la calidad del candidato supone un incremento de un 40% en sus posibilidades de promoción. Pero la magnitud de estos efectos es inferior a los beneficios de contar en el tribunal con un colega de universidad, el director de tesis o un co-autor.

La relevancia de los networks también tiene importantes consecuencias para otros áreas, como por ejemplo los estudios de género. En un post anterior habíamos mostrado que en las habilitaciones a catedrático los evaluadores tenían preferencia por los candidatos del mismo sexo.  Al incorporar los networks a este análisis se observa que en gran parte esto se debe al hecho de que los profesores tienden a relacionarse con otros profesores de su mismo sexo. Es decir, la persistencia de los `old boys networks’ también dificulta el acceso de la mujer a las cátedras.

Por último, estos resultados también pueden ser útiles para la mejora del diseño de los sistemas de evaluación empleados en el mundo académico. Como ya habíamos observado anteriormente en este blog, los evaluadores internos tienden a favorecer a “sus” candidatos, independientemente de su calidad. El problema de fondo es seguramente que los departamentos no tienen suficientes incentivos para seleccionar a los mejores investigadores (ver anterior entrada).  Además, un reciente artículo de Ruben Durante, Giovanna Labartino y Roberto Perotti sugiere que este problema puede ser relativamente mayor en países con un entorno socio-cultural pobre en capital social. En segundo lugar, nuestros resultados también sugieren que las distintas áreas académicas deben tener una presencia equilibrada en los tribunales de evaluación. Sino cabe esperar que los evaluadores promocionen a candidatos del área mayoritaria pero con inferior calidad académica. Por último, no es deseable que un candidato sea evaluado por su director de tesis, un miembro de su tribunal de tesis, un co-autor, etc. Al igual que ya sucede en muchos otros países, debería excluirse de las evaluaciones a cualquier miembro del tribunal que esté sujeto a un conflicto de intereses de esta naturaleza.