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Consejos sobre la investigación científica, 1898-2013.

El Comité sobre la Situación de la Mujer en Economía (COSME) acaba de publicar su primera hoja informativa. COSME forma parte de la Asociación Española de Economía y tiene como objetivo informar a la profesión acerca de los progresos de las mujeres en el ámbito académico y fomentar la realización de estudios de género y programas que estimulen la igualdad de oportunidades. Esta primera hoja informativa incluye un excelente artículo de Manuel Arellano, información descriptiva sobre la situación de la mujer en Economía en España, una entrevista a la protagonista de la última conferencia COSME, Stefania Albanesi, y una serie de anuncios y noticias de la asociación.

El artículo de Manuel Arellano está dirigido a todos aquellos jóvenes, tanto varones como mujeres, que han sucumbido al embriagador canto de la sirena y han decidido emprender una carrera académica en Ciencias Sociales. El artículo ofrece unas interesantísimas reflexiones sobre el oficio de investigador que, como apunta el profesor Arellano, no ha cambiado tanto desde que Ramón y Cajal escribiera al respecto hace 115 años (Santiago Ramón y Cajal, Reglas y consejos sobre la investigación científica, 1898).

Para todos aquellos a los que nos sobra la pasión por la investigación pero nos falta el talento, resulta muy alentador que, tanto Ramón y Cajal como Arellano, incorregibles en su humildad, insistan en la importancia de la perseverancia y el esfuerzo como clave del éxito científico. En palabras de Ramón y Cajal (la negrita es mía):

No seré yo, ciertamente, quien niegue que los más ilustres iniciadores científicos pertenecen a la aristocracia del espíritu, y han sido capacidades mentales muy elevadas, a las cuales no llegaremos nunca, por mucho que nos esforcemos, los que figuramos en el montón de los trabajadores modestos. Pero después de hacer esta concesión, que es de pura justicia, sigo creyendo que a todo hombre de regular entendimiento y ansioso de nombradía, le queda todavía mucho campo donde ejercitar su actividad y de tener la fortuna que, a semejanza de la lotería, no sonríe siempre a los ricos, sino que se complace, de vez en cuando, en alegrar el hogar de los humildes, además, que todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro (…)

Acaso me equivoque, pero declaro sinceramente que en mis excursiones por el extranjero y en mis conversaciones con sabios ilustres, he sacado la impresión (salvada tal cual excepción) de que la mayoría de éstos pertenece a la categoría de las inteligencias regulares, pero disciplinadas, muy cultivadas y movidas por avidez insaciable de celebridad.

 Santiago Ramón y Cajal, Reglas y consejos sobre la investigación científica, 1898

La hoja informativa de COSME también ofrece información descriptiva acerca de la situación de la mujer en las distintas categorías de la carrera académica. El porcentaje de mujeres que realiza un doctorado en Economía ha experimentado un notable incremento en los últimos quince años, desde el 32% en 1996 hasta el 44% en el año 2011. La proporción de mujeres entre los profesores titulares de universidad en las áreas de conocimiento de Fundamentos de Análisis Económico y Economía Aplicada también ha evolucionado de una manera muy similar, aumentado desde el 29% al 38% a lo largo del mismo período. Sin embargo, el conocido techo de cristal aparece cuando nos aproximamos a la categoría de catedrático de universidad, donde la presencia de mujeres apenas ha variado en los últimos quince años, oscilando entre el 13% en 1996 y el 15% actual.

Gráfica – Porcentaje de mujeres entre los nuevos doctores en Economía, los profesores titulares y los catedráticos de universidad, 1996-2011.

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Nota: Las cifras de catedráticos y titulares recogen información de las áreas de conocimiento de Fundamentos de Análisis Económico y Economía Aplicada (Estadística de la Enseñanza Universitaria en España, Instituto Nacional de Estadística, diversos años). Se incluyen aquellas tesis doctorales cuya temática ha sido clasificadas por el autor dentro de la sección “Ciencias Económicas”  (base de datos de tesis doctorales del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, Teseo).

 ¿Por qué no consiguen las profesoras españolas alcanzar la categoría de catedrático? En la literatura académica se han investigado diversas causas, incluyendo la discriminación (Moss-Racusin et al. 2012), la ausencia de networks adecuados (Blau et al. 2010), la composición de los tribunales de evaluación (Zinovyeva y Bagues 2010), o la falta de confianza (Steele 1997). En su entrevista en la newsletter de COSME, Stefania Albanesi también señala otro problema. Los temas de investigación que interesan a las mujeres en ocasiones no son suficientemente valorados por los varones. Pero seguramente el factor que en general se cita de forma más unánime en la literatura sea la dificultad de conciliar la vida profesional con la vida laboral en una sociedad en la que todavía existen unos fuertes roles de género en el hogar (Ginther y Kahn 2004).

La importancia de un entorno familiar adecuado no se le escapaba a Ramón y Cajal. En un contexto muy diferente, en un mundo de científicos varones, señalaba:

“(H)arto sabido es que los atributos morales de la esposa son decisivos para el éxito de la obra científica (…) (C)omo norma general, aconsejamos al aficionado a la ciencia buscar en la elegida de su corazón, más que belleza y caudal, adecuada psicología, esto es: sentimientos, gustos y tendencias, en cierto modo, complementarios de los suyos. (…) No escogerá la mujer, sino su mujer, cuya mejor dote será la tierna obediencia y la plena y cordial aceptación del ideal de vida del esposo.”

Desde una perspectiva actual los consejos matrimoniales de Ramón y Cajal pueden parecer desfasados pero, como señala en su artículo el profesor Arellano, quizás encierren todavía alguna lección si sustituimos el género y pensamos en la investigadora actual. La investigación exige largas horas de trabajo y, sin el apoyo de la pareja, es difícil de compatibilizar con la vida familiar. Sin llegar al extremo de la “tierna obediencia” que promulgaba Cajal, sin duda es vital tener una pareja que acepte y apoye el azaroso estilo de vida que conlleva la carrera académica.

Y este apoyo, que es importante para el hombre, resulta esencial para la mujer en un contexto socio-cultural como el nuestro. Hasta el momento no parece que hayamos conseguido conciliar con mucho éxito la carrera académica con la familia en la universidad española. Hace tiempo Sara de la Rica nos mostraba que, en una muestra de jóvenes catedráticos, sólo un 31% de las catedráticas tenía hijos, frente a un 54% entre los varones. Es posible que, más allá de las políticas públicas que faciliten la conciliación, como nos recordaba Libertad González hace unas semanas, quizás parte de la solución dependa de nosotros mismos, de las parejas de las investigadoras, y de nuestra voluntad de aplicar en nuestro ámbito privado los mismos preceptos de igualdad que tanto defendemos en el ámbito público.